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Lección 11.- Luz En La Iglesia

Lección 11.- Luz En La Iglesia

 

En Isaías 9:2 dice: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz: los que moraban en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”.

Muy frecuentemente la iglesia ha rechazado encarar el hecho que la redención del hombre es una obra progresiva, un continuo desarrollo. Este es el más grande problema de la iglesia, y aún está entre nosotros sin resolver. La redención del hombre siempre hacia adelante y hacia arriba hasta que el día es perfecto. Yo no soy lo que fui, pero no soy todavía lo que seré; es una verdad que tiene que aferrarse de mí. Muchos abrazan los credos, doctrinas y teologías de ayer, pero rechazan agarrarse de lo nuevo, y como resultado de esto, la iglesia se ha mantenido en una posición estática. Dios es luz, siempre avanzando, alumbrando hacia el día perfecto; y los que no se mueven con esto, se encuentran en oscuridad, justo como un proceso natural de las cosas. Cuando Dios visita a los hombres, ellos se enfrentan a dos elecciones, una de la luz y la otra de oscuridad.

Este es el resultado inevitable de Dios visitando a la gente. En los días de Martín Lutero, con Juan Wesley y el avivamiento metodista, luego en el avivamiento pentecostés, al hombre se le dío a elegir. Hoy, en la visitación presente de Dios, nos vamos a mover ya sea con Dios en la luz o nos convertiremos en un camino de oscuridad. La luz trae conocimiento, el conocimiento trae responsabilidad y la responsabilidad demanda de acción en una escala revolucionaria. La gente que no quiere actuar, así como la iglesia, pierde el centro igual que Israel. Cuando Israel vino a Sinaí y Dios comenzó a hablarles, se asustaron y dijeron a Moisés, “No queremos que Dios nos hable. Tú habla con Dios, después vienes y nos dices lo que necesitamos saber”. Ellos perdieron el derecho de ser sacerdotes individuales y se acomodaron en un nuevo orden en el cual todo lo que obtenían de Dios era de segunda mano.

Rehusaron la responsabilidad, por esta razón las visitaciones divinas crean condiciones peligrosas y cambian toda la estructura de las relaciones de Dios y el hombre. En el momento que Dios visita a un hombre, éste interrumpe la forma de las cosas, cambia la relación de Dios y esta persona. La gente es renuente a la prueba del cambio, y ya que la gente no quiere cambiar, van a la deriva; ellos se esperanzan en que las cosas van a ser diferentes. Pero no funcionan así.

La Biblia es un registro de lo que hizo Dios en el pasado, y su plan de acción en el futuro. La Biblia revela un esfuerzo extraño por parte del hombre para retener el amanecer de un nuevo día y de su luz. Dejemos que Dios se mueva, y el mundo religioso será el primero en estar de pié armado, para impedir esta manifestación; todo se convierte en erejía. Pablo dijo, “según el camino que ellos (fundamentalistas) llaman erejía, yo sigo adorando al Dios de mis padres” (Parafraseando Hechos 24:14). El hombre siempre ha endiosado al pasado; los religiosos, religiosamente se enterraron en los sepulcros de sus credos eclesiásticos. Algunas personas heredan sus doctrinas de sus antepasados. Esto es religión. Otras personas reciben una experiencia personal de Dios, esto es salvación. O somos meramente el producto de una sociedad religiosa que está contra Dios, o somos nacidos del cielo, seres espirituales con corazones a la luz creciente de Dios.

El hombre es llevado a una relación con Dios, no para que preserve la religión estática, sino para que fluya del espíritu las bendiciones de sanidad y luz a un mundo de oscuridad. Jesús dijo: “Vosotros sois la luz del mundo…”. Esta fue su declaración a la iglesia. Esto es a hombres nacidos dos veces. Esta es la única luz que tienen los hombres. Mucho de lo que la religión llama “luz”, no es más que la arbitraria interpretación del hombre, la cual Jesús llamó “la tradición de los ancianos”. Los religiosos le decían a Jesús, “Estás violando las tradiciones de los ancianos”, Jesús dijo, “Por vuestra tradición invalidan la palabra de Dios”. Hoy, ésta es la actitud que prevalece, y debe haber un despertar. El mensaje que predicamos debe penetrar en las decadencias denominacionales, en las paredes, y cruzar los límites convencionales de la religión hasta llegar a los corazones de los hombres, si los hombres van a ser salvos. La maquinaria más viciosa que el mundo tendrá que enfrentar es la maquinaria religiosa. Cuando los hombres vienen cara a cara con la verdad, se encuentran con Cristo y no con religión. Cuando la religión deja a Cristo es el anticristo. Cuando la religión pone cualquier cosa delante de Cristo ha perdido la marca.

