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Lección 9.- El Pacto De Dios Es Cristo

Lección 9.- El Pacto De Dios Es Cristo

 

Vamos a leer en Jeremías 31: 31-34: “He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice Jehová. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”.

Luego vayamos a Hebreos 10: 5-10: “Por lo cual, entrando en el mundo dice: Sacrificio y ofrenda no quisiste; mas me preparaste cuerpo. Holocaustos y expiaciones por el pecado no te agradaron. Entonces dije: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, como en el rollo del libro está escrito de mí. Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se ofrecen según la ley), y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre”.

Luego vemos a Colosenses 1: 27-28 que dice: “…a quienes Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza de gloria, a quien anunciamos, amonestando a todo hombre, y enseñando a todo hombre en toda sabiduría, a fin de presentar perfecto en Cristo Jesús…”.

En Gálatas 2: 20 dice: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”.

El pacto en Jeremías tiene su cumplimiento ahora en Jesucristo, y es el nuevo pacto que el Señor dijo que era muy diferente, no conforme al pacto que El hizo con Israel cuando los sacó de Egipto, sino mas bien algo dentro de ellos, escrito en sus corazones. Todos nosotros sabemos que el Señor Jesús mismo es la encarnación de todos los términos de ese pacto; Cristo en tí significa que todo lo que ese pacto contiene viene a ser algo interior, un poder interior, una revelación interior de Dios. “Cristo vive en tí”, dijo el Apóstol, y el misterio que a Dios le ha placido revelar es simplemente esto: Cristo en vosotros, la esperanza de gloria. La gran verdad que incorpora todo, es que Dios ha determinado que nada fuera de Cristo permanecerá. Dios está obrando por un lado, para deshacerse de todo lo que no sea Cristo en el universo entero, pero al mismo tiempo El está obrando por otro lado para llenar este universo con aquello que es Cristo; esto significa que Dios no acepta ni reconoce ninguna cosa que no sea Cristo. Todo depende de la medida de Cristo. Esto es algo tremendo cuando llega a nuestros corazones con la fuerza con la que Dios desea que llegue. Esto explica todo el trato de Dios para contigo y conmigo; nos da la clave de nuestros problemas y nos establece en los caminos de los mismos propósitos de Dios. A veces pareciera que el mundo está volviéndose cada vez más y más lleno de maldad y no lleno de Cristo; esa contradicción la explicaremos luego en este capítulo.

Lo primero en la carta a los Colosenses es la presentación sin comparación del Señor Jesucristo. No hay nada en toda la palabra de Dios que pueda compararse con el primer capítulo de esta carta en lo que se refiere a quitar el velo del Señor Jesús. Desde la eternidad hasta la eternidad Cristo es visto en y a lo largo de toda la creación; todas las cosas en El, por El, y para El, reunidas en un fragmento, un fragmento universal: “…para que en todo El tenga la preeminencia”.

Vemos el Hijo de Dios universal y eterno, y vemos que El como un secreto divino es revelado simplemente en esto: “Cristo en tí, la esperanza de gloria”; “Cristo en tí” – la Iglesia. Estamos hablando de ese Cristo que está en tí; El que creó todas las cosas está en tí en tu relación con la Iglesia, por lo tanto, Aquel para el cual todas las cosas fueron creadas, está en tí. El que sustenta todas las cosas por su poder, está en tí, en tu relación con la Iglesia; aquel en el cual todas las cosas consisten está en tí corporalmente como en Su cuerpo. ¡Piensa en esto! Medita sobre esto y deja que sea parte de tu pensamiento cada minuto de cada día. Cuando esta realidad empiece a asirnos, entonces podremos entender lo que significó cuando Pablo dijo que somos más que vencedores en Cristo.

Lo segundo es aquello que viene despues en la carta, “…habiéndoos despojado del viejo hombre…y revestido del nuevo…” (Colosenses 3: 9-10). ¿Qué significa esto? Que todo lo que no es Cristo es puesto de lado, es repudiado, y todo lo que es Cristo, es aceptado. No importa si tú lo llamas bueno o lo llames malo, si no es Cristo debe ser quitado. El propósito de Dios en cuanto a su Hijo como lo universalmente preeminente, va a ser realizado al El ser puesto sobre los creyentes que han sido levantados juntamente con El. Cristo no es una personalidad o poder secundario que viene para reforzarnos, o vivificarnos, o fortalecernos para nuestro uso en la vida y en el servicio, o para que El pueda hacer algo de nosotros. Con seguridad este no es el pensamiento, no es el ángulo de la Escritura. La verdad es que Cristo será todo, y nosotros tenemos que menguar para que El pueda crecer, para que El sea la primera personalidad. El impacto debe ser: “¡qué tal presencia de Cristo!”, “¡qué tal testimonio de Cristo!”, “¡qué tal expresión de Cristo!”.

