Lección 17.- El Calor Del Desierto O La Seguridad De La Tienda Del Esclavo
A través de los capítulos anteriores de esta serie, Dios nos ha mostrado que el ministerio que El ordenó, es que el Evangelio no sea predicado solamente en palabras, sino en poder y demostración del Espíritu Santo. Pero ahora veamos otras circunstancias que se presentan ejerciendo el ministerio.
Exodo 12: 11, “Y lo comeréis así: Ceñidos vuestros lomos, vuestro calzado en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis apresuradamente; es la Pascua de Jehová”.
Veamos ahora Exodo 3: 9-14, “El clamor, pues de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel. Entonces Moisés respondió a Dios : ¿Quién soy yo para que vaya a Faraón, y saque de Egipto a los hijos de Israel? Y él respondió: Ve, porque yo estaré contigo; y esto te será por señal de que yo te he enviado: cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, serviréis a Dios sobre este monte. Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel , y les digo : El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros. Si ellos me preguntaren: ¿Cuál es su nombre?, ¿Qué les responderé? Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros”.
Después de cuatrocientos años de esclavitud, había llegado el momento para que el pueblo de Dios sea liberado de las manos de sus enemigos. Dios llamó a Moisés en el desierto a través de un arbusto que no se consumía. Y Dios le dijo a Moisés, “el clamor de mi pueblo Israel ha llegado hasta mí y te envío allá para liberarlos”. Moisés argumentó con Dios. Pero Dios le dijo, “diles que YO SOY te ha enviado”. Pero lo que Moisés escuchó realmente fue esto: “Yo seré lo que tengo que ser en Egipto”. Dios va a ser todo lo que El tiene que ser para la victoria. El pueblo de Dios había sido esclavo tanto tiempo que casi se habían olvidado que eran esclavos. La tragedia más grande es entrar en la rutina de la religión y vivir ahí tanto tiempo que equivocamos la muerte por la vida y sentimos que todo está bien cuando todo realmente está perdido.
La Iglesia de nuestro tiempo se ha introducido en una rutina que no tiene vida, y los linderos de la religión que limitan a Dios a las formas del sistema organizado, se han convertido en el impedimento más grande para el avivamiento. Dios quiere dar avivamiento y libertad, pero nuestras mentes han sido apagadas por el sistema bajo el cual estamos. Es muy difícil despertar a un hombre y hacerle ver que algo está mal. Reconozco esto muy fuertemente como pastor. Hay buenas personas que se sientan en las bancas todos los domingos, ellos aman a Dios, apoyan el evangelio, dicen amén al programa, pero aún están lejos del espíritu del avivamiento. Esas son las personas que son más difíciles para tocar.
Cuando Dios le dijo a Moisés “te estoy enviando a Egipto”, Moisés empezó a argumentar. Primero que todo, cuál sería la situación con el pueblo de Dios. Pero el Señor lo animó. No hay ningún hombre que conozca a Dios a quien no le gustaría tener avivamiento. Pero cuando llegas al verdadero asunto de lo que se trata el avivamiento y lo que cuesta tenerlo, te vas a dar cuenta que no muchas personas están interesadas. El emancipador o la persona que trae el avivamiento, es siempre el héroe al principio; la gente lo quiere hacer rey. Actualmente la Iglesia puede ser encendida con el pensamiento del avivamiento. Puedes ver una buena reacción. Pero cuando les dices a esas mismas personas que te va a costar noches de oración, entonces pierdes la audiencia.
Cuando Moisés estuvo en Egipto, se dio cuenta que lo querían hacer rey. Cuando él le demandaba a Faraón que los dejara ir, ellos aclamaban. Cuando él entraba al palacio del Faraón y decía, “Así dice el Señor, deja ir a mi pueblo”, estaban listos para irse. Cuando la larga marcha empezó, no había ningún desviado entre ellos. Todos estaban felices . No hay ninguna persona que no sepa que Dios se ha empezado a mover en este planeta. No sólo en las iglesias pero en todas partes, los espíritus de la gente están abiertos. Dios ha empezado algo que va a culminar con la segunda venida de Cristo.
Cuando hablamos a dónde estamos yendo, podemos gritar hasta que las paredes casi caigan. Cuando llegue el tiempo de movernos al calor del desierto y de enfrentar las aguas amargas de Mara y ganar la victoria de una tierra prometida, ahí pierdes a la multitud. Todos se emocionan con el avivamiento: David dijo, “Traigamos de vuelta el arca”. Todos están de acuerdo en hacerlo. Pero cuando ven que los hombres mueren por causa de su desobediencia y mal uso, inmediatamente quieren dejar el arca en cualquier lugar. Cuando se tiene que cargar la responsabilidad de un avivamiento y pagar el precio para conseguirlo, vamos a ver que no hay muchas personas interesadas. Cuando un hombre se pone de pie y proclama lo que Dios quiere hacer, todos gritan. Tres millones de esclavos con el oro de Egipto en su bolsillos, los aretes de las egipcias en sus bolsas, salían con un grito. Una nación que los detuvo por cuatrocientos años caía en ruinas. Sin duda habían predicadores en la multitud que decían, “Ahora que somos victoriosos, nunca tendremos más problemas o pruebas”. Dejaron Egipto con una canción. Todo era maravilloso. No había ningún problema a la vista. Pero no habían avanzado mucho cuando la arena del desierto comenzó a quemar sus pies. Las aguas de Mara eran amargas y empezaron a quejarse. Moisés el libertador ya no es más el héroe; ahora es un estafador que les ha engañado a hacer algo que ellos no querían.
Yo te hablo de esto porque tú vas a enfrentar lo mismo. Enfrentamos una inercia y una Iglesia que está en esclavitud a Egipto, que es el mundo. Las cadenas deben ser rotas; Dios te va a llamar para prepararte y así poder sacar a la gente de donde está y llevarlos a la Tierra Prometida. Y te puedo asegurar que hay un desierto entre el lugar que estamos y ese avivamiento. Debes saber que la arena va a quemar tus pies. Ellos prefirieron el campamento esclavo de un sistema religioso que no les cuesta nada, en lugar del real mover de Dios que les va a costar todo. Todos quisiéramos el mover de Dios si no nos va a costar