Lección 13.- Sansón, Un Tipo De La Iglesia
Estamos reconociendo que algo falta en la Iglesia, así como con toda seguridad, algo faltaba en las aguas de Jericó. Es nuestro deseo, como los llamados por Dios, restaurar a la Iglesia, reconociendo que ninguna civilización fracasó hasta que la Iglesia fracasó, y nada estuvo bien hasta que la Iglesia volvió al propósito y llamado dado por Dios. En este capítulo veremos en lo que la Iglesia se convierte cuando no está con Dios. Veremos además algo de lo que es necesario para que ella vuelva al llamado y propósito que Dios le dio.
Vamos a leer en Jueces 16: 15-31, “Y ella le dijo: ¿Cómo dices: Yo te amo, cuando tu corazón no está conmigo? Ya me has engañado tres veces, y no me has descubierto aún en qué consiste tu gran fuerza. Y aconteció que, presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia. Le descubrió, pues, todo su corazón, y le dijo: Nunca a mi cabeza llegó navaja; porque soy nazareo de Dios desde el vientre de mi madre. Si fuere rapado, mi fuerza se apartará de mí, y me debilitaré y seré como todos los hombres. Viendo Dalila que él le había descubierto todo su corazón, envió a llamar a los principales de los filisteos, diciendo: Venid esta vez, porque él me ha descubierto todo su corazón. Y los principales de los filisteos vinieron a ella, trayendo en su mano el dinero. Y ella hizo que él se durmiese sobre sus rodillas, y llamó a un hombre, quien le rapó las siete guedejas de su cabeza; y ella comenzó a afligirlo, pues su fuerza se apartó de él. Y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre tí! Y luego que despertó él de su sueño, se dijo: Esta vez saldré como las otras y me escaparé. Pero él no sabía que Jehová ya se había apartado de él. Mas los filisteos le echaron mano, y le sacaron los ojos, y le llevaron a Gaza; y le ataron con cadenas para que moliese en la cárcel. Y el cabello de su cabeza comenzó a crecer, después que fue rapado. Entonces los principales de los filisteos se juntaron para ofrecer sacrificio a Dagón su dios y para alegrarse; y dijeron: Nuestro dios entregó en nuestras manos a Sansón nuestro enemigo. Y viéndolo el pueblo, alabaron a su dios, diciendo: Nuestro dios entregó en nuestras manos a nuestro enemigo, y al destruidor de nuestra tierra, el cual había dado muerte a muchos de nosotros. Y aconteció que cuando sintieron alegría en su corazón, dijeron: Llamad a Sansón, para que nos divierta. Y llamaron a Sansón de la cárcel, y sirvió de juguete delante de ellos; y lo pusieron entre las columnas. Entonces Sansón dijo al joven que le guiaba de la mano: Acércame, y hazme palpar las columnas sobre las que descansa la casa, para que me apoye sobre ellas. Y la casa estaba llena de hombres y mujeres, y todos los principales de los filisteos estaban allí; y en el piso alto había como tres mil hombres y mujeres, que estaban mirando el escarnio de Sansón. Entonces clamó Sansón a Jehová, y dijo: Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te ruego, solamente esta vez, oh Dios, para que de una vez tome venganza de los filisteos por mis dos ojos. Asió luego Sansón las dos columnas de en medio, sobre las que descansaba la casa, y echó todo su peso sobre ellas, su mano derecha sobre una y su mano izquierda sobre la otra. Y dijo Sansón: Muera yo con los filisteos. Entonces se inclinó con toda su fuerza, y cayó la casa sobre los principales, y sobre todo el pueblo que estaba en ella. Y los que mató al morir fueron muchos más que los que había matado durante su vida. Y descendieron sus hermanos y toda la casa de su padre, y le tomaron, y le llevaron, y le sepultaron entre Zora y Estaol, en el sepulcro de su padre Manoa. Y él juzgó a Israel veinte años”.
Estamos viendo a Sansón, un tipo de la Iglesia. Primero que todo, él es un tipo de todo lo que se supone la Iglesia debe ser. Sansón también es un tipo de todo lo que la Iglesia se ha convertido desde que salió de su llamado; ambos son representados aquí en esta historia de un hombre en la Biblia. La Biblia dice que todas las cosas que se escribieron antes fueron para nuestra enseñanza y amonestación en quienes los fines de este siglo han llegado (Ref. 1 Corintios 10: 11).
