
Lección 12.- La Iglesia Y Las Relaciones De Hogar
En Mateo 16: 13-18, Jesús hablando a sus discípulos les pregunta, “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas. El les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente…Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.
La Biblia dice poco del hogar cuando lo comparamos con lo que enseña sobre la Iglesia, la familia más grande de Dios. Lo que dice de la familia es breve. Por ejemplo, cuando Pablo escribió a los cristianos de Colosas, él hace cuatro declaraciones en cuatro versículos cortos.
En el capítulo 3: 18-21, él escribió, “Casadas, estad sujetas a vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas. Hijos, obedeced a vuestros padres en todo, porque esto agrada al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros hijos, para que no se desalienten”.
Piensa en esto. Sólo 4 versículos de los 95 de toda la epístola a los Colosenses está dedicada especialmente a la familia. En la carta a los Efesios, Pablo también habla sobre estas declaraciones, pero sólo 16 versículo de 155 están dedicados específicamente a la familia. (Efesios 5: 22 hasta el 6: 4). ¿Acaso los escritores del Nuevo Testamento no entendían que el hogar es la primera institución que hizo Dios?, y si lo comprendieron, ¿por qué hay tan poco énfasis en este tema? Estas preguntas se hacen más insistentes cuando vemos lo restante del Nuevo Testamento. Seis de las cartas de Pablo (Romanos, Corintios, Gálatas, Filipenses, 1 y 2 Tesalonicenses no hacen referencia directa a la familia en ninguna forma). Pablo usa una ilustración del hogar en 1 Tesalonicenses 2: 7-12.
En estas dos epístolas tenemos la única declaración hecha en todas sus cartas; 1 Tesalonicenses 2: 7-12 dice, “Antes fuimos tiernos entre vosotros, como la nodriza que cuida con ternura a sus propios hijos. Tan grande es nuestro afecto por vosotros, que hubiéramos querido entregaros no sólo el evangelio de Dios, sino también nuestras propias vidas; porque habéis llegado a sernos muy queridos. Porque os acordáis, hermanos, de nuestro trabajo y fatiga; cómo trabajando de noche y de día, para no ser gravosos a ninguno de vosotros, os predicamos el evangelio de Dios. Vosotros sois testigos, y Dios también, de cuán santa, justa e irreprensiblemente nos comportamos con vosotros los creyentes; así como también sabéis de qué modo, como el padre a sus hijos, exhortábamos y consolábamos a cada uno de vosotros, y os encargábamos que anduvieseis como es digno de Dios, que os llamó a su reino y gloria”. Aquí sólo hace mención de la actitud de un padre para con sus hijos.
Sólo 4 de sus otras cartas contienen breves observaciones. En 1 Corintios él trata con varios problemas matrimoniales. El se refiere al cuidado de las viudas en 1 Timoteo; reflexiona en la vida familiar de Timoteo en la segunda carta y en su correspondencia con Tito, exhorta a las esposas y a las madres referente al comportamiento adecuado en el hogar. El escritor de Hebreos también dice algo sobre la familia. En Judas y en Santiago no dice nada acerca de la familia. El apóstol Juan no hace ninguna mención específica a la familia en sus tres epístolas, ni tampoco en el libro de Apocalipsis. El único otro pasaje significativo en las epístolas del Nuevo Testamento que trate específicamente con la familia aparece en la primera epístola de Pedro, aunque no dice nada en su segunda carta.
Nuevamente nos preguntamos, ¿por qué?; ¿por qué el Señor no nos ha dejado información e instrucción más directa? Bueno, el hecho es que sí lo ha hecho. Si interpretamos la falta de referencias a la familia por sí mismos, elevando la Iglesia sobre la importancia del hogar, entonces no valoraremos el hecho significativo que el hogar cristiano en el mundo del Nuevo Testamento era casi sinónimo con la Iglesia. En realidad un hogar individual en algunas instancias era una Iglesia local, por lo menos en sus días iniciales. Debemos reconocer que lo que Dios dijo a la Iglesia, es también para el hogar. En 1 Corintios 16: 15, vemos cómo funciona esto realmente: “Hermanos, ya sabéis que la familia de Estéfanas es las primicias de Acaya, y que ellos se han dedicado al servicio de los santos”. La casa de Estéfanas era una Iglesia.
