Lección 4.- El Hombre Celestial Y La Palabra De Dios
Estamos hablando acerca de Jesús, el primogénito de esta raza, pero también estamos hablando de lo que tú y yo debemos ser y cómo sucede esto, recordando lo que Pedro dijo, que El es nuestro ejemplo.
Leemos en Mateo 4: 4, “El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
En Juan 6: 63-68, “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de vosotros que no creen. Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían, y quién le había de entregar. Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre. Desde entonces muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿queréis acaso iros también vosotros?. Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Luego en Juan 8: 47. “El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios”. En Juan 14: 10, “¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras que yo os hablo, no las hablo por mi propia cuenta, sino que el Padre que mora en mí, él hace las obras “.
En 1 Pedro 1: 23-25 dice, “Siendo renacidos, no de simiente corruptible, sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre. Porque : Toda carne es como hierba, y toda la gloria del hombre es como flor de la hierba. La hierba se seca, y la flor se cae; mas la palabra del Señor permanece para siempre. Y esta es la palabra que por el evangelio os ha sido anunciada”.
Hebreos 4: 12-13, “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.
En 1 Juan 4: 17, “En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo”.
Los primeros cuatro pasajes vienen del hecho que el Señor Jesús era un Hombre Celestial. Mantengamos en mente que estamos hablando acerca de Jesucristo Hombre. En la tentación del desierto vemos que después que los cielos fueron abiertos y el Padre declaró: “…éste es mi Hijo amado…”, el enemigo hizo su desafío a todo lo que este designio de Cristo como el Hombre Celestial implicaba. Las tentaciones fueron diseñados con el aspecto celestial del Señor Jesús en mente. Ahora, en los pasajes del Evangelio según Juan, el mismo aspecto es visto. Juan siempre mantiene el aspecto celestial de Jesús, desde la primera palabra de su evangelio hasta el final. El desafío del Señor Jesús lleva el mismo significado: “¿No crees que yo soy en el Padre…?” Ya hemos visto al hombre celestial en relación a la vida eterna, y ahora vamos a verlo en relación a la palabra de Dios. Al verlo en esta manera, nosotros vamos a ver su progresividad. Hemos mostrado cómo El nació y se desarrolló como un bebe se desarrolla , creció en sabiduría y en conocimiento a lo largo de Su vida. Ahora vamos a ver cómo fue que la palabra de Dios obró con El, como nuestro ejemplo. Entendemos entonces, cómo es que en tí y en mí va a haber una transición de vida, reemplazando la vida vieja. Veremos aquí este principio de vida en el hombre celestial en relación a la palabra de Dios. La palabra de Dios está relacionada muy cercanamente a esta vida, y esta vida eterna está relacionada muy cercanamente a la palabra de Dios; ambas están en el hombre celestial. Esta verdad es tan grande: que éstas no son cosas en El, sino El es todo esto: El es la palabra de Dios, El es la vida, la vida y la palabra están en El, en Su propio ser.
El no dijo: “Yo voy a mostrarles la vida”, El dijo: “Yo soy la Vida”; el nunca habló acerca de mostrarnos el camino, El dijo: “Yo soy el Camino”. Y Juan dijo: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios y el Verbo era Dios”. Y el Verbo fue hecho carne; no se vistió de carne, sino fue hecho carne. Sin embargo, el Verbo es una declaración como también es una persona: El es el Verbo o la Palabra, El es la Vida, sin embargo también el Verbo es una declaración. Si tomas tiempo para estudiar la técnica del punto que es sostenido en el uso de las palabras “Logos” y “Rema”, tu sabrás cuán difícil es hacer una diferencia entre estas dos; estas dos palabras van una con la otra y frecuentemente se unen y vienen a ser una. Así es como la Persona tiene la Palabra, y la Palabra es la palabra de la Persona. Eso quizas suene complicado, pero no lo es. Hay una diferencia entre las dos palabras, pero sin embargo ambas están incorporados en una Persona. Tú tienes que meditar en eso porque aquí estamos viendo todos los propósitos de Dios para nosotros en la Redención; estamos siendo hechos conformes al que llamamos el Hombre Celestial.
