Lección 13.- Muéstranos El Camino A Sion
Creo que conocemos bien que el asunto más importante de este tiempo es un avivamiento en la Iglesia verdadera de Jesucristo. Estamos tratando con todos los aspectos de este pensamiento, lo que lo impide, lo que se requiere para obtenerlo y cómo reconocerlo.
En Jeremías 50: 4-7 dice, “En aquellos días y en aquel tiempo, dice Jehová, vendrán los hijos de Israel, ellos y los hijos de Judá juntamente, e irán andando y llorando, y buscarán a Jehová su Dios. Preguntarán por el camino de Sión, hacia donde volverán sus rostros, diciendo: Venid y juntémonos a Jehová con pacto eterno que jamás se ponga en olvido. Ovejas perdidas fueron mi pueblo; sus pastores las hicieron errar, por los montes las descarriaron; anduvieron de monte en collado, y se olvidaron de sus rediles. Todos los que los hallaban, los devoraban; y decían sus enemigos: No pecaremos, porque ellos pecaron contra Jehová morada de justicia, contra Jehová esperanza de sus padres.”
Ellos preguntarán por el camino a Sión. Estas personas no son pecadores en el sentido común de la palabra; estos son el pueblo de Dios de quienes acabamos de leer en el libro de Jeremías; ellos son Israel, el tipo de la Iglesia en el Antiguo Testamento, suplicando que alguien les muestre el camino de vuelta a la realidad. “En aquellos días y en aquel tiempo, dice Jehová, vendrán los hijos de Israel, ellos y los hijos de Judá juntamente; e irán andando y llorando, y buscarán a Jehová su Dios”. Este tiene que ser el pasaje más triste, pero aún así, el pasaje de más esperanza de la Biblia. Triste y espantoso, porque nos muestra que todo el sistema puede perder el camino correcto y aún por la mayoría seguir así sin darse cuenta. Un sistema completo.
Mira la historia; no sólo Israel, sino todo lo que ha aparecido a traves del avivamiento en el pasado, ha sido ahora reducido a nada, sólo a una forma; pero aún así lo siguen haciendo religiosamente. Esto es lo triste, pero la esperanza en esto es que un remanente entre ellos siempre se despierta y se da cuenta que están perdidos. “Todo lo que se escribió con anterioridad, fue escrito para nuestra enseñanza y amonestación, a quienes los fines de este siglo ha llegado” (Paráfrasis de 1 Corintios 10: 11). En estas Escrituras tenemos un cuadro perfecto de la Iglesia actual, perdidos en medio de un “avivamiento” religioso. Hay un remanente siendo despertado. Cuando un pueblo, cualquier pueblo, comienza a darse cuenta de lo que está sucediendo, Dios puede hacer algo sobre esto.
En la primera parte del versículo 6, dice, “Ovejas perdidas fueron mi pueblo…”. Observa, el Espíritu Santo usa el tiempo pasado “…fueron perdidas…” y lo usa a pesar del hecho que aún siguen perdidas. Cuando la Iglesia, o alguna parte de ella, se despierta al hecho de que ha perdido su camino, y tiene un Dios que le da hambre por volver a la realidad, Dios ya les considera a salvo. La palabra de Dios para los hambrientos es simple. “…los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados” (Mateo 5: 6). Dios va a traer a todo Jacob a Peniel. Puedo asegurarte que la gente está clamando allá afuera, “Muéstranos el camino a Sión”. Hay multitudes allá afuera que se dan cuenta que lo que los hombres les han vendido como un avivamiento, es una burla, más que esto, es una apostasía, y han sido engañados; están buscando que alguien les muestre el camino de regreso a la realidad.
