Lección 3.- El Discípulo Valiente #2
Hemos estado estudiando acerca de que una de las características de los discípulos es que son valientes. Se necesita más valentía para estar en lo correcto, que para cualquier otra cosa. Y de cierto se necesita mucha valentía en estos tiempos para que un discípulo esté de pie por la verdad en medio de esta atmósfera ecuménica, donde todo se está volviendo “iglesia”, y donde los estás viendo a ellos ahí, los neo-pentecosteses, uniéndose con otros y suavizando las doctrinas verdaderas de Dios. Lo que esto llega a ser, es una gracia barata, y si el discípulo es un discípulo de verdad y valiente, debe ponerse de pie contra esto. Esta gracia barata se vende en los mercados como si fueran baratijas. Los sacramentos, el perdón de pecados, el bautismo y las consolaciones de fe son puestas como una gran oferta.
La iglesia moderna predica un cielo sin infierno, comunión sin disciplina, membrecía sin frutos de justicia, y son atrapados en la marea de la gracia barata; la Iglesia rehúsa proclamar todo el consejo de Dios, por temor a ofender a esas almas mundanas que van a hacer barata la gracia. Estas personas piensan que van a honrar la Iglesia con su presencia un domingo en la mañana, llamándose a sí mismos discípulos de Dios, sin embargo, viven como el diablo el lunes. Es en contra de esto que tú y yo debemos tener el valor de mantenernos. La Iglesia debe decir a esa gente, “tú no puedes vivir como el diablo y tener a Dios obrando contigo”. Los discípulos no tenían miedo de levantar sus voces contra estas burlas. Su dedicación no era al éxito, era a Jesucristo. La gracia se representa como el tesoro inagotable de la Iglesia, de la cual ella recibe las bendiciones sin hacer preguntas o poner límites.
Nos atrevemos a imprimir libros y llamarlos “Biblias” aunque sólo contiene a las promesas de Dios. Nadie tiene el derecho de reclamar una promesa de Dios cuando esa promesa es sacada del contexto. En Exodo 15: 26 dice, “Yo soy Jehová tu sanador”, pero Dios no es el Señor del hombre ni su sanador, si no obedece la primera parte de este versículo. El dijo, “…Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, e hicieres lo recto delante de sus ojos, y dieres oído a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, ninguna enfermedad de las que envié a los egipcios te enviaré a ti; porque yo soy Jehová tu sanador”. Tú no tienes ningún derecho de mencionar la última parte del versículo a menos que menciones todo el versículo, porque si tú no obedeces a Dios, El no es tu Señor, y El no te sanará. La gracia barata no tiene límites, ni pone ninguna responsabilidad de obediencia sobre el creyente. “Solo ven, acepta a Jesús como tu Salvador, vive como quieras”. El señorío de Cristo es opcional. En cuanto a la gracia, creemos que el precio ha sido pagado por adelantado, y a causa de esto, puede ser tenido como nada. Este es el mensaje predicado en esta hora. La gracia barata como una doctrina o principio significa que el perdón de pecados es proclamado como una verdad general, el amor de Dios enseñado como una presuposición cristiana, o como un concepto cristiano de Dios; es la esencia de la idolatría. Jesús dijo que el amor era algo mayor que esta cosa ambigua de la cual el mundo habla. “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14: 15). Eso es amor. La misma esencia de la idolatría es imaginar como es Dios y luego actuar como si fuera así. Se cree que un ascenso intelectual a estas presuposiciones humanas, es todo lo necesario para asegurar el perdón de los pecados. En este tipo de enseñanza el mundo encuentra una cobertura barata para su pecado. Un hombre puede predicar casi contra todo, y el público estará con él, pero déjalo hablar en contra de la religión, y habrá disensiones. Me han echado de canales de televisión (algunos de ellos eran estaciones religiosas,) porque traté con esta verdad: Dios no permite la mezcla. Tú no puedes mezclar el Pentecostesismo con el Romanismo y esperar que Dios sonría. Juan dijo que Dios aborrece todo camino falso. Ahora, cuando tú hablas en contra de la religión falsa, estás tratando con el becerro de oro sagrado del mundo, y si tú vas a predicar contra eso, vas a encontrarte con muchos problemas.
James Robinson predicó contra la homosexualidad en un canal de televisión, y ellos lo botaron. Mucha gente, predicadores, iglesias, llenarán toda una página de un periódico de esa ciudad con miles de firmas; esta gente envió un mensaje a este canal que decía, “No vamos a ver su canal si usted no pone a este hombre otra vez de regreso”. Lo pusieron de regreso. Tú puedes predicar contra la homosexualidad y muchos estarán contigo. Pero deja que el mismo hombre hable contra la religión falsa y el será el hombre más solitario de la ciudad. Gracias a Dios por lo que ellos hicieron, pero se necesita más valentía para levantarse contra la gracia barata que está siendo vendida hoy en día, que lo que se necesita para estar en contra de la homosexualidad.
