Lección 2.- Viviendo La Vida De Otro
Cuando Dios nos mira a tí y a mí y a la Iglesia colectivamente, en realidad El no ve nada sino a Cristo, porque es Su intento llevarnos a ese lugar. Así que toda Su obra con nosotros es deshacernos de todo lo que no es Cristo, y es a través de la cruz que esta obra es efectuada.
Vemos que en Efesios 2: 1, 6 y 10 dice : “Y él os dio vida a vosotros, cuando estábais muertos en vuestros delitos y pecados…Y juntamente con El nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús…Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas”.
En Romanos 5: 10 y 17 tenemos esto: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida”. “Pues si por la transgresión por uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”.
Siempre ha sido el propósito de Dios que el hombre compartiera Su vida. Este fue el propósito de la creación. Si Adán hubiese obedecido a Dios, sus ojos hubieran estado abiertos al valor del Arbol de la Vida y hubiera entrado a una relación de hijo; entonces, al continuar comiendo de éste que representa a Cristo, hubiera sido conformado al propósito de Dios. A pesar de la caída de Adán, Dios ha hecho provisión para que Cristo pueda llegar a ser el Arbol de la Vida permanente; es simplemente cumplir el plan original de Dios. Dios nunca planeó la caída del hombre. Ya establecimos esto. Muchos aún insisten que sí. Si tú crees esto, entonces tú crees que Dios es responsable por el pecado. Pero Dios siendo quien El es, sabía que el hombre caería. Así que tenemos esto, que antes de la fundación del mundo, Cristo murió por nuestros pecados. El plan y propósito de Dios a través de las edades, era una línea recta. La caída trajo un rompimiento en esa línea.
La redención restaura esto, y pone al hombre en forma de nueva creación; lo cambia y lo pone en el camino de cumplir el propósito de Dios. Esto es, Dios compartiendo Su vida, y siendo mostrado al universo a través de Su creación humana. A través de la redención, el hombre está nuevamente en el camino donde él puede realizar el propósito de Dios para su vida. La mayoría de la Iglesia nunca ha entendido que Dios usa la sangre y la cruz en una forma sanadora para traernos a la vida, porque por la cruz el nos libera de nuestras viejas fuentes naturales para que podamos vivir de otras. Desde el punto de vista de Dios, el hombre ha tenido vida divina desde el momento que es nacido de nuevo.
Así como Dios mostró el valor de la sangre para reconciliar y perdonar, y el valor de nuestra unión en muerte con Cristo para nuestra liberación, también debe venir como una revelación, que ya hemos terminado con la vieja fuente de la vida natural. Ahora vamos a vivir y movernos por las fuentes de vida de otro. Pablo dijo, “Con Cristo estoy juntamente crucificado,…y lo que ahora vivo…” (Gálatas 2: 20). Si un hombre está muerto, y aún vive, entonces está viviendo la vida de otro y ésta es la verdad de Dios para nosotros. Morimos con El en el Calvario y fuimos levantados con El en Su resurrección. Debemos ver que somos como una rama que ha sido desgajada y ahora debemos ser injertados , esto es, unidos a El, al tronco de la Vida. En la caída fuimos separados, pero en el nuevo nacimiento somos unidos otra vez a esa fuente de vida, y toda la fuente de vida de esa nueva creación es Cristo.
La cruz nos separa de todo lo demás. No sólo estamos unidos a El en la semejanza de Su muerte, sino también en Su Resurrección. Tú puedes ver por qué Pablo en Romanos 5: 10 estaba rogándonos a reconocer el significado de esto: “Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos (diariamente liberados del dominio del pecado) por su vida”. Así como no debemos separar la muerte de Cristo por el pecado de la muerte del creyente con Cristo al pecado, así tampoco debemos separar la unión en la muerte, de la unión en la resurrección. La vida cristiana no es una vida cambiada, sino es una vida canjeada por otra vida. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí” (Gálatas 2: 20). Esta no es una vida que nosotros mismos podemos producir, realmente es vivir la vida de otro.
En Efesios 1: 1, 6 y 10 dice que: “Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Efeso”. Eso es la vida resucitada. “Para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el amado”. Aquí tenemos la vida reinando. “De reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra”. Aquí tenemos la vida realizada. Ahora veremos Efesios 2: 1, 6 y 10-11: “Y él os dio vida a vosotros, cuando estábais muertos”. Aquí tenemos la vida resucitada. Una vez estábamos muertos para Dios, y vivos sólo para la mente de la carne y los deseos de este mundo. “Y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús…Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne…”.
