Devocional para Hoy! – 28 de Octubre
“Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz.” (Juan 16:33)
“Así que, sigamos lo que contribuye a la paz…” (Romanos 14:19)
Oh alma inquieta, acércate al Salvador Bendito en busca de paz, y humildemente arrodillada allí vierte valientemente, poco a poco, y con deseo ferviente, la siguiente oración:
“Oh Jesús, manso y humilde de corazón, ¡óyeme!
Del deseo de ser estimado,
Del deseo de ser amado,
Del deseo de ser buscado,
Líbrame, Jesús.
Del deseo de ser llorado,
Del deseo de alabanza,
Del deseo de preferencia,
Del deseo de influencia,
Del deseo de aprobación… autoridad,
Del miedo a la humillación,
Del miedo a ser despreciado,
Del temor a la calumnia… olvido… ridículo… daño,
Del temor de sospecha,
Líbrame, Jesús.”
Que otros sean amados más que yo mismo Jesús, concede este deseo, que otros puedan crecer y aumentar en honor, y yo disminuya. Jesús, concédeme desearlo que otros puedan ser empleados, y yo sea a un lado. Jesús, concédeme desear esto, que otros puedan atraer los elogios, y yo sea olvidado. Que otros puedan ser preferidos por todos. Concédeme la mayor santidad de la que sea capaz; luego deje que otros sean más santos que yo. Jesús, ¡concédeme desearlo!
Oh, si Dios oye, y Él seguramente oirá, si tu oración ha sido sincera, ¡qué alegría en tu corazón, qué paz en tu rostro, qué dulzura impregnará toda tu vida! Más de la mitad de los problemas de uno, se deben a una idea exagerada de la propia importancia, y los esfuerzos que hacemos para aumentar nuestra posición en el mundo.
Lacordaire dice que la cosa más dulce en la tierra es ser olvidado por todos, con la excepción de los que nos aman. Todo lo demás trae más problemas que alegrías; y tan pronto como hayamos terminado nuestra tarea aquí, y cumplido con nuestra misión, lo mejor para nosotros será desaparecer por completo. —De “Gold Dust (Polvo de oro)”, por C. M. Yonge- (Con permiso de Grosset y Dunlap, Editores.)