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Lección 19.- Guiados Por El Espíritu

Lección 19.- Guiados Por El Espíritu

En Romanos 8: 14. “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son Hijos de Dios”.

He buscado en vano en la Biblia una forma para conducir el servicio de la iglesia. Yo pense que, como toda iglesia grande tenía alguna forma, en alguna parte de la Biblia habría seguramente la forma correcta a seguir. Pero buscando me di cuenta que la Biblia no revelaba instrucciones en cuanto a esto; encontré que simplemente debemos ser guiados por el Espíritu de Dios.

La más grande falacia de la Iglesia se halla aquí. El sistema religioso ha martillado sus formas y ritos, y ha invitado a Dios para que se una a ellos para poner estas cosas en práctica. En muchos lugares te entregan una hoja del programa en la puerta y al leerlas sabes lo que va a ocurrir minuto a minuto. En una oportunidad fui a predicar a un lugar así; lo primero que me saludó cuando llegué ese domingo por la noche fue un gran letrero frente a la iglesia asegurando a todos que la reunión terminaría a las ocho de la noche. Como el servicio empezaba a las siete, pensé, “esto no me dará mucho tiempo”; pero después de estar sentado en ese servicio por una seca y desolada hora, salí sintiéndome seguro que esa sola hora, era mas de lo que se podía aguantar. Dios nunca quiso que la adoración fuera así, El quiere que sea entusiasta, viva, llena de la maravilla del mover del Espíritu de Dios.

La historia de Israel y su viaje a la tierra prometida es una historia del liderazgo del Espíritu. Dios le dio a Israel el Espíritu en la forma de un fuego de noche y una nube de día. Las instrucciones a Moisés fueron, “cuando la nube se mueva, tú te mueves, y detente cuando ella se detenga”. Y mientras Israel obedeció, encontraron las ricas bendiciones de Dios siempre disponibles. Dios le dijo a Moisés, “No avances antes del Espíritu, ni tampoco te quedes atrás”. Vale la pena observar que el Espíritu de Dios no los dejó donde estaba el maná, sino que mas bien, el maná siempre caía justo donde estaba el Espíritu, o donde estaba la nube. Si nosotros la Iglesia pudiéramos aprender esta lección; si fuéramos guiados por el Espíritu de Dios, todas las bendiciones del cielo caerían donde está el Espíritu. Dios no se va a subscribir a nuestro programa, El no va a ungir nuestros sermones sólo porque nosotros los preparemos. Seremos exitosos sólo si somos guiados por el Espíritu de Dios. No hay dos victorias obtenidas en la misma manera y sólo el Espíritu conoce la forma. Los muros de Jericó cayeron cuando Israel marchó alrededor de él y gritaron. Pero Haí no fue derrotado así; la mente del Espíritu tuvo que ser determinada para esa victoria. ¿Recuerdas la historia de David en la guerra con los filisteos cuando llegaron al valle? David buscó a Dios y El le respondió; y con un ataque frontal él ganó ese día. Pero tiempo después los filisteos regresaron e invadieron la tierra. David no actuó con presunción, no dijo, “así como me salió la última vez, lo voy a hacer ahora de la misma manera”, sino que buscó al Señor. Esta vez El le dijo, “Rodea por detrás de ellos, espera frente al árbol de las balsameras y cuando escuches el sonido en las copas de las balsameras, esa será la señal de que el Cielo ha entrado en esta batalla” (Ref. 2 Samuel 5: 17-25).

Lamentablemente, la gran Iglesia Pentecostés se ha reducido a una maquinaria. Y como un robot continúa marchando alrededor de muros que nunca caen. Un hombre puede ser más o menos exitoso y escribir un libro de como lo hizo, y el libro sería un “best seller” entre los predicadores. Pablo escribió los dos libros de Timoteo, hablando de las cosas que iban a suceder en nuestro tiempo. El gran predicador vio el día cuando sólo habría una forma sin poder, cuando la Iglesia ya no iba a ser una cosa del cielo guiada y gobernada por el Espíritu de Dios, sino sería meramente una institución guiada y dirigida por obispos, prelados y poetas.

