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Devocional para Hoy! – 13 de Agosto

«Porque los que quieren enriquecerse caen en tentación y lazo, y en muchas codicias necias y dañosas, que hunden a los hombres en destrucción y perdición; porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores.” (1 Timoteo 6:9,10)

En el dinero tenemos la encarnación concreta de todas las posesiones que el mundo puede ofrecer. Así, en el amor al dinero tenemos el mismo espíritu del mundo… La tentación viene tan inadvertida, tanto para el hombre rico que tiene dinero como para el que todavía está buscándolo. El tentador viene como un ángel de luz. En el dinero en sí no hay pecado. ¿No es una de las dádivas de Dios? ¿No puede la posesión de él, ser la prueba del trabajo honesto, la diligencia, la previsión, la abnegación, y economía sabia, un poder para ayudar a los demás y beneficiar la sociedad?

La Escritura sabe y enseña todo esto, sin embargo, levanta su voz y grita: «Guardaos de toda avaricia». Así de insidioso es el acercamiento y entrada de este pecado, tantos y tan engañosos son los argumentos con los que se puede envolver y vestir de las prendas más verdaderas de virtud, que el cristiano a quien venga la prosperidad, necesita siempre estar en guardia. Es sólo el hombre que verdaderamente busca primero el reino de Dios, quien anhela después la mayor conformidad con el Maestro, que busca que Dios mismo le enseñe qué y cómo poseer, y quien cuenta con todo lo que tiene (no sólo de nombre sino en la práctica real) a disposición de Jesús, quien escapará de la trampa. «Contentos con lo que tenéis ahora» (Hb 13:5). Aquí está la seguridad del cristiano. -Andrew Murray-El más Sagrado de Todos (Con permiso de Fleming H. Revell, Publishers.)

En ningún ámbito de la vida, la obediencia a la ley de Dios es tan cierta como en el área del dinero. Jesús habló más sobre del dinero que de cualquier otro tema. Sabía que nada era tan probable de convertirse en nuestro dios como el dinero. Jesús dijo: «…No podéis servir a Dios y a las riquezas» (Mateo 6:24). En otras palabras, Jesús dijo que el dinero puede convertirse en tu Dios. La codicia es idolatría. Eso significa que puedes llegar a adorar las cosas. El dinero, y las cosas que el dinero puede comprar, pueden llegar a ser tu dios. La Palabra de Dios tiene mucho que decir sobre este asunto del dinero y las finanzas. En el libro de Deuteronomio Moisés escribió: «Él (Dios) te da el poder para hacer las riquezas» (Deuteronomio 8:18). -B. H. Clendennen- La Escuela de Cristo- [1922-2009]

«Oh Señor, que gentilmente nos permitiste recompensa por nuestro trabajo, haz de mí un fiel mayordomo de esa parte de Tu ganancia encomendada a mi cargo, y daré a tus siervos su porción de alimento a su tiempo, y que no me alimente yo mismo o a mi familia con lo que pertenece a tus pobres.» -Sacra Privata- Thomas Wilson. Sacra Privata. D Appleton, 1847, pág. 199.

 

 

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