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Lección 1.- La Oración Y Nuestra Actitud Hacia Dios

Lección 1.- La Oración Y Nuestra Actitud Hacia Dios

 

Hemos visto que no importa cualquier otra cosa que estudiemos, pues nada funciona sin la oración. Fue el Sr. Wesley quien dijo, “Dios no hace nada sino en respuesta a la oración”.

En Exodo 17: 8-13 dice: “Entonces vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim. Y dijo Moisés a Josué: Escógenos varones, y sal a pelear contra Amalec; mañana yo estaré sobre la cumbre del collado, y la vara de Dios en mi mano. E hizo Josué como le dijo Moisés, peleando contra Amalec; y Moisés y Aarón y Hur subieron a la cumbre del collado. Y sucedía que cuando alzaba Moisés su mano, Israel prevalecía; mas cuando él bajaba su mano, prevalecía Amalec. Y las manos de Moisés se cansaban; por lo que tomaron una piedra, y la pusieron debajo de él, y se sentó sobre ella; y Aarón y Hur sostenían sus manos, el uno de un lado y el otro de otro; así hubo en sus manos firmeza hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec (al enemigo) y a su pueblo a filo de la espada”. Esta es la historia de la oración que prevalece.

Aquí está Moisés, su fuerza no es igual a la necesidad, así que le trajeron una roca y lo sentaron en ella. Se sienta en la roca, y Aarón y Hur sostienen sus manos. Aquí tu tienes la posición o postura de un intercesor. Este es el significado de Moisés levantando sus manos, mostrando una absoluta dependencia de Dios. La oración muestra mi actitud hacia Dios mismo. El asunto de la oración es algo de que decimos que creemos, y el testimonio de la Iglesia es que realmente no creemos como decimos que creemos.

Aquí bajo el Antiguo Pacto, la actitud de Moisés hacia Dios fue la de dependencia. Esto es lo que el levantar las manos significa. Una rendición total. Me doy a mí mismo a tí; Moisés, allí en ese collado, con sus manos levantadas, es la postura de alguien bajo completa y total sumisión a Dios. El clamó al Señor, Josué debilitó a su enemigo. Esto debería desafiarnos hoy: si bajo el Antiguo Pacto, la gente de oración podía debilitar al enemigo y hacerlos huir, ¿qué podemos hacer bajo el Nuevo Pacto cuando encaramos al enemigo cuyas obras han sido destruidas por Cristo? La Biblia dice que Jesús destruyó las obras de Satanás. Todo lo que hace el diablo ahora es por engaño. El va como león rugiente. El no es un león rugiente, pero su imitación engañadora hace que la gente crea que él realmente es una amenaza.

Jesús derrotó a Satanás en el Calvario, tomando las llaves de la muerte, el infierno y la tumba. Si nos vamos a avalar en esa victoria y ser los intercesores que Dios nos ha llamado a ser, entonces podemos avanzar y hacer cumplir esa victoria. Pero si no oramos, levantando nuestras manos mostrando nuestra dependencia de Dios, el diablo, en su engaño, nos destruirá. Esto es lo básico acerca de la oración. Si tú no tienes estas cosas básicas en su lugar, como hemos estado viendo, seguirás en la carne, entrando en error, porque tú has gustado que el Señor es bueno, y ese gustar te ha provocado desear ver su gloria. Si no tienes lo básico en orden, donde te puedes poner en posición a tí mismo en fe en Dios para liberar Su poder y su gloria en tu vida, en tu sed por el poder, te moverás en la carne, y tratarás de tomar un atajo. El plan de Dios para nosotros es la crucifixión de la carne y la resurrección de Jesucristo, y así poner a Cristo a la vista de un mundo incrédulo.

