Lección 1.- El Verdadero Arrepentimiento
Vamos a empezar el pensamiento del verdadero arrepentimiento, que ha sido muy olvidado en la Iglesia actualmente, sin lo cual no puede haber una verdadera relación con Dios. Juan el Bautista vino predicando “Arrepentíos porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 3: 2).
Jesús vino predicando “…antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente” (Lucas 13: 3).
Los apóstoles iban por todos lados predicando el arrepentimiento y el perdón de pecados en su Nombre. Vamos a estar tratando con este asunto en los siguientes capítulos, y creo que Dios tiene algo que decir, porque si queremos personas salvadas, tenemos que hacer que primero se arrepientan.
Para hacer eso tenemos que comprender qué es el arrepentimiento, desde el punto de vista de Dios. En 2 Corintios 7: 10, “Porque la tristeza que es según Dios produce arrepentimiento para salvación, de que no hay que arrepentirse; pero la tristeza del mundo produce muerte”. En este capítulo, el apóstol se refiere a la epístola que escribió anteriormente a Corinto de un asunto del cual ellos tenían que ser culpados grandemente. El habla aquí del efecto que hubo al haberlos llevado al verdadero arrepentimiento. Ellos se arrepintieron después de tener una tristeza que era según Dios. Para el apóstol y para Dios, esta era la evidencia que su arrepentimiento era genuino. En este versículo que he usado como texto, él habla de dos clases de arrepentimiento, uno que produce salvación y el otro que produce muerte. El alude aquí a lo que generalmente se entiende por dos clases de arrepentimiento, y esta es la lección que quiero enseñar en esta oportunidad.
Cuando predicamos el Evangelio para llevar a los hombres al punto de reconocer su necesidad de Dios, tenemos que saber con toda certeza cómo llevarlos allí. Cuando te das cuenta que menos del 2 % de los que vienen a la Iglesia y reciben a Cristo, vuelven a regresar, entonces te puedes dar cuenta inmediatamente que algo está mal. Lo que está mal es que ellos realmente no nacieron de Dios. Y quiero presentarte y demostrarte que la razón por la que no nacieron de nuevo es que nunca nacieron realmente de Dios.
Entonces lo que quiero es llevarte a esto: ¿Qué es el arrepentimiento verdadero? ¿Cómo puede ser conocido? Espero responder estas dos preguntas; quiero decir que es mucho más allá de lo que pensamos, así que debemos discriminar mucho más de lo que hacemos en relación con la naturaleza y carácter del verdadero ejercicio de la religión. Si fuéramos fieles en esto, habría mucho menos falsedad e improductividad en la Iglesia cristiana. Creo y digo sin ninguna apología, que quizá el 85 % de los que están en la Iglesia Pentecostés, son cizaña; quiero decir, son personas que no han nacido realmente de Dios.
No hay nada que yo haya buscado más, que el porqué hay tanta religión ilegítima, por qué hay tantas personas en la Iglesia que están sólo allí por todo el entretenimiento de la religión. Yo sé por qué no quieren estar en la iglesia, es porque no está en su naturaleza, dándome a entender y también a todos los que conocen algo de Dios, que realmente no han nacido de nuevo aunque pasaron al altar; que aparentemente tuvieron algún tipo de experiencia religiosa, pero que no nacieron de nuevo. He buscado la razón fundamental de esta dificultad.
Quiero darte a conocer lo que he llegado a descubrir, de tal manera que puedas evadir las trampas que hay allí. ¿Por qué hay tantas personas que creen estar bien con Dios y que no lo están, (a menos que la Biblia esté equivocada?) ¿Por qué hay tantas personas engañadas?. ¿Por qué hay tantos que son todavía pecadores impenitentes, aunque ellos piensan haberse arrepentido verdaderamente ante Dios?
La causa es algo obvio. Es una falta de instrucciones discernientes relacionado a los fundamentos de la religión, especialmente en lo concerniente al arrepentimiento verdadero y falso. Entonces ese es el pensamiento que vamos a establecer aquí, al comienzo de esta serie sobre Arrepentimiento.
¿Qué es el verdadero arrepentimiento? Primero que todo, es un cambio de opinión respecto a la naturaleza del pecado. Este cambio de opinión debe ser seguido por un cambio de sentimientos hacia el pecado. Los sentimientos son siempre el resultado del pensamiento.
