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Lección 3.- Cuando El Cristianismo Es Engañado

Lección 3.- Cuando El Cristianismo Es Engañado

Quizás el más grande fracaso que hemos hecho en la discriminación, está en relación a la diferencia entre misticismo y espiritualidad. Es aquí que no sólo el mundo se equivoca sino también el cristianismo es engañado. Cuando hablamos de Caín y “el camino de Caín” estamos acostumbrados a recordar inmediatamente su acto de asesinato, nacido de los celos y la malicia. Pero hay otro lado que recordar, y debemos ser justos con Caín, o perderemos todo el punto. Caín no excluyó o ignoró a Dios; él reconoció a Dios y construyó un altar para El. Caín adoró con todo su sentido estético, y asesinó a su hermano.

El Cristianismo está ampliamente constituido por este sentido: su arquitectura, su ritual, su música, su adorno, su luz (o falta de ella), su tono, su atmósfera, sus ropas, etc. Caín no llegó a Dios, ni tampoco los judíos; todas las religiones tienen este factor del alma en común, más o menos, y es aquí que el tropiezo fatal ha sido hecho por mucha gente religiosa que contiende que no deberíamos interferir con otras religiones que son devotas y sinceras, sino que lo bueno en ellas debería ser reconocido y aceptado.

La simplicidad puede dar a Dios una oportunidad, pero no es necesariamente espiritual. ¡Cuán cerca a la verdad en percepción e interpretación pueden ir los místicos! ¡Cuán maravillosas cosas puede ver la imaginación, aún en la Biblia! ¡Qué emoción y asombro, sorpresa, y éxtasis, pueden ser sentidas por una audiencia o congregación cuando un alma maestro manda! Pero todo puede ser un mundo falso sin aspectos divinos y eternos. ¡En qué mundo tan artificial vivimos!

La tragedia en este melodrama es que es la “vida verdadera” para tantos. El mundo del alma es la imitación del diablo. ¡Cómo se reirá Satanás detrás de su máscara! ¡O por la realidad de lo eterno! Mientras que un alma con cultura y con un sentido afilado de lo hermoso y sublime es inmensurablemente preferible a una alma sórdida, en lo que a este mundo concierne, no es necesariamente un criterio que tal tenga un conocimiento personal viviente de Dios como persona, y que haya nacido realmente nuevo.

El ámbito del alma es un ámbito complejo y peligroso, y puede sacar a las personas de sus profundidades, pero luego colocarlas en una ruina moral, mental y física sin ninguna esperanza. Como el alma es una trinidad de la razón, sentimientos y voluntad, así es el espíritu una trinidad. Sus atributos son comunión, conciencia e intuición. Cuando Adán pecó, él lo hizo como resultado de lo que le pareció a él un argumento y razonamiento solido y correcto, y una decisión de lo que era bueno y deseable. La conciencia que lo acusó e hizo que se excusara, no pudo restaurarlo al favor de Dios, pero para siempre mantuvo a Dios en su conocimiento. No estamos diciendo que la conciencia humana sea infalible y siempre esté en lo correcto. Podemos tener un sentido de lo correcto que está completamente mal informado y es falso, y Satanás puede jugar con la conciencia. Sólo estamos señalando qué es la conciencia como un atributo del espíritu. Cristo es el patrón perfecto de Dios para la conciencia, y la unión con Cristo es la única base de la vida en el espíritu. Juntamente con todo el espíritu humano la conciencia, debe ser vivificado de arriba. El espíritu es el órgano del conocimiento espiritual y el conocimiento espiritual es diferente del conocimiento natural o del alma. La intuición es la facultad de la inteligencia espiritual por la que todos los seres espirituales obran. Los ángeles sirven la voluntad de Dios por discernimiento intuitivo. El único conocimiento de Dios que es de valor espiritual para nosotros, o para otros bajo nuestro ministerio, es aquél que tenemos por revelación del Espíritu Santo dentro de nuestro propio espíritu.

El Cristianismo, o es una revelación o no es nada. El apóstol Pablo hace muy claro que el secreto de todo en su vida y servicio fue el hecho de que él recibió su evangelio por revelación. El nuevo nacimiento trae consigo nuevas capacidades de toda clase, y entre ellas, la más vital es una nueva y diferente facultad de conocimiento, entendimiento, y comprension divino.

La función del intelecto humano es darle a las cosas espirituales una forma inteligente para nosotros y para otros. Otra lección principal que tenemos que aprender y que Dios se estuerza en enseñarnos, es que los fines espirituales demandan medios espirituales. Qué importante es que cada labor nuevo en el trabajo para Dios debe venir por revelación a los escogidos para eso. Es algo muy difícil, es una crucifixión en realidad para el hombre natural, el no hacer nada y no tener nada y especialmente no conocer nada. El vaciarse finalmente de toda fuente del “yo” es el único camino para tener todas las cosas de Dios.