En Ezequiel 36: 25 dice, “Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiaré. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros”. Dios está hablando a un pueblo que a través de la prueba fueron encarados a la mundanalidad de su corazón. Esta es una generación después, pero El los trata de la misma forma, llevándolos al mismo camino de la prueba. Ellos eran apóstatas, El los castigó. Ahora los está reuniendo otra vez, y El dice, “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra”. Sólo comprende esto: Israel ha regresado, como lo hemos establecido, por segunda vez. Yo creo que el Pentecostés también ha llegado otra vez a la oportunidad de avivamiento, sin paralelo en la historia de la Iglesia. Creo que son los últimos tiempos, los últimos días de los cuales Pedro y Joel hablaron, y Dios está por derramar Su Espíritu sobre toda carne. Con esto en mente, regresemos a Ezequiel, vamos a ver la voluntad de Dios. No podemos orar a menos que conozcamos Su voluntad; ahora si oramos de acuerdo a Su voluntad, sabemos que nos oye.

¿Cómo conozco su voluntad? La aprendo en Su palabra. “Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra. Habitareis en la tierra que di a vuestros padres, y vosotros me seréis por pueblo, y yo seré a vosotros por Dios. Y os guardaré de todas vuestras inmundicias; y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no os daré hambre. Multiplicaré asimismo el fruto de los árboles, y el fruto de los campos, para que nunca más recibáis oprobio de hambre entre las naciones. Y os acordaréis de vuestros malos caminos, y de vuestras obras que no fueron buenas; y os avergonzaréis de vosotros mismos por vuestras iniquidades y por vuestras abominaciones. No lo hago por vosotros, (No los estoy exaltando como nación (El dice), estoy exaltando a mi Hijo, mi nombre a través de este pueblo), dice Jehová el Señor, sabedlo bien; avergonzaos y cubríos de confusión por vuestras iniquidades, casa de Israel. Así ha dicho Jehová el Señor: El día que os limpie de todas vuestras iniquidades, haré también que sean habitadas las ciudades, y las ruinas serán reedificadas. Y la tierra asolada será labrada, en lugar de haber permanecido asolada a ojos de todos los que pasaron. Y dirán: Esta tierra que era asolada ha venido a ser como huerto del Edén; y estas ciudades que eran desiertas y asoladas y arruinadas, están fortificadas y habitadas. Y las naciones que queden en vuestros alrededores sabrán que yo reedifiqué lo que estaba derribado, y planté lo que estaba desolado; yo Jehová he hablado, y lo haré” (Ezequiel 36: 32-36).

Cuando leo esta porción de la Escritura, sé que Dios le está hablando a la Iglesia. Todas estas cosas, la Biblia dice, acontecieron a Israel como ejemplo para nosotros. A pesar del poco tiempo que tenemos antes de que venga el juicio, Dios quiere que esto pase en la iglesia de Jesucristo. La Iglesia como un todo es un desierto, espiritualmente. El mundo conoce nuestra desolación. El mundo sabe que no somos otra cosa sino un lugar desolado. Hablamos del poder, pero no damos prueba de la resurrección.

Pero Dios dice que si caminamos conforme a Sus estatutos, y Sus testimonios, esto es, hacer más que citar Escrituras, y si nuestro hablar proviene de una relación con El, y hacemos las cosas a Su manera, El restaurará su poder y bendición. El siguiente versículo es la clave de todo. Después de leer, “yo lo haré,” tú pensarás que si Dios lo va a hacer, esto es todo lo que se necesita. Dios dice, “yo lo haré”, y El dice, “Si yo Jehová he hablado, yo lo haré”. He oído el mensaje, he visto el poder de Dios en pequeños chorros, pero El dice que llenará la tierra con Su gloria. Entonces, ¿por qué no ocurre? La respuesta está en el versículo 37, “Así ha dicho Jehová el Señor: Aún seré solicitado por la casa de Israel, para hacerles esto”. La voluntad de Dios no puede ser hecha sin Dios, pero El no hará Su voluntad sin mí. No tenemos opción acerca de la oración. Dios dice, “Yo he hecho todas estas promesas, pero por todo esto yo tengo que ser solicitado por mi pueblo”. A pesar que El ha hecho todas estas promesas, nunca vienen delante de El en oración para que sean hechas.