En primer lugar, llegamos en este estudio a este pensamiento, “engendrado por la palabra”. Primeramente, el Señor Jesús como hombre celestial: El siempre ha sido Dios, pero como hombre celestial fue engendrado por la Palabra. Observa: El ángel vino a María, le presentó la Palabra a María y esperó su respuesta; nada se produjo sin una respuesta. El ángel había venido diciéndole a esta joven virgen: “vas a tener un bebé”; esto es bastante chocante para una virgen que nunca ha conocido varón; pero después de considerarlo, después de una batalla en su mente, ella respondió: “he aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra” (Lucas 1: 38). Sólo entonces fue impartido el Cristo viviente, y fue engendrado por la Palabra.
Esto tiene que acontecer en nosotros, si tú y yo algún día vamos a despertar a Su semejanza. La palabra de Dios, es la semilla de Cristo. El plantar esa Palabra en el recipiente de nuestro espíritu, es el milagro de una nueva creación. Además de ser engendrado por la Palabra, Cristo fue probado por ella; en la tentación en el desierto, es claro que en el trasfondo de las cosas, fue la palabra de Dios la que gobernaba al Señor Jesucristo. “Escrito está…Escrito está”. Esto nos muestra que la vida es dependiente en la palabra de Dios. En el hombre celestial, el tema de la vida está incorporada a la palabra de Dios. Satanás le dice: “Si tú eres Hijo de Dios, dí que estas piedras se conviertan en pan. El respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. La prueba aquí es la palabra de Dios. Toma lo opuesto y verás que el hombre terrenal muere porque él rechaza la palabra de Dios; lo ves en Adán. Aquí, el postrer Adán es tomado sobre la misma base del primer Adán, y como El pasó tres tentaciones con la palabra de Dios, es claro que Su vida estaba unida a esa Palabra. La palabra de Dios al primer Adán, acerca del árbol del conocimiento del bien y del mal fue: “no comerás de eso”. En vez de ser gobernado por la palabra de Dios, Adán fue gobernado por su propia voluntad y fracasó.
Jesús, el segundo y postrer Adán como puedes ver, estaba completamente gobernado por la palabra de Dios; la palabra de Dios gobernaba completamente la experiencia en el desierto. Jesús como hombre celestial estaba siendo tentado con el propósito de despojarlo de la vida celestial. La prueba entonces como ahora, es hacer que El o nosotros en alguna forma rechacemos, quebrantemos o ignoremos la palabra de Dios, esto es, actuar independientemente. ¿Cuánto de esto se ve hoy en día? Se escucha a algunos de los grandes nombres de la Iglesia de pentecostés, reduciendo la sana doctrina y la verdad que está en Jesús. Jesús mantuvo Su posición como el hombre celestial sobre la base de la palabra de Dios. El fue engendrado por esa palabra, y también nosotros fuimos engendrados por la palabra de Dios. Pedro dijo: “siendo renacidos, no de simiente corruptible , sino de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 Pedro 1: 23); Pablo dijo que esa palabra era la semilla de Cristo. Nosotros fuimos engendrados por esa Palabra; la Palabra vino a nosotros, y tuvimos que dar respuesta a ella.
Y luego somos probados por esa Palabra, tal como ese hombre celestial que es el primogénito de la nueva creación fue probado por la palabra de Dios, y luego gobernado por la Palabra. Cristo no fue sólo engendrado, no fue sólo probado por la Palabra, sino que también en tercer lugar, Cristo fue gobernado a lo largo de Su vida por la palabra de Dios. Cristo encarnó y cumplió todas las Escrituras; vez tras vez el decía: “para que las Escrituras se cumpliesen”. No hay ninguna duda de qué lo estaba gobernando a El. El Señor, en toda Su vida, era gobernado constantemente por la palabra de Dios, en cada paso; y para que esto sucediera, El tenía que estar andando en el Espíritu continuamente. Puedes ver cómo todo esto viene a ser uno en el Reino de Dios: El se movía en la vida del Espíritu, y a medida que lo hacía, El se movía de acuerdo a la palabra de Dios; no puede ser de otra forma.