Es por esto que Dios nos ha llamado a obrar en estos últimos días. “Mi pueblo se ha perdido…” (v.6). Mira, gente perdida, no só una persona, sino todo un sistema. ¿Cómo puede ocurrir esto? La respuesta está en la primera parte del versículo 6: “…sus pastores las hicieron errar…”. No importa cual sea la condición de la Iglesia, es un producto del ministerio. Para estar perdida, la Iglesia primero tuvo que ser guiada a un lugar de incertidumbre referente a la verdad. El lugar tan inferior que se le da a la verdad doctrinal, y el gran énfasis colocado en la experiencia, ha creado un clima en donde cualquier tontería o error completo puede ser creído. Sin embargo, en el mismo clima, la verdad controvertible puede ser descreida, sin que cuestionen si es verdad o falsedad lo que se ha levantado. Qué tiempo tan terrible, y sin embargo ese es exactamente el tiempo en que tú y yo vivimos, y esto es lo que enfrentaremos allá afuera cuando llevemos el mensaje de Dios.
En resumen, se ha creado un clima en el cual las cosas que parecen ser verdad, son erroneamente creídas por el hecho de parecer ser verdad. Mira los trucos pentecosteses que hemos visto venir e irse; si volteo hacia atrás, puedo ver una camionada de trucos botados como deshechos, esas cosas que los hombres han inventado y usado para emocionar el corazón de la gente que buscaba realidad por un momento; pero ahora ya han pasado, porque ellos no eran de Dios. Esto ha podido suceder porque la admisibilidad de la Iglesia ha sido destruida. La admisibilidad tiene que ver con la dimensión social del creer. El grado al cual una creencia o descreencia parece convincente, está relacionada directamente con su “estructura de admisibilidad”; esto es, el grupo o comunidad que provee el apoyo social y psicológico para la creencia. En caso que la estructura de apoyo es fuerte, es fácil creer. Si la estructura de apoyo es débil, es difícil creer. La pregunta que si la creencia es realmente verdad o no, quizás nunca sea considerada.
El Catolicismo Romano es más probable que parezca verdadero en Roma que en Egipto, así como el Mormonismo en la Ciudad de Lago Salado, que en Singapur, y el Marxismo en Moscú que en la Meca. La admisibilidad, entonces, se convierte para la creencia no sólo en una cuna, sino una muleta sin la cual el creyente se estancaría. La Iglesia que está preocupada con la credibilidad (un problema intelectual), y su negligencia de esta admisibilidad (un problema con dimensiones sociales también), es típico de su debilidad.
La doctrina de Dios ha sido que la fe verdadera es la que se practica, dándole las dimensiones sociales necesarias, y no sólo profesada, propuesta o alguna respuesta puramente teórica. Pablo se llevó esta verdad con él. El sabía qué era la Iglesia, y no la teoría, quien era la “…columna y baluarte de la verdad” (1 Timoteo 3: 15). Así como el partido era la estructura de admisibilidad para el Marxismo, la Iglesia entonces es la estructura de admisibilidad para la fe Cristiana. La Iglesia debe ser el Evangelio, el modelo de Cristianismo que funciona, su plan piloto. Cuando yo me convertí en cristiano, nací de nuevo en la Iglesia Pentecostés, y siempre he sido parte de ella. En ese momento, en 1949, la Iglesia creía en la santidad. Predicaba un mensaje de santidad; creía ese mensaje y lo vivía. Este era el modelo que funcionaba del Cristianismo. No eran sólo palabras que escuchaba hablar a un predicador, eran las vidas por las cuales yo estaba rodeado en esta iglesia a la cual asistía; esto daba fuerza para creer. La sanidad divina no era sólo una doctrina de la cual hablaban los hombres, era lo que practicaba la Iglesia. Estaba dentro de un sistema de creencias que no eran sólo palabras, sino que era lo que la gente vivía; los hombres y las mujeres cuando estaban enfermos, llamaban a los ancianos de la Iglesia; los ancianos venían, ellos creían. Había alguien que se ponía en la brecha contigo. Esta estructura social estaba en su lugar para hacerlo creíble; la estructura para creer estaba ahí, rodeada por estos testigos que creían el Evangelio que predicaban. Hoy, cuando la mayoría de las personas llaman a alguien para que ore por ellas, llaman desde el hospital. La razón es que si llamaron a los ancianos, en la mayoría de los casos cuando ellos los ungieron con aceite y oraron, luego les dijeron: “Si tienes que ir al hospital, nos avisas”. No había fe en absoluto, no se le había dado nada a esta persona enferma, y no había nadie que se puso en la brecha con ella.
¿Te das cuenta de lo que te digo? La estructura de admisibilidad de la Iglesia tiene que ser reconstruida. Podemos entender la necesidad del diablo de minar el Cristianismo a traves de la Iglesia, no tanto al nivel de la verdad, sino más bien en el nivel de la admisibilidad. Puedes predicar de santidad hasta que caigas, pero si la Iglesia no es santa, no se puede creer, no tendrá credibilidad. La mera predicación de sanidad no es suficiente; la misma Iglesia debe producir un clima de sanidad, o si no, es una burla lo que estamos haciendo. Jesús demostró esta verdad, cuando El no pudo realizar milagros en ciertas ciudades. La doctrina de la Iglesia debe ser pura, debe pararse en la verdad como es en Cristo, y cuando ella crea y provee el apoyo social y psicológico para la sanidad por lo que ella es, y no sólo por lo que dice es fácil creer; pero cuando falta tal apoyo, el creer está próximo a lo imposible. La falta de admisibilidad es en verdad la pérdida de la realidad.
Estamos hablando de avivamiento, y cuando hablamos de avivamiento, estamos viendo que la cosa que tiene que ser traída de vuelta a la Iglesia, es la realidad. Si vamos a ver el avivamiento por el cual nuestros corazones están orando, debemos de tener presente que lo que estamos viendo allá afuera no es real en su mayoría. Hay un remanente, pero ese remanente debe ser hecho una realidad; este remanente es el instrumento de Dios, y debe de llegar a representar la realidad de lo que predicamos. Cuando las cosas son inciertas y no reales, las sombras son confundidas como substancia. La Iglesia en tal estado se convierte en presa fácil para los engañados y los engañadores. El amor a la verdad se pierde y la Iglesia entonces es llenada con la imitación. La verdad se convierte en anticuada, y cada hombre hace lo que le parece correcto a sus propios ojos, y termina con la Iglesia siendo guiada de un método religioso a otro: de enseñar cómo hablar en lenguas, al juego de estirar las piernas; de una imitación de los dones, a los gurús de la sanidad interior. Todo esto porque la verdad ha sido disminuida; nunca debimos permitir que esto suceda. El aumento de elección y cambios han guiado a una disminución en el compromiso y la perseverancia. Leí una vez de un hombre que había heredado un pañuelo de seda muy antiguo. Ese pañuelo se perdió, y él mandó a toda la familia y a todos la tarea de encontrarlo, pues era de gran valor. Pero tú nunca has escuchado de alguien ansioso por encontrar servilleta desechable. La Iglesia ha ingresado al mundo moderno de lo desechable.
El profeta dijo del pueblo de Dios “…anduvieron de monte en collado, y se olvidaron de sus rediles” (Jeremías 50: 6 ). ¡Qué tal cuadro el de la Iglesia de 1,980 a 1,990! De monte en collado, de una experiencia falsa a otra. El gran daño es que las ideas cristianas han perdido su certeza anterior. La secularización hace que la fe cristiana parezca menos real, la pluralización hace que parezca una entre muchas. Y ahora estamos llegando al punto donde el contenido de fe lleva una semblanza misteriosa a su contexto. La certeza de fe ha sido la clave para que la Iglesia sobreviva y tenga victoria; ha sido su armadura metálica contra la duda, su voluntad de acero en la adversidad y la persecución; su poder para mover al mundo. No te estoy sugiriendo por un momento que la certeza ha desaparecido, sino que ha sido en algunos lugares reemplazada abiertamente por dudas, o racionalizada por nociones tales como humildad, ambigüedad, o la “confesión positiva”. Pero en la mayoría de los lugares la certeza no es tanto que se haya derrumbado, sino más bien ha cambiado. Mucha de la certeza que aún queda, es más bien una certeza subjetiva enraizada en experiencia subjetiva en lugar que en hechos objetivos. El cambio es obvio en varios puntos. Uno es cuando los cristianos refieren a su propia fe. Esto ha guiado a la posición derrotadora de fe en la fe. Puedes verlos en sus “actitudes mentales positivas” y su “pensamiento de posibilidades”; tal fe no necesita de hechos ni de Dios, sólo a sí misma.
Otra fuente nueva de certeza es la fe en los sentimientos y la experiencia. Escucha las canciones y testimonios y escucharás cómo las palabras de conocimiento han cedido a palabras de creencia, que a cambio están abriendo camino a palabras sentimentales. La fe que permanece está comenzando a sonar como algo que está bordeando hacia una enfermedad. Es poco mejor que un “dios que no es Dios”, no tan profundo como su última experiencia, y no más firme que su compañerismo común, y no más fuerte que los descubrimientos de la última encuesta de opinión. En esta confusión de incertidumbre, la Iglesia no sabe lo que cree, entonces las pobres ovejas tratan de creer todo. Y las reglas del juego no son claras, todo parece confuso. Casi cualquier cosa es aceptada para la creencia de los cristianos estos días, y casi cualquier cosa se permite en el comportamiento cristiano; si lo ofreces, ellos lo seguirán. Cegados por la secularización (que es modernización); cegados por la pluralización (muchas elecciones); cegados por la privatización (esto es separación entre la vida espiritual y vida secular, excluir a Dios de tu vida secular), las pobres ovejas han vagado del monte al collado, de un vuelo religioso a otro más alto. Como el drogadicto que busca mayores emociones en drogas más fuertes, las ovejas perdidas se convierten en presa fácil para los manipuladores religiosos. Así que el profeta dice: “Todos los que los hallaban, los devoraban…” (Jeremías 50: 7). Cómo he visto suceder esto, cómo he observado pasar todo esto a la Iglesia de mi tiempo.
He visto a la sociedad religiosa falsa, estos cuya fe es experiencia, y no la verdad y fidelidad de Dios. He observado cómo tantos han tomado ventaja de ellos, y las pobres ovejas han tenido que ir del monte al collado. “En aquellos días, y en aquel tiempo…” (v. 4). Esto es, cuando ellos han sido golpeados, robados y desnudados por los charlatanes religiosos. Cuando todos los trucos han sido vistos por lo que verdaderamente son. “…vendrán los hijos de Israel…ellos y los hijos de Judá juntamente, e irán andando y llorando, y buscarán a Jehová su Dios” (v. 4). Una de las realidades de la vida es que los hombres raramente claman hasta que golpean el fondo. Religiosamente así es como estamos. Puedo decirte que tu trabajo ya está preparado para que tú lo emprendas. Hay un clamor por todos lados en el cristianismo hoy: una iglesia atribulada y confundida está diciendo: “Muéstranos el camino a Sión”. Se tiene que levantar un vaso en esta hora que exprese que esta verdad no meramente existe por lo que se dice, sino por lo que es. Hay un clamor por una realidad. Debemos, como Iglesia, convertirnos en el evangelio. Pero esto no puede pasar hasta que los pastores reconozcan lo que está mal y se pongan al lado de la realidad. Te aseguro que va a costarte, van a haber muchos que van a retroceder como lo hicieron en el sexto capítulo de Juan, cuando Jesús los confrontó con la verdad de que seguirlo a él, es más que comer los panes y los peces. Hay un pueblo hambriento; no quieren teoría, quieren algo real, y el llamado es, “Muéstranos el camino a Sión”. Muéstranos el camino de vuelta a la realidad. Estamos dentro de un clima donde el avivamiento es posible; dentro de tal atmósfera de hambre y sed por algo real, que tú y yo podamos llevar este Evangelio y ver un avivamiento que cambiará las cosas, y multitudes podrán entrar a la realidad del evangelio de Cristo. “Muéstranos el camino a Sion”. Muéstranos el camino a la realidad. Ese es el clamor allá afuera, y Dios te ha llamado a tí para que seas el vaso a través del cual el pueda ministrar a ese llamado y a ese clamor.