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Devocional para Hoy! – 28 de Agosto

«Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría,” (Judas 24)

El hombre necesita ser liberado de sí mismo y de su pensamiento egoísta. Él tiene que darse cuenta de que hay uno y uno solo capaz de dirigir el curso de los asuntos del mundo en esta hora de dolor y angustia; y que a Él toda rodilla se doblará y toda lengua confesará que Él es el Señor de todos. Sin embargo, el conflicto se libra entre la voluntad del hombre y la Voluntad de Dios. Hemos construido grandes instituciones para la educación religiosa, y nos hemos olvidado de poner a Dios en el lugar que le corresponde. En todas partes los hombres están clamando: «Señor, Señor», y Él se cansa con su palabrería; porque no hacen lo que Él dice.

Cuando los religiosos colocan al Señor Jesucristo en el mismo nivel con Sócrates, Platón y Aristóteles, por no hablar de Buda o Confucio, no podemos asombrarnos por qué tienen tan poco que ofrecer a la humanidad. ¿Por qué llamar al Señor, cuyo es el derecho a gobernar y reinar en el corazón y en la vida individual, si no le coronamos Él Rey de nuestras vidas y ofrecemos a Él el derecho a nosotros mismos en nuestro diario caminar delante de Él? ¡Si Él no es Señor de todos, no es Señor en absoluto! A menos que la amorosa y reconfortante presencia de Dios asista al día de un hombre, a pesar de que pueda ser un éxito en términos de ganancia material, nunca podrá disfrutar de la vida afuera de Dios. Tarde o temprano se encontrará cara a cara con la conciencia de que su vida realmente pertenece al Cristo que murió para pagar por ella, y que en última instancia tendrá que dar cuenta de las obras hechas en el cuerpo.

Este es día de «equilibrar la balanza», y comenzar a construir sobre un fundamento seguro, este glorioso paseo entre la tierra y el cielo acompañado por el todo sabio y amoroso Salvador, que se ofrece a cada rendido hijo de Dios. Personas de todas partes están de acuerdo con esta teoría y dicen que es exactamente el tipo de vida que les gustaría tener, si sólo supieran cómo… Ellos no ven que la Palabra de Dios proclama que son incapaces de andar en el camino, pero el que dijo: «Yo soy el Camino» también ha prometido que volvería a caminar en nosotros para querer y hacer la buena voluntad del Padre.

No existe otra transacción u obligación que cumplir excepto que, si vamos a reconocer nuestra incapacidad de enfrentar, Dios no recibirá el desafío de nuestra vida entregada, hasta que comprendamos que sólo Él es capaz de guardarnos de caer y presentarnos sin mancha delante de su gloria con gran alegría. -Evelyn Carvell- [Se hizo cargo de la revista de Charles Price cuando murió, institutriz de sus hijos y de su asistente personal, solista]

 

 

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