Lección 11.- La Herencia De Ser Lleno Del Espíritu
¿Tienes certeza que has sido lleno del Espíritu Santo? ¿Tú sabes fuera de duda que Dios te ha llenado con el Espíritu Santo? Si no estás seguro de esto, entonces necesitas llegar a ese conocimiento, porque por esta razón tú naciste. No eres salvo simplemente para ir al Cielo; irás al Cielo, pero eres salvo para que Dios por el Espíritu pueda vivir en tí adonde quiera que tú estés, y cualquier cosa que hagas, y que Su vida pueda ser manifestada. El es en tí todo lo que necesitas. La totalidad de este libro, es traerte a este conocimiento para que realmente llegues a ser un creyente lleno del Espíritu, y que tengas fe en lo que Dios ha hecho.
En el libro de Romanos 8: 1-16 dice, “Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne; para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque los que son de la carne piensan en las cosas de la carne; pero los que son del Espíritu, en las cosas del Espíritu. Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz. Por cuanto la mente carnal es enemistad contra Dios; porque (la mente carnal) no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede; y los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. Más vosotros (tú que eres nacido de Dios) no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de El. Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo en verdad está muerto a causa del pecado, mas el espíritu vive a causa de la justicia. Y si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros. Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción por el cual clamamos: ¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios”.
Veamos los versículos 26 y 27. “Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos; pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”.
Romanos 8 es la exposición más completa de la vida que viene mediante el Espíritu de vida en Jesucristo, y es el carácter de la herencia del creyente en el Espíritu. Pon atención a este capítulo; déjalo entrar en tu espíritu, y ten fe en esto: el Espíritu es vida, la vida de Dios. Si es la vida de Dios, son las emociones de Dios, es la voluntad de Dios, es la fe de Dios, es el amor de Dios, es el deseo de Dios. Todo esto está en la vida, y todo está en tí, que dijiste que has sido lleno del Espíritu Santo. Vencer es reemplazar una vida con otra; esto es santificación, esto es lo que es conformidad a Cristo, es el reemplazo de una vida con otra. El Espíritu Santo es el don de Dios de Su propia vida en el creyente. El se dio a Sí mismo a mí cuando me dio el Espíritu Santo. ¡Piensa en esto!, créelo, al ponerte en pie para predicar y proclamar el Evangelio, créelo. Cree esto.
Cuando Pentecostés vino, primero trajo liberación. La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. El Pentecostés libera de la muerte por el pecado, enfermedad espiritual, y enfermedad física. Cualquier cosa que no es de fe, es pecado. y la fe viene por el oír la palabra de Dios. Al oír lo que Dios propone que el Espíritu Santo sea en mí, que El está en mí si lo creo, me doy cuenta que trae liberación de todo esto. Donde está el Espíritu del Señor hay libertad.
El es el espíritu de poder, y la primera demostración de poder es la emancipación, ser libre; el rompe el poder del pecado anulado. No hay cautiverio del que El no pueda librar. Tú estas asimilando, estás aprendiendo, vas a ir a predicar a la gente, vas a tratar con la gente, con toda clase de alcohólicos poseídos por el demonio, drogadictos, homosexuales, es toda clase de escoria de la humanidad; ellos van a venir como el hombre en Gadara, buscando una respuesta a estas cosas terribles. Tú crees y sabes que el Pentecostés nacido en tí es la respuesta a cualquier problema que esta gente trae; El es la respuesta. El mensaje Pentecostés es el mensaje de libertad a todos los que están atados.
La más grande liberación de todas es la de la impotencia moral de la naturaleza doble del creyente. Piensa en esto, de la doble naturaleza. La medida de la plenitud está en que ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. El Pentecostés trae liberación. Cree en esto mientras lo predicas, proclámalo desde un corazón lleno del Espíritu Santo, no titubees. Cuando oraron por denuedo, era esta clase de denuedo; no simplemente un denuedo para decir que un hombre debía ser salvo, sino un denuedo para proclamar a ese ser humano, “yo, por el Espíritu Santo, tengo la respuesta a cualquier cosa que tú buscas”.
