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Devocional para Hoy! – 02 de Agosto

«quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.” (1 Pedro 2:24)

Se nos dice que Él mismo llevó nuestros pecados en el madero; y sin embargo, se nos dice que la razón por la que podemos vivir a la justicia se debe a que hemos muerto al pecado. Solamente estando unidos con Él cuando Él murió es que el Espíritu puede decir que hemos muerto al pecado, sólo estando unidos con Él en su resurrección sería posible para nosotros vivir en justicia. Su muerte es nuestra muerte porque estábamos unidos con él cuando murió. Su vida es nuestra vida porque estamos unidos con Él en la resurrección. Él se llevó todo tu pecado y fracaso en Su propio cuerpo sobre el madero. En el poder de esta acción completa pasada, eres libre de toda esclavitud de Satanás, del pecado, y del yo. Todas las cosas viejas pasaron. En el poder de su resurrección, la vida divina impartida a ti a través de la resurrección, te has convertido en una nueva creación y debes caminar como una nueva criatura. «Por cuya herida fuisteis sanados», dice la Palabra. No dice, «por cuya herida van a ser sanados». Es acción en pretérito perfecto allí en la Cruz del Calvario. El trabajo fue tan perfectamente terminado, y tan perfecta provisión se ha dado para la enfermedad y las dolencias como para el pecado. Dios nos llama a creer lo que dice. Él nos llama a tomar la posición de que por las llagas de Jesucristo «hemos sido curados», no «seremos curados.» Debemos reclamar el depósito que Dios ha puesto en el banco del cielo para nosotros. Sólo creamos firmemente que Él ha proporcionado la curación perfecta en la obra expiatoria de Cristo por nosotros; y que la sanidad ya es nuestra para toda necesidad presente a través de las llagas de Jesús. Debemos tomar una posición sobre la Palabra de Dios en la faz de todos los sentimientos y síntomas. –Cora Harris- [1869-1935, novelista, publicó 19 libros]

Cuando Jesús murió en el Calvario,
yo también estaba allí;
Fue en mi lugar, Se puso de pie para mí,
Y ahora soy aceptado, como lo es Él,
Su derecho comparto.

Cuando Jesús se levantó con la vida divina,
yo también estaba allí;
Su poder de resurrección es mío,
Y como las ramas y la vid,
Su vida comparto.

Cuando Jesús venga algún día
por mí, voy a estar allí;
Con Él estaré y como Él seré,
Y toda su gloriosa majestad
Yo también compartiré.

Oh vida bendecida, tan profunda,
tan alta, Señor mantenme allí;
Ayúdame a con Cristo vivir, morir,
Y que con Él poco a poco,
Su gloria comparta.
-A.B. Simpson- [1843-1919, predicador canadiense,
teólogo, fundador de la ACyM]

 

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