Nosotros queremos el poder y la bendición de Dios, pero rechazamos el único camino y senda que nos guiará a las bendiciones, y esa es la senda del Pentecostés. Es una senda costosa, te va a costar tu vida si quieres tener la vida de Dios. Y no puedes ser guiado por esa vida a menos que tú mismas las poseas. Luchamos para interpretar la Palabra de Dios por medio de la educación. Y al hacer esto, rebajamos a la Biblia a un libro terrenal. Esa es la razón por la que hay tantas versiones; están tratando de producir un libro que la mente carnal pueda leer y entender. Esto ha sido la maldición de nuestro tiempo. La Biblia es una revelación y también contiene una revelación, y para conocer su verdad debe ser revelada a nosotros por el Espíritu de Dios. Jesús preguntó, “¿Quién dicen que soy yo?” Pedro respondió rápidamente, “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente”. Y Jesús inmediatamente dijo, “Carne y Sangre no te lo ha revelado”. Las cosas de Dios son espiritualmente discernidas; la mente carnal no puede captar su significado profundo y escondido. Sin embargo la Iglesia continúa en su esfuerzo carnal por interpretar a Dios. Por supuesto que Dios no premia la ignorancia, pero tampoco premia el aprendizaje del mundo.

Nuestra generación ha dado testimonio de un gran número de libros puestos en el mercado haciendo fácil el ganar las almas. Pero un estudio cuidadoso de tales libros te va a guiar en un programa paso a paso para ganar un alma para Cristo. Ahora, eso ignora absolutamente el hecho de que cada hombre requiere un programa diferente. Si el ganar almas pudiera ser reducido a la táctica de la venta puerta a puerta, todas las iglesias en el país estarían reventando. Todo esto es nada más que la Iglesia de Laodicea.

El hombre ha tomado el liderazgo de la Iglesia y ha pasado por alto al Espíritu Santo con sus propias ideas, y como resultado el llanto de los bebés espirituales recién nacidos en el santuario es una cosa rara. La atracción de la Iglesia está en su habilidad de ser guiada por el Espíritu. Cuando encuentres una iglesia que es guiada por el Espíritu encontrarás que la gente es atraída a esa iglesia. Los hombres no pueden venir a Dios a menos que sean atraídos, y ese poder de atracción parece descansar en las Iglesias gobernadas y operadas por el Espíritu Santo.

El ejemplo de Noé y la construcción del arca es un ejemplo clásico de esa verdad. Dios le dijo que construyera el arca, le dio la dimensión y la estructura que El quería. Noé, guiado y dirigido por el Espíritu, construyó el arca para albergar a su familia y a los animales que Dios iba a mantener vivos. Cuando el arca estuvo lista, los animales entraron solos por su propia voluntad al lugar que se les había provisto. Noé no tuvo que hacer un rodeo al estilo vaquero para enlazar a los animales y llevarlos al arca. Ellos entraron simplemente cuando el lugar ya estaba provisto. Jesucristo es la única arca de seguridad en la hora oscura, y la Iglesia es Su cuerpo, es el lugar de reunión entre Dios y el hombre; está en la tierra como el depósito del Espíritu Santo. Porque en Efesios 2: 22, Dios dice, “….en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”

Es a Cristo donde los hombres pueden huir de las tormentas de la vida. Y donde halla una Iglesia guiada por el Espíritu, Cristo será levantado, y la gente perdida y que está muriendo correrá a El para encontrar seguridad. Jesús dijo, “si fuera levantado, atraeré a todos los hombres a mí”. Pero cuando la Iglesia opera solamente bajo la mente natural, entonces está limitada a lo físico. Pero de otro lado, una Iglesia que es guiada por el Espíritu no tiene límites. El Espíritu Santo rompe la barrera física y nos permite vivir bajo un cielo abierto, y un cielo abierto es la unción; si vivimos bajo esa unción, vivimos bajo ese lugar donde los cielos están abiertos, y la provisión de Dios siempre está ahí.

Pedro nos dice que Cristo fue nuestro ejemplo. Eso es verdad y debemos mirar Su vida por un momento. Si El es nuestro ejemplo, ¿Cómo fue guiado? Sólo si vemos esto podremos saberlo: El dijo de si mismo, “Yo sólo hago las cosas que veo hacer al Padre”. En otras palabras, aunque El vivió en la tierra, pudo ver lo que estaba pasando en el cielo. Conocía el mismo carácter y corazón de Dios, podía distinguir claramente lo que el Padre le decía. ¿Cómo fue posible esto? Sólo por medio del Espíritu de Dios; sólo El podía conectarlo con el cielo.