En vez de ser regidos por la mente carnal que obra muerte , somos regidos por la espiritual que es vida y paz. Cuando aprendemos cómo la sentencia de muerte descansa sobre el cuerpo de carne, entonces podemos cesar de andar arrastrados por este cuerpo, y luego podemos experimentar la operación del Espíritu avivando nuestro cuerpo mortal. No debemos minimizar la obra vivificadora. Muy poco es conocido y experimentado acerca de vivir en Su vida resucitadora.
A. B. Simpson, fundador de la Alianza Cristiana y Misionera, aprendió a vivir esta vida de otro. De acuerdo a su testimonio, una vez él buscó sanidad para su cuerpo debilitado, pero él se dio cuenta de que estaba entrando en una unión, viviendo constantemente por la fuerza de otro. Y él llegó a realizar la obra de muchos hombres a través de esta unión viva. Ahora muchos quisieran usar esta fórmula, pero no funciona así. Dios hace el uso. Esta es una vida continua, no una experiencia de crisis. Pablo dijo “…os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados” (Efesios 4: 1). Habiendo sido llenos del Espíritu, debemos andar en el Espíritu. No solamente somos resucitados a vida de resurrección, sino “juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 2: 6). Esto es una vida reinante. Viene a ser claro que esta vida posee poder sobre los principados y potestades de las tinieblas. “La cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero” (Efesios 1: 20 -21). Cristo ha estado allí, estamos en Cristo; es una vida reinante.
La comisión original de Dios al hombre era que él tuviera dominio sobre el mundo en el que lo había puesto. En la caída, Satanás ganó esa posición. Jesús en el Calvario rompió para siempre los poderes del imperio de tinieblas de Satanás. De la misma manera que el dominio de Satanás ha sido derrotado por aquellos que están en Cristo, así también el imperio perdido de Adán ha sido restaurado en Cristo. Romanos 5: 17 dice, “…mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia”. Así que no es sólo cuestión de tener vida resucitada, necesitamos saber qué significa reinar por Su vida. Hay algo aquí que es más profundo de lo que encontramos mirando casualmente. El poder de Satanás no está sólo en el amor al mundo, en el pecado, o en algún ataque directo contra nuestra mente y cuerpo. Es posible vencer todo esto y aún vivir bajo la amenaza y el temor de la muerte. ¿Hemos realmente encarado el asunto de la muerte? Mientras permanezca el temor de la muerte, no lo hemos vencido, por no menospreciar nuestras vidas hasta la muerte; y si es así, aún estaremos en atadura a esa carne, y al diablo.
En las escuelas de Rusia, graduamos cada tres meses a los estudiantes. Al graduarlos, nos tomamos un mes en dispersarlos para plantar iglesias. Llevamos pastores de Estados Unidos para apoyar a estos estudiantes. Un amigo muy querido, el pastor de una gran iglesia en California, el hermano Duke Downs, vino la primera vez, y lo mandamos a una ciudad de Rusia con un estudiante a empezar una iglesia. Pasaron por mucha oposición. Aunque el comunismo había sido puesto de lado por el gobierno en Moscú, aún en muchos lugares estaba la KGB y aún estaba funcionando. El se encontró con esto mientras estuvo ahí. El estudiante se asustó por su vida, y lo puso en un cuarto y le dijo, “bajo ninguna circunstancia tú vas a salir”. El nunca había estado en una situación así. En sus propias palabras, él dijo que estaba aterrado de lo que estaba ocurriendo; no había forma de salir, ni de hablar con nadie. Una noche él salió, y me llamó en Moscú por teléfono y me contó la situación que él estaba pasando. No me dí cuenta de cuán desesperante era el asunto, sólo le dije, “deben de estar cerca de ver un gran avivamiento”. Por tres días y noches él se quedó en ese cuarto. El dice que lloró, oró, trató de agarrarse de Dios; él se despertó la tercera mañana y salió de su cuarto, y dijo, “Vivo o muerto estoy aquí para predicar”. El dijo al estudiante, “consigue ese cine, no importa quién amenace, o lo que hagan, vamos a realizar esta cruzada”. Dios le dio uno de los milagros más grandes. El regresó a casa y su esposa lo vio como un hombre totalmente cambiado. Cuando estuve en Estados Unidos, me encontré con él, y después del servicio estuvimos hablando, y yo le dije que un hombre nunca es libre hasta que es librado del temor de la muerte. Y cuando dije eso, él se sentó y lloró. El dijo, “ahora yo sé cuál fue la experiencia que tuve”. El dijo acerca de esa experiencia en Rusia, “Dios me libró del temor de la muerte”. El último eslabón de esa carne y del diablo fueron vencidos, y su esposa me dijo, “él fue transformado en un nuevo hombre, a tal punto que no tiene temor de hacer cualquier cosa”. Este eslabón debe ser roto.