Segundo, el Pentecostés trae vida abundante, vitalidad; Jesús vino a dar vida abundante. El don de Dios es agua viva rebosando a vida eterna. Agua viva es el agua de vitalidad desde donde la fuente eterna de vida sale. La ley es buena, pero débil mediante la carne, ineficaz mediante la debilidad humana. El Espíritu Santo fortalece el hombre interior. Cuando el Espíritu de vida mora en hombres, ellos viven, realmente viven. El Pentecostés volvió creyentes anémicos en santos poderosos. La gente dijo que estaban borrachos, y así estaban, pero no de vino. Una de las más grandes revelaciones que vinieron a mi corazón fue el darme cuenta de que eran gente simplemente como yo. Leyendo, entendí que ellos eran simplemente como yo; ahí cuando ellos primero nacieron y primero mirándoles, pensé que ellos eran una clase diferente de gente, pero Santiago dijo de uno de las más grandes profetas del Antiguo Testamento, que él era un hombre de pasiones semejantes a las mías. Miro a Jesús y a esos apóstoles a través de los Evangelios: el constantemente les decía que estaban llenos de incredulidad, tenían poca fe, se desalentaron fácilmente, discutieron sobre quien sería el mayor; el mismo elemento de debilidad de la carne estuvo en ellos, pero ¡el Pentecostés hizo la diferencia! y hará la diferencia en tí. El Pentecostés hace lo máximo de cada facultad y don. Aquellos que quieren tener vida abundante, tienen que experimentar el Pentecostés.
La vida es la mejor medicina para cada tipo de enfermedad, cura todos los males, termina todo el cansancio, conquista toda muerte, todo el tiempo. El Pentecostés es eso; predícalo, sé lleno de esto, créelo. Vive este mensaje, y transformarás a aquellos con quienes entres en contacto. No hay mensaje como Pentecostés. Nunca nada produjo la clase de cristiandad como un bautismo del Espíritu Santo a la antigua. El Pentecostés trae poder, trae vida, vida abundante – vitalidad; estamos hablando de la herencia.
El Pentecostés trae entendimiento. ¿De dónde Pedro consiguió el mensaje que predicó en el día de Pentecostés? Este pescador siempre nos está sorprendiendo con las cosas que él conoce. ¿Quién le enseñó? ¿Cómo supo el significado oculto de la profecía? ¿Cómo él vino a comprender la filosofía de la historia para que pueda decir con seguridad, “esto es aquello”? ¿Cómo supo el significado de la cruz, y descubrió el significado de la resurrección? La única explicación es, “el Espíritu de verdad vino” y “en ese día (dijo Jesús) conoceréis”. El Espíritu Santo vino y ellos conocieron. Y estamos hablando de un hombre que la Biblia dice que era ignorante y sin letras. No permitas que nada ni nadie te desprecie, porque no es lo que tú eres, sino lo que Dios va a hacer de tí con el Espíritu Santo, y lo que El va a hacer a través de tí por el Espíritu fluyendo fuera tuyo. El Espíritu mismo es nuestro testigo, El ha venido y lo sabemos. Sabemos que el mundo no está redimido, por lo tanto, gime en esperanza. Sabemos que todas las cosas obran para nuestro bien, así que no somos desalentados; lo sabemos, y no somos como otros en el día de adversidad, pues conocemos a Dios. Sabemos que al final seremos salvos y estaremos de pie ante Dios aprobados en Cristo. ¿Cómo lo sabemos? Por el Espíritu Santo. Sabemos que nada nos separará del amor de Dios que es en Cristo Jesús. El hace hombres sabios, sabios con la sabiduría de lo alto. El Espíritu Santo trae esto; todo está en El.
