Lección 15.- Presenta Tu Cuerpo
El haber respondido al llamado de Dios te ha costado algo. Quizás ha significado dejar a tu familia, o quizás ha ocasionado alguna dificultad financiera; pero había algo dentro de tí que te decía que necesitabas algo más de Dios. Había un fuego en tu corazón que te provocaba desear ser usado por Dios en estos últimos días. Tú puedes, a través de tus ojos espirituales, ver que la Iglesia ciertamente no es lo que debe ser y lo que debería ser; y también has podido ver que Dios siempre escoge vasos humanos para restaurar las cosas que se han perdido. Bueno, es uno de los propósitos de estos capítulos, prepararte para esto, y mostrarte qué debes hacer de tu parte para llevarte a esta relación con Dios y así ser usado verdaderamente. No hay capítulo más importante que el que veremos a continuación.
Leemos en Romanos 12: 1-3 lo siguiente: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta. Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida de fe que Dios repartió a cada uno”. Esta Escritura habla de sacrificio, y es algo que la Iglesia ha olvidado.
En 1 Reyes, hemos leído la historia del profeta Elías cuando se burló de los profetas de Baal, pero no es suficiente solamente burlarse de ellos. He predicado sobre las perversiones del Evangelio.; me he burlado literalmente de sus doctrinas y de las cosas que se están haciendo en el nombre de Cristo; he clamado contra espíritus seductores y doctrinas de demonios. Pero Dios me dijo “No es suficiente que te burles de ellos”. En pocas horas Elías iba a ofrecer el sacrificio, y es a Elías a quien todos iban a estar observando. Sería Elías quien clamaría que viniera fuego sobre el sacrificio. Sería Elías quien sería apedreado hasta morir, si el fuego no caía.
Tú y yo hemos reconocido que estamos encarando la misma situación que Elías encaró. Hay una mezcla de lo que es carne y Espíritu, verdad y error. Pero no es suficiente burlarnos de esto. Tú y yo tenemos que producir algo real; necesitamos el fuego, necesitamos la gloria de Dios, necesitamos la unción del Espíritu Santo. Necesitamos regresar a lo que era la base del movimiento Pentecostés; nada menos que el movimiento del Espíritu Santo en la Iglesia va a restaurar y traer avivamiento. Nuestros programas, tecnología, televisión, nuestros equipos, nada de esto lo va a conseguir; nada menos que un fuego del cielo va a restaurar la Iglesia y la va a preparar para el regreso de Jesucristo.
Mira a Elías después que él se burló de los profetas de Baal. Ellos oraron, profetizaron todo el día, estaban esperando que el fuego cayera. El pueblo había dicho: “Serviremos al Dios que responda con fuego”. Esperaron que caiga en el altar, pero la Escritura dice que no recibieron respuesta; y en el momento del sacrificio de la tarde, Elías reparó el altar de Dios que estaba caído; tomó 12 piedras y construyó un altar para el Señor.
Tú y yo, amado hermano, tenemos que hacer más que burlarnos: debemos reedificar el altar para Jesucristo en esta generación. Debemos predicar a Jesucristo como nunca antes. Debemos vivir, respirar, caminar, hablar de Jesús a esta generación. Los profetas de Baal han quitado su atención de Jesús, y lo han puesto en la prosperidad y en las sanidades. Todo esto puede ser o no puede ser parte, pero ellos lo han puesto en las celebridades. Glorificaron a la criatura más que al Creador.
Tenemos doctrinas en el movimiento Pentecostés hoy, que guían al altar equivocado. “Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 12). El altar de Jesucristo debe ser restaurado. Hemos pagado un precio por nuestra negligencia hacia el altar de Jesucristo. Miremos nuevamente Hechos 2, que la remisión de pecados fue predicada a través del nombre de Jesús, y multitudes fueron salvas. En el tercer capítulo, vemos que el hombre en la Puerta de la Hermosa, fue levantado en el nombre de Jesús, y vino el avivamiento. En el capítulo 4, ocho mil personas fueron añadidas a la Iglesia por el nombre de Jesucristo. El Sanedrín detuvo a los apóstoles y los trajeron al concilio, los amenazaron con golpearlos y los echaron a la prisión. Cuando finalmente los soltaron, les ordenaron que no enseñen o prediquen a Jesús otra vez.