Esta es una vida realizadora , una vida creativa. No vamos a llegar a ningún lado hasta que esta vida de resurrección reinante opere a través de nosotros en una manera creativa. Debemos venir a esta vida creativa. No vamos a ir a ninguna parte hasta que Su vida reinante y de resurrección esté operando a través de nosotros en una vida creativa. Cuán pocos creyentes hay que han encontrado el plan de Dios para sus vidas y están entregados totalmente para el propósito por el cual Dios los ha puesto en este mundo. Estamos jugando mucho en la obra cristiana en estos días – salimos y entramos de servicios y reuniones. Ofrecemos alguna ayuda a lo que creemos que es Su obra, damos un poco de nuestro dinero a eventos cristianos que nos atraen, sin embargo hemos perdido el verdadero propósito. Todo servicio cristiano debe resultar en acción creativa y no en acción de imitación.
“Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras” (Efesios 2: 10). Tú eres predestinado para ser en Cristo una vasija a través de la cual El pueda obrar creativamente. Esto no es opcional. Desde el principio Dios ha señalado a cada hijo para llenar un lugar que nadie más puede llenar. Vivimos por Su vida, así que descubrimos que nuestra vida es una vida ordenada, y una vida planeada. ¿Cuál es Su plan para tí?; ¿cómo El va a derramar Su vida a través de tí? En un oficio humilde para el cual tú estás especialmente equipado, para que otros puedan ser libres de realizar una obra que percibimos es más importante. ¿Es buscar y entrenar al joven para que pueda salir a la vida con un fundamento sólido? ¿Cuál es Su plan para tí? Si tú no lo sabes, es como si estuvieras negando Su señorío en tu vida. Recuerda que desde el principio tú has sido “creado en Cristo Jesús” para una vida realizadora. Dios quiere obrar creativamente a través de tu vida. El te ha traído a sí mismo para Su propósito. Al nacer de Dios fuiste traído a esto. Tú eres hechura de Dios, creado en Cristo Jesús, para una obra realizadora. Debemos encontrar esa vida. No es suficiente con ir a la iglesia el domingo y creer que hemos cumplido nuestras obligaciones al Dios que nos lavó con la sangre de Su precioso Hijo. Debemos llegar a ser lo que se supone que debemos ser; debemos encontrar el propósito de Dios para nuestra vida individualmente, y debemos cumplir este propósito para que Dios pueda realizar a través de nosotros a quienes El compró con tal precio, Su propósito y Su plan. Estamos aquí por una razón, glorificar a Dios.
Jesús dijo: “Deja que tu luz alumbre delante de los hombres para que puedan ver tus buenas obras y glorifiquen a tu Padre en el cielo” (Parafraseando Mateo 5: 16). Mi profesor me hubiera dicho que el verbo principal de esta oración es “dejar”. Las únicas buenas obras que los hombres verán en tu vida o en la mía, son aquellas obras que vienen del hecho de que somos creados en Cristo Jesús para estas obras. Esto es, que Dios está viviendo a través de nosotros una vida creativa. La cruz está para efectuarlo, o para tratar con todo lo que no es Jesucristo nuestro Señor. En otros capítulos lo vimos en la vida de Jesús ¿Cómo? Esto es que a través del Espíritu eterno El se ofreció a sí mismo a Dios. El fue a la cruz. Por lo tanto, tiene que ser ese Espíritu por el cual El fue guiado a la cruz. El mismo Espíritu operando en nosotros obra el ministerio de la Cruz en nosotros también, para que Dios pueda recibir por medio de nosotros lo que El ha diseñado: creados en Cristo Jesús, para una vida realizadora.