Cuando yo empecé a leer la palabra de Dios por primera vez, me parecía como si hubiera varios caminos: estaba el camino de la fe, el camino de la voluntad de Dios, estaba un camino de la palabra de Dios, estaba un camino en el Espíritu de Dios. Pero a medida que me acercaba al conocimiento de Dios, yo empezaba a entender que de hecho estos caminos vienen a ser uno. Tú nunca podrás andar verdaderamente en la fe de Dios, sin andar en la palabra de Dios, y esto no es posible sin estar directamente en la voluntad de Dios, el cual requiere que andes en el Espíritu de Dios.
Jesús era tan gobernado por la Palabra, que aún como un hombre en la cruz, completamente debilitado, se podía decir de estas condiciones: “para que se cumpla la Escritura”. Ese Hombre estaba bajo el gobierno de la palabra de Dios por causa del Espíritu que lo poseía, porque el Espíritu llevaba la responsabilidad. La conformidad a Cristo abarca exactamente esto; la Palabra está gobernando en nosotros, porque estamos poseídos por el Espíritu y el Espíritu Santo está gobernando todas las acciones. Este es el camino de la intención final de Dios: conformarnos a la imagen de Dios. La palabra de Dios no puede ser puesta de lado; lo que hemos dicho no significa que podemos tratar de andar en el Espíritu y descuidar la palabra de Dios. Para salvaguardar contra nuestro intento de andar en el Espíritu siendo negligentes en la palabra de Dios, Pablo escribe: “La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros,…en toda sabiduría” (Colosenses 3: 16). Muchas veces, tú quizás no tengas el versículo exacto; sin embargo, el Espíritu Santo, va a hacer real en tí la palabra de Dios.
En la actualidad prácticamente hemos producido un movimiento del Espíritu Santo solamente. Hermano, cuando escuches a alguien decir: “ésta es una revelación de conocimiento”, ¡cuidado!, ponte en alerta; mejor es que huyas de esto. Comprendamos que el Espíritu Santo nunca deja la palabra de Dios, El nunca se aparta de la palabra de Dios. A pesar de que nosotros no seamos capaces de dar un pasaje en particular en una frase exacta, o memorizarlo, sin embargo, somos gobernados por la Palabra. Pertenecemos al hombre celestial: “Como El es, así somos nosotros en este mundo”; y si nosotros somos gobernados y poseídos por el Espíritu Santo nunca habrá un momento en que nosotros andemos fuera del Espíritu Santo. Lo que es verdad para la Cabeza es verdad para los miembros; si estamos unidos al hombre celestial, y la misma vida está en nosotros, andaremos por la palabra de Dios, y seremos gobernados por la palabra de Dios a través del Espíritu de vida que está en la Palabra.
“Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida ” (Juan 6: 63). El Espíritu de vida sabe todo y es inteligente en todo. Y así, a medida que venimos a ser poseídos por el Espíritu, si vivimos la vida en el Espíritu, sabremos en nuestros corazones si algo es correcto o no; es imposible engañar a los escogidos. El engaño del diablo es la imitación y créeme que esa imitación está en todo lugar; una de las más grandes señales de la venida de Cristo, es el engaño. Vez tras vez escribe, “nadie os engañe”. Siempre estaba el énfasis en el hecho de “cuídense del engaño”. Pero el hombre celestial, el elegido de Dios, no puede ser engañado, es imposible. Como él está poseído por el Espíritu, él siempre se mantiene dentro de los límites de la palabra de Dios; eso es vida y salvación. Podemos ver al hombre celestial, la vida eterna y la Palabra gobernando todas las cosas. ¡Qué tal diferencia entre ser gobernados por la letra y ser gobernados por el Espíritu! Podemos tener un libro, poseer la letra y sin embargo nunca venir al conocimiento de la verdad. Podemos matar con la letra, pero tenemos que ser llevados al lugar donde sea el Espíritu en la palabra dándonos vida.
