«Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo…” (Gálatas 4:30)

No fue cuando nació Ismael que Abraham contempló la gloria y la belleza del propósito divino, sino que cuando Isaac llegó ¡Abraham entendió mejor a Dios!… Es por eso que en años posteriores, pudo llevar al muchacho al lugar de sacrificio. ¡Abraham creyó a Dios! Cada instinto humano gritaba en contra de ello. Toda la razón humana gritaría en tonos de denuncia contra la inhumanidad aparente de ello, pero Abraham creyó a Dios… Había una promesa del Señor antes de que Abraham inyecte en ella su razón y su juicio, así como su entendimiento humano; como resultado, nació Ismael. Pero Ismael no era el hijo de la promesa.

Oh, que estemos dispuestos a dejar de lado estas premeditaciones, estos métodos y sistemas humanos, y abandonemos para siempre nuestra propia vida, que resulta en el nacimiento de Ismaeles; y en lugar de ello, vivir exclusivamente y sólo para el niño de la promesa a nacer… Dios mismo nos llevará allí cuando le permitamos, y estemos dispuestos a dejar que Él haga Su voluntad perfecta y hermosa. Entonces los hilos enredados de los errores de la vida comenzarán a ser reformados. Entonces los temores y las dudas se disiparán, como la niebla que oscurecía el rostro de nuestro Padre Celestial. ¡Luego el cansancio de nuestro propio forcejeo se perderá en el descanso dulce y hermoso, que queda para los hijos de Dios!

La esclavitud terminará, y todos conoceremos los inicios de las consecuencias eternas de la FILIACION, y nuestro corazón regocijado clamará: «¡Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios son hijos de Dios!» La SEMILLA INTERIOR DE ISAAC, que es la nueva vida espiritual, no puede tener comunión con Ismael, ¡a pesar de que sea una gran cantidad de gente! La sierva y su hijo deben ser echados fuera. Él es un tipo de las obras mitad promesa y mitad humanas, para lograr la promesa. -Charles E. Price- [1887-1947, predicador, imprimía una revista]

La guerra en la tienda de Abraham no comenzó hasta que nació Isaac. Ismael, el hijo de la carne, no creó ningún problema hasta que el hijo del Espíritu vino a la tienda. No es posible que la carne y el espíritu ocupen el mismo templo en paz. Uno de los dos debe irse. Del mismo modo, el apóstol Pablo no tuvo problemas con la carne hasta el nacimiento del hombre nuevo. La guerra de las dos naturalezas diversas en un solo cuerpo provocó el desgarrador grito de: «¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?» (Romanos 7:24). Al referirse al «hombre viejo», como «cuerpo de muerte», Pablo usa como ejemplo uno de los medios que los romanos utilizaban para poner a los hombres a la muerte. Para ciertos delitos en los estados romanos ejecutaban al reo encadenándolo a un cadáver. El hombre tenía que comer, dormir, y todo lo que hiciera, hasta morir del horrible hedor del cuerpo muerto. Pablo dijo que lo que el cadáver era al hombre físico viviente, la naturaleza carnal es a la nueva creación. -B. H. Clendennen-La Escuela de Cristo- [1922-2009]