Lo siguiente que yo voy a decir quizás sea tan difícil de aceptar como es difícil decirlo, pero aun así la fidelidad exige que cosas como éstas sean dichas. Hay una tremenda cantidad de energía, actividad, maquinaria, celo y devoción en el servicio de Dios que va a ser quemado, porque en el fin de cuentas, cuando toda obra, todo servicio, toda actividad sea pesada en la balanza, todo lo que es meramente energía humana, aunque haya sido hecha en devoción a Dios, se irá. Sólo lo que es de la energía de Cristo, la sabiduría de Cristo y el poder de Cristo permanecerá. El objetivo al decir esto no es poner ninguna duda, sino enfatizar esta verdad básica: nada permanecerá en este universo eventualmente, sino aquello que es Cristo. No sólo vendremos al fin que Dios ha fijado a medida que conocemos cómo recibir de Cristo en todo, sino que seremos establecidos a medida que vivimos por Cristo, y la obra será establecida a medida que proviene de Cristo. La vasija del testimonio, entonces, es lo que Cristo es, y el testimonio sólo puede ser sustentado y mantenido en claridad, por lo que Cristo es. Nosotros en nosotros mismos no podemos mantener el testimonio; el testimonio de Jesús será mantenido en nosotros a medida que seamos hechos conforme a Su imagen. Para ponerlo en otra forma, solamente será en la medida en la que Cristo nos suplante a nosotros; ya no soy yo sino Cristo. Dios tiene un patrón de oro, El nunca se aparta de él; el patrón de oro de Dios es su Hijo, y El nunca se desvía ni una fracción de su Hijo.

La transición de Cristo en los cielos a Cristo en tí tiene precisamente esto en vista: Es Cristo en tí. Todo el resto será llevado abajo, y Cristo tendrá la ascendencia en nosotros tal como El ha tomado la ascendencia en los cielos. Es esa ascendencia lo que nos hace conforme a Su imagen. “Ya no vivo yo” es una declaración muy inclusiva, porque ese “yo” tiene muchos lados. ¿Cuántos lados tiene ese “yo”? Tenemos: yo quiero, yo voy a hacerlo, yo pienso, yo deseo. Luego tenemos lo opuesto: yo no quiero, yo no voy a hacerlo, yo no pienso, yo no deseo, etc.; en fin, ese “yo” es mucho mas comprensivo que todo esto. La conformidad a Su imagen simplemente significa que eso es descartado. ¡Qué tal trabajo es ese! ¡Oh, qué tal trabajo que es ese! Mientras hemos aceptado la eliminación completa final del “yo”, de ninguna manera significa que hemos alcanzado esa eliminación. Frecuentemente nos encontramos de alguna forma contra el “yo”, y la pregunta una vez más es si es que va a ser Cristo o yo.

El universo entero va a ser eventualmente de Cristo, y el pensamiento eterno de Dios para el hombre es resumido en esta frase: “hecho conforme a la imagen de su Hijo”. Es algo glorioso saber que todo el universo será lleno de Cristo y Dios va a alcanzar su fin. Esto representa un desafío para nosotros: Cristo en nosotros es la base de nuestra conformidad a su imagen; lo que Cristo es, puede ser real en nosotros. Cuando el Señor toma una vida por completo, y cuando la cruz realmente ha penetrado en esa vida, entonces esa vida puede decir, “con Cristo he sido crucificado”. Nada penetra, nada tiene acceso fuera de Cristo.

El hombre fue hecho con las posibilidades de ser llevado a la plenitud de pensamiento divino, la imagen misma del Hijo de Dios. Esta posibilidad está a prueba, y la prueba descansa en una palabra: “obediencia”. Es casi imposible para nosotros registrar e indicar la medida de responsabilidad unida a esa sola palabra “obediencia”. Todo el potencial estaba en Adán concerniente al pensamiento pleno de Dios, la imagen de Su Hijo, pero fue eliminado con una palabra, “…por la desobediencia de un hombre…”. La totalidad de las Escrituras declaran que Dios requiere la obediencia completa e implícita, y que El no cambiara en este punto ni un solo pelo. Y todo acto de desobediencia será plenamente manifestado. La desobediencia nunca se queda cubierta; es sacada a luz por Dios en todo momento y puesta en un lugar en donde se declare como la cosa más terrible a los ojos de Dios. Veamos una situación en la Escritura.

