Lección 1.- El Plan De Dios Para La Iglesia
La Iglesia es el único motivo por el cual todo existe en la historia, y es la prioridad en la mente de Dios. Quiero que dejes todas tus presuposiciones, para que puedas ver a la Iglesia como Dios la ve, a través de los ojos de Dios. Veremos todo lo concerniente a cuál es el plan y propósito de Dios para la Iglesia.
En Mateo 16: 16-18 dice, “Respondiendo Simón Pedro, dijo: tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi Iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”.
Mateo 18: 18-20 dice, “De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielo. Otra vez os digo, que si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”.
Desde el inicio de esta serie, verás algunos de los aspectos vitales de la Iglesia. La Iglesia está aquí para ser una representación vital de Cristo en cada lugar, Así que la Iglesia es Cristo; no es un lugar al cual vamos, sino que la Iglesia es lo que somos. Cristo es el Templo de Dios, la morada de Dios, Cristo es el patrón de todo lo que la Iglesia debe ser y significar. Si lees los Evangelios con este pensamiento en tu mente, entonces comenzarás a ver a la Iglesia como Dios la ve y tu visión irá más allá de esta religión de camarilla y organización denominacional que tenemos en la actualidad; descubrirás que la mayoría de nosotros estamos yendo en la dirección opuesta a Dios.
Quiero considerar la importancia especial de la expresión corporal de Cristo. El dice: “Cuando dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. Si lo tomamos superficialmente vamos a perder mucho, porque esto simplemente es el germen que está esperando la revelación del Espíritu Santo para saber lo que realmente ha sido dicho aquí. Cristo está particular y peculiarmente presente cuando dos o tres están reunidos en Su nombre. Cuando la Iglesia funciona apropiadamente, es el SEÑOR actuando; esto es la nota clave para todo.
Jesús vino, el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros. María le dio un cuerpo, El caminó por esta tierra en un cuerpo como el tuyo, y fue en este cuerpo de hombre que El funcionaba; este es el sentido en que la Iglesia debe funcionar ahora. Cuando lo ves en funcionando este cuerpo, entonces sabes lo que se supone la Iglesia debiera ser, y cuál es el único propósito de Dios para la Iglesia. Lo ves a El, nacido de la virgen, empezando este misterio terrenal; la Biblia dice que El anduvo haciendo bienes, sanando a todos los oprimidos por el diablo, sanó a los enfermos, echó fuera demonios, caminó delante de Dios entre los hombres como un hombre en el mundo, pero que no era del mundo. Cuando Cristo hizo los milagros en este cuerpo que María le dio, El estaba cumpliendo la voluntad de Dios. Cuando tú lo ves en acción, es decir, funcionando como el hombre celestial, operando en el Nuevo Testamento, es entonces que ves la función de la Iglesia. El entregó en el Calvario el cuerpo con el cual caminó en esta tierra. En el día de Pentecostés, el recibió otro cuerpo que es la Iglesia, y el propósito de esta Iglesia es ser el vehículo de expresión suya. Cristo se expresa a través de la Iglesia.
Quiero que note dos impedimentos que son fatales para este propósito: Primeramente, el individualismo. Ninguna persona puede ser todo; nosotros como miembros individuales, en conjunto suplimos lo que hace falta. Cuando Cristo dijo: “Es mejor dar que recibir”, no sólo se refería a dinero. Hemos recibido de Dios una fe que tiene que ser dada. Estamos supliendo lo que hace falta, supliendo cada coyuntura. El individualismo limita a la Iglesia a la función del individual. A Cristo el Hijo, Dios dio el Espíritu sin medida, pero a tí y a mí como miembros particulares, sólo nos ha sido dado una medida de fe. Entonces fe y Espíritu llegan a ser sinónimos. Tenemos una medida de fe, no la tenemos en totalidad, entonces el individualismo impide que se realice el pleno propósito de Dios.
