
Devocional para Hoy! – 10 de Agosto
«Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios… para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.” (Deuteronomio 8:2)
Dios sabe mejor lo que es necesario para nosotros, y todo lo que Él hace es para nuestro bien. Si supiéramos cuánto nos ama, siempre deberíamos estar listos para recibir por igual y con indiferencia de su mano lo dulce y lo amargo. Todo lo que viene de Él agradaría. Las aflicciones secretas nunca aparecen intolerables, excepto cuando las vemos a la luz equivocada. Cuando las vemos como dispensadas por la mano de Dios, cuando sabemos que es nuestro amoroso Padre el que nos humilla y aflige, nuestros sufrimientos perderán su amargura y serán aún motivo de consuelo. Deja que todo nuestro trabajo sea conocer a Dios. Cuanto más se le conoce, más se desea conocerlo. Como el conocimiento es comúnmente la medida del amor, cuanto más profundo y más amplio nuestro conocimiento sea, mayor será nuestro amor; y si nuestro amor a Dios fuese grandioso, deberíamos amarle por igual en los dolores y placeres. No debemos contentarnos con amar a Dios por los favores simples sensibles, aunque elevados, que Él haya hecho o pueda hacer por nosotros. Tales favores, aunque sean tan grandes, no nos pueden llevar tan cerca de Él como la fe lo hace en un acto simple. Busquémosle a menudo por la fe. Él está dentro de nosotros. Búscalo, no en otro lugar. Si lo amamos solo a Él, ¿no sería grosero, y merecemos la culpa si nos ocupamos de bagatelas que no le agradan y tal vez le ofenden? Es de temer que estas bagatelas algún día nos cuesten muy caro. Comencemos a ser dedicados a Él en buena entrega. Echemos todo fuera de nuestros corazones. Él lo poseería solo. Suplica este favor de Él. Si hacemos lo que podemos de nuestra parte, pronto veremos ese cambio obrado en nosotros al que aspiramos después. -Hermano Lawrence-The Practice of the Presence of God (La Práctica de la Presencia de Dios): (Con permiso de Fleming H. Revel)
Cuando pases por las aguas, profundas las olas pueden ser, y frías, Pero nuestro Padre es nuestro amparo y su promesa es nuestra fortaleza. Porque el Señor mismo lo ha dicho, Él, el Dios fiel y verdadero: «Cuando vengas a las aguas,» Tú irás, (no hacia abajo), sino a través. Mares de dolor, mares de juicio, amarga angustia, el dolor más feroz, Oleadas de balanceo de la tentación, barriendo sobre el corazón y el cerebro. Nunca nos rebosarán pues sabemos Su Palabra es verdad; Todas sus olas y todas Sus ondas, Él nos guiará con seguridad a través de ellas. Amenazantes rompedores de destrucción, la marea insidiosa de la duda, No nos hundirá, no nos arrastrará a la profundidad del océano de la aflicción. Porque Su promesa nos sustentará, gloria al Señor, ¡Su Palabra es verdad! No vamos a bajar ni hundirnos, Él dice: «Cuando atravieses.» -Annie Johnson Flint- (Derechos de autor). (Reproducido con permiso, Evangelical Publishers, Toronto, Canadá.)