Como Iglesia del Dios Viviente debemos operar sobre el mismo principio. Como El fue en el mundo, así también nosotros. La Biblia dice que cuando dejó el desierto fue guiado por el Espíritu, salió en el poder del Espíritu. Cuando El fue a predicar Su primer sermón en Nazaret y se acercó al púlpito a predicar, dijo, “El Espíritu del Señor está sobre mí por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas…” Sólo por el Espíritu de Dios vamos a conocer la voluntad de Dios, y por el mismo Espíritu debemos cumplir esa voluntad, pues el mismo Espíritu que me da revelación es el que también me da poder. El Espíritu Santo me reveló en el año 1,991 que tenía que renunciar a la iglesia, e irme a Rusia como misionero para abrir una Escuela Bíblica. Le obedecí, hice lo que sentía que El me dijo que hiciera. Y el mismo Espíritu Santo que puso eso en mí, también me dio el poder para hacerlo, y los resultados fueron más allá de lo que me pudiera haber imaginado.

En Hechos 10 puedes ver esta gran verdad de la que te estoy hablando, que el mismo Espíritu Santo que guía es quien también da el poder. Cornelio, un hombre devoto aunque no nacido de nuevo, fue guiado por el Espíritu para saber la dirección exacta donde el apóstol Pedro estaba hospedado. El mismo Espíritu le hizo saber al apóstol Pedro que alguien venía por él para llevarlo. Asimismo el apóstol Pablo fue prohibido por el Espíritu Santo de ir a Asia, y tiempo después fue guiado por el mismo Espíritu para ir a Europa. Dos mil años después, estuve en el país donde el Espíritu Santo prohibió al apóstol que vaya, y el mismo Espíritu Santo me dijo: “Yo te he traído aquí”.

La Iglesia verdaderamente guiada y dirigida por el Espíritu Santo ha roto las barreras de la carne y opera en un reino ilimitado. Qué emocionante es saber que tú puedes estar en un lugar y puedes orar y afectar a personas y lugares alrededor del mundo. La Iglesia en Jerusalén oró, y un ángel del cielo abrió la prisión y permitió que su pastor Simón Pedro, saliera libre; en caso contrario, hubiera perdido su cabeza a la mañana siguiente. La Iglesia de nuestro tiempo hubiera tratado de presionar al congreso o hubiera hecho una marcha por las calles. Pero esos santos oraron a Dios en la casa de María y fueron oídos en el cielo; luego un ángel fue enviado para liberar al predicador. Esta es la manera de operar de Dios, este es el gobierno del Espíritu Santo. La Iglesia verdadera está compuesta de creyentes nacidos de nuevo, como resultado estos creyentes son seres espirituales; “Lo que es nacido de la carne, carne es (antes éramos eso) y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es” (Juan 3: 6).

Sólo seres espirituales o personas del Espíritu pueden comunicarse con Dios, porque Dios es Espíritu. Esto debe ser hecho a través del Espíritu, porque Dios es Espíritu y busca que lo adoren en espíritu y verdad, como dijo el Señor Jesús (Juan 4: 23). Cuando un hombre nace de nuevo y se convierte en un ser espiritual, entonces se pone en el mismo plano con Dios; de ninguna manera es Dios, y nunca lo será, pero tiene la naturaleza de Dios. En otras palabras esa nueva creación tiene dentro de sí la capacidad para comunicarse, hablar y oír de Dios. Es entonces la responsabilidad de la nueva criatura el ser guiada y dirigida por esa voz interior del Espíritu. Cuando somos guiados por el Espíritu nos constituimos en personas sobrenaturales, podemos hacer cosas sobrenaturales. Pero cuando nos rebajamos como los Gálatas al nivel de la carne, somos como cualquier ser humano.

La Iglesia Pentecostés de nuestro tiempo se ha reducido de ser un gran organismo guiado por el Espíritu a una Institución carnal que opera en el mismo nivel de un supermercado con sus ofertas y trucos . Los cielos están cerrados a ese tipo de operaciones, donde la Iglesia está simplemente operando en el poder de una organización humana.

La primera vez que fuí a Beaumont, Tejas, a pastorear la iglesia, había un caballero con el apellido Clendennen que pastoreaba la primera Iglesia Metodista, y cada lunes en la mañana nos encontrabamos en el banco. Descubrimos que probablemente éramos parientes; nuestra familia inmigró a este país, tuve tatarabuelos en Virginia que luego inmigraron de Tennesee a Tejas. La mañana de un lunes, conversando con este caballero ya anciano, le dije, “Doctor Clendennen, cuando leo sobre la gran Iglesia Metodista y del poderoso avivamiento que trajo al mundo, entonces me sorprendo de lo que es en la actualidad. ¿Qué pasó con esa Iglesia?” El anciano comenzó a llorar, parado en ese banco, sin tener vergüenza. (Esto pasó hace mas o menos treinta y ocho años.) Y me dijo, “La Iglesia Metodista antes era una obra de Dios, guiada por el Espíritu de Dios, y no temíamos a nada. Pero en la actualidad somos una institución humana y tenemos temor de todo”. Es una vergüenza, pero después de treinta y ocho años, Pentecostés ahora esta donde ellas estaban en ese entonces. Hubo una profecía un domingo en la mañana que decía, “No os conforméis a este mundo sino transformaos por la renovación de vuestra mente”. Después de esto el Espíritu continuó diciendo que esto sólo lo habíamos aplicado a nuestras vidas individuales, pero que también debe aplicarse a la Iglesia, el cuerpo, el nuevo hombre. “Porque”, dijo el Espíritu, “la mente de la Iglesia, debe ser renovada de la mente de la carne, a la mente del Espíritu”, porque es ahí donde está el poder, ya que la mente es el asiento de la habilidad.