El hogar, particularmente después que los cristianos fueron prohibidos de adorar en las sinagogas, se convirtió en el lugar principal donde ellos se reunieron para adorar a Dios. Eventualmente ellos tenían que construir edificios para la Iglesia, pero en los primeros días de la Iglesia, esto fue prohibido por ley. Por lo tanto, descubrimos numerosas referencias en el Nuevo Testamento de las “Iglesias de hogar”. Encontramos esto en Romanos 16: 3-5, 1 Corintios 16: 19; Colosenses 4: 15, y Filemón 2. Estas observaciones nos llevan a una conclusión muy importante. Esto es, lo que fue escrito a la Iglesia, también fue escrito a las familias individualmente.
Esto es muy importante. Tú te estás lanzando al ministerio. Vamos a edificar una Iglesia, y la gente va a considerar tu hogar, la santidad de tu hogar, la bendición de tu hogar, con lo que tú vas a reproducir en la comunidad. La mayor parte del Nuevo Testamento, entonces, puede ser aplicado directamente a unidades familiares individuales. Entonces, sí tenemos un Libro guía para la unidad familiar. La Iglesia simplemente se convierte en un concepto de cobertura que incluye el hogar de los santos. Es verdad que el Nuevo Testamento en ocasiones habla especificamentesobre necesidades especiales que están relacionadas en forma única con la vida de la familia, pero en la mayoría, lo que ha sido escrito a los creyentes como una unidad se puede aplicar directamente a la vida de los cristianos en el contexto más pequeño, el hogar.
Ahora, cuando Pablo y otros escritores escribieron a una iglesia, estaban orgullosos de ellos y agradecían a Dios por su fe corporal, su esperanza corporal, su amor corporal, pero especialmente amor.
En Colosenses 1: 3-4 dice, “Siempre orando por vosotros, damos gracias a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo; habiendo oído de vuestra fe en Cristo Jesús, y del amor que tenéis a todos los santos”.
Nuevamente en 1 Tesalonisenses 1: 2-3: “Damos siempre gracias a Dios por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones, acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo”. Quiero decir que estas fueron las más importantes marcas de una Iglesia madura.
Puesto que lo que fue escrito a la Iglesia era aplicada a la familia también, seguía naturalmente que el nivel de madurez de una familia cristiana podía ser determinado por el grado de fe, esperanza y amor expresado por esta familia como un todo, particularmente por parte del papá, mamá e hijos mayores. ¿Cómo reconocemos estas cualidades en nosotros mismos y en nuestros hijos? La fe es la capacidad de creerle a Dios, de confiar en El bajo toda circunstancia, y de permanecer fiel en toda situación. Es permanecer fiel en los tiempos buenos y en los tiempos malos; no dudar de su amor y preocupación; de “agarrarse” de Dios cuando viene la tragedia, cuando reina la confusión, y cuando todo falla. “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve”. La fe es la marca particular de una familia madura. Fue una marca de una Iglesia madura, ya que lo que fue dicho a la Iglesia es dicho a la familia. Es la marca de una esperanza nueva y madura del Nuevo Testamento. La esperanza está relacionada más a nuestro destino eterno, aunque alineada muy de cerca a la fe. La esperanza refleja constancia, estabilidad doctrinal, hechos firmes, y fe en el hecho de que Jesús viene otra vez.
El amor definido es: semejanza a Cristo. Incluye todas estas manifestaciones que caracterizan al Señor Jesús, particularmente cuando El caminó entre los hombres. En 1 Corintios 13: 4-8, vemos que, “El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser…”. La fe, la esperanza y el amor son las marcas de una Iglesia madura y una marca de la familia madura. Un ejemplo notable de un hogar maduro en el Nuevo Testamento aparece en la carta que Pablo escribió desde la prisión en Roma a Filemón, un hombre que vivía en Colosas y a quien Pablo lo llamaba “amigo amado, colaborador nuestro” en el versículo 1. Es interesante notar que también envía sus saludos “a la Iglesia que se reúne en tu casa” refiriéndose a la casa de Filemón en el versículo 2. Observemos la alegría de Pablo, y cómo habla él con agradecimientos y oraciones : “Doy gracias a mi Dios, haciendo siempre memoria de tí en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús, y para con todos los santos; para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. Pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por tí, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos”. (versículos 4-7).