Si creemos todo lo que decimos que creemos, entonces no tenemos opción. Esta casa debe ser una casa de oración. Si Dios hiciera su voluntad sin ser solicitado por el creyente, entonces la carne lo olvidaría en tres días. Sin fe, es imposible agradar a Dios. Debes creer que El es, y la oración muestra nuestra actitud hacia El. Cuando vienes a un lugar de oración, entonces estás mostrando tu actitud, diciendo que crees que Dios es, y en ese lugar de oración, estás demostrando tu absoluta, total sumisión y dependencia de Dios. Dios va a tratar con nuestra actitud hacia Sus provisiones, hacia el mundo, hacia las circunstancias, hacia el pesar, amargura, y el dolor. El también va a tratar con nuestra actitud hacia Sí mismo, y no hay nada más que muestre cómo me siento respecto a Dios, que mi vida de oración. “Sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (diligentemente).

Mi fe nunca es probada como es probada cuando me arrodillo en el altar y todo demonio del infierno invade ese cuarto para ver qué es lo que voy a hacer. En Salmos 106: 7 leemos, “Nuestros padres en Egipto no entendieron tus maravillas; no se acordaron de la muchedumbre de tus misericordias; sino que (nosotros) se revelaron junto al mar, el Mar Rojo”. Ellos no entendieron esa gran liberación. Dios está buscando un lugar para que nazca Cristo y sea traído a una madurez total. Esto es por lo que hay mas regocijo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por otra cosa. Porque una nueva criatura es una nueva oportunidad para que Cristo sea mostrado a este mundo. “Pero él los salvo por amor de su nombre, para hacer notorio su poder. Reprendió al Mar Rojo y lo secó, y les hizo ir por el abismo como por un desierto. Los salvó de mano del enemigo, y los rescató de mano del adversario” (Salmos 106: 8-10).

Todo lo que puedes leer en este Libro son mandamientos. No hay ninguna sugerencia aquí. “Cubrieron las aguas a sus enemigos. No quedó ni uno de ellos. Entonces creyeron su palabra y cantaron su alabanza”. “Bien pronto olvidaron sus obras; no esperaron su consejo”. No oraron, no esperaron en Dios. La falta de oración muestra un corazón de incredulidad hacia la persona de Dios y hacia lo que El dice que El hará. Mateo 21: 12-16 dice, “Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; Y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron”. Ahora si te sientes indignado por este mensaje, es lo mismo que pasó ahí. Es lo mismo ayer, hoy y por siempre. Ellos estaban indignados, “Y le dijeron: ¿Oyes lo que estos dicen? Y Jesús les dijo: Sí, ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza?”. Aquí está el orden: Dios viene al templo y la primera cosa que El hace, es purificar el templo. Si tú conoces a Jesús como Salvador, puedes identificarte. Con esto recuerdas la limpieza; cuando tú viniste a El en ese momento para ser nacido de Dios, tú sabes que Su primera obra es que El nos limpia, El nos purifica. El más vil de los pecadores viene a esta fuente y se vé blanco como la nieve. El viene y nos purifica. Ese es el primer orden en la lista. El limpia el templo. Somos el templo de Dios, y en primer lugar está la pureza; limpieza. El orden es pureza, oración, poder, alabanza. Conocemos acerca de las iglesias de alabanza, pero conocemos muy poco acerca de las iglesias de oración. Los resultados son que la alabanza es sólo de labios; vienes a la casa de Dios y alabas a un Dios al cual has ignorado toda la semana; esto es un címbalo que retiñe.