Sansón nació en medio de lo sobrenatural: un ángel anunció su nacimiento. El ángel vino a Manoa; los padres de Sansón eran estériles, no podían tener hijos, pero por el pronunciamiento del cielo, Sansón nació. Fue consagrado a Dios en su nacimiento, y se le dieron instrucciones sobre lo que tenía que hacer. Toda su vida fue planificada antes de que él naciera. En este sentido, él es un tipo de la Iglesia Pentecostés, nacida en el fuego de Pentecostés, un mover sobrenatural del Espíritu Santo, y con la misión de representar a Dios. Aquí tenemos el tipo perfecto: Sansón y la Iglesia. Podemos ver un cuadro, con esta historia en el Antiguo Testamento, de cómo nació la Iglesia, en qué se convirtió, y la recuperación de ese Cuerpo, reconociendo que no hay significado para la historia aparte de la Iglesia. Es lo prioritario para Dios.
Cuando vino plenamente el día de Pentecostés con el estruendo de un viento del cielo, nació la Iglesia. Fue una pelea desigual para el enemigo de Dios: ninguna arma forjada contra ella pudo prosperar. Fue realmente un tipo este Sansón: su nacimiento anunciado por ángeles, consagrado al Señor en su nacimiento con todo el poder de Dios sobre él. En estatura, Sansón no era diferente que otros hombres. La Iglesia tambien estaba formada por gente muy parecida a tí y a mí; Eran personas comunes llamadas de toda clase de vida, pero consagradas a Dios. En el poder de Pentecostés, esta Iglesia desafió e hizo caer al más poderoso Imperio de la tierra. Cuando consideras a la Iglesia en su nacimiento, la promesa, la esperanza, la victoria y formada por 120 personas comunes, entonces las posibilidades sobrecogen la mente. Quisiera que esté grabado en nuestras mentes lo que significa estar sin Dios y lo que es conocer a Dios. Tiene que ser grabado en nosotros que Dios no ha cambiado. El no va a pasar por alto nuestra ignorancia, ni se ríe del pecado.
Hemos dicho esto una y otra vez, que el poder es una posición, aún mirando la historia y la situación de las cosas, sabemos que es posible oír y aún no oír. Esta es la razón por la que continuamos diciendo ciertas cosas y ciertos principios, para que se mantengan delante de tus ojos y oídos hasta que sean parte de tí. El poder no es algo que tú eres. Es una posición en la cual tú te paras con Dios en consagración.
La Iglesia está en el mundo, que es un enemigo de Dios, pero ella no es del mundo. La Iglesia está en el mundo donde Cristo es blasfemado. En esta coreografía de rock “Godspell”, Jesús es mostrado como un payaso. Nosotros, la Iglesia, debemos ser diferentes. Debe quedar grabado en nuestras mentes y espíritus que somos la única esperanza para el mundo. Representamos la única posibilidad de Dios para intervenir en los asuntos de los hombres, para que millones de personas que no lo conocen vengan al conocimiento del Señor Jesucristo. Dios necesita un vaso a través del cual pueda derramarse a Sí mismo, y no puede ser cualquier vaso: debe ser un vaso forjado de acuerdo al patrón de Dios. Dios nunca ha cambiado; debemos saber qué significa conocer y pertenecerle a El.
Sansón era un hombre de gran fuerza. El Espíritu del Señor estaba sobre él. Fue consagrado a Dios desde su nacimiento; él era diferente. El lugar de la Iglesia es en el mundo, pero no es del mundo. Jesús oró por sus discípulos en Juan 17: “No pido Padre que los quites del mundo, sino que los consagres en el mundo para hacer de ellos diferentes que los demás” (Parafraseando). Sansón tuvo que ser diferente. Sus hábitos eran diferentes. Su ropa era diferente. Sus acciones eran diferentes. Por esto es que Dios pudo tocarlo. El nació diferente. Yo he nacido diferente al hombre de la calle. Tú también lo eres. No eres Bautista, o Metodista o de las Asambleas de Dios, somos personas nacidas dos veces, separadas, dedicadas por el Nuevo Nacimiento a Dios; tú no te perteneces a tí mismo, has sido comprado por precio.