Predica y cree el Pentecostés, reconoce que todo está en tí. Esta es la herencia de nosotros quienes hemos sido llenos del Espíritu Santo. El Pentecostés, entonces, trae una nueva comunión en oración. Presta atención a esto: “…de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestras debilidad; pues que hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Más el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos”. Esto, y sólo esto, es el secreto de la oración prevaleciente, sólo el Espíritu da esa capacidad. Cuando oramos en el Espíritu, el Espíritu Santo ora por cosas que no conocemos. Un principio bíblico es, primero lo natural, luego lo espiritual. No puedes cambiar eso. No puedes sólo venir y entrar en el Espíritu; tienes que esperar. Tú empiezas en lo natural, pero si permaneces siempre ahí hasta que el Espíritu de Dios venga, entonces tu oración será efectiva. Cualquier cosa que no es de fe es pecado. Cuando tú oras, y tocas el ambiente del Espíritu Santo, y comienzas a orar en el Espíritu, cree por lo cual oras, aunque tú no lo sepas, algo va a suceder, porque el Espíritu Santo no puede fallar. Y también, no solamente El trae una nueva relación en la oración, El trae poder.
El Pentecostés trae poder, esa era la promesa específica de Jesús, “Y recibiréis poder…”. Tú que sabes que has sido lleno del Espíritu Santo, quiero decirte que recibiste poder. Eso es lo que Jesús dijo. Tú tienes que aprender el liderazgo de ese Espíritu, caminar en ese Espíritu, porque el poder se conecta directamente con nuestra habilidad para ser guiado por el Espíritu, porque Dios no nos va a dar poder para hacer lo que El no desea. Pero al caminar en el Espíritu, estamos caminando en la voluntad y en la fe de Dios. Debes creer que puedes hacerlo, porque El te ha dado el poder. El Testimonio predomina sobre el enemigo. Pablo dijo, “Somos más que vencedores”. Juan atribuye la victoria al testimonio: “…ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos, y menospreciaron sus vidas hasta la muerte” (Apocalipsis 12: 11). El Espíritu de poder, se da para testificar. El testimonio de Pentecostés fue poderoso; tú puedes y serás un testimonio después de que el Espíritu Santo haya venido sobre tí. No debo ser redundante, pero debo sobreenfatizar lo que Dios está tratando de hacer con nosotros, y es llevarnos al punto de tener fe en el Espíritu. El me ha dado a mí hacer las obras de Dios, y tengo que tener fe en esto.
No solamente Pentecostés trae poder, sino trae el fuego de Dios, y el fuego es el símbolo del cielo de pasión moral. Dios es amor, Dios es fuego, los dos son uno. El Espíritu Santo bautiza en fuego. Almas llenas del Espíritu están encendidas para Dios: ellos aman con un amor que reluce, creen con una fe que es ferviente, sirven con una devoción que consume, odian el pecado con una fiereza que quema, se regocijan con un gozo que resplandece. El amor se perfecciona en el fuego de Dios. Siempre tratamos de amar, pero ese amor ha sido derramado en nuestro corazón por el Espíritu Santo; créelo, el amor de Dios está en tí. Tú dijiste, “yo he sido lleno del Espíritu Santo”, entonces has sido lleno del amor de Dios. La fe es un fruto del Espíritu, está en tí por el Espíritu Santo. Aquí está el don definitivo, todos los dones están en El. Entonces, tú tienes dentro de tí, todos los dones del Espíritu Santo. Y la Biblia dice, “procurad los dones mejores”. El mejor don es el don que se necesita en ese momento en particular.