Estamos frente a dos hechos de la vida: lo primero es que la religión se ha degenerado, Cristo ha sido dejado de lado en el impulso por la unidad. Y lo segundo es que lo ecuménico ha violado la Iglesia de Dios tratando de hacerla relevante. Conocer a Cristo no es lo mismo que la religión. La religión es estática, dura e inflexible. La luz de la salvación es una fuerza activa, expansiva en la vida del creyente haciéndole que siempre esté listo en todo tiempo para moverse con Dios, pero el nuevo hombre matiene su experiencia con Dios limitadamente.

No hay ninguna declaración en la Palabra más pertinente en este tiempo que solo éste pensamiento: el pueblo de Dios reconoce su Voz. Dios está llamando a los hombres de todo tipo de vida a que se separen de las bases religiosas que detienen a Cristo, y de la tradición que detienen el amanecer de un nuevo día. Él no viene por un pueblo que ha tenido algo ayer; se necesita hombres que en la actualidad estén llenos con el espíritu de Dios para sacudir Jerusalén, una fortaleza de fariseos hipócritas y religiones muertas y hacerlos que clamen desesperadamente, “¿Qué debemos hacer para ser salvos?”. En la actualidad se necesitan hombres llenos del poder del Espíritu de Dios para hacer saber al mundo que está perdido.

Ya hablamos de la marca de la bestia en uno de los capítulos previos; va llegar un día en que los hombres van a estar acorralados y marcados como ganado. Muchos ya tienen esta marca en sus corazones ya que han sido marcados con la marca de la bestia, que es el egoísmo. Cuando un hombre es marcado, está perdido para siempre y cuando un cuerpo religioso, iglesia u organización de iglesias, se une para reducir a Cristo en nada más que un principio, esta gente o cuerpo ha tomado la marca de la Bestia, y para que un hombre se salve, tendrá que salirse de este sistema. En Génesis 3, el hombre pecó contra Dios, el hombre desobedeció a Dios. Dios le dio todo excepto un árbol; Él dijo, “si lo comes morirás”, el hombre lo comió y murió para Dios. En el momento cuando él murió, su espíritu fue violado y se undió bajo el absoluto control de su carne. El hombre se convirtió en un ser del alma, totalmente diferente a lo que Dios lo había hecho. El hombre se convirtió en un ser totalmente depravado. Su sentimiento, su conciencia, todo se depravó, desde el momento en que él pecó contra Dios.

Dios ha hecho de su iglesia una realidad en estos tiempos, como el gran movimiento pentecostés, a través del avivamiento y este Cuerpo peca contra Dios voluntariamente, permitiendo dentro de él, el creer en algo que Dios no permite, entonces este cuerpo se convierte en algo depravado, como el primer hombre al principio. Y cuando esto ocurre va a tener que salirse de este sistema para encontrar a Dios. Cuando Betzaida pecó alejándose de su tiempo de gracia, Cristo tuvo que sacar al hombre ciego a las afueras para sanarlo. Este milagro no podía ocurrir en Betzaida. Mucha gente va a decir que esta prédica está fuera de los límites, pero lo que la gente no sabe es que tú a veces tienes que salirte de los límites, para estar dentro de los límites. David dijo: “Él me sacó fuera, para que El pueda ponerme dentro”. Algunas veces tienes que cruzar muchas barreras antes que puedas llegar.