Nos vamos a dar cuenta un día lo que nos ha costado andar en nuestras propias maneras egoístas. Lo he dicho antes y lo vuelvo a decir: la Iglesia no es una democracia. No tenemos derechos en este asunto. Los derechos han sido transferidos al Señor. Nuestro lugar es un lugar de obediencia. Estamos aquí bajo órdenes para hacer lo que se nos mande. Hemos perdido todo, porque hemos caminado en nuestra propia voluntad. El profeta dijo en Isaías 59: 1-2, que nuestras iniquidades han hecho división entre nosotros y Dios. Viendo la raíz del significado de la palabra “iniquidad”, significa voluntad propia. El actuar por nuestra propia voluntad, nos ha separado de Dios. Un día nos daremos cuenta del costo de esto.
Hemos sido liberados del reino de las tinieblas y trasladados al reino de su amado Hijo. Somos ahora esclavos de Dios. Hemos sido comprados por precio. No tenemos otros derechos en nuestra vida sino sólo la voluntad de Dios, y éste es el único lugar de victoria total. Te desafío a leer los capítulos 13, 14, 15, 16 del libro de Jueces. Si tú crees a este Libro te vas a maravillar de las posibilidades que hay en gente común como tú y yo. Sansón fue escogido por Dios y apartado para el propósito de Dios. Nada era imposible mientras él caminara en la voluntad de Dios. No estamos aquí para ser religiosos, o seguir métodos; hemos sido separados desde nuestro nacimiento para Dios, para que Su poder descanse sobre nosotros, para ser el vaso del Señor en esta era. Esto no será posible si estamos jugando con el mundo y estamos violando los principios del Evangelio. El poder de Dios descansaba sobre Sansón.
En el día de Pentecostés, el Espíritu Santo vino como un estruendo recio del cielo y cayó sobre ciento veinte personas. Al día siguiente estaban resucitando a los muertos, los paralíticos eran sanados, caminaban y gritaban. Cinco mil personas fueron agregadas a la Iglesia, porque estaban separados para Dios, y Su poder estaba sobre ellos. Dios nos ayude para que veamos las posibilidades que hay en la Iglesia para que ésta sea restaurada a su posición original en Dios. La Iglesia está bizca: está tratando de mirar a Dios y al mundo al mismo tiempo. Puedes ver la historia de Abraham y Lot en la Biblia. Abraham le dijo a Lot que escogiera qué parte de la tierra quería, y que él se quedaría con el resto. Lot escogió las tierras bien regadas del Jordán. Lot escogió el pasto del campo en lugar de la gracia de Dios. La Iglesia hoy ha hecho la misma elección. Tú tienes que decidir a dónde vas a ir. Y esto será establecido por las elecciones que hagas en la vida.
No hay nada bueno en nosotros. Sólo Dios es bueno. Dios nunca te llamó para que le hagas tu propio diseño; El te llamó para que edifiques de acuerdo al modelo que El nos dio. El no quiere una actuación tuya, El quiere una habitación. Hemos tratado de impresionar a Dios con nuestras obras y santidad de vida, pero hay sólo una santidad, esta es la santidad del Espíritu de Dios. Mientras vivamos con una parte en el mundo, y la otra en la Iglesia, no tendremos poder. Estamos encallados en las orillas del territorio del enemigo de Dios. Sansón estaba consagrado, separado para Dios.
¿Quién puede negar el poder que había en el aposento alto? En treinta y tres cortos años habían plantado un punto de avance en cada país civilizado del mundo. Plantaron la cruz en los principales lugares de Europa, Africa, India, y lo que conocemos como Rusia. Pablo dijo que el Evangelio ha ido por todo el mundo. El transporte era limitado, y no había televisión, sin embargo en treinta y tres años, desde un aposento alto en Jerusalén, llevaron el Evangelio por todo el mundo. Esta Iglesia estaba investida de poder. Ellos estaban comprometidos a una sola cosa, Cristo y Su evangelio, y como resultado, nada podía detenerlos.
Después vemos que Sansón jugó con su consagración. El tiempo se está terminando, y la obra rápida de Dios esta efectuándose en ambas direcciones. Dios está cansado de tratar con gente que lo sabe todo y rehúsa hacer cualquier cosa. Hemos jugado con nuestra consagración, como Sansón lo hizo. Hubo un tiempo cuando Sansón acampaba en las montañas de Lehi y cuando las caravanas del enemigo venían, él los atacaba, los destruía y se llevaba las pertenencias para su pueblo. Ellos eran enemigos de Dios, y consecuentemente, eran también los enemigos de Sansón. Pero llegó un momento cuando los filisteos no parecían tan malos, y a Sansón le costaba ver lo que estaba mal. Escuchamos a la Iglesia decir, “No puedo ver ningún mal”. Hubo un tiempo en el que podíamos ver, hubo un tiempo cuando tuvimos poder. La Iglesia está ciega espiritualmente; no hay separación, no hay verdadera consagración. Sansón se vendió. Puso su cabeza en las faldas del mundo, coqueteó con el diablo, y caminó con la multitud, sin ninguna dedicación a Dios. Aún le quedaba un poco de poder; Sansón tuvo victoria aquí y allá, pero ya había perdido, y la Iglesia está en el mismo camino.