El segundo impedimento es el sistema predominante en la Iglesia que ha traído división; los hombres se han dividido por sus propias interpretaciones doctrinales, imponiendo el dominio del hombre en lugar del gobierno del Espíritu Santo. Y cuando el hombre toca esa Iglesia, lo hace algo terrenal, algo rígido, y destruyc su potencia espíritual en la tierra. Estas cosas impiden el propósito de Dios con su Iglesia. Tenemos que ver en forma total lo que Dios se deseaba en cuanto al propósito y la función de este vehículo llamado la Iglesia. Para hacer esto, veamos el patrón: lo que el Templo del Antiguo Testamento era en figura, la Iglesia es en una realidad espiritual. Mantén esto en tu mente, lo que la Iglesia es como un todo es su realidad espiritual, es lo que debe ser la Iglesia local.
Es algo remarcable en el Nuevo Testamento, que las iglesias son visualizadas a la luz de un todo. Cada asamblea local debería ser una representación total de Cristo. La Iglesia universal es una sola. La Iglesia local, donde sea que esté, debería ser una revelación absoluta de Cristo, cada miembro supliendo lo que falta. Entonces, y sólo entonces, la Iglesia puede llegar al punto donde, como se dijo de Cristo, “sanaba a todos”. Vemos milagros aquí, milagros allá, pero no puede ser dicho de nosotros como se dijo de Jesús, (quien es la Iglesia), funcionando en el cuerpo que María le dio, que El sanó a todos los que le trajeron a El. Cuando la Iglesia funcione en la manera de la Iglesia corporal, entonces todo lo de Cristo estará presente en cada asamblea local que trabaje como tal. El punto de la declaración inspirada es que cada grupo local es en representación, lo que todo el cuerpo es.
Cuando estamos edificando la Iglesia, estamos plantando a Cristo en esta área, y la Iglesia, como cuerpo de Cristo, simplemente significa que es el vehículo de expresión. ¿Qué debemos expresar? Debemos expresar a Cristo, porque nosotros somos Su cuerpo. Con este pensamiento en mente, veamos el templo. Primero, el templo era el lugar de reunión de Dios con el hombre; ellos fueron instruidos para orar en dirección al templo. Este templo del Antiguo Testamento era el lugar donde Dios se encontraba con el hombre, y donde el hombre se encontraba con Dios, era el lugar de reunión, y esta es la función de la casa de Dios. Cristo era el lugar de reunión en el sentido más pleno. En su pregunta a sus discípulos esto es revelado tan maravillosamente: “¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?”, “Tú eres el Cristo”, Dios y el hombre en el mismo templo. Mientras que El caminó por esta tierra, El era el Ungido, y El era Dios, El era 100% Dios y 100% hombre, no es que era mitad Dios y mitad hombre, sino que en este cuerpo, con el cual anduvo 33 años por esta tierra, estaban ambos, Dios y el hombre. “Destruyan este templo y en tres días yo lo levantaré”. Ellos pensaban que El estaba hablando del templo que Salomón construyó, así que ellos dijeron, “la construcción de este templo duró 46 años, y tú dices que si lo destruimos, tú lo levantarás en tres días”. Pero lo que El estaba diciendo es, “Yo soy el templo”. El apóstol Juan en el libro de Apocalipsis de manera sencilla muestra que Jesús es este templo, El era la Iglesia, y en El estaba Dios y el hombre: Dios y el hombre se reunieron en Cristo.
Los sistemas religiosos de nuestros días hacen a Cristo una cosa y a la Iglesia otra cosa y es de aquí de donde viene el problema; la Iglesia de Dios es Cristo, y cuando tú encuentras la Iglesia verdadera, encuentras al Señor Jesucristo. Esto lo ves en el templo del cual habla Ezequiel. La casa está terminada en la mente de Dios y el río fluye desde el templo; todo lo que este río toca es vivificado. Esta es la Iglesia, la vida de Dios fluyendo al hombre; es el vehículo de la vida divina. En el libro de Efesios, vemos esto de manera muy hermosa: Cristo, el hombre glorificado a la derecha del Padre, derrama desde el trono, esta vida hacia el vehículo o cuerpo llamado la Iglesia, y a través de ellos esta vida fluye al mundo.
