“…la copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber?” (Juan 18:11)

¡Oh, una alegre mañana! Jesús prometió
Que una nueva copa bebería conmigo;
Una copa de gozo, una copa de alegría,
¡En esa eternidad bendita!
-Harry H. Hodge- [Predicado en Beaumont, Texas en Sabine Tabernacle a partir de 1933]

También, qué amarga es la cruz cuando sólo vemos personas que nos presentan los rigores de ella. ¡Pero qué indescriptiblemente dulce cuando percibimos los planes y propósitos de Dios ocasionados por ella, y cuando nos rendimos a esos fines obrando en nuestras vidas! Oramos por humildad, pero rara vez percibimos que Dios está respondiendo oraciones cuando la cruz nos lleva bajo Sus pies. Estamos tan a menudo sólo humillados a manos de la gente, cuando deberíamos ser humillados bajo la poderosa mano de Dios. Oramos por amor, pero parecemos no entender que los males de hombres perversos contra nosotros no son más que la ocasión en que Dios nos convierte en canales del amor del Calvario hacia ellos. Oramos por paciencia y no discernimos que todos los obstáculos frustrantes de la vida constituyen en realidad las oportunidades ofrecidas por Dios para que por nuestra rendición y cooperación con Él, Él calme la irritabilidad interior, y por lo tanto nos haga verdaderamente pacientes. Oramos por el poder con Dios, y rara vez nos damos cuenta de que el poder de Cristo no puede descansar sobre nosotros, excepto, cuando nos debilitamos en nosotros mismos.

Por desgracia, porque no vemos a Dios en cada presentación de la cruz, cargamos sólo una pesada carga. Pero tiene muy poco o ningún propósito santificador cuando, si tuviéramos la visión de nuestra alma ungida desde arriba, tendríamos que ver cada cruz como instrumento que, como lo hizo con Jesús, nos levantaría de la tierra, por encima de la contienda de lenguas hacia el dulce descanso y la paz de una muerte santificadora a nosotros mismos, y a una vida resucitada y poder en Cristo gloriosos.
-W. Ward Wright- Desconocido

Fuertes son las paredes a mi alrededor,
Que me retienen todo el día;
Pero los que así me han retenido,
No pueden mantener a Dios fuera.
Mis propias paredes de mazmorra son queridas,
Debido a que el Dios que amo está aquí.

Eso es lo que hace mi tesoro,
Eso es lo que trae mi ganancia;
La conversión del ay en placer,
Y la cosecha de alegría del dolor.
Oh, es dulce lo que sea que acontezca
Sabiendo que Dios es todo en todo.
-Madame Guyon- “Strong Are The Walls Around Me (Fuertes son las paredes alrededor de mí)” Música por E.K. Brinkworth.