La preocupación o interés especial de Dios es por el Espíritu en el creyente. El deseo de Dios es tener hijos de Su Espíritu. Hay hijos de Dios por creación sobre la base de la ley, pero por la caída se desviaron todos los propósitos y posibilidades divinas de esa relación que ha sido rota, y ya no tiene valor. El Espíritu comienza las operaciones en ese ámbito de la muerte y distancia, convenciendo de pecado contra el cielo. Como el espíritu del hombre es el lugar del nuevo nacimiento, y el sitio de la única verdadera calidad de hijo, es también, por lo tanto, el nuevo hombre.

Entonces, los que han “nacido de nuevo” se han convertido en “niños” (Mateo 18: 3) o “bebés” en las cosas espirituales (1 Corintios 3: 1). Ellos tienen que aprender una nueva clase de conocimiento, para vivir una nueva clase de vida (Romanos 6: 4). Tenemos que aprender que nuestra vida, nuestra vida natural, no puede hacer la voluntad de Dios, vivir como Dios demanda, o hacer la obra de Dios. Dios ha trazado siempre, sin embargo, una línea muy gruesa entre la “fuerza” y el “poder” natural por un lado, y “mi espíritu” por el otro (Zacarías 4: 6).

El recién nacido tiene que aprender un nuevo andar en el Espíritu, diferente del natural. La naturaleza de este andar, es que la razón, sentimientos, y decisiones naturales ya no son las leyes que gobiernan o son el criterio para el hombre espiritual. La razón va a dictar un cierto curso. Los sentimientos igualmente van a impulsar a una cierta dirección y la voluntad también va a buscar estos juicios y deseos. El aprender andar en el Espíritu es la lección de la vida para el nuevo hombre, a medida que él va siendo vindicado. Debemos recordar que la ley de este andar, es la fe. La fe sin obras es muerta (Santiago 2: 26), es verdad, pero las obras de la fe, no son las de la carne; las cosas del espíritu son necedad para la carne. Por lo tanto, la fe es la ley del andar del nuevo hombre.

Las cosas del Espíritu son necedad para el hombre natural. El hombre busca el origen del cristianismo en la filosofía del primer siglo. Los estudiosos hacen un contraste de él aún con estas filosofías y esquemas. Nunca se le ha ocurrido al hombre cuanto más es el cristianismo que la filosofía, que este incluye una ciencia, una biología pura y simple. Mejor que los naturistas hagan un contraste entre la zoología y la química, lo vivo con lo muerto, que tratar de explicar la vida espiritual en términos de la mente solamente. Debe verse que la característica de la religión cristiana es su vida, y que una verdadera teología debe empezar con una biología. La teología es la ciencia de Dios, ¿Por qué los hombres tratan a Dios como algo inorgánico?

Si esta analogía puede ser desarrollada, deberíamos esperar respuestas a por lo menos tres preguntas. Las respuestas, yo creo, nos ayudarán en nuestra fe para asirnos a esta verdad de la santificación, o ser conformados a la imagen de Cristo. La primera pregunta: ¿qué es lo que corresponde al protoplasma en la esfera espiritual? Segundo, ¿qué es la vida? Y tercero, ¿qué sabemos sobre el proceso y el plan?

En este capítulo vemos particularmente lo que corresponde al protoplasma. Abandonaríamos las líneas de la naturaleza si nosotros nos imagináramos por un momento que la nueva criatura fue hecha de la nada. Nada puede ser hecho de la nada. La materia no se puede crear y es indestructible; la naturaleza y el hombre sólo pueden formar y transformarlo. Por lo tanto, cuando se hace un nuevo animal, no se hace barro nuevo. La vida meramente entra en materia que ya existe, asimila más de la misma clase y lo reconstruye. La vida espiritual obra en la misma forma; el debe tener una clase especifica de protoplasma, una base de la vida, y ésta ya debe estar en existencia: para traer lo celestial, también debemos traer lo terrenal.

La vida espiritual encuentra esto en los materiales de carácter con los que el hombre natural ha sido provisto previamente. La mente y el carácter, la voluntad, los sentimientos, la naturaleza moral, forman la base de la vida espiritual. Buscar en esta dirección para la base de la vida espiritual es consistente con toda analogía. Lo más bajo, el mundo mineral, provee la mayoria del material. Esto es verdad para los insectos. El reino vegetal provee el material para lo animal. El hombre natural provee el material para el espiritual.

No es necesario ir muy lejos en la psicología de la nueva criatura o de la vieja para definir más claramente lo que son estas bases morales. Es el espíritu del hombre; aquí es donde esta ubicado. Es suficiente descubrir que en este vientre, la nueva criatura nacerá, formada de las partes mentales y morales, la sustancia o la esencia del hombre natural. La única cosa en la que hay que insistir es que en el hombre natural, esta sustancia mental y moral (o base), está muerta espiritualmente. Cuán activa que sea la vida mental y moral, está muerta desde el punto de vista de esta otra vida. Lo que es carne es carne. Le falta la clase de vida que constituye la diferencia entre el cristiano y el no cristiano. Aún no ha nacido del Espíritu.