El Pentecostés trae fuego, pero también el Pentecostés trae una pasión por las almas de los hombres. Pablo dice en Romanos 9: 1-3 dice: “Verdad digo en Cristo, y no miento y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y contínuo dolor en mi corazón. Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne”. El Pentecostés trae una pasión por las almas. Si tú no tienes una carga por los perdidos, entonces tu necesidad principal es orar por esta experiencia nuevamente. Todos los días ora por una nueva, mayor, y más profunda experiencia del Espíritu Santo de Dios. La experiencia de Pentecostés consume en angustia y lágrimas por los perdidos. No hay prueba más estricta de tu gracia que tu actitud hacia los perdidos. El Pentecostés lleva de regreso a Getsemaní; los corazones llenos del Espíritu siempre son tiernos. Si tú caminas en El, y esto no es cierto en tí, entonces has seguido el espíritu equivocado; si no hay una carga, si el corazón no es tierno, entonces tú has seguido el espíritu equivocado; tú tienes que orar y obedecer en tu camino de regreso a Dios. Todas estas cosas son sólo una parte del bendito Espíritu Santo. Esta es la herencia de nosotros que hemos sido llenos, estas cosas que hemos aprendido. No es lo que voy a heredar, es lo que heredé, lo que recibí cuando recibí el Espíritu Santo. Es lo que tú recibiste; entonces, ten fe en esto, no en algún talento que tengas, no en tu habilidad de conseguir un buen coro para producir la emoción, no en tu capacidad para conseguir un buen cuarteto para que viaje contigo como Evangelista, pero fe en lo que Dios ha puesto en tí en virtud por bautizarte en el Espíritu Santo.
Predica esto, insiste que cada uno sea lleno del Espíritu Santo. No seas intimidado por aquellos que tienen miedo que estás dando demasiado énfasis al Espíritu. El es todo; tú no puedes darlo demasiado énfasis. No puedes predicar a Cristo sin predicar el Espíritu Santo, porque no puedes conocer a Cristo sin el Espíritu Santo. El Espíritu Santo reveló a Pedro que Jesús era el Cristo, y no puedes conocerle, no puedes seguirle, no puedes tener una vida vencedora sin el Espíritu. Para vencer, como hemos dicho, es un reemplazo de una de vida con otra, y se enfatiza absolutamente en los capítulos 2 y 3 del libro de Apocalipsis, que el que venciere, es el que tomará parte de la Iglesia del rapto. ¿Cómo puedes vencer? Camina en el Espíritu y tú no cumplirás las lujurias o los deseos de la carne. No hay respuesta sino esta respuesta de Pentecostés.
Escribí un libro titulado, “Restaurando el Mensaje de Pentecostés “. Reunía muchas de las verdades traídas de muchos lugares, pero puedo resumir el mensaje de Pentecostés en una frase: Es Dios el Padre, a través de Dios el Espíritu Santo, mostrando a Dios el Hijo a través de un vehículo llamado la Iglesia. La intención de Dios para tí, es que de tu interior fluyan ríos de agua viva; ese es el Espíritu Santo. Los resultados de esto son vistos en el libro de Ezequiel: ese río fluyendo fuera de la casa, que es la Iglesia, fluyó al lado derecho del altar (y siempre vendrá de ahí), fluyendo del altar, fluía y fluía. Nunca dejaba ese altar, pero a lo largo de sus riberas habían árboles cuyas hojas eran para la sanidad de las naciones, y traían fruto nuevo cada mes. “Arboles” en la Biblia, a menos que específicamente se establezca de otra manera, son símbolos de gente. Y cuando dejas fluir esta corriente del río fuera de tí, a lo largo de sus riberas producirá nuevamente. Aquellos árboles, hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo, cuyas raíces estaban en el fluir del Espíritu Santo, sus mismas vidas eran para sanidad de las naciones, y producían frutos del Espíritu contínuamente. Este es el resultado de Pentecostés, esta es la herencia de los creyentes de Pentecostés. Ten fe en esto, predícalo, insiste que los hermanos de tu congregación sean llenos; pero no sólo los dejes ahí, predícales que tienen que creer que, porque El está ahí, todas estas otras cosas están en ellos.