Las Escrituras dicen que, después que fueron azotados, los apóstoles salieron con regocijo que habían sido contados como dignos de sufrir por el nombre de Cristo, y fueron por todas partes y no cesaban de enseñar y predicar a Cristo. Ellos sabían que estaban firmando su sentencia de muerte. Pero el diablo sabía entonces, y los demonios saben ahora que si nos pueden callar de predicar a Jesús, toda la Iglesia se irá al agua; no tendrá poder ni victoria, ni habrán vidas transformadas. Tú puedes tener religión sin Cristo, puedes tener doctrina sin Jesucristo, puedes predicar de prosperidad sin Jesucristo, puedes predicar sobre la confesión positiva, y sobre una alta estima, pero es Jesucristo quien nos redime. Es Jesús quien murió por nosotros, quien derramó Su sangre por nosotros, y es a Jesucristo a quien debemos predicar en esta hora. Debemos edificar un altar al nombre del Señor.
Acerca de la hora del sacrificio de la tarde, Elías restauró el altar. Después de acomodar la leña, él cortó el buey en pedazos y lo colocó sobre la leña. Ahora bien, nos hemos pasado toda esta generación acomodando la leña, consiguiendo el equipo, la tecnología, pero no es la leña lo que trae el avivamiento, lo que trae el avivamiento; es el sacrificio. El fuego no va a caer en la leña. El fuego sólo cae sobre el sacrificio. Nunca va a caer sobre un altar vacío. Cuando el hombre de Dios ofreció el buey, el fuego cayó del cielo y consumió el sacrificio; 850 falsos profetas murieron ese día, porque uno de los profetas de Dios ofreció ese sacrificio.
En Exodo 29, la Escritura nos habla del sacrificio de la mañana y del sacrificio de la tarde. El sacrificio de la mañana es un sacrificio de sangre cuando se mata al animal y su sangre es recogida en vasijas, derramada en el altar, y el cuerpo del animal es sacado fuera de la ciudad y es destruido. Esto es lo que Jesús hizo por nosotros cuando fue colgado en la cruz: derramó Su sangre sobre el altar de Dios. Hebreos 13 nos dice que El sufrió por nosotros fuera del campamento. Su cuerpo fue destruido, Su sangre derramada por tí, y por lo tanto, El cumplió el sacrificio de la mañana. Cuando la Biblia dice, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional”, se está refiriendo a otro sacrificio. Jesús nunca más volverá a sufrir. El cumplió el sacrificio de la mañana que nos salvó del pecado. En Romanos 12, Pablo habla del sacrificio de la tarde. Esta es la ofrenda quemada, y tiene que ser ofrecida en la entrada del tabernáculo; y Dios dijo que a la hora del sacrificio de la tarde, ahí se encontrará contigo. Dios dijo que iba a hacer tres cosas cuando ese sacrificio de la tarde fuera ofrecido y aceptado: Primero, “Yo me encontraré ahí contigo”, segundo, “Yo hablaré ahí contigo”, tercero, “Mi gloria limpiará y santificará el tabernáculo o el templo”. Se está refiriendo a nosotros. Dios dijo que todo esto será Su respuesta al sacrificio de la tarde.
Ahora, esto es lo que Pablo nos está instando que hagamos nosotros cuando dijo, “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos…”. Necesitamos el fuego, necesitamos la gloria, necesitamos oír a Dios. Esto no va a pasar hasta que haya un sacrificio de la tarde, y tú y yo somos ese sacrificio de la tarde. Nosotros en ese altar. Los hombres de todos los tiempos han ofrecido este sacrificio. Pablo lo ofreció, Pedro lo ofreció, y aquellos en el día de Pentecostés. Cada vez que el fuego vino, la gloria de Dios vino y el poder de Dios vino. A través de las edades se han levantado hombres de Dios, y ellos mismos se han presentado sobre el altar de Dios, como un sacrificio vivo. Y sin falta, Dios se ha encontrado con ellos, ha hablado con ellos y ha santificado el santuario con su gloria. Los grandes avivamientos de la historia no fueron accidentales: El avivamiento es la respuesta de Dios al sacrificio de la tarde.