Cuando nuestros pensamientos del pecado son tales que producen un sentimiento correspondiente, si la opinión es correcta y el sentimiento le corresponde, entonces esto es verdadero arrepentimiento. La tristeza según Dios, tal como Dios lo requiere, debe nacer del mismo punto de vista por el pecado que tiene El. En otras palabras, debemos ver al pecado como Dios lo ve. La prédica del Evangelio debe tener una nota diferente a lo que la mayoría predica. No predicamos suficiente ley como para llevar a un hombre a reconocer que está realmente perdido y que necesita arrepentirse. Entonces, ¿qué debe pasar? Primero debe de haber un cambio de opinión con respecto al pecado.
Para la persona que realmente se arrepiente, el pecado se ve muy diferente que para la que no se ha arrepentido. El arrepentido verdadero está atónito de que alguna vez haya deseado pecar. Tú sabes que esto es verdad. Tú que has nacido realmente de Dios, que saliste de un mundo de pecado y llegaste al conocimiento de Cristo, ahora te preguntas por qué alguna vez deseaste tal cosa. Cuando esa opinión cambia, y tú consideras el pecado diferente a como lo considera Dios, entonces estás muerto o estás muriendo.
Cuando ves el pecado diferente a como Dios lo ve, entonces estás muerto o estás muriendo. Para la persona arrepentida, el pecado es una cosa odiosa y desagradable. Pero hay los que todavía lo desean, y si se pudieran esegurar que terminarían en felicidad ni pensarían en abandonarlo. Estas personas no se han arrepentido. La gente a la que tú estás predicando esta sentada allí; ellos no pecan, pero entiende esto: si pensaran que podrían ir al cielo aún pecando, ellos seguirían pecando. Si a ellos les gustaría hacerlo si no fuera por el castigo, no se han arrepentido. Se dan cuenta que hay una diferencia, y vamos a tocar este asunto de manera muy fuerte, respecto a estar convencido de pecado, y arrepentido del pecado. Hay un mundo de diferencia, y la diferencia es, o eres salvo o estás perdido.
Segundo, debe haber un cambio de opinión del carácter del pecado con respecto a la relación con Dios. Los pecadores no ven por qué Dios amenaza al pecado con tan terrible castigo. Aman tanto el pecado, que no ven por qué Dios los juzgaría como digno de un castigo eterno. Pero cuando una persona es bien convencida, ve al pecado diferente; y en cuanto a su opinión, lo ve en la misma luz como lo ve un cristiano. Esto es, la persona que es convencida. En este estado de convicción, ven el pecado como el verdadero cristiano nacido de nuevo. Muchos pecadores llegan a ver que el pecado, en relación con Dios, es como para merecer el infierno eterno.
La mayoría de ellos han llegado a este punto vienen a nuestra oficina. Llegan a este punto de ver que el pecado, con respecto a Dios, es como para merecer un eterno castigo en el infierno. Ellos ven el pecado como Dios lo ve, y ahora lo que necesitan es un cambio correspondiente en su manera de sentir para convertirse en cristianos; pero muchas veces el corazón no va de acuerdo con la opinión. Este es el caso de los demonios y espíritus inmundos en el infierno. Entonces, ten esto bien marcado, que es indispensable un cambio de opinión en la verdadera religión, o arrepentimiento. Se debe predicar contra el pecado. Es aquí donde la ley entra.
Date cuenta que tenemos que predicar la ley. Tenemos que predicar que el pecado es la transgresión de la ley de Dios, para llevar a la gente a un punto donde su opinión con respecto al pecado cambie totalmente. Hay pecadores que están allá afuera mirando el pecado como algo maravilloso, sin entender por qué Dios lo odia. Pero cuando predicamos la ley de Dios y el hombre puede ver el pecado como Dios lo ve, entonces su opinión sobre esto cambia; y antes que pudiera haber sentimientos correspondientes, la opinión sobre el pecado tiene que estar alineado con Dios.
