
Devocional para Hoy! – 7 de Octubre
“que estamos atribulados en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados; perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos; llevando en el cuerpo siempre por todas partes la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestros cuerpos.” (2 Corintios 4:8-10)
Tú eres el Señor, que dormía en la almohada,
Tú eres el Señor, que calmó el mar furioso,
¿Qué importancia tiene el viento batiendo y la ola sacudiendo
Si sólo estamos en el barco contigo?
—Amy Carmichael- [1867-1951, misionera a la India-servido allí 55 años sin vacaciones, cristiana protestante, autora]
Hay una idea generalizada de que el poder de Dios en una vida humana nos debe levantar por encima de todas las pruebas y conflictos. El hecho es que el poder de Dios siempre trae un conflicto y una lucha. Uno pensaría que en su gran viaje misionero a Roma, Pablo habría sido llevado por alguna providencia poderosa por encima del poder de las tormentas y tempestades y de enemigos. Pero, por el contrario, fue una lucha larga, dura contra judíos perseguidores, tempestades salvajes, víboras venenosas, y todos los poderes de la tierra y el infierno. Por fin fue salvo, ya que parecía, por el margen más estrecho, y tuvo que nadar hasta la orilla a Malta sobre un pedazo de los restos, escapando por poco de una tumba de agua.
¿Fue como un Dios de poder infinito? ¡Sí, justo como Él! Y así, Pablo nos dice que cuando el Señor Jesucristo se convirtió en la vida de su cuerpo, un severo conflicto llegó inmediatamente; de hecho, un conflicto que nunca terminó, una presión que fue persistente, pero de la que siempre salió victorioso gracias a la fuerza de Jesucristo…
Nuestra redención cuesta todo lo que Dios tiene para dar, y todo lo que vale la pena tener es caro. Los lugares duros son el laboratorio de la fe y el carácter. Si queremos elevarnos sobre la mera fuerza humana y demostrar el poder de la divina vida en estos cuerpos mortales, debe ser a través de un proceso de conflicto que bien puede llamarse el dolor de parto de una nueva vida…
No, sufrido hijo de Dios, no puedes fallar si sólo te atreves a creer, a estar firme y a negarte a ser vencido. No es una o dos experiencias notables de curación o bendición, sino beber de por vida de la fuerza de Cristo, así como la planta extrae continuamente su alimento de la tierra por diez mil raicillas. Es aquí donde tenemos que aprender a mantener el hábito de la unión física con Cristo y dependencia vital de su fuerza, respiración a respiración, y paso a paso. —A.B. Simpson- «Pressure and the Test (La presión y la prueba)»