Mira el aspecto doble de la Palabra con respecto al crecimiento en Cristo. Y esto es tan importante, porque hemos demostrado en el último capítulo, “El hombre celestial y la vida eterna,” que este principio de vida es progresivo en nosotros y que está creciendo en nosotros. Primeramente, la Palabra es una expresión inspirada por el Espíritu; el Espíritu obrando en la palabra de Dios, eso es lo que la palabra de Dios debe ser; no es simplemente algo que ha sido escrito. En segundo lugar, el Espíritu de vida está asociado con la Palabra. La pregunta es ésta , ¿cuán cercana a la palabra de Dios es la palabra escrita como tal? Tenemos que ser muy cuidadosos respecto a esto. Este libro no es la palabra de Dios, sino contiene la palabra de Dios. La pregunta es ésta : ¿Cuán lejana es la palabra escrita como tal, de la palabra de Dios? Tú puedes tomar un fragmento de este Libro como letra en sí mismo y utilizarlo en cincuenta formas diferentes al mismo tiempo. ¿Cuál de estas cincuenta formas es la palabra de Dios? Estamos mostrando que algo más es necesario para que ese fragmento sea la palabra de Dios en verdad, en plenitud. Y ese algo más, es el Espíritu de vida en esa Palabra. La Palabra de vida, el Espíritu Santo en sí mismo, debe usar y aplicar esa Palabra para hacerla la palabra de Dios. Tú no puedes obtener resultados divinos simplemente citando la Escritura como tal. Esta es la falacia de la gente de “la palabra de Fe”. El Espíritu Santo tiene que venir a esa Palabra, expresarse a sí mismo dentro de ella y hacerla viva, antes de obtener cualquier resultado de ella. Un hombre celestial viviente no es creado por meras palabras, a pesar que estas sean palabras de la Escritura.
Los hombres han tratado de crear la Iglesia por meras palabras de la Escritura, de tal forma que tú tienes media docena de diferentes tipos de iglesias, y todas ellas apoyándose sobre lo que ellos llaman la palabra de Dios, pero no hay vida. Nosotros establecemos lo que es la Iglesia: el hombre celestial, el hombre nuevo en Cristo, un ser corporal. Es un hombre celestial viviente que Dios tiene en mente, y para producir esto, el Espíritu debe operar a través de la Palabra. “Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida”, dijo el Señor Jesús a Sus discípulos. “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”; por parte de Pedro ésta fue una palabra de revelación.
Los escribas y fariseos tenían las Escrituras, pero ellos nunca las conocieron como vida eterna, esa era la diferencia. Pedro conocía a esos escribas, y él sabía que ellos no la tenían: “…sólo tú tienes palabras de vida eterna”. La vida está en el Hijo de Dios, y es una relación viviente con el Señor Jesús lo que hace que las Escrituras sean efectivas. La soberanía de Dios entonces, tiene que ser vista en la Palabra creativa, y ésta obra soberanamente hacia los inconversos. En primer lugar, predica la palabra de Dios como está escrita, y deja todo lo demás a la soberanía del Espíritu. Si predicas la Palabra a cien personas, para la vasta mayoría va a ser algo tan muerto como cualquier cosa. Noventa o más de las cien personas no sienten y no ven nada, pero una pequeña minoría de ellos son tocados soberanamente.
