Devocional para Hoy! – 2 de Diciembre
“…me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia… como a novia adornada con sus joyas.” (Isaías 61:10)
Todo contribuye a probarte, pero Dios que te ama no permitirá que sus tentaciones superen tu fuerza. Él hará uso de la prueba para tu avance. Pero no hay que mirar hacia adentro con la curiosidad de contemplar nuestro progreso, nuestra fuerza, o la mano de Dios, que no es menos eficiente por ser invisible. Sus principios operacionales se llevan a cabo en secreto, pues nunca moriríamos a nosotros mismos si Él siempre visiblemente extendiera su mano para salvarnos.
Dios entonces nos santificaría en la luz, la vida, y la posesión de toda gracia espiritual; pero no en la cruz, en la oscuridad, la privación, la desnudez y la muerte. Las directivas de Cristo no dicen: “Si alguno quiere venir en pos de mí, diviértase, vístase magníficamente, intoxíquese de deleite…” Por el contrario, sus palabras son: “Si alguno quiere venir en pos de mí, le mostraré el camino que ha de tomar; niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame en un camino al lado de precipicios, donde no verá nada más que muerte por todos lados…”
Deja entonces que Él te despoje del amor propio, de cada adorno, incluso de la máxima cobertura bajo la cual se esconde, para que puedas recibir el manto blanqueado con la sangre del Cordero, no teniendo otra pureza que la de Él. ¡Oh esposa, qué hermosa eres tú cuando ya no tienes nada de ti misma! ¡Serás del todo el deleite del esposo cuando Él será toda tu hermosura! Entonces Él te amará sin medida, porque será Él Mismo lo que Él ama en ti.
Da fe a esto, y no te escuches a ti mismo. Es el gran seductor, más poderoso que la serpiente que engañó a nuestra madre. ¡Feliz el alma que oye con toda sencillez a la voz que prohíbe darse oídos o darse compasión a sí misma!
-François Fenelon- Sprititual Progress (Progreso Espiritual). Nueva York: M. W. Dodd, 1853.
Señor, crucificado, oh marca tu santa Cruz
Sobre motivos, preferencias, todos los deseos buenos;
Sobre lo que el yo mismo inspira en cualquier forma
Establece tu signo de pérdida.
Y cuando el toque de la muerte me rodee
Sobre alguna cosa muy preciosa a nuestros ojos,
No nos preguntemos, sino reconozcamos
La respuesta a esta oración.
-Amy Carmichael- [1867-1951, misionera a la India – sirvió allí 55 años sin tomar licencia/vacaciones, cristiana protestante, autora]