Escúchalos predicar esto, “Todos han nacido de nuevo”. Alguien dijo que hay 60 millones de nacidos de nuevo en Norte América. Ni modo: ya estaríamos en el milenio. Quizá hayan 60 millones de personas que van a la Iglesia una vez al mes, pero ser nacido de nuevo es algo completamente diferente. Un creyente nacido de nuevo es una fuerza vital en esta tierra. El es una nueva creación. Cristo está en esa persona. No pueden haber 60 millones de representantes de Cristo en una nación sin que haya una restricción a la maldad. La verdad es que la sociedad se está yendo al infierno mucho más rápido en las últimas dos ó tres décadas que en cualquier otra época de la historia, sin embargo ahora tenemos más religión que nunca antes hayamos tenido. De acuerdo a la revista “Selecciones” hace unos años, oí que ellos decían que en los últimos 20 años, quizás uno de cada 10 se volvía homosexual, o por lo menos bisexual. Al mismo tiempo estamos bombardeados de religión. Existe más radiodifusión religiosa en la ciudad de Los Angeles en 7 días, que en cualquier otro país del mundo, en 6 meses. Viene a través del correo, carteles, radio, televisión, y sin embargo no existe la restricción a la maldad. 53% de todos los matrimonios terminan en divorcio. Abortamos 2 millones de niños cada año. La drogadicción ha llegado hasta la escuela inicial., el crimen violento está aumentando, y la edad del asesino es cada vez menor, los poseídos por demonios rondan por nuestras calles. Es tiempo de que nosotros tratemos con el culpable, es decir, con la religión misma.
Si vamos a ver avivamiento, entonces debemos estar por la verdad. Y al estar de pie por la verdad, automáticamente me pone contra la mentira que ofrece al mundo una cobertura barata para su pecado; una mentira que ofrece salvación sin arrepentimiento, sin deseo verdadero de ser librado del pecado. Conozco predicadores que beben; para ellos no hay nada malo en beber. ¿Cómo puede ser que nosotros que estamos muertos al pecado sigamos viviendo en el? ¡¡Dios no lo permita!! Cuando tú hablas contra esto te das cuenta que éste no es el mensaje más popular. Las multitudes no corren ahí. Cuando pones a la cruz en el lugar donde pertenece, entonces la multitud disminuye. Pero si nosotros queremos ver el poder de Dios obrar en nuestras vidas, y la liberación venir, debemos volver a lo que la Biblia dice. Tú no puedes vivir como el diablo y tener a Dios obrando contigo.
La gracia barata equivale a una negación de la palabra viva de Dios, una negación a la encarnación de Cristo; significa justificación del pecado, sin justificación del pecador; esta gracia no es el tipo de perdón de pecado que nos libera de las obras de pecado. Sólo observa aquello que profesa haber sido redimido por la gracia de Dios. Nada ha cambiado. Una fe que no te cambia, no significa nada para Dios. Sólo la palabra de Dios es lo suficientemente filuda como para penetrar el alma y tocar el espíritu. “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón” (Hebreos 4: 12). Hoy la gracia barata predica el perdón sin el arrepentimiento; te dice: “Solamente acepta a Jesús, como tu Salvador personal”. No hay perdón, yo dije, que no hay perdón sin arrepentimiento. Sólo la Palabra de Dios, que es cortante y filuda, podrá convencer de pecado y llevar al arrepentimiento.
No hay ningún perdón sin arrepentimiento; debes voltearte de lo que eres a Cristo. Cuando Juan el Bautista vino predicando su mensaje de arrepentimiento, él cambió las orillas del Jordán en la calle principal del mundo. Los hombres venían de todo lugar, con la pregunta, “¿qué debemos hacer para ser salvos?”. Juan el bautista no suavizaba sus palabras. El dijo al soldado, “No hagas extorsión a nadie, ni calumnéis; y contentáis con vuestro salario”. Al publicano Juan dijo, “No exijáis más de lo que os está ordenado”. A los religiosos Juan dijo, “¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera? Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento”. El rey Herodes, sentándose en su carruaje de oro, escuchando a este hombre salvaje del desierto, preguntó: “¿Qué acerca del rey?” Juan alistó rápidamente su pistola de carga automática del Evangelio con el séptimo mandamiento y se lo disparó: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano” (Marcos 6: 18). Le costó la vida. Lo que te estoy diciendo es que se necesita valentía para ser un discípulo; debes estar listo para dar una respuesta a los hombres, y que esa respuesta sea la palabra de Dios.