El templo fue la personificación del pensamiento y expresión de Dios. En cada piedra, en su tamaño, dimensión y material estaba el pensamiento de Dios; cada piedra tenía que ser labrada a la perfección, porque tenía que encajar en un lugar particular en el templo. Cada piedra tenía su significado y propósito, y era un tipo del creyente, “como piedras vivas”. En el templo de Salomón, las piedras eran sacadas de la cantera y hechas para encajar en un lugar particular en el templo. La Iglesia debiera ser así, debiera ser una revelacion rica, de lo que hay en el corazón de Dios concerniente a los suyos.
Entonces este templo era el lugar de la autoridad y de juicio; aquí se traían las cosas para ser decididas y juzgadas. Puedes ver que la Iglesia es el lugar del trono, pero es también el lugar de juicio. Pedro dijo que el juicio debe empezar por la casa de Dios, dijo que en este lugar estaría la autoridad final del juicio. Si tu hermano tiene algo contra tí, debes acercarte a él, y si no llegan a un acuerdo, busca otro hermano y llévalo a él, si él no oye a ninguno de los dos, entonces hay que llevar el caso a la Iglesia, y si él no oye a la Iglesia, ahí termina todo; él es un publicano y un pagano.
La Iglesia, el cuerpo de Cristo, es el lugar de reunión de Dios con el hombre; este es su propósito, y mientras que opera, reconocemos estas dos grandes y hermosas características: primeramente, como es el cuerpo de Cristo, donde dos o tres se han reunido en Su nombre, pues Dios dijo, “yo estoy allí”. Así que lo primero que hacemos, es que ubicamos a Dios. ¿Cómo es esto? Sé que Dios está en todo lugar, pero, ¿quién entre nosotros sabe donde está “todo lugar?” Yo no sé donde está “todo lugar”, pero si me dices la dirección de la casa de oración donde la Iglesia se va a reunir, puedo decirte dónde va a estar Dios. Nosotros localizamos a Dios, le damos a Dios un lugar físico en esta tierra, le decimos a los hombres dónde pueden encontrarse con Dios. Esto es un pensamiento tambaleante, pero Dios planeó esto desde la eternidad. “Cuando dos o tres están reunidos en mi nombre, yo estoy allí”; así que le damos a Dios un lugar físico en esta tierra. Es asombroso cuando tú empiezas a considerar la amplitud de este pensamiento, que yo puedo decir con seguridad absoluta, que Dios estará en tal y tal lugar esta noche. ¿Cómo sé yo esto? Porque dos o tres de nosotros nos vamos a reunir ahí en Su nombre; esta es la razón por la cual yo puedo dar la dirección a Dios. Pero no solamente le damos a Dios una dirección física, sino que en segundo lugar, es ahí que las necesidades de los hombres y las mujeres son suplidas. Le damos a Dios un lugar donde los hombres pueden encontrarse con El, y luego ahí las necesidades de las personas son ministradas; es ahí de donde vienen las provisiones de Dios, a través de esta casa. En la casa que Ezequiel vio, el río estaba fluyendo desde la casa; esta es la provisión. El río de agua viva que Juan dijo que era el Espíritu Santo, es la provisión. Así que le ubicamos a El, y luego la provisión es llevada ahí.
Pablo dijo que éramos ministros de Dios, no ministros acerca de Dios. No puedes ministrar de lo que no tienes, pero cuando tienes a Dios , puedes ministrar a Dios. ¡Qué hermoso y bendito pensamiento es éste cuando es puesto en acción! Invita a la gente a esta Casa, gente rebelde contra Dios, gente que necesita salvación, gente enferma, gente derrotada; es aquí en este lugar de reunión de Dios y el hombre, donde la necesidad del ser humano puede ser satisfecha. La Iglesia en la función de Dios es para ser justamente esto: el lugar de reunión de Dios y el hombre, donde Dios puede ministrar a este pueblo. No tiene que ser una ubicación particular geográfica.