En el corazón nunca habrá un verdadero arrepentimiento, si no hay primero un cambio de opinión. Te voy a decir algo tremendo: lo que acabamos de mencionar es la razón por la cual la mayoría de la gente en la Iglesia está ahí, y jamás ha nacido de nuevo. Esta es la razón por la que 90 % más o menos de la gente que se acerca para ser salva, viene, llora y hay mucha apariencia, pero cuando todo termina, el resultado es que no son cristianos verdaderos. Y este es el punto: puede haber un cambio de opinión sin arrepentimiento. Nunca va a haber verdadero arrepentimiento hasta que esa persona llegue al punto donde su opinión acerca del pecado cambie totalmente. Puede llegar a ese punto donde ve el pecado como Dios lo ve, pero no puede haber arrepentimiento sin un cambio de opinión. Entiende que puede haber el cambio de opinión, sin que haya arrepentimiento.
Un hombre puede ver el pecado como Dios lo ve, y aun así nunca arrepentirse realmente; y hasta que se arrepienta, nunca sentirá acerca del pecado como Dios siente. Con el verdadero arrepentimiento, debe venir un cambio de sentimientos. El alma verdaderamente arrepentida no sólo ve el pecado como algo terrible, sino que, como Dios, lo odiará con pasión. ¿Qué pasa con una persona que llega al cambio de opinión sobre el pecado? Esa persona verá el pecado como Dios lo ve y podrá realmente ver que merece un eterno castigo en el infierno. Ve esto pero aún sus sentimientos no han cambiado. Aún ama el pecado; aunque ve lo que es, aún lo ama. Y esa es la razón por la que esas personas que vienen a la Iglesia con sólo un cambio de opinión, pueden ver el pecado en todo su horror, pero su corazón aún ama ese pecado; por lo tanto, están perdidos. Y esta es la razón por la cual la gente está entrando y saliendo. Su opinión es cambiada, saben que el pecado es algo terrible, que merece el castigo eterno en el infierno; sin embargo, aún lo aman tanto, que están siempre cayendo en su práctica. Si tu arrepentimiento es genuino, hay en tu mente un cambio consciente en tus opiniones y sentimientos en relación con el pecado. Permíteme preguntarte. ¿Estás consciente que en este punto hay un cambio en tí?
Y creo que, como ministros de Cristo que están llevando a los hombres a Cristo, luego forjándolos en los vasos de que hemos estado hablando, tenemos que hacer esta pregunta a la gente que estamos guiando al Señor y llevándo a este nuevo nacimiento; ¿Cuál es ahora tu sentir hacia el pecado? Cuando el arrepentimiento es genuino, la disposición de repetir el pecado se va. Esto no quiere decir que un hombre en una situación de enojo u otra cosa no puede caer; pero la disposición para repetir el pecado ya no está. Eso es lo que quiere decir la Biblia, que si un hombre está en Cristo, nueva criatura es, las cosas viejas pasaron, he aquí todas son hechas nuevas. Esto no significa que ese hombre o esa mujer se han perfeccionado en sus acciones, pero sí se han perfeccionado en sus deseos. Ya no tienen ningún deseo de repetir el pecado. Esa disposición ha sido cambiada.
Si tú te has arrepentido verdaderamente, ya no amas más el pecado. Tú no te abstienes de pecar porque tienes miedo de hacerlo, sino porque odias el pecado. Esta es la posición correcta de un hombre o una mujer nacidos de nuevo. Eso sólo puede ocurrir cuando esa persona se arrepiente verdaderamente de sus pecados. Ahí comienza. Primero, la Palabra es presentada, y cuando ella es presentada y la escuchas, entonces viene la convicción, y en ese estado de cosas, ves al pecado como Dios lo ve. Pero aún está el amor por ese pecado. ¿Ves lo terrible que es esto? Pero, sin embargo, con esa convicción Dios te da el poder para arrepentirte. Esto es para que cambies de actitud. No importa cuánto lo ames, El te da el poder para salir de ello.
Y con ese arrepentimiento, todo tu sentimiento hacia el pecado es cambiado; el deseo por el pecado es quebrantado. Tú ya no deseas el pecado, sino que lo odias. Otra vez, esta es una pregunta que debe hacerse: ¿Cómo te va a tí con esto? Mira los pecados que antes practicabas. ¿Cómo los ves ahora? ¿Los ves actualmente como agradables y que quizás te gustaría mucho volverlos a practicar, si lo desearas, o si te atrevieras? Si esto es lo que te pasa realmente, tienes entonces la disposición para pecar. Sólo estás convencido. La concepción no es un nacimiento.