La palabra “sacrificio” puede significar ya sea “el acto de” o la “víctima”. Lo que dice en Romanos 12: 1, se refiere a que nuestros cuerpos son las víctimas del sacrificio. Ahora, la palabra “presentar”, significa ofrecer tu cuerpo como sacrificio vivo. También significa “pararse al lado de”. Observa este cuadro: tú debes sacrificar tu cuerpo a Dios. Luego debes pararte al lado de este sacrificio. Cuando Abraham ofreció su sacrificio en Génesis 15, los buitres vinieron para llevarse el sacrificio del altar, pero él se paró ahí, al lado de este sacrificio, y echó fuera a esos buitres. Ahora, ¿Cómo podemos tú y yo ofrecer nuestro cuerpo a Dios y pararnos junto a él? Debemos darnos cuenta es que nuestro cuerpo no nos pertenece. Dios sopló aliento de vida en Adán, y Adán fue un alma viviente.
El cuerpo es el lugar de habitación de esta alma viviente. La Escritura dice que el primer Adán fue hecho un alma viviente, pero el segundo Adán fue hecho un Espíritu vivificante. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es. Somos una nueva creación, creados en justicia y verdadera santidad. Somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús, para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviéramos en ellas. Las nuevas criaturas son exactamente como Jesús, esto es realidad. La gente habla de la gracia, hablan de la sangre, pero muchos están bajo el antiguo pacto. Debemos comprender la naturaleza de la nueva creación para entender lo que significa pararse al lado del sacrificio de nuestros cuerpos. La nueva creación, la nueva criatura es justa, santa y perfecta. Es exactamente como Jesús, creada en justicia y en verdadera santidad.
Muchas palabras que se usan tanto en el Antiguo y Nuevo Testamento, tienen diferentes significados. Tomemos la palabra “santificado”, que en hebreo significa “pronunciado santo”, o “santidad ceremonial”. Pero en el Nuevo Testamento griego, significa, “creado santo”, “hecho santo por Dios”. La palabra “justificado” en el Nuevo Testamento significa “hecho justo”. La teología de hoy dice: “Los cristianos no son perfectos, sólo perdonados”. Esto es el antiguo pacto. El antiguo pacto podía perdonar pecados. Mira el caso de David, quien asesinó a un hombre, tomó a su esposa, y aún así fue perdonado. En el Nuevo Testamento tenemos la remisión de pecados. Remisión no significa meramente perdón, significa libertad, y es la Sangre la que nos da la libertad del pecado. La teología de hoy dice, “Perdonado pero no perfecto”. Esto es ley, porque la ley no hizo a nadie perfecto, sino que llevó al hombre a un hecho de mayor esperanza. Así que el problema es el “hombre viejo”, y el hombre viejo está a cargo del cuerpo. Dios le dice a la nueva criatura, “Presenta (ofrece) tu cuerpo como sacrificio vivo”. La nueva criatura tiene que tomar el cuerpo del “viejo”, y ofrecerlo a Dios como “sacrificio vivo”. No presentar nuestros miembros como instrumentos de injusticia, significa simplemente, que es esta nueva criatura quien va a determinar lo que nuestro cuerpo haga. Un sacrificio vivo significa muerto a lo carnal, pero vivo para Dios. “Consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios”; así que nuestro cuerpo tiene que ser un instrumento de la justicia.
