“viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí.” (Juan 14:30)

¡Oh, cómo el enemigo luchó con esfuerzo para provocar algo que en Jesús le diera terreno para trabajar! Por detrás de la burla, del escupitajo, de la cruel flagelación, de la injuria, de las burlas blasfemas, estaba el príncipe de las tinieblas de este mundo, cuyas obras el Salvador había venido a destruir. Pero todo fue en vano. El maligno no encontró nada en Jesús. Ahora tenemos que ser capaces de decir: “El maligno no tiene nada en mí.” Si él puede encontrar algo en ti que puede explotar alguna mala voluntad, cierta envidia, alguna falta de voluntad para perdonar a un hermano que pueda haberte ofendido, algún orgullo secreto, algún prejuicio impío, alguna lujuria impura en pos de la alabanza de los hombres, en una palabra, lo que Pablo llama “carne”, seguramente caerás en la hora del conflicto. ¿Cómo puedo estar donde Jesús está? Por reconocimiento y apropiación plena de lo que Él hizo por ti en el Calvario. Él te llevó consigo a la Cruz para que el viejo hombre sea destruido. Has resucitado y sido hecho sentar en los lugares celestiales. Sobre la vida de la nueva creación, Satanás no tiene poder. El viejo hombre es su taller.

Si estás viviendo en el terreno de la creación no crucificada y vieja, eres tan vulnerable a los dardos de fuego de Satanás como el trapo de algodón lo es a balas de ametralladora. Victoria cristiana es ni más ni menos que un “Amén” a la victoria grande, que todo lo abarca, que Cristo consumó en el Calvario… era su humanidad la que Cristo llevó a la Cruz, y por el camino de la tumba vacía, al trono. -F.J. Huegel en “Bone of His Bone” (Hueso de sus Huesos) (con permiso de Zondervan Publishing House)-

Algunos nos quedamos en la Cruz,
Algunos esperamos en la tumba,
Vivificados y resucitados con Cristo,
Sin embargo, aun permaneciendo en su penumbra.

Algunos aguardamos en la fiesta de la pascua
Con Pentecostés todo desconocido;
Los triunfos de la gracia en el Lugar Celestial
Que nuestro Señor ha hecho nuestros.

Si el Cristo muerto se hubiera detenido en la Cruz,
Su trabajo habría sido incompleto;
Si el Cristo que fue sepultado se hubiera quedado en el sepulcro,
Él sólo habría conocido la derrota.

Pero el camino de la Cruz nunca se detiene en la Cruz,
Y el camino de la tumba conduce
A la gracia victoriosa en la Plaza Celestial,
Donde el Señor resucitado se ha ido.
-Annie Johnson Flint. (Derechos de autor) – (Con permiso de Evangelical Publishers, Toronto, Canadá.)