Lección 8.- La Tragedia De Apartarse De La Visión Celestial
Ya nos hemos dado cuenta que la Iglesia es lo más importante para Dios. Todo lo que El ha hecho ha sido con este propósito, y la historia no tiene absolutamente ningún significado aparte de la Iglesia. Pero lo que los hombres llaman “Iglesia”, es mas bien otra cosa de lo que Dios la llama. Esta es la razón por la cual debes dejar toda presuposición a un lado y ver a la Iglesia como Dios la ve.
Sabemos que la Iglesia que nació en el día de Pentecostés es la única Iglesia que va a alcanzar su generación para Cristo. En el libro de Hechos, tenemos la historia de esta Iglesia y la gloria de Dios que reposó sobre ella. Pero ahora, al final de los tiempos, tú y yo sabemos, que la Iglesia por la que Cristo viene, es una Iglesia contra la cual el infierno nunca va a prevalecer. Esto significa que la Iglesia por la que El viene debe ser igual a la Iglesia con la que El comenzó. Algo ha pasado en estos años, y hemos torcido la Iglesia; hemos llegado al fin de una era con algo diferente a aquello con lo cual empezó Cristo. ¿Y qué creó esto? Hemos visto qué es lo que va a necesitar y vamos a ver lo que debe ser. Pero por un momento vamos a ver lo que ha traído a la Iglesia a este punto en el cual es cualquier cosa, menos lo que Dios se propuso. Y al ver la causa vamos a saber cómo efectuar la cura.
En Juan 20: 21 dice, “Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío”. En estos capítulos hemos traído a la vista el aspecto celestial de la Iglesia, que dijimos es una ley de gobierno básica del propósito de Dios para ella. Hemos visto que éste es un factor de gran importancia en los tratos de Dios con Jerusalén. Cuanto más hemos leído y meditado sobre el asunto, tanto más hemos visto lo que está detrás de la historia de Jerusalén. Cuando Jerusalén estaba en buena posición, su avivamiento siempre estaba relacionado a los elementos que hablan de lo celestial, nunca de lo terrenal. Por el contrario, la pérdida de paz, pérdida de poder y de gloria, se debió a que elementos terrenales y del mundo tomaron ventaja sobre ellos. Jerusalén había llegado a su suprema crisis cuando el Señor vino en medio de ella.
Desde este punto, dos cosas marcaron esta crisis de su historia, y tú sabes que ella es un tipo. Lo primero fue el aspecto celestial de la propia persona de Cristo y de su vida, ministerio y misión. Lo segundo, el aspecto terrenal de la visión de Judá, sus intereses y asociaciones. Bueno, el contraste es uno de los elementos más sobresalientes del evangelio. Nunca la mundanalidad de Jerusalén fue más obvia, que cuando el Señor estuvo ahí. El trajo el cielo en Su propia persona y por Su presencia, y el estado opuesto fue sacado a la luz. Así que con esto en mente sobre la historia, vemos esto como los hechos de Dios, y los hechos de la historia.
Ahora venimos a este pensamiento: el aspecto celestial de Cristo y su pueblo. Lo primero de estos dos, lo celestial de Su persona, vida, ministerio y misión, es observado más claramente en el evangelio de Juan. El evangelio de Juan está principalmente relacionado con los asuntos dentro del ámbito del judaísmo. También en este evangelio, Jerusalén es mencionado bastante. Contra este hecho, vemos en el evangelio de Juan el aspecto celestial de Cristo, como lo que lo representaba más particularmente a El que cualquier otra cosa. Entonces en cuanto a su propio pueblo, el evangelio de Juan hace de la vida espiritual del creyente, un asunto celestial en todo punto.