Ahora, luego de ofrecido el sacrificio, como Abraham, el nuevo hombre debe pararse al lado del sacrificio para evitar que los buitres de la carne roben el sacrificio del altar, para que el cuerpo no vuelva a lo que era. Párate junto al sacrificio; manténlo permanentemente en el altar para Dios. Ahondando en lo que es la palabra “presentar”, significa exhibir tu cuerpo. Déjame preguntarte, ¿quisieras tú exhibir la vida que vives delante de Dios? Romanos 12: 1, realmente dice, “Exhibe tu cuerpo delante de Dios, como un sacrificio vivo”. Debe ser real en sustancia, no algo de la mente, sino una ofrenda muy real sobre el altar de Dios. Dios quiere tu cuerpo, presta atención, Dios quiere tu cuerpo, para exhibir lo que El puso dentro. Si Dios no hubiera puesto una creación perfecta en tu interior, entonces tú y yo tendríamos una excusa para poder pecar, y no hay excusas. Estamos tratando con el sacrificio de la tarde, lo único que traerá avivamiento a esta generación. Al presentar este cuerpo como un sacrificio vivo, estamos exhibiendo a Jesús, mostrando lo que es santo. ¿Qué significa santo? “Entonces me fue dada una caña semejante a una vara de medir, y se me dijo: Levántate, y mide el templo de Dios, y el altar, y a los que adoran en él”. (Apocalipsis 11: 1).
“Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Y me llevó en el Espíritu a un monte grande y alto, y me mostró la gran ciudad santa de Jerusalén, que descendía del cielo, de Dios…El que hablaba conmigo tenía una caña de medir, de oro, para medir la ciudad, sus puertas y su muro. La ciudad se halla establecida en cuadro, y su longitud es igual a su anchura; y él midió la ciudad con la caña, doce mil estadios; la longitud, la altura y la anchura de ella son iguales…Y no vi en ella templo; porque el Señor Dios Todopoderoso es el templo de ella, y el Cordero” (Apocalipsis 21: 9-10, 15-16 y 22). Esto nos habla de Jerusalén la celestial y del Cordero quien es el templo de ella.
Ezequiel 40: 1-4 dice: “En el año veinticinco de nuestro cautiverio, al principio del año, a los diez días del mes, a los catorce años después que la ciudad fue conquistada, en aquel mismo día vino sobre mí la mano de Jehová, y me llevó allá. En visiones de Dios me llevó a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte muy alto, sobre el cual había un edificio parecido a una gran ciudad, hacia la parte sur. Me llevó allí, y he aquí un varón, cuyo aspecto era como aspecto de bronce; y tenía un cordel de lino en su mano, y una caña de medir; y él estaba a la puerta. Y me habló aquel varón, diciendo: Hijo de hombre, mira con tus ojos, y oye con tus oídos, y pon tu corazón a todas las cosas que te muestro; porque para que yo te las mostrase has sido traído aquí. Cuenta todo lo que ves a la casa de Israel”. Ahora, acá es la tercera vez que alguien está midiendo el patrón celestial.
En Apocalipsis 11, Juan mide el templo, el altar y a los adoradores; a él le fue dicho que midiera la ciudad, pero no había templo, porque el templo o el Cordero, era el templo ahí. Ezequiel midió la ciudad, las puertas, el muro, el templo, el altar, el sacerdocio. El midió todo lo que estaba en el patrón celestial; la ciudad había sido destruida, así que en la visión, Ezequiel mira la ciudad, el templo y el altar. Y Dios le dice, “Yo te he traído acá para que tomes nota de esto, para que puedas regresar y predicarlo a Israel. Predica lo que ves, decláralo. Cuéntales del patrón celestial, cuéntales de la ciudad santa, cuéntales sobre el sacerdocio santo, cuéntales sobre la nación santa que has visto”. Pero otra vez en Ezequiel 43: 10, Dios nos da una razón: “Tú, hijo de hombre, muestra a la casa de Israel esta casa, y avergüéncense de sus pecados; y midan el diseño de ella”.
En el libro de Apocalipsis Jesús es el templo de la Jerusalén celestial. El es el patrón. Cuando El es predicado y mostrado, los hombres se avergüenzan de sus pecados. ¿Qué es santidad? Mide a Jesucristo y entenderás lo que es santidad. En la primera carta de Juan 3: 7, el apóstol nos dice que no nos engañemos; el que hace justicia es justo, así como El es justo. El compara la justicia de Dios con la misma justicia de Jesús. El es el patrón del templo de Dios, El es el patrón en donde Dios va a morar, El es el patrón de lo que Dios va a llenar con Su gloria.
