Devocional para Hoy! – 17 de Octubre
“…mas el que hace la voluntad del Señor permanece para siempre” (1 Juan 2:17)
Es con la voluntad que tocamos a Dios. Cada vez que elegimos lo que agrada a Dios, es como el florecimiento de otra flor en el mundo espiritual; y cada vez que perseveramos en una elección semejante a Dios, es como la maduración de los frutos de esa flor.
Es por hábitos de nuestra voluntad como de Cristo que nos hacemos uno con Dios, y vemos que nuestra misión, como la de nuestro Salvador, se pone de manifiesto en las palabras: “He aquí que vengo… para hacer tu voluntad, Oh Dios.” (Sal. 40.7,8) Así como el carácter de Dios se manifiesta en la expresión de su voluntad, También Dios ve todo en nosotros, ya que se expresa a través de las decisiones deliberadas y perseverancia de nuestra voluntad. Podemos sentirnos totalmente débiles y miserables; pero si, desde lo más profundo de nuestro ser, deliberadamente escogemos a Dios, Él responde a nuestras decisiones deliberadas y nos da vida y nos fortalece para hacer la voluntad de nuestro Padre Celestial.
La determinación y la decisión reside en la voluntad, y todos son tan puros y santos como quieren ser. Hay dos grandes departamentos de la voluntad, la elección y ejecución. Pero todas las decisiones de la voluntad son fructíferas sólo de acuerdo a la cantidad de perseverancia que les acompañen, que es el lado ejecutivo de la voluntad. La perseverancia es la cualidad más grandiosa posible que un ser creado pueda tener.
Es sublime para una criatura elegir deliberadamente a Dios; elegir ser como Cristo, humilde, humilado, puro y amoroso. Pero es más sublime todavía persistir pacientemente en esa elección a través de diez mil dificultades, y seguir reforzando esa elección y seguir empujando entre todas las demás opciones, hasta que la perseverancia de la elección se convierte en un despotismo sobrenatural del alma.
Una “voluntad espiritual” no sólo elige la semejanza de Cristo, sino que está repitiendo constantemente la honda determinación interior desde un punto de vista superior, y con una visión más amplia en cuanto a su importación, con la fuerza añadida de un afecto y dulzura crecientes en la elección. Dios mira a la determinación secreta de nuestras voluntades, y trata con nosotros de acuerdo con la actitud de nuestras voluntades hacia Él. —George D. Watson- Watson, George Douglas. A Pot Of Oil (Una vasija de aceite). G. Burgum, 1900. [1945/23 (4), evangelista wesleyano, ministro, autor]
Un hombre no está lejos de las puertas del cielo cuando está totalmente sumiso a la voluntad del Señor. —C. H. Spurgeon – [1834-1892, Predicador a los 17 años, autor prolífico, conocido como “el príncipe de los predicadores”]