Devocional para Hoy! – 4 de Diciembre
“…vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo… Entonces dije: ¡Ay de mí! que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios…” (Isaías 6:1,5)
Oh Tú, que eres el ideal de lo que yo debería ser, el ideal de lo que mi Padre quiere que sea, ¡ven a mi alma y brilla! ¡Dame una visión de la luminosidad de tu gloria! Sé que me enviará, no la paz, sino la espada. Sé que dejará ciego a todo lo que alguna vez pensé que es hermoso. Nunca premiaré de nuevo mis logros cuando haya discernido tu esplendor.
¿Qué importa? ¡Ven, Señor Jesús! ¡Al precio de mi propia humillación, ven! Aunque mi flor de la autoestima se secará, aunque mi orgullo de la vida se apagará, aunque la paz de mi ignorancia se desvanecerá, ¡ven! Aunque mi océano deberá disminuir a una piscina, aunque mi palacio se reducirá a una cabaña, aunque se empañe mi plata y mi oro pierda su brillo, ¡ven!
¡Ven, aunque la visión me dice que yo soy vil! Prefiero ser humilde a la vista de las estrellas que orgullosos en la luz de mis velas. Vale la pena ver mis manchas si las veo por la luz del sol. Vale la pena escuchar mis desacuerdos si los oigo a causa de la armonía. Vale la pena encontrar mi oscuridad si la detecto mediante la búsqueda de tu luz. La rasgadura del corazón no me perturbará si se rasga por el amanecer de tu Espíritu. -George Matheson- [1842-1906, teólogo escocés, predicador, escritor de himnos]
La mano que agarra este mundo cósmico poderoso,
Y arroja sus soles ardientes con la velocidad del rayo,
A través de espacios amplios y profundos, es la misma
Que me mantiene en mi lugar, y me pone en forma,
Para entrar en ese gran antiguo plan Tuyo.
Abro ampliamente para ti la puerta secreta,
Que conduce al claustro de mi alma,
Un trono, una corona, un cetro hay ahí,
Un imperio microscópico de la voluntad propia;
Y todo es dado, sin reservas, a Ti.
Ven, entra, con poder real para reinar
Sobre todo el ámbito de los sentimientos y el deseo,
Limpia la escoria y los sedimentos del pecado humano,
A través de la propia sangre de Cristo una vez derramada en el Calvario
Y siéntete en casa para siempre conmigo. -Rev. Joseph Ellison- Desconocido