En Ezequiel 40, Dios dice, “Predícaselo a ellos”. En Ezequiel 43, Dios dice, “Muéstraselo a ellos”. Yo creo que esto es donde estamos. Hemos estado predicando a Jesús a la gente, pero Dios está llamando a que Su pueblo muestre a Jesús a la gente. Si tú quieres que los pecadores vengan a Dios, quebrantados, contritos, y convencidos, muéstrales el patrón celestial. Muéstrales a Jesús, y cuando ellos vean Su santidad, verán su propia falta de santidad. Ofrece el sacrificio sobre el altar de Dios, y muéstrales el patrón para que sean avergonzados. El pueblo verdadero de Dios es odiado por el mundo religioso. ¿Por qué? Porque predicamos santidad, predicamos justicia verdadera, predicamos perfección en Cristo.
Y Dios dice que cuando ofrezcamos el sacrificio de la tarde, entonces exhibimos nuestro cuerpo. Exhibir nuestro cuerpo, esto es, que exhibamos lo que está en el interior, o sea, al Señor Jesucristo, y es entonces cuando el mundo se va a arrepentir. Pero Dios dijo que si se lo muestran, ellos serían avergonzados; El les permitió medir el patrón, así que midieron el templo, que es Jesús. Mide el altar, esta es la cruz; mide el adorador, ese soy yo; medimos el templo, ese es el patrón; esto es lo que estamos predestinados a ser, conformados a la imagen de Dios, creados en la justicia y verdadera santidad. Presenta tu cuerpo para que Jesús sea visto. ¿Por qué medir el altar y el adorador? Porque el adorador debe de encajar el altar. El adorador de hoy es demasiado grande para el altar. ¿Cómo vas a hacer que un cristiano con una alta estima sea digno del altar? Consigue toda la leña que quieras. La leña no va a traer el fuego. Consigue toda la tecnología, conocimiento, educación, y el fuego no caerá. Consigue el sacrificio adecuado y ponlo en el altar, tú mismo. El fuego caerá, la gloria de Dios vendrá y Dios hablará. Mide el altar, mide a los que ahí adoran. Después que Elías colocó la leña en el altar, él tomó el buey y lo cortó en pedazos y lo colocó en la leña. ¿Por qué lo cortaron? Porque era muy grande para el altar. Así que el varón de Dios lo cortó para que pudiera entrar ahí. Esto mismo debe ser verdad para nosotros. Debemos ser cortados para poder entrar en el altar por medio de la espada del Espíritu, la palabra de Dios. Jesús es el patrón de lo que Dios quiere que seamos, y Dios busca a Jesucristo en nosotros. Nosotros tratamos de ser como Jesús y luchamos, pero Dios nunca dijo que imitáramos, pues la imitación es algo falso.
Debemos ser cambiados a Su imagen de gloria en gloria como por el Espíritu de Dios. Para que esto ocurra debemos encajar el sacrificio en el altar. Pon el sacrificio en el altar. Este mensaje tiene un especial significado en esta generación. Debemos tener el fuego, debemos tener la gloria, debemos tener a Dios encontrándose con nosotros. Debemos tener Su presencia habitando en nosotros, porque sólo la gloria de Dios puede santificar el tabernáculo. Sólo la gloria de Dios puede cambiar esta era religiosa en la cual vivimos. Sólo la gloria de Dios puede recoger una cosecha en medio del engaño, y hay sólo una ruta a esta gloria: el altar, la cruz. Tú dile a El, “Señor tú diste tu cuerpo por mí, tu sangre fue derramada por mí, me redimiste del pecado, me hiciste libre, me hiciste una nueva creación en Cristo. Ahora yo te doy mi cuerpo como un sacrificio vivo. Voy a pararme junto a él. Exhibo este sacrificio ante tí para tu aprobación”. Millones están perdidos, y sólo la gloria de Dios va a poder cosechar. El fuego ya va a caer, porque hay hombres y mujeres que van a presentar sus cuerpos a Dios. Unos pocos aquí y allá, que tienen hambre y sed de justicia, que son despertados por las noches para arrodillarse y orar, interceder, y ofrecerse a Dios. Esto ya está ocurriendo; se está ofreciendo un sacrificio, y la gloria de Dios va a santificar el tabernáculo.