La iglesia de Jesucristo está sin poder, porque está sin oración. Puedo rastrear la causa de cada frustración que he experimentado en mi vida cristiana, al querer saltar de pureza a poder. Las iglesias que tratan de producir poder, tratan de producir alabanza operando de memoria, es decir, operando en cosas que escucharon que una vez ocurrieron. El mundo puede ver muy bien a través de esto. Tratamos de hacer algo para probar que somos espirituales. Venderemos nuestra integridad; cualquier cosa para hacer que algo ocurra. Dios no va a liberar poder hasta que el orden sea correcto. Presta atención a esto: “Derramaré mi Espíritu sobre toda carne, sanaré tu tierra, te visitaré. Clama a mí, y yo te responderé”. Pero para todo esto, El tiene que ser solicitado por nosotros para que lo haga. La pureza no es suficiente; no puedes tener poder sólo porque eres puro. Mansedumbre es disciplina, es fortaleza bajo disciplina. Obtenemos la fortaleza de Dios cuando él nos purifica; obtenemos el poder de Dios para ser victoriosos sobre el pecado porque El ha pagado la pena del pecado, rompió el poder del pecado en la cruz. Ahora la sangre de Jesucristo me limpia de todo pecado. Tengo Su poder en mi vida cuando soy salvo, pero esto no producirá el poder manifiesto de Dios en el cuerpo de Cristo que sana al enfermo y glorifica el nombre de Dios a través del poder de los dones del Espíritu Santo.

No puedes saltar de pureza a poder, ni puedes saltar del poder a la alabanza perfeccionada. Tenemos que disciplinar todo el poder que recibimos en la cruz bajo la poderosa mano de Dios, y mostrar una humilde, sumisa, y arrepentida actitud hacia la persona de Dios al orar sin cesar. Hemos edificado un ministerio Ismael (carnal) tras otro, ahora no tenemos tiempo para orar, porque tenemos que inventar muchas formas para sostener esos ministerios Ismael. Somos demasiado orgullosos para permitir que vengan a cenizas, vamos a mantenerlos flotando así tome 24 horas al día; y así, tienes lo que los predicadores llaman “agotamiento”. No es agotamiento, es pecado. Jesús oraba. El salía mucho antes del amanecer, como era Su costumbre, y oraba. Lo encuentras en el inicio de Su ministerio, en medio, y al final de Su ministerio. En Getsemaní, en la cruz, El oraba. Los discípulos caminaron con El por tres años. Ellos vieron Su poder, lo vieron sanar al enfermo, limpiar al leproso, levantar al muerto. No le pidieron al Señor, enséñanos a tener poder, o, Señor, enséñanos cómo sanar al enfermo. Ellos entendieron la razón por la cual todo ocurría, y dijeron, “Señor, enséñanos a orar”.

Cuando el evangelio es presentado, mucha veces va de una manifestación de poder a otra. Esto no está bien. Lo que pasó en los Evangelios pasó entre un tiempo de oración a otro. Para caminar con Jesús, tienes que ir donde El está. El no va a venir donde tú estas. ¿Donde está el Sumo Sacerdote? Esta intercediendo en el trono. El siervo no es más que Su maestro; “como el Padre me ha enviado, así os envío”. “Enséñanos a orar”. En Mateo 6: 5-8 dice, “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis”.

No estás hablando a un Dios indispuesto, no tienes que presentar tu caso como a un abogado. No tienes que tener un resumen de 25 páginas de tus necesidades. Sólo aprende qué es la oración. Ora como Jesús enseñó a sus discípulos a orar. El sabe nuestra necesidad antes que pidamos. El quiere que nosotros nos alineemos, para que El pueda ser Dios. Cuando El es Dios en la Iglesia, el poder estará allí. “…oraréis así…”. La carne no quiere orar. El Espíritu en mí debe mandar a la carne que se someta y ore. El orden nuevamente, trayendo esta lección al final, cuando el entró en ese templo, El lo limpió. Luego El dijo que debía de ser una casa de oración. Pureza, oración, luego poder. Ese poder manifestado viene como resultado de la oración. Primero es la oración, entonces la sanidad del enfermo, luego vendrá la alabanza y la adoración a Dios.

 

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