Para mostrar aun más que el protoplasma, o espíritu del hombre, posee las características necesarias, será necesario examinar lo que son estas características; son dos en número: la capacidad para la vida, y plasticidad, (o la habilidad para ser moldeada). No es suficiente encontrar una provisión adecuada de material; ese material debe ser de la clase correcta. No todo tipo de materia tiene el poder de ser el vehículo de vida. No todo tipo de materia ni siquiera es adecuado para ser el vehículo de electricidad. No podemos decir qué peculiaridad hay en el carbón, oxígeno y nitrógeno, que hace que cuando están combinados en una cierta manera, pueden recibir vida. Nosotros sólo sabemos que esta vida está siempre asociada en naturaleza con esta base particular y nunca con otra.

No estamos en la misma oscuridad con respecto a la vida espiritual. Cuando vemos la compleja combinación que afirmamos como una base para la vida espiritual, encontramos algo que le da una calificación peculiar por ser el protoplasma de la vida de Cristo. Descubrimos por lo menos una razón fuerte, no sólo por qué esta clase de vida debería estar asociada con esta clase de protoplasma, pero también por qué nunca debería estar asociada con otras clases que parecen semejarla. ¿Por qué? Por ejemplo, esta vida espiritual no debería estar injertada en la inteligencia de un perro, o en el instinto de una hormiga.

El protoplasma o el espíritu en el hombre, tiene algo fuera de su instinto o su hábito: tiene una capacidad para Dios. En esta capacidad para Dios está su receptividad. Es el mismo protoplasma que es necesario. El cuarto no está listo sólo para recibir la nueva vida, sino que se espera al huésped y hasta que no venga, algo está faltando. El espíritu del hombre, anhela y gime por Dios. Esto no es peculiar al protoplasma del espíritu cristiano: en todas las tierras y edades, han habido altares al Dios no conocido. El clamor universal del alma humana es, “perezco de hambre”. La respuesta a este clamor es Cristo.

La otra cualidad que buscamos en el espíritu del hombre, es la habilidad para ser moldeado. La conformidad demanda la habilidad de ser conformado. Esta plasticidad no es sólo una marca característica de toda forma de vida, sino en un sentido especial, de la forma más alta. Esto aumenta constantemente mientras subimos en la escala. Cuando llegamos al alma y el espíritu, encontramos esta capacidad de ser moldeado en su forma más desarrollada. Si miramos su susceptibilidad a la impresión, su respuesta inmediata aún a las influencias, o sus vastos poderes de crecimiento, estamos forzados a reconocer en esto, la más perfecta capacidad para el cambio. La maravillosa plasticidad de la mente contiene de una vez la posibilidad y la profecía de su transformación. En breve, el alma fue hecha para ser convertida. ¿Qué es la vida? La razón principal por la que damos a la vida, el agente de este cambio, un trato separado es para enfatizar la distinción entre él y el hombre natural por un lado y el hombre espiritual por otro lado, El hombre natural es su base, y el hombre espiritual es su producto. La vida en sí es algo diferente. Igual como en cualquier organismo tenemos estas tres cosas, materia formativa, materia formada y el principio de vida que forma. Entonces en el alma tenemos la vieja naturaleza, la naturaleza renovada y la vida transformadora. Ningún hombre ha visto aún esta vida. No puede ser analizada, pesada o delineada en su naturaleza esencial. Pero esto es justamente lo que suponimos. Esta invisibilidad es la misma característica que encontramos que es peculiar a la vida natural. No vemos vida en el primer embrión de los árboles, las aves o en el humano. En el cristianismo no esperamos verlo tampoco, porque ahora nos movemos en lo espiritual, que va más allá del alcance del ojo humano.

No pretendemos que la ciencia pueda definir que esta vida sea Cristo; ella no tiene definición para su propia vida, mucho menos para esta vida. Pero debido a que la ley de este caminar es fe, y por la fe entendemos, entonces sabemos que esta vida es Cristo. Hay líneas convergentes que señalan en esta dirección que es el Cristo. Había uno cuyo la historia reconoce que ha sido la Verdad. Uno de sus reclamos fue, “Yo soy la vida”. De acuerdo a la doctrina de la biogenética (o biogenesis), la vida sólo puede venir de la vida. Fue Su reclamo adicional que Su función en el mundo era dar vida a los hombres. “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. Esto no se refiere a la vida natural, porque los hombres ya tenían esa clase de vida. El que tiene al Hijo, tiene otra clase de vida. “¿No sabes que Jesucristo está en ti?”.

A lo largo de la historia han habido personas que sus caracteres asumían una semejanza extraordinaria a Aquél que era la Vida. Cuando vemos la características del ave aparecer en un organismo, asumimos que la vida del ave ha estado obrando; igualmente cuando vemos conformidad al tipo en un cristiano, y sabemos que el tipo puede ser producido solo por el tipo de vida, sabemos que la vida de Cristo ha estado obrando. Si cada efecto demanda una causa, ¿qué otra causa existe para un cristiano? Esta es la marca y naturaleza de la santificación, y el que sabe esto, no va a ser engañado por la imitación.

 

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