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Devocional para Hoy! – 8 de Octubre

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.” (Salmos 73.25)

Una excelente manera de mantenernos en soledad interior y en libertad de espíritu es terminar todas las reflexiones allí, al final de cada actividad, dejando los retornos del interés propio, ya sea de gozo o de tristeza, porque son uno de nuestros mayores problemas. ¡Dichoso aquel cuya mente sólo piensa en lo necesario, y que sólo piensa en cada cosa cuando es hora de pensarlo!

Así, Dios es quien despierta entusiasmo por la mirada de Su voluntad que debe ser cumplida, antes que la mente misma sea la que se tome el problema de anticiparla y encontrarla. Finalmente, acostumbrémonos a recordarnos durante el día, y durante nuestras actividades, con una simple mirada hacia Dios, aquietando así todo movimiento de nuestro corazón apenas le sintamos agitarse. Separémonos de todo placer que no sea de Dios. Cortémonos de todo pensamiento y sueño fútil. Busquemos a Dios en nosotros, y le hallaremos, sin lugar a dudas. Y junto a Él, gozo y paz.

En las ocupaciones externas, dejémonos llevar más por Dios que por el resto. Para realizarlas bien, debemos hacerlas siempre para Él. A los ojos de la majestad de Dios, nuestro espíritu debería calmarse y permanecer sereno. Una palabra del Señor una vez calmó inmediatamente un mar salvajemente airado. Una mirada Suya a nosotros, y de nosotros a Él, debería hacer lo mismo incluso ahora. A menudo debemos elevar el corazón hacia Dios. Él lo purificará, iluminará, dirigirá. Esta fue la práctica diaria del Santo Profeta David. «Tuve siempre», dijo, «El Señor ante mis ojos.» —François Fenelon-Christian Perfection – (Con permiso de Harper and Brothers)

 

Concédeme conocer tu siempre perfecta Voluntad,
¡Querido Maestro, mío!
El camino que debo seguir es oscuro,
Hasta que la luz, más brillante que
la brillante luz del sol,
Rellena los arrebatos del camino que Tú diseñaste.

Luego guíame, Señor, a elegir la descubierta Voluntad,
¡Sea cualquiera que sea!
Y puesto que la vida no conquistada
Tú no puedes usar,
Piérdase mi voluntad en la Tuya, como
ríos pierden su corriente,
Entregados al mar iluminado por el sol.
—William J. Sears – Desconocido

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