Esto se les debe aclarar a los que llevamos a Cristo, o si no, vamos a estar solamente repitiendo los fracasos el pasado. Estaremos sólo llevando a la gente hasta el punto de la convicción, pero no las estaremos dirigiendo a un arrepentimiento vivo y profundo mediante el cual ellos puedan nacer de Dios. Tu opinión sobre el pecado puede haber cambiado, pero si tu amor por el pecado está aún ahí, aún eres un pecador. El arrepentimiento genuino trae un cambio de conducta. Con la convicción viene el poder para arrepentirse. Con el arrepentimiento, viene la gracia de la fe para creer .
He tratado con mucha gente que me ha dicho, “me gustaría ser cristiano, pero no tengo la fe para serlo”. Ese no es el problema en ninguna forma. El problema está con el verdadero arrepentimiento. Si tú aún tienes la disposición para pecar, si aún te gusta pecar, estás solamente en un estado de convicción. Nunca has nacido de Dios. Yo creo que esto es lo que se quiere decir en el texto escogido, “La tristeza que es según Dios produce arrepentimiento”. La tristeza según Dios produce un cambio de conducta; de otra manera sería una repetición de la misma idea, o sería como decir que el arrepentimiento produce arrepentimiento.
El apóstol Pablo estaba hablando de un tal cambio de mente, que produce un cambio de conducta, terminando en salvación. Otra vez tenemos que hacer la pregunta cuando tratamos con a la gente, ¿han cambiado? ¿han abandonado el pecado? ¿Te das cuenta?, estas preguntas son de mucho peso, porque determinan si esas personas han nacido de nuevo o no. Yo no tengo el derecho y ni ningún otro consejero del altar tampoco, de asegurar a una persona en el altar, que ella es salva. No podemos sólo guiarlas a lo que llamamos “el camino a Roma,” y luego asegurarles que son salvas. No tenemos el derecho de hacer eso. La pregunta es ¿Has experimentado un cambio? Tu disposición hacia el pecado, ¿ha cambiado? No sólo ver el pecado como Dios lo ve, sino ¿sientes respecto al pecado como Dios siente? ¿Odias el pecado? Te hago esta pregunta: ¿Has simplemente agregado la Iglesia a tus actividades?
El arrepentimiento genuino, primero que nada, nos guía a un cambio de conducta. El arrepentimiento genuino nos guía a la confesión y a la restauración. El ladrón que continúa guardando lo que robó, no se ha arrepentido. Si has ofendido a alguien, y, en lo posible, no lo has arreglado, no te has arrepentido. Pablo dice que el arrepentimiento falso es del mundo (la tristeza del mundo). Es una tristeza por el pecado que proviene de consideraciones mundanas y motivaciones conectadas con la vida presente. No tiene relación con la naturaleza verdadera del pecado.
En nuestros tiempos hemos presenciado a los más grandes hombres de la religión, sorprendidos en el pecado, la inmoralidad. Las vidas de algunos de ellos estaban en un desorden terrible, y siguió así por un largo tiempo, y después nos enteramos. Cuando los descubrimos, se pusieron a llorar, como un gran espectáculo en la televisión. ¿Por qué lloran? No es una tristeza según Dios. Es una tristeza del mundo. Ellos lamentan la situación porque han sido descubiertos, han perdido mucho. Si no los hubieran descubierto, ellos lo seguirían haciendo.
Los sentimientos seguían igual, no habían cambiado, porque vimos que la mayoría del tiempo estaban otra vez en el mismo desorden que cuando fueron descubiertos. Los sentimientos no han cambiado. Produce muerte. Es temporal.
El individuo está continuamente recayendo en los antiguos pecados. ¿La razón? La disposición por el pecado no se ha ido. Sólo está contenida y restringida por el temor. Este fue el problema de Israel: que ellos continuamente regresaban al pecado y la idolatría. Ellos sólo tenían la tristeza del mundo. El verdadero arrepentimiento cambia la conducta y disposición al punto de odiar el pecado como Dios lo odia. Esa es la posición de un creyente arrepentido. Y no tienes que estar todo el tiempo tratando de hacer que este tipo de persona vaya a la Iglesia. Ellos odian lo que eran antes. Debemos amar lo que antes hemos odiado y odiar lo que antes hemos amado. La tristeza según Dios produce arrepentimiento, de cual no hay que arrepentirse.
Este mensaje tiene que ser renovado, revivido, y predicado si queremos ver hombres y mujeres verdaderamente nacidos de Dios, que son los que podrán cumplir con el propósito del Todopoderoso.