La iglesia se ha desviado en un esfuerzo por apaciguar el mundo del cual Dios ha dicho que era su enemigo. En el inicio de la Segunda Guerra Mundial, Chamberlain, quien fue el primer ministro de Inglaterra, dió Checoslovaquia a Hitler en un esfuerzo de apaciguarlo, sólo para hacerlo mover unas semanas más tarde a Polonia. No apacigües al diablo. Dios no trabaja sobre una base porcentual con el diablo. Él no comparte nada con el infierno. Dios no quiere sociedades ni componendas, ni apaciguamientos. Es una batalla de muerte y hay victoria si seguimos a Dios. Cuando la religión se interrelaciona con el mundo, pierde a Dios. No cometas errores sobre esto. Perdemos a Dios cuando permitimos que el enemigo de Dios, tenga algún lugar en este santuario. Cuando permitimos que lo santo sea tocado por la carne, el diablo lo recibe como adoración. Sabemos que él no tiene derecho en este Lugar Santo. Pero cuando le permitimos tener derecho, él recibe esto como adoración y es lo que él busca todo el tiempo. Cuando él vino a Cristo, no encontró nada en Él; por consiguiente, no se le dio nada en absoluto. Cuando tú permites que en la plataforma se introduzca lo inmudo y lo carnal a cantar en el coro, tocando, enseñando en la escuela dominical, o lo permites con los ugieres en los pasillos, estás dando el derecho a Satanás, y él está recibiendo adoración en todas estas cosas.

Abraham y su relación con Dios es un gran cuadro. Cuando Dios se le acercaba para darle una revelación, todo lo que él tuvo que hacer fue sacar la estaca. Si Dios se está moviendo, la Iglesia se debe mover. No debemos dar vuelta sobre pastos que han crecido con rastrojos, mientras que Dios ya avanzó, el cielo está derramando el maná por otro lado. Abraham vivió en una tienda. Cuando Dios le dijo que saliera, todo lo que él tuvo que hacer fue sacar las estacas y avanzar con eso.

Hay personas en las iglesias que se han atrincherado tan profundamente que ya no saben a quien adorar. Cristo Jesús debe ser el primero en nuestras vidas, Cristo y sólo Cristo nos ha salvado. Si tú logras una vez pasar por esas puertas y te sientas en los concilios de Dios, será por que vas a tener que moverte y apoyarte fuertemente en Cristo.

En su visión, Samuel Hopkins Hadley dijo, “Me senté fuera de la entrada de la ciudad de Dios, y ví un hombre orgulloso con sus riquezas acercándose a esta puerta, diciendo cuánto dinero había dado, escuché al ángel guardián que le dijo: “regresa al infierno, tu no puedes comprar tu ingreso aquí”. Después vi a un hombre que hablaba sobre su propia justicia, todo lo que había hecho, pero lo ví voltearse apenado con el mensaje del ángel resonando en sus oídos, “No por obras para que nadie se glorie”. Luego vi a un hombre temblando y llorando con sus manos vacías. “No traido nada en mis manos, sólo me adhiero a la cruz de Cristo”, y mientras se acercó a la entrada, ella giró en sus bisagras de piedras preciosas y el ángel le dijo: “A tí se te es administrado una entrada muy amplia en la ciudad del Dios viviente”. Es Cristo y sólo Cristo. No Cristo y los bautistas, ni Cristo y los metodistas, ni Cristo y los romanos, ni Cristo y los pentecosteces, sino Cristo y sólo Cristo.

El cristianismo nunca hace que los hombres se conviertan en algo estático, estancado o complacido. He escuchado en que se glorian en no haber cambiado en su manera de pensar en 20 años. Están perdidos por que la oscuridad los ha sobrecogido. Yo no he cambiado, ni una jota de la sangre de Cristo, del bautismo del Espíritu Santo ni del nacimiento virginal, sino que yo lo creo más ahora que cuando vino a mí por primera vez esta relación. ¿Cuán grande es Dios? es imposible para el hombre alcanzarla, rodearlo o estar más alto que Él. El es más grande de lo que un hombre pueda imaginarse. La revelación de Dios es una verdad siempre desplegándose para abarcar la eternidad. Las personas que se convierten en estáticas son aquellas que rechazan llegar a moverse con la luz. No hay aventura en su alma ni visión para mayor expansión; se han quedado establecidas donde están; no tienen intensión de moverse aunque la destrucción las amenace en sumergirlas; tales personas no enfrentaran el día. Quieren acostarse en sus camas religiosas, fabricando doctrinas que son para justificar su política de no hacer nada. La iglesia de Dios está encuadrada en forma temible, como un ejército con banderas. Dios nunca se propuso que nosotros cabaramos zanjas para sostener el fuerte, pero sí que nos expandiéramos constantemente y nos moviéramos en la luz. No hay ninguna justificación para no hacer nada. Hay personas que han venido a luz y luego a la oscuridad de su antigüa posición, rechazando la responsabilidad que la luz demanda.