La vida espiritual del creyente tiene su inicio en el cielo, cuando El dice que somos nacidos de arriba. En el evangelio según San Juan, el Señor con un gran dolor, pide que los suyos sean guardados de este mundo. El permite que la sombra de su partida caiga muy fuertemente sobre ellos con el propósito definido de mostrar primero, que su vida debe ser una vida celestial, su esperanza una esperanza celestial y no terrenal. La turbación de sus corazones fue debido ampliamente a la tristeza por sus expectaciones mundanas. Para vencer esta falsa expectativa que estaba en cada uno de ellos, los apartó del mundo y aferró su esperanza sobre El mismo en gloria. Su servicio es también puesto como un servicio celestial. “Como me envió el Padre, así también yo os envío” (Juan 20: 21). Este versículo dice que nuestro ministerio, el ministerio real de la Iglesia, debe ser el ministerio real de Cristo aquí, “Como me envió el Padre, así también os envío”. Este debe ser el ministerio exacto de la Iglesia como el cuerpo de Cristo. Podemos entender, entonces, por qué el infierno se va a mover en contra tuya, cuando comiences a moverte en este ministerio. Mientras que nosotros comencemos a manifestar a Cristo, así como lo fue El en la tierra, el mundo religioso, su mundanalidad y lo terrenal, van a venir en nuestra contra. Y tú ya estás viendo el odio que existe contra los cristianos verdaderos por todos lados y en todo momento. Nos están comenzando a decir que somos una secta y peor, porque cuando tu ves su vida, su ministerio, su santidad, su andar, su misión, esto es exactamente la misión y ministerio de la Iglesia. Todo esto se ve y está muy claro en Juan: “Ellos no son de este mundo…”.
Mira la atadura a lo terrenal del judaísmo. No hay duda que la atadura del judaísmo fue la raíz y la causa de su rechazo hacia Cristo. La atadura a lo terrenal, el agarrarse a la tradición histórica en sus mentes, trajo como resultado la ceguera espiritual, a todo lo que era celestial. Esto se hizo manifiesto, ya que la ceguera se manifiesta de varias formas. El evangelio de Juan nos da una clara revelación de la obra externa de esta ceguera espiritual en los celos, envidia, odio, menosprecio, suspicacia, pasión, etc…Esto se veía bastante en el evangelio de Juan y los judíos entonces eran vistos muy mal. Cuando meditas sobre esto en conexión con lo celestial de todo en relación a Cristo, puedes ver cuán ciegos estuvieron a todo lo que era realmente celestial. Esta ceguera obrando en aquellos días, lleva a un total y final rechazo a El por la nación. Desde este punto, Jerusalén se convirtió en el centro de mundanalidad religiosa de una manera intensa en su forma externa. En este punto necesitamos recordarnos a nosotros mismos, que estamos tratando con el asunto dela Iglesia.
Nuestra gran preocupación es la Iglesia, la cual es Su cuerpo. Y debemos conocer la naturaleza de la Iglesia, y qué es aquello que constituye espiritualmente. Podemos ver muy claramente que los celos, envidia, odio, suspicacia, pasión, etc…son marcas de la ceguera espiritual. La visión espiritual y la revelación espiritual deberían estar presentes para que desaparezca todo lo ya mencionado. En donde hay tales cosas como celos, odio, envidias, esto no es la Iglesia celestial. El estado al que nos hemos referido, encontrado en la Jerusalén terrenal en los días de Cristo, ha sido el estado de Jerusalén y del judaísmo, desde este tiempo. Cuando Cristo resucitó, se pueden notar dos cosas: El no se apareció otra vez en Jerusalén, ni a las autoridades del judaísmo; El sacó a la Iglesia de la tierra espiritualmente, y la centró en El mismo, en el cielo. Desde ahí la historia comenzó a desarrollar dos líneas, una verdadera y una falsa. La Iglesia es un ente celestial y espiritual desarrollado bajo el control del Espíritu Santo. Y una falsa expresión del cristianismo como un sistema de gobierno terrenal gobernado por el hombre, se manifestó junto a esta verdad. Tenemos a la novia y a la ramera, ambas, simultáneamente moviéndose a través de la historia. La Jerusalén terrenal se ha convertido desde muy temprano, en esta dispensación, en el centro de la expresión más intensificada de su falsa concepción sobre la Iglesia. La invasión del islamismo al cristianismo es una lección muy fuerte, y esta victoria fue el resultado de la debilidad producida por la división espiritual.