Si somos guiados por la mente de la carne, entonces estamos limitados al poder de la carne. Pero si somos guiados por la mente del Espíritu, que es la mente de Cristo, entonces tenemos la habilidad del Espíritu. He mencionado que la Iglesia es la iglesia de Cristo, y ya que Cristo es la cabeza, entonces Su mente debe ser la mente del cuerpo. Porque con Su mente, automáticamente viene su habilidad o poder. Pablo lo dice en forma sencilla en 1 Corintios, que el Espíritu Santo es la mente de Cristo; ahora lo que parece que no entendemos es que sólo hay dos caminos en que podemos andar, el camino del Espíritu y el camino de la carne. No hay un camino en el medio, sólo existen estos dos caminos. Uno guía a la muerte, mientras que el otro guía a Dios. El gran escritor de los Proverbios dice, “Hay camino que al hombre le parece derecho; pero su fin es camino de muerte”. El camino de muerte es el camino de la carne. Dios pronunció la sentencia de muerte en el Libro de Génesis y nunca ha cambiado esa sentencia. Cuando Adán desobedeció, él violó todos los principios del gobierno de Dios que es el Espíritu Santo. Fue echado del Paraíso que era símbolo de la presencia de Dios, y en la entrada fue puesta una espada y un querubín que significaba, “tu género nunca más podrá entrar en mi presencia”.

La Iglesia es descrita en el libro de Apocalipsis en su etapa final como una organización gobernada y dirigida por el hombre, con Jesús parado afuera de la puerta tocando, diciendo de esa Iglesia, “No eres ni fría ni caliente”. Esto es la cosa más abominable que un Dios santo puede imaginar. Lo que se expresa aquí es que, “no eres ni carne, ni espíritu, sino un intento de combinar ambos”. Jesús dijo, “Preferiría que fueras caliente o frío”. Cristo va a tratar con la Iglesia que está operando sinceramente en el nivel humano, y El va esforzarse para ponerla en el lugar espiritual. Y va a bendecir abundantemente a la Iglesia que es guiada por el Espíritu, pero vomitará de Su boca a la Iglesia que ha intentado ser las dos cosas.

En Daniel 5, tenemos un ejemplo del odio de Dios por esta horrible mezcla de lo santo y lo profano. Belsasar el rey hizo un gran banquete a mil de sus príncipes y bebieron vino. Mientras probaba el vino, Belsasar ordenó que trajesen los vasos de oro y de plata que su padre Nabucodonosor había traído del templo de Jerusalén, para que el rey y su príncipes y sus esposas y sus concubinas bebieran con ellos. Cuando trajeron estos vasos, en aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real. Entonces el Rey palideció de ver aquello y sus pensamientos lo turbaron y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra. El resto de la historia trata con la interpretación de Daniel de la Escritura; el rey había sido pesado en balanza y había sido hallado falto.

Esos vasos que Belsasar usó para su desenfreno habían sido usados en el servicio del templo y eran símbolos del creyente. Aunque Nabucodonosor los trajo a Babilonia, el Espíritu Santo había estado cuidándolos para ver que no se perdieran o profanarán. (Israel los llevó de vuelta cuando ellos regresaron.) Pero la moraleja de la historia es, Dios soportará y tratará con una persona o pueblo cuando estén fríos, pero cuando intentan hacer espiritual lo que es profano, Dios va a maldecir. Cuando Belsasar mezcló su vida desenfrenada con los vasos de Dios, la mano de juicio no estuvo muy lejos. En la actualidad tenemos la misma escena en miles de lugares cada domingo; la casa de Dios es un lugar de actividad social, y hay de todo, desde juegos de recreación a canchas de basketbol. Que Dios nos ayude a ser guiados otra vez por el Espíritu de Dios.

 

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