Hablo ahora del mundo pentecostés. Llegamos a nuestro Cades-Barnea, las banderolas de esperanza estuvieron volando. Vemos el fruto de esta tierra bendecida, pero rechazamos la responsabilidad. No fueron los gigantes los que detuvieron fuera a Israel o a nosotros, Es cuando nos vemos a nosotros mismos como langostas, que nos asustamos de los gigantes. Todo hombre esta hecho de carne y hueso. Si tu te ves a ti mismo inferior que a otra persona, tu vas a evitar enfrentarte a ella. Cuando Israel se vé a si misma como a una langosta, todos los demás están fuera de proporción. Cuando nos vemos a nosotros mismos como a una minoría insignificante todo sale de su enfoque, pero cuando vemos a quién vive en nosotros, quiénes somos, y qué somos, entonces las cosas toman una perspectiva diferente.

Israél retrocedió. La gran iglesia pentecostés, como Israél, tuvo un vistazo del fruto de la tierra, pero retrocedieron desesperanzados. Cuando David movió el arca, el arca tropezó. Uza púso su mano sobre ella y murió. El pueblo se asusto, pero el avivamiento llegó donde estaba el arca. Siempre es así. Cuando Uza murió vinieron los prejuicios en la gente y su inmadurez en sus actitudes hacia las cosas de Dios. Las personas más inmaduras y prejuiciosas, son aquellos hombres y mujeres que hán sido llenos del Espíritu, y como aquellos se detuvieron en las orillas del Jordan, miraron el fruto y regresaron al desierto para morir, ellos ahora odian a todos los que tratan de cruzar el río. Para poder escaparse de la responsabilidad que la luz demanda, Israel se volvió a la oscuridad. Israel había alcanzado este lugar nuevamente cuando Jesús vino a ellos. La luz resplandeció en la nación. Israel se regocijó en la luz hasta que comenzó a demandar responsabilidad hacia el plan de Dios de salvar al mundo, la luz expuso su miseria, su malicia, egoísmo e incredulidad, y se volvieron al desierto.

Todo hombre que viene a la luz debe, tarde o temprano, tomar una decisión de avanzar dentro de los propósitos de Dios para salvar al mundo, o retirarse para salvarse a sí mismo. Jesús llegó a este punto que se llama Calvario. En el Getsemaní, Jesús se doblegó a la voluntad del padre. Su padre no quería tomar parte del pecado del mundo o del calvario. Se tenía que tomar una decisión, Jesús tenía, ya sea que moverse con Dios para la redención del mundo, o volverse para salvarse a sí mismo. Cada hombre va a tener su Calvario, y ahí tomar su decisión, si se mueve con Dios en el propósito de la redención o se retira al desierto a morir.

Para que Jesús pudiera caminar en la luz. El tuvo que enfrentarse a la oposición de la religión. Caminar en la luz significa levantar oposición dura y desde puntos inesperados; significa que frecuentemente sentimos que nuestro trabajo es vano. Cuando Israel vino a Cades-Barnea, se paro en la línea divisoria entre la luz y la oscuridad. Delante de ella estaba la tierra prometida, detrás de ella estaba la oscuridad del desierto, y ahí al filo de esta oscuridad, ella tenía que tomar una decisión cargada de consecuencias temibles. ¿Arriesgaremos nuestras vidas y caminaremos en la luz, o nos daremos la vuelta a la oscuridad? La biblia registra su vergonzosa decisión. Se volvió al desierto en un esfuerzo de salvarse a sí mismo. ¿Qué vamos a hacer? Como Israel, esta generación está de pie al borde entre la noche mas oscura que el mundo ha experimentado jamás. Tenemos dentro nuestro el poder para desatar la luz del avivamiento que va a llevar esperanza a los hombres, o podemos retirarnos y enfrentar el juicio de Dios. Nunca han sido las condiciones más favorables, y lo que hagamos, lo tenemos que hacer rápido.

 

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