Por ejemplo Moisés, aquel hombre que estuvo en disciplina en el desierto por 40 años, el hombre que por otros 40 años llevó la carga y la presión de ese gran pueblo, el hombre con quien Dios habló cara a cara, como quien habla con su amigo; piensa en todo el contacto íntimo y cercano que Dios tuvo con Moisés, entrando a la misma nube donde estaba Dios y oyendo personalmente la voz de Dios, pero al final, por un solo acto, la única ambición y deseo de toda su vida fue prohibido. Moisés rogó a Dios, “déjame entrar,” hasta que el Señor le dijo, “no me hables más del asunto. Tú no entrarás”. Parecía tan duro y tan cruel; este hombre había derramado su vida tan completamente a Dios, se había parado en la brecha, había mantenido el honor de Dios, sin embargo lo que su corazón deseaba más que cualquer cosa le fue rehusado por un acto de desobediencia. Dios tuvo que mostrar cuál era su actitud hacia eso. Por todos los tiempos y todas las generaciones la historia debe ser dicha con temor para que todos conozcan la tragedia de la desobediencia. Moisés está en una mejor tierra prometida ahora, pero él ha ministrado una terrible lección en el tiempo.

Luego otra vez, veamos a Acán. Quizás pensó, “sólo es un poco de oro y un manto Babilónico, eso no es mucho”. Era algo pequeño en sí mismo, pero Acán, su esposa, sus hijos, su ganado, su tienda y todo lo que le pertenecía tuvo que ser completamente destruido a los ojos de Israel! ¿Por qué? Un acto de desobediencia. Podemos ver la actitud de Dios al respecto, la opinion de Dios sobre ello. Si ese es el corazón de Dios hacia la desobediencia, ¿cuál será el corazón de Dios hacia la obediencia?

Un universo lleno de Cristo, hombres a la imagen de Cristo, eso es lo que Dios está haciendo en la creación que gime. No pareciera, porque por las apariencias, la plenitud pareciera que fuera de maldad. Hay una Escritura muy reveladora acerca de este tema, en Génesis 15: 16; creo que nos va a ayudar en esto: “…porque aún no ha llegado a su colmo la maldad del amorreo hasta aquí”. El contexto nos muestra que el éxodo de Israel y la ocupación de la tierra prometida dependía de la llenura de la copa de iniquidad de los amorreos; el amorreo fue un nombre representativo de todas las naciones que ocupaban la tierra. Cuando la copa de iniquidad se llenó, Dios emancipó a Israel. El éxodo estaba sincronizado con una condición en el mundo: la llenura de la tierra con lo que era de Dios requería la extensión del enemigo y de su maldad a su límite; entonces, Dios intervino. No es necesario decir nada más. En los últimos días será notorio por la abundante iniquidad. El rapto de la Iglesia acontecerá como el éxodo, cuando el hombre de pecado sea revelado, cuando la copa de iniquidad esté llena. Estamos viviendo en una época en donde es obvio el desarrollo de la iniquidad moral. Dios está tomando en cuenta todo esto; El está permitiendo el conocimiento de Su salvación en una escala sin precedentes en toda la historia mundial, y cuando toda la tierra haya tenido la oportunidad de escuchar el evangelio, el fin vendrá.

Dos cosas indiscutiblemente son evidentes: El mundo está siendo rodeado por el sencillo mensaje de salvación como nunca antes, y la horrenda cantidad de iniquidad está llenando la copa. Luego tenemos al tercer aspecto, que es la madurez de los santos para la gran cosecha. Estas tres cosas están obrando en la creación gimiente. El pacto de Dios es Cristo; necesitas recordar esto una y otra vez hasta que venga a ser una parte absoluta de las fibras de tu ser, hasta que la verdad que aprendas, venga a ser la verdad que seas; porque debes saber que Dios no está buscando ninguna actuación, sino una habitación. Ese pacto que es Cristo está en tí, y el propósito es dejar que esto sea cumplido a través de tu vida.

 

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