Desde Pentecostés hasta ahora la Iglesia, ha ido de uno a otro, del avivamiento a un coqueteo con el mundo. Es un día triste cuando el pueblo de Dios piensa que debe parecerse y actuar como el mundo. El General Booth profetizó del Siglo XX, diciendo: “Habrá religión sin Espíritu, cristianismo sin Cristo, salvación sin arrepentimiento, el cielo sin infierno”. Señor Booth, he observado tu profecía cumplida al pie de la letra: queremos el mundo y el cielo también. Hemos incorporado todo en la Iglesia, desde bingos hasta fiestas, y todo esto en el nombre de Pentecostés. Los cristianos han llegado a hacer fiestas con bailes para los graduados y no ven nada malo en ello. Y si levantamos nuestra voz en contra de esta mundanalidad, nos dicen que no estamos al día con los cambios. En nombre del amor, tenemos miedo de llamar al pecado por su nombre. Una generación de jóvenes se han unido a la Iglesia, les hemos llenado de emociones, y ahora los estamos perdiendo, simplemente porque nunca les dijimos que hay un precio que pagar para seguir a Dios.
La “fe fácil” que existe en nuestro tiempo ha enseñado que Dios va a andar con el hombre, aunque éste viva en pecado. Pero la forma más alta de engaño le dice al hombre que Dios lo va a bendecir cuando está mal. Realmente, hemos permitido todo, y no es de extrañar por qué el poder de Dios no es evidente en nuestras vidas. Nos hemos anclado a las orillas del mundo; ya no sabemos lo que está bien y lo que está mal; podemos estar en los movimientos religiosos, jugar a la iglesia, seguir con las formas, y al mismo tiempo romper votos matrimoniales hechos en el altar de Dios. “Lo que Dios ha unido, no lo separe el hombre”, ya no significa nada.
Los cristianos hablan jerga, toman el nombre de Dios en vano, coquetean con el mundo, hacen tratos dudosos, rehusan pagar sus deudas, entonces no es de extrañar por qué el poder de Dios no está con nosotros. Estamos ciegos. Dios es tan Santo como siempre lo fue. Quizás dices que no te gusta oír lo que oyes, bueno, pues a mí no me gusta tener que decirlo, pero tengo que hacerlo: Hijos obedezcan a sus padres; tenemos los jóvenes más terribles que hay. Los padres ni saben qué hacer con ellos. Maridos amen a sus esposas; hay odio en los hogares. Mujeres obedezcan a sus maridos; a veces esto es totalmente imposible porque los maridos se han vuelto demonios, y otras veces es por rebelión por parte de la esposa.
Ya no podemos ver, porque no creemos que Dios quiere decir lo que realmente dice. Sansón estaba ciego, no podía ver lo malo en los filisteos. Se habían convertido en gente agradable. Ya no peleaba con el enemigo, sino que se hizo amigo de él. Finalmente, todo termina. Le rasuran la cabeza, pierde su poder, está moliendo en el molino del diablo, pero aún es religioso. Hay millones que pertenecen a la Iglesia, siguen los ritos de la religión, y están desnudos, perdidos y ciegos; están moliendo en un molino religioso, sin saber a dónde van. No tienen un concepto de lo que Dios está haciendo. No hay ni un toque del Altísimo en sus vidas. Ahora, una vez que comienzas, de igual manera tienes que ir por todo ese camino antes que el péndulo pueda tomar otra dirección.
Hemos permitido cosas en la Iglesia para que los incrédulos se unan. Hemos desarrollado nuestros servicios para que la mente carnal los disfrute. ¿Dónde está la prédica que va a decirle al hombre que está totalmente depravado y en rebeldía contra Dios? ¿Dónde está la predicación que hará al hombre saber que a menos que nazca de nuevo el es un hijo del diablo? ¿Dónde está la prédica que va a despertar al que se ha alejado y que se sienta en la congregación de los justos con la cabeza en alto, orgulloso como un pavo real, y que está en su corazón menospreciando al Dios Todopoderoso?
