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Devocional para Hoy! – 31 de Octubre

 

“Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos.” (Gálatas 5:24)
“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” (Romanos 8:13)

Un remedio contra la reincidencia (desviarse) es la abnegación. Esta es la esencia misma de toda victoria espiritual, dado que la abnegación debe rodear toda nuestra vida. La doctrina del ayuno en relación con la oración no es sólo no muy practicada, sino que incluso algunos escritores de santidad han escrito contra el ayuno. Pero si los ejemplos de todos los santos en las Escrituras y en la historia de la Iglesia valen algo, vemos que llegaron a su más alto grado de fortaleza espiritual a través del ayuno, la abstinencia y la auto-negación de los apetitos corporales, en los placeres mentales, en la facilidad social y en todas las satisfacciones mundanas.

Decenas de miles de cristianos están constantemente comiendo demasiado, hablando demasiado, gratificando sus caprichos, sus placeres en tal medida como para contristar el Espíritu Santo. Estos echan cimientos de mucho pecado secreto, si no de terrible caída exterior. Lujosa comodidad y auto indulgencia son el veneno de ratas en la vida de miles de cristianos.

He llegado a creer que la doctrina contra el ayuno es un engaño del diablo. En épocas pasadas, el ascetismo fue a los extremos; pero en esta edad, es tristemente raro encontrar verdadera y heroica auto-negación. Pedro nos dice que debemos “armarnos con el principio de auto-negación”. Este principio de abnegación debe extenderse al uso de nuestros sentidos, guardando nuestros ojos, nuestras palabras, nuestras costumbres, nuestra conducta social, nuestra simple y modesta vestimenta, toda la extravagancia, en cualquier dirección, que daría al cuerpo o al intelecto poder sobre el espíritu interior.

Si nos fijamos en la auto-negación como una cosa difícil y molesta sobre la que nuestra naturaleza gime y se queja, se nota que todavía no hemos entrado en la crucifixión real del sí mismo. Cuando pasamos ciertos puntos de la gracia, la abnegación tendrá una secreta alegría y dulzura celestial asistiéndola que es muy superior en paz y alegría a todos los apetitos de la naturaleza. Cuando nos desglosamos en la auto-negación, vamos a la deriva en nuestra vida espiritual. -George D. Watson-
–Beauty For Ashes. 1896 [1845-1923 (4), evangelista wesleyano, ministro, autor]

Al ver el alto costo de la vida según la carne, el apóstol Pablo nos dice en Efesios 4: 22-24. “..despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos; Y renovaos en el espíritu de vuestra mente… Vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”. La conformidad con Cristo exige la muerte de lo viejo, y el crecimiento de lo nuevo. Si ha de haber un aumento de Cristo, algo en ti debe convertirse en el holocausto. Para provocar la muerte de la “vieja naturaleza” Dios nos ha dado el ayuno.

“¿No es más bien el ayuno que yo escogí, Desatar las ligaduras de impiedad, soltar las car- gas pesadas, y dejar ir libres a los oprimidos, y que rompáis todo yugo?” (Isaías 58.6).
–B. H. Clendennen- La Escuela de Cristo – [1922-2009]

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