A medida que el cristianismo se esparcía en aquellos primeros días, la Iglesia venía a ser más y más secularizada. La comprension del costo de la gracia de Dios se desvaneció y se perdió. El mundo se cristianizó y la gracia llegó a ser una propiedad común. Cuando llegó la Reforma, Dios levantó a Martín Lutero para restaurar el Evangelio de la gracia pura. El era monje, pero esto estaba en el plan de Dios. Dios tuvo que enseñarle. El fue parte de un sistema. El dejó todo para seguir a Cristo, pero Dios destrozó sus esperanzas. El le mostró a Lutero que el seguir a Cristo no es la atribución o el mérito de un grupo selecto, sino un mandato divino para todos los cristianos sin distinción. Es el mandato de Dios que todo hombre y toda mujer nacidos de Dios siga a Cristo. El intento de Lutero de huir del mundo llegó a ser una forma sutil del amor del mundo. En el claustro descubrió que el monasterio era el mismo mundo, pero en otra forma. Y con el mundo del monasterio cayéndose sobre él, Lutero se agarró de la gracia. La gracia que le fue dada era una gracia costosa: destruyó toda su existencia. El mandamiento de Jesús tiene que ser una obediencia perfecta en la vida y vocación diaria de uno. Tú no te escondes del mundo y vas a los rituales de la religión, tú confrontas a los hombres en la calle principal del mundo como una persona piadosa y santa que está viviendo correctamente en medio de una generación torcida y perversa.
El Cristianismo no es algo del medio ambiente, es algo de dentro. Es en la calle principal del mundo donde debemos demostrar esta vida cristiana. El conflicto entre la vida del cristiano y la vida del mundo es algo de mucho contraste. Es un conflicto mano a mano entre Cristo y el mundo, y es totalmente incompatible. Pero ahora, como en el día de Lutero, la justificación del pecador en el mundo se ha degenerado a la justificación del pecado y el mundo. Es triste decirlo, pero el mundo Pentecostés ha caído en la misma trampa.
Los hombres confiesan a Cristo y continúan sus vidas como siempre. Los hombres ahora son salvos por una fórmula, por un saludo, por un bautismo de agua. Ahora tenemos un Pentecostés sin Calvario. La gente habla en lenguas y nunca ha nacido de nuevo; alguien les enseñó qué decir; esto es algo muy popular hoy en día. Si nosotros vamos a ser discípulos del Señor, entonces debemos ponernos de pie en contra de la marea. Hay más en el bautismo del Espíritu Santo que enseñarle a alguien cómo hablar en lenguas: las lenguas son un resultado del Espíritu Santo. Tú puedes hablar en lenguas creadas por hombres sin el Espíritu Santo, pero tú no puedes ser lleno del verdadero Espíritu Santo y no hablar en lenguas. El milagro no es que yo hable en lenguas, el milagro es que Dios me dio algo que decir. Recordemos que los primeros discípulos hablaban mientras el Espíritu les daba que hablasen.
La característica de un discípulo entonces es la valentía. La valentía de la convicción, una convicción que nosotros hablamos la verdad que está en Jesús, y vivimos esa verdad en todo tiempo. La característica de un discípulo es la valentía. ¡Necesitas retener esto otra vez! No estamos acá para hacer convertidos. Estamos acá para hacer discípulos. El dijo que estamos acá para ir a todo el mundo y hacer discípulos en las naciones.
Tú puedes hacer convertidos a cualquier cosa, pero un discípulo es un aprendiz, él aprende, luego pone en práctica lo que aprende. No es algo de la mente, es algo del corazón. El no sólo conoce la santidad de la palabra de Dios, sino que vive la santidad en el mercado del mundo. El conoce la verdad y está firme por esa verdad. Se necesita gran valentía para hacer esto. El mundo de hoy en día está casi en bancarrota por falta de tales seres humanos. Este es un gran problema. No existe un verdadero modelo allá afuera para mostrar lo que Cristo quiere hacer. Lo ecuménico ha hecho de todo una “iglesia”. Y en su lucha por la unidad, ellos han desalojado de la Iglesia todo lo que es real. La han reducido a un nivel en el que el mundo puede creer sin sentirse incómodo; todas las éticas han sido destruídas; todo pasa como “conducta cristiana”.
Y hoy en día la necesidad desesperante es de verdaderos discípulos que se levanten con valentía y sean notados, para predicar el Evangelio sin temor ni favoritismo, y dejando que suceda lo que tenga que suceder. Sin tener miedo de decirles a los Herodes de este mundo, “no es lícito que tengas la mujer de tu hermano”. No debemos tener miedo a esa mezcla religiosa que está afuera con la cual Dios no tiene nada que ver. Esta es la labor del discípulo valiente. Que Dios lo pueda crear en tu vida.