Estos puntos hablan de la necesidad absoluta para la unidad de la Iglesia, en el Espíritu, como la Jerusalén celestial, si es que se va a levantar a su lugar de supremacía universal. Si es verdad que el Señor Jesús dejaba este mundo llevando a su Iglesia espiritualmente con El, ya reconociendo que la ruina de Jerusalén está viniendo debido a estas condiciones terribles, cuán esencial fue para El orar, “Que todos sean uno” (Juan 17: 21). El error, y ya sea antiguo o moderno, va a ganar siempre ventaja por la debilidad espiritual producida por las divisiones entre el pueblo del Señor.
No importa cuántos libros el mundo neo-pentecostés publique en su esfuerzo para sofocar una voz que trate con la verdad, no importa cuánto ellos desacrediten la exposición del error en la Iglesia y la llamen “caza de la herejía”, “cazadores de cabeza”, o lo que quieran llamarlo; el error reduce a la Iglesia a tal impotencia, que el diablo puede ingresar abiertamente y reducirla a un ser sólo terrenal. Todo esto vemos hoy. Yo creo que tú y yo hemos sido llamados por Dios para ser este instrumento donde podemos recuperar este lugar de la visión celestial. Mira la atadura terrenal del cristianismo. Vemos esto con Jerusalén: le hizo perder su lugar bajo el sol, donde Cristo nunca volvió. Vemos a este instrumento traído a la realidad. La Iglesia y su atadura terrenal. Hemos visto esta atadura claramente en el triunfo del Islamismo sobre el Cristianismo. La historia de las cruzadas ofrece otra evidencia muy fuerte de esta debilidad. Duró más de 100 años; ellos son realmente la historia del cristianismo en su tiempo de mayor desgracia. Este no fue ni es la manera celestial de hacer las cosas; la manera celestial no es con política. “no tenemos lucha contra sangre y carne”. “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían…” (Juan 18: 36) Estas son leyes fundamentales de la Jerusalén celestial.
Palestina hoy es un espectáculo nauseabundo. Cada lugar conectado en alguna manera especial con la vida terrenal de Cristo, está marcado por algo que es una vergonzosa representación del cristianismo. El lugar que rechazó al Cristo celestial, se ha convertido en el escenario de la expresión de la concepción más intensa de la Iglesia falsa. Si el hombre, fuera del dominio del Espíritu Santo, se entromete en las cosas de Dios, ya sea en el pensamiento, intelecto, razón o sentimiento, el efecto será una medida proporcional de muerte, división, confusión y contradicción.
Cristo, el Hombre Celestial, debe ser el Hijo sobre la casa de Dios, debe ser la cabeza de la Iglesia. Su supremacía debe ser administrada por el Espíritu Santo celestial. Dios no regresa por una maquinaria religiosa derrumbada. El no viene por una mezcla de romanismo y pentecostesismo. No hay nada que Dios odie más que una mezcla. Esto fue un reto a Elías en el monte Moriah. “Que el Dios que responda por fuego, sea Dios”. Si Baal es Dios, entonces sirvan a Baal. Si Dios es Dios, entonces sirvan a Dios. Pero la respuesta fue: no puedes servir a ambos. No puede haber mezcla.
Dios busca un vaso con la vida pura de Dios dentro de él, para derramarse en estos últimos tiempos. La Iglesia por la que El viene no será diferente a la Iglesia con la que El empezó. Si Cristo viniera por una Iglesia inferior a la que El dio a luz el día de Pentecostés, entonces El habría fracasado. Las puertas del Hades habrían prevalecido contra ella. Y yo puedo decírtelo, El nunca fracasó, y la Iglesia por la que El viene, será una Iglesia que haya recuperado esta visión celestial, este lugar celestial. Aquí yace la necesidad de que la cruz, sea una realidad que está constantemente operando y siendo activa, por la cual todo el reino y actividad del hombre carnal no gobierne y sea mantenido fuera. Aquí podemos ver la necesidad de la plenitud del Espíritu Santo, si la Iglesia va a ocupar el lugar en el cual ella es vista bajando de Dios desde el cielo, para ser el centro del universo de Dios, el gobierno de Dios de este universo. Si ella va a ser esto, entonces la cruz tiene que ser una realidad que esté obrando en todo tiempo, para sacar aquello que no es Cristo, y el Espíritu Santo debe ser el gobierno absoluto de la Iglesia, para que todos seamos guiados a todo lo que es Cristo.
