
Devocional para Hoy! – 6 de Septiembre
«llevando en el cuerpo SIEMPRE por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos… De manera que la muerte actúa en nosotros, y en vosotros la vida” (2 Corintios 4:10,12)
Pablo aquí es muy denodado al hablar de la íntima unión que había entre Cristo viviendo en él y la vida que vivió en la carne, con todo su sufrimiento. Había hablado (Gálatas 2:20) de estar crucificado con Cristo, y que Cristo vive en él. Aquí nos cuenta cómo estuvo «siempre» llevando en el cuerpo la muerte de Jesús, y que era a través de eso que también la vida de Jesús se manifestaba en su cuerpo. Y dice que fue a causa de que la muerte de Cristo estaba actuando en él y a través de él que la vida de Cristo podía actuar en ellos.
A menudo hablamos de nuestra permanencia en Cristo. Pero nos olvidamos de que eso significa la permanencia en un Cristo crucificado. Muchos creyentes parecen pensar que cuando una vez que se dicen tener la muerte de Cristo en la comunión de la cruz, y se consideran crucificados con Él, que ahora pueden considerarlo como pasado y hecho. No entienden que es en el Cristo crucificado, y en la comunión de su muerte, que deben permanecer diaria e incesantemente.
La comunión de la cruz tiene que ser la vida de una experiencia diaria, el auto-vaciamiento de nuestro Señor, Su toma de forma de siervo, Su humillación y obediencia hasta la muerte, y muerte de cruz. Este sentir que hubo en Cristo debe ser la disposición que marca nuestra vida diaria.
«Llevando siempre en el cuerpo la muerte de Jesús»; a esto estamos llamados como Pablo. Si de hecho hemos de vivir para el bienestar de los hombres que nos rodean, si vamos a sacrificar nuestra comodidad y placer para ganar almas para el Señor, debe ser cierto de nosotros, como de Pablo, que seamos capaces de decir: la muerte actúa en nosotros, pero la vida actúa en aquellos por quienes oramos y laboramos. Porque es en la comunión de los sufrimientos de Cristo que el Señor crucificado puede vivir y hacer operar su vida en nosotros y a través de nosotros.
Aprendamos la lección de que la permanencia de Cristo Jesús, por la que tantas veces hemos orado y luchado, es nada menos que la permanencia del Crucificado en nosotros y de nosotros en Él. -Andrew Murray- The Dying of our Lord Jesus. (La muerte de nuestro Señor Jesús.) Del devocional de Andrew Murray The Secret of the Cross (El secreto de la Cruz). Editorial: CLC Ministries (enero de 1998)
Date cuenta de que hay que llevar una vida que muere; cuanto más un hombre muere a sí mismo, más comienza a vivir para Dios. -Thomas a Kempis- The Imitation of christ (La imitación de Cristo) pág.43