La Palabra es algo más que declaración, más que letras, es Espíritu y Vida a aquellos que responden. El Espíritu de Dios ha venido a esta palabra en relación a los pocos. Debemos comprometernos a predicar a las multitudes y creer que Dios vendrá de alguna forma a la Palabra y tocará a alguna vida, a pesar que la mayoría no sea tocada; sólo Dios puede dar el crecimiento. Esa es la Palabra creativa y nos lleva a ver que en el hombre celestial y en la palabra de Dios están los hechos de Dios y no sólo las declaraciones de Dios. La palabra de Dios en relación al Espíritu de vida en Cristo es un hecho; algo es hecho. Cuando la Palabra viene a aquellos a los cuales es dirigida, nunca podrán ser los mismos, a pesar que aparentemente siguen andando en sus caminos pasados.
“La palabra que he hablado, ella le juzgará en el día postrero” (Juan 12: 48). Algo ha sido dicho, la palabra de Dios ha venido y algo es hecho, para nunca ser deshecho. Ese es el valor de dar la Palabra en el Espíritu, porque es un hecho, no simplemente algo dicho. La palabra de Dios siempre es el acto de Dios. “…haber sido constituido el universo por la palabra de Dios…” (Hebreos 11: 3).
Acabamos de ver el caso con los perdidos. Ahora miremos qué ocurre en el caso de la nueva creación. Aquí la operación del Espíritu en relación a la palabra de Dios, ya no es enteramente soberana. En el caso del creyente, no es dada con la idea de crear porque ya la creación está hecha, ya somos una nueva criatura. La creación es un acto soberano, pero desde ese momento en adelante, lo que es soberano cesa y el crecimiento es por el Espíritu de vida en la palabra. No importa cuánto puedas alimentar a un cadáver, nunca obtendrás ningún desarrollo, ni crecimiento; tiene que haber cierta vida en ese hombre, para que corresponda con esa comida, y antes que pueda haber crecimiento. Eso es lo que significa cuando decimos que la actividad que lleva la evidencia de la soberanía, cesa en el hombre. El acto soberano es algo aparte de nosotros, es la gracia de Dios para con los pecadores quienes no dan nada en cambio. Ahora que esa vida está en nosotros, nuestro crecimiento se basa en la vida dentro cooperando con la vida en Su palabra. La Palabra acompañada del Espíritu vivifica cuando hay un estado de muerte, pero requiere una respuesta en el espíritu por parte de aquellos que han sido llevados soberanamente a una relación con Cristo a través de la Palabra. La misma vida en la Palabra gobierna nuestra vida diaria como gobernó nuestro nacimiento, esto es, la misma vida que nos engendró debe estar en la Palabra que gobierna la vida, para traer ese ser al crecimiento completo.
Todo es un asunto de vida. La doctrina viene de la vida, y no la vida de la doctrina. La Iglesia de hoy ha invertido el orden. La Iglesia viene de la vida y no la vida de la Iglesia. No es la unión a la doctrina o a la Iglesia, sino al Hombre Celestial lo que es una necesidad vital. En la Palabra como tal, la doctrina viene después de la vida, pues la Iglesia existió antes que la doctrina de la Iglesia existiera. La vida llega y donde se encuentra la vida, el resto seguirá. Tiene que haber vida, y la vida por el obrar, forma la Iglesia. Lo contrario a este orden nos lleva a Babilonia. ¿Qué es Babilonia? Babilonia representa la pérdida de autoridad de la palabra de Dios como algo viviente. El Rey Joaquín cortó la palabra de Dios en pedazos, y fue entonces cuando Judá fue llevada a Babilonia; cuando él repudió la autoridad viviente de la palabra de Dios, todos los vasos de oro y plata fueron llevados a Babilonia. Es una parábola, porque significa que el pueblo de Dios llegó a esclavitud y muerte, y el ministerio de Dios ya no seguía vivo porque los vasos se habían ido.
En este tiempo ellos seguían haciendo sus sacrificios de acuerdo al orden levítico; tú puedes entonces tener la forma de las cosas y el sistema, pero sin embargo ser Babilonia. Es la Palabra del Señor como algo espiritual y viviente lo que te mantiene fuera de Babilonia.