Hemos visto cómo es que la Iglesia debe ser tal vaso. No podemos dejar de enfatizar lo suficiente la Escritura que dice “Así como fue El en el mundo, así también nosotros”. Nosotros somos sus representantes aquí mismo en el lugar de su rechazo, así que cuando lo vemos a El, cuando leemos los evangelios, Su vida, Su ministerio, Su misión, así debe ser nuestra vida. Nosotros lo representamos a El. Estamos aquí como el instrumento de Dios en la tierra, y si lo hacemos, volviéndonos realmente a este lugar de la visión celestial, vamos a atraer muerte hacia nosotros. Todos los poderes de Satanás van a venir contra nosotros. Vas a notar cómo vamos a ser odiados por el mundo neo-pentecostés y cómo proyecta su imitación, su evangelio de prosperidad que tiene que ver con todo lo de este mundo. Es algo terrenal, no es del cielo, no es del Espíritu, es algo terrenal y todo su énfasis está en las cosas materiales de la tierra. Escúchalos cómo proclaman su evangelio de prosperidad. Ellos traen personas cuyo temor más grande es el no tener cosas. Su deseo más grande es lo material.
Esto se ha convertido en el evangelio de los neo-pentecosteses. Su odio hacia la Iglesia verdadera y la razón por la cual ellos pueden orar para que las ametralladoras del Espíritu Santo maten esta Iglesia, está motivado por el mismo odio que el judaísmo tuvo contra el Cristo; de esto tú puedes estar seguro aunque ellos no lo proclamen como algo verdadero. Cuando El estuvo entre ellos, Su santidad, vida, y ministerio, les mostró lo que eran: una institución mundana, cuyo deseo era tener un reino terrenal, y por esto ellos buscaban matarlo. Este odio contra el amado verdadero de Dios por los religiosos de este mundo, es motivado por la misma causa. Mientras caminamos con Dios en el cielo, y nuestro ministerio, misión y vida es como la que El tuvo, entonces estamos exponiéndoles por lo que verdaderamente son, una institución de la tierra que no tiene nada que ver con Dios ni con sus propósitos para con el hombre. Esta es la razón por la que ves un odio contra nosotros.
Y los neo-pentecosteses apelan a la religión, tratando de traer unidad entre el romanismo y la verdadera Iglesia de Dios. En Rusia, está esta gran voz tratando con la Iglesia Ortodoxa que es la representación errónea total de lo que es Cristo. Cuando fuimos con este ministerio, este vaso a través del cual Dios pudo derramarse y a través de quien en dos años produjo 700 iglesias, ellos de este cuerpo religioso comenzaron a decir por la radio, que yo, llamándome por mi nombre, era el enemigo más grande y la persona más peligrosa en Rusia. Escribieron avisos en el periódico diciendo que éramos una secta. ¿Por qué? Porque la vida de Cristo se manifiesta a través del creyente y expone lo que no es nada más que un sistema terrenal. Así es como estamos hoy.
Nosotros, el vaso de Dios, debemos comenzar a recuperar a los que se han apartado de la visión celestial, y se han convertido en una institución terrenal cuyo único y absoluto valor es la tierra. Ellos no predican el cielo, no predican la cruz, predican sobre grandes carros, aviones jet, ropas caras, y todo esto muestra que realmente es un sistema terrenal, y Cristo no va a regresar por tal sistema. La tragedia de apartarse de esta visión celestial no puede calcularse en palabras. Debe haber un retorno y para que esto ocurra, debe haber un vaso, un vaso formado en el fuego por Dios, a través del cual, otra vez, El pueda poner Su vida en plenitud, y ponerlo de vuelta en el fluir.