«Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho” (Juan 15:7)

Algunas explicaciones dadas sobre esto son tan místicas o tan profundas que para muchos niños ingenuos de Dios, no significan prácticamente nada en absoluto. Pero lo que Jesús quiso decir es realmente muy simple. Él había estado comparándose a una vid, y a sus discípulos a las ramas en la vid. Algunas ramas continuaron en la vid; es decir, se mantuvieron en unión vital con la vid para que la savia, o la vida de la vid, constantemente fluya en estas ramas. No tenían vida propia e independiente. Sus brotes, sus hojas, sus flores y frutas eran realmente no de ellos, sino de la vid. Otras ramas estaban completamente separadas de la vid, o sino el flujo de la savia, o la vida, de la vid en ellos era de alguna manera impedido.

Ahora, permanecer en Cristo es para nosotros llevar la misma relación con él que la primera especie de rama tiene con la vid. Es decir, permanecer en Cristo es renunciar a cualquier tipo de vida propia independiente, a dejar de tratar de pensar nuestros pensamientos, o de formar nuestras resoluciones, o cultivar nuestros sentimientos. Es simple y constantemente mirar a Cristo, pensar Sus pensamientos en nosotros, formar sus propósitos en nosotros, sentir sus emociones y afectos en nosotros. Es renunciar a toda vida independiente de Cristo, y constantemente mirar a Él para la entrada de Su vida en nosotros, y la manifestación exterior de su vida a través de nosotros.

Cuando hacemos esto, nuestras oraciones obtendrán lo que buscamos de Dios. Esto tiene que ser necesariamente así, pues nuestros deseos no serán nuestros propios deseos, sino los de Cristo; y nuestras oraciones no serán en realidad nuestras propias oraciones, sino que es Cristo orando en nosotros. Tales oraciones siempre estarán en armonía con la voluntad de Dios, y el Padre le oye siempre. -R.A. Torrey-How to Pray (Cómo orar) (Con permiso de Fleming H. Revel)

Oh, estar más vacío, más humilde, Medio, inadvertido y desconocido. Y para Dios una vasija más santa, Llena de Cristo, ¡y sólo de Cristo! Que nada de la tierra nuble la gloria, Nada de mí mismo atenúe la luz, Contando Su maravillosa historia, Vaciado, para ser lleno de Él. -Frances Bevan- Música de Annie F. Harrison [1827-1909]