Medita en esto. Mi oración es que seas activo en compartir tu fe para que todos tengan entendimiento de cada cosa buena que tenemos en Cristo. El dijo, “me has dado gran gozo y aliento, porque tú, hermano, has dado refrigerio a los corazones de los santos”. Como la cabeza de su hogar, como esposo y padre amoroso y sensitivo, su ejemplo Cristocéntrico influyó en la unidad familiar total. El padre representa particularmente “la imagen de Dios” en el hogar. En los días del Nuevo Testamento, la correspondencia dirigida a la cabeza del hogar era sinónimo de estar dirigiéndose a toda la familia. Pablo estaba, en realidad, agradeciendo a Dios por el nivel de madurez del hogar de Filemón.
Ahora, ya que todo lo que fue escrito a las iglesias locales era en esencia escrito a una familia individual, todo el Nuevo Testamento y particularmente las cartas, sirven como un lineamiento para la vida de las familias, ¿qué podemos decir de la madurez cristiana?; ¿cómo la evalúan en tú familia, en mí familia?
Hablamos hoy, muy frecuentemente, de tener una “Iglesia del Nuevo Testamento”, pero pregunto, ¿Tenemos también un “hogar del Nuevo Testamento”? ¿Cómo está tu fe? ¿Cuándo realmente han observado tus hijos tu fe? ¡Pruébate a tí mismo! ¿Qué es lo primero que haces cuando pasas una crisis, te quejas, murmuras, te exasperas, te lanzas contra otros (o aún contra Dios)? ¿Te pones nervioso, frustrado, preocupado, enojado, ansioso? ¿O lo primero que haces es buscar a Dios y orar? ¿Demuestras un sentido de confianza en Dios, que El está en control, y aceptas que “a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien”? (Romanos 8: 28). Tus hijos, esposa, observan estas acciones positivas o negativas. ¿Qué están aprendiendo? ¿Qué están tus hijos (y vecinos) aprendiendo de la fe a través de tu forma de vida? Y, ¿qué de la esperanza?; como padres o madres ¿cuán seguros están de Cristo? ¿Saben que tienen vida eterna a través de su fe en Jesucristo? ¿Cuál es el enfoque más importante de tu vida, este mundo o el mundo venidero? ¿Cómo ves la segunda venida de Cristo? ¿Vives día a día esperando su venida? ¿Cuál es tu actitud hacia aquellos que no conocen a Cristo? ¿Los ves como “gente sin esperanza” Estás interesado por ellos? ¿Qué están tus hijos y vecinos aprendiendo sobre la esperanza a través de tu estilo de vida? Luego, ¿qué tal el amor? ¿Qué tan específicamente muestras tu amor por Dios? Como esposa y esposo, ¿qué tan amorosos son el uno para con el otro? ¿Qué tan amoroso eres con tus hijos? ¿Qué están los demás aprendiendo a través de tí sobre Cristo, en paciencia, amabilidad, humildad, interés, sensibilidad, abnegación, ecuanimidad, perdón y motivaciones puras? ¿Qué están aprendiendo tus hijos (y vecinos) sobre el amor de Cristo a través de tu estilo de vida?
El ejemplo de un padre como Filemón es básico para una comunicación cristiana efectiva en la familia. Sus actitudes establecen el campo propicio para que exista unidad y uniformidad. Lo ideal para Dios es que el hombre de la casa, el esposo, el padre, sea en primer lugar el responsable para guiar a su familia, para establecer el grado de desarrollo espiritual. En los casos que el esposo y padre no sea cristiano (como en el hogar de Timoteo), la madre tendrá que tomar la responsabilidad de ser ejemplo de Jesucristo a sus hijos y a su esposo no salvo. Quiero mencionar que no todos los esposos y padres no cristianos son malos esposos y padres. Algunos, en verdad, hacen un mejor trabajo proveyendo y amando que algunos cristianos carnales. Así que tengamos cuidado cómo juzgamos. El convertirnos en cristianos no nos hace automáticamente líderes exitosos en nuestro hogar. Pero mientras practicamos y avanzamos con nuestra fe, mostrando esperanza y amor, entonces vamos a tener como resultado un hogar como la Iglesia del Nuevo Testamento, porque, nota esto, la Iglesia no es un lugar donde yo voy, la Iglesia es lo que yo soy. Y para mí una cosa es ir a la Iglesia, pero otra cosa es, llevar esta Iglesia al hogar conmigo.