He visto jóvenes que han actuado mal, han avergonzado a la familia, que se han ido a la tumba avergonzados. Aún he visto personas que se suponen son de Dios, que habiéndose apartado de El, siguen sentados en la iglesia, cantando en el coro, llevando las actividades y que nunca se han avergonzado de lo que ellos han hecho. El hombre sin Dios es totalmente depravado, corrupto; no hay nada bueno en él. Uno que se aleja de Dios, es un rebelde contra El. Cuando vemos a un hombre que ha traicionado a su país, lo odiamos, pero otro hombre puede ser un traidor a Dios y aún está muy cómodo, con su cabeza erguida orgullosamente, y nunca nadie le dice nada. Las personas pueden irse al infierno en nuestras iglesias y nunca saber que estuvieron mal.
La razón por la que hay tantos partos prematuros y deformidades en la Iglesia es porque los corazones de los hombres nunca han sido abiertos por la Palabra en cuanto a lo que es ser un pecador. La razón por la que hay tantos caídos en las bancas de las iglesias que no han leído la Biblia en meses, no han orado, no van a la iglesia sino una vez a la semana, es porque no les hemos predicado qué cosa terrible es ser un traidor a la causa de Cristo, un rebelde contra el reino de Dios. Nunca les hemos dicho que hay una sentencia de muerte colgada sobre su cabeza.
Vi a un hombre en la televisión que cometió asesinato. En el noticiero, se le veía con la cabeza cubierta para que nadie lo reconozca. El tenía vergüenza de lo que era, pero nosotros tratamos a uno que ha caído como si fuera un privilegio ser un rebelde; actuamos como si todo lo que tuviera que hacer fuera darle la mano al predicador. Debemos predicar hasta que esta persona religiosa caiga delante de Dios, como rebelde y pecador.
Sansón estaba ciego. El poder se había ido. El era como una mula moliendo para el diablo, esclavo al mundo al cual dominó antes. Pero su cabello empezó a crecer. La consagración está volviendo. ¡Oh, Dios! Que tú y yo sepamos que estamos aquí para llevar a la Iglesia de vuelta a la consagración. Dios empezó a hablar a Sansón. Había algo que se estaba moviendo dentro de él, y si tú y yo somos fieles a Dios, El nos hablará. Hablaremos a la Iglesia, y algo se va a conmover. El pensó en lo que le había sucedido: había jugado con Dios, con lo que El le había dado; se había unido al mundo, el enemigo de Dios. Sus ojos fueron abiertos, se restauró la consagración, su cabello empezó a crecer.
Muchos de los hijos de Dios, hoy están despertando al hecho de que Dios no está jugando, no señor. Dios no está divirtiéndose. Lo que estuvo mal ayer, está mal hoy. Todavía debemos considerar el juicio de Dios. Hemos escuchado al evangelista de moda que dice: “Solo dí que está hecho, y actúa así”. Yo puedo hacer un montón de cosas pero esto no es donde está el poder. No perdimos el poder porque dejamos de profetizar, dejamos de profetizar porque perdimos el poder. Perdemos el poder cuando comenzamos a coquetear con el mundo, nos volvemos ciegos cuando no podemos ver lo que está mal. Perdemos el poder y no lo obtendremos otra vez, hasta que en los altares seamos honestos con nosotros mismos y con Dios. Debemos decirle al Todopoderoso: “estoy ciego, he estado equivocado”.
Cuando el hijo pródigo estaba con los cerdos, tuvo una revelación; se dio cuenta de su estado perdido delante de Dios y dijo, “Volveré a la casa de mi padre, he pecado”. No se necesita impresionar a Dios diciendo que nos hemos ido con la gente equivocada. Tú pecaste, y si ya no lo quieres hacer, te saldrás de esto. El hijo pródigo dijo: “Me voy a casa; he pecado contra el cielo y contra Dios”. No era la mala compañía ni alguien que le obligaba. Si yo le di la mano al enemigo de Dios, tengo que ser honesto con mi Padre. Si yo tuve algo contra mi hermano, debo ir a mi hermano. Si mi hermano tuvo algo contra mí, iré donde esta él. Pero en el análisis final es que he pecado contra Dios.
Sansón recordaba el tiempo cuando asesinó mil hombres con la quijada de un asno. También recordó cuando levantó las puertas, cuando amarró las colas de las zorras y quemó el maíz del enemigo. El recordaba cuando era el vencedor y no la víctima. De la misma manera, hubo un tiempo cuando el mundo tuvo miedo de la Iglesia. La Iglesia pródiga junto a los cerdos ahora recuerda la casa de Cornelio donde cayó la gloria de Dios y el mundo gentil fue bautizado en el Espíritu Santo. Recuerda en la puerta de la Hermosa cuando un paralítico que había estado sentado ahí cuarenta años, fue sanado repentinamente, saltó, gritó y alabó al Señor, y cinco mil exclamaron, “¿Qué debemos hacer para ser salvos?” La Iglesia recuerda cuando los muertos resucitaban. Cuando desafiaba al mundo, la gloria de Dios caía, y su poder era manifestado. Ahora está con los cerdos, en el mundo, pero algo adentro se está moviendo. La Iglesia puede anhelar los días antiguos, pero hasta que no regrese a Dios y a Su voluntad con todo su corazón, el poder no estará. El poder es un producto del Espíritu de Dios, y éste no te sigue si tú eres indiferente. Si tú caminas con El, El caminará contigo.
La Iglesia debe reconocer que ha permitido cosas que Dios no permite. Por nuestras acciones hemos dicho que Dios se ha relajado en estos últimos días, pero Dios es el Señor, El no cambia. Lo que El ha decretado en el principio es lo mismo hoy; es la Iglesia la que ha cambiado, no Dios. La Iglesia está mirando bizcamente; está ciega espiritualmente. Lo que dice que está bien, está mal, y esto es un producto de su propia mente; y a menos que se arrepienta, y Dios quite las escamas de sus ojos, seguirá caminando en oscuridad y en la debilidad de la carne.
Hay algunas cosas de las que Dios está cansado. Dios está cansado de esos servicios de reconciliación donde le susurramos que sentimos lo que hemos hecho, y después salimos para hacerlo otra vez. Dios está cansado que le digamos que hemos pecado por no orar y luego nos vamos y seguimos sin hacerlo. Dios está cansado de nuestro trato con la palabra de Dios, como si fuera cualquier otro libro. La consagración demanda que cumplamos con lo que ofrecemos y con nuestros votos. No hay pecado más malo como nuestra indiferencia y falta de oración. Nada destruye más nuestro carácter y lo que somos, como la falta de oración.
Sansón se paró en el Salón con la multitud impía ese día. La multitud con la que se había juntado en los últimos días de su vida. El comenzó a verlos tal y como eran. Tú puedes estar jugando con el mundo, quizás te has unido a él, pero Dios va a quitar las escamas de tus ojos en cualquier momento, y vas a ver lo que es realmente la multitud. Sansón se quedó sin ojos, sin fuerzas, lo perdió todo. ¡Oh Dios, véngame de mis ojos, me he unido con el mundo, con esta multitud que odia la justicia! El mundo va a destruir todo lo que es bueno. Va a destruir a tu hija, a tu nieto, arruinará tu hogar, pero aún así, sigues haciendo tratos con él y te haces su amigo. Sansón dijo, “no me importa morir pero no me dejes morir entre los impíos”. El dijo, “no tengo miedo de morir”. Y yo digo, “no tengo miedo de morir, Dios me ha salvado; pero quiero vivir para ver a la Iglesia salir de este pozo”. Estoy cansado que el mundo se burle de nosotros, y de los demonios “divirtiéndose” en la Iglesia.
Hay gente consagrándose nuevamente al Señor. Los hombres se están arrepintiendo. El rapto está por realizarse; la Iglesia va a ser tomada. Necesitamos pedir cosas grandes del Señor. “No me dejes en una esquina tratando de huir del diablo, sino que déjame derrumbar el techo sobre el diablo.” Necesitamos coraje para desafiar al enemigo, no sólo para escondernos en la Iglesia. Tenemos miedo de hacerlo en la calle, y todo lo hacemos dentro. Sansón le dijo al muchacho, “Acércame y hazme palpar las columnas. No me importa morir pero deja que me lleve esta multitud conmigo”. En su muerte hubieron más muertos con él que los que había matado durante su vida. La victoria más grande de la Iglesia está por delante. La Iglesia va a derrumbar la casa sobre el enemigo. La gloria postrera será mayor que la primera. Jesús no viene por una máquina religiosa, El viene por una Iglesia victoriosa, y tú y yo hemos sido llamados por Dios para ser el instrumento a través del cual la Iglesia vuelva a renacer. Dios nos ayude a aceptar el desafío.