Si vas a una ciudad y te encuentras con un pastor, él querrá mostrarte su iglesia. Puedo decir que esta idolatría de los edificios ha sido una cosa de maldición para la Iglesia. El te llevará quizás al otro lado la ciudad para mostrarte el edificio que les costó dos millones de dólares o más, y él llama lo la Iglesia; esta no es la Iglesia, es donde la Iglesia verdadera se reúne, y ahí es donde viene Cristo. No encerramos a Dios en un lugar físico para encontrarnos con El una o dos veces por semana, la Iglesia está en nosotros, Cristo es la Iglesia. Nosotros somos el Lugar Santísimo, la tienda de piel de Dios, y si orando nos reunimos dos o tres en Su nombre, Dios está ahí de una manera peculiar y particular; el está ahí para suplir las necesidades de la gente, porque El dijo, y aún ahora El dice: “Cuando dos o tres están reunidos en mi nombre, yo estoy ahí”, (nota que este es el mínimo común denominador). Observemos lo que la siguiente Escritura dice: “si dos de vosotros se pusieren de acuerdo en la tierra acerca de cualquiera cosa que pidieren, les será hecho por mi Padre que está en los cielos”. ¿Te das cuenta? Esto ocurre cuando la Iglesia pide unánimemente. La Iglesia es el propósito final de Dios. Todo lo que Dios ha hecho, ha sido con este propósito: la Iglesia, el nuevo hombre, a través de quien la misma gloria de Cristo pueda reflejarse a todo el universo. Y está aquí como el vehículo de expresión en el tiempo. El único cuerpo donde Cristo es visto, es la Iglesia ahora en el tiempo.
Estamos aquí para ministrar en el lugar donde la gente pueda venir y encontrar a Dios para su necesidad. Lo hemos dicho una y otra vez, este vaso es la clave para todo lo que Dios hará en la tierra. El trabajo de Dios, la sanidad de los enfermos, el echar fuera demonios, todas estas cosas demandan un instrumento humano. El trabajo de Dios, donde sea que fuere, demanda un instrumento humano, y la Iglesia es aquel instrumento.
El mensaje Pentecostés es: Dios el Padre a través de Dios el Espíritu Santo, mostrando a Dios el Hijo, a través de un vehículo llamado la Iglesia. Este es el plan de Dios, siempre lo ha sido. En la caída, el plan se perdió; Jesús vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. En sí mismo, El recobró todo lo que se había perdido. El hizo de puente en la separación causada por la caída, y nos colocó otra vez en el camino real hacia el propósito de Dios, para que seamos el vehículo de la expresión de Dios. Teniendo este pensamiento en mente, que éste es el plan de Dios para la Iglesia, veamos a la Iglesia desde el punto de vista de Dios, a través de los ojos de Dios; dejemos todas nuestras presuposiciones, para que podamos ver con una visión sin impedimentos, qué es lo que realmente Dios busca. En el libro de Zacarías 4, se menciona a un hombre llamado Zorobabel que fue despertado por un ángel de un profundo sueño. No se refiere aquí que él estaba dormido físicamente, sino espiritualmente; el estaba inconsciente de lo que estaba pasando a su alrededor, como muchos en la Iglesia lo están actualmente. El ángel lo despertó, y cuando sus ojos fueron abiertos espiritualmente, el angel dijo, “¿qué ves?” y el respondió: “he aquí un candelabro todo de oro”. El candelabro es la Iglesia, el oro es Dios. El dijo: veo una Iglesia hecha toda de Dios. Cuando vemos lo que la Iglesia es hoy en día y después vemos por el Espíritu lo que Dios realmente quiere, este vaso a través del cual la vida pura de Dios pueda fluir, entonces vemos que terrible diferencia hay entre las dos.
Entonces El nos dice ” No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu ha dicho Jehová de los Ejércitos” (Zacarías 4: 6). Tengamos entonces la firme determinación, por el Espíritu de Dios, de producir en esta tierra la Iglesia que Dios desea.