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Devocional para Hoy! – 23 de Agosto

«Encaminará a los humildes por el juicio, Y enseñará a los mansos su carrera.” (Salmo 25:9)

¿Por qué en estos días tantos hijos de Dios, fervientes cristianos entre ellos, están siendo probados y evaluados casi al punto del quebranto? …No ignoramos la razón de esto. Es para enseñarles el total abandono y la total confianza en Dios mismo, y no en su propia fe, ni en su propia lucha ni en nada que ellos mismos puedan hacer.

No es que Dios abandonó a su pueblo, ¡claro que no! Pero si realmente queremos lo mejor de lo mejor de Dios, él nos permitirá ser probados lo suficiente para conocer que en nuestra carne no habita nada bueno, y que toda nuestra esperanza está en Dios. Cuando ponemos todo lo que hay a nuestro servicio para Dios, para que Él revele a nosotros nuestras propias debilidades, y nos de su poderosa fuerza en lugar de nuestra total insuficiencia. A veces cuando un alma entregada prosigue con el Señor, se levanta alguna prueba o problema severo, o alguna condición en el trabajo u hogar, que simplemente le vence. Cuántas veces se ha olvidado que no es eso en sí mismo, no es la persona desagradable, o la condición imposible, ni es las circunstancias, cualquiera que sean, lo que hay que pelear a nuestra manera, o en nuestra propia sabiduría (necedad).

¡No, por cierto! La Palabra de Dios es muy clara en su comunicado que «No tenemos lucha contra sangre y carne», sino contra los poderes de las tinieblas. La manera de vencer al diablo es «esperar en el Señor», y obtener la ayuda de Dios… Muchas veces no somos capaces, porque nos sentimos orgullosos. Estamos tratando de superar en «nuestra» manera. No somos lo suficientemente humildes para buscar el CAMINO DE DIOS. Dios mismo se resiste a los soberbios, y Él «da gracia a los humildes.» El Señor quiere que todas las cosas cooperen para nuestro bien, no para nuestro daño. Él desea que seamos tan ungidos por el Espíritu que vamos a ser pulidos por la muela de la vida, molidos en pedazos y en ruinas. Es un gran error cuando estamos apuntando continuamente con nuestro dedo a otros, magnificando sus defectos reales o supuestos, lo que nos justifica a nosotros mismos, poniendo toda la culpa a otras personas. Mientras estemos en ese tipo de actitud, Dios no puede bendecirnos mucho. Se resiste a tal espíritu farisaico orgulloso.

Si un gato es frotado de manera incorrecta, todo lo que el gato tiene que hacer es dar la vuelta, luego el roce será en el sentido cierto. Así que, si hemos reprochado, culpado a los demás, murmurando y quejándonos, vamos a girar a la cara correcta, empecemos a «tener por sumo gozo» cuando los testeos vienen… En lugar de preguntarse, de dolerse y quejarse, vayamos a la manera de Dios. Entonces, como dice la Biblia, «Dad gracias en todo.» Ese es el remedio de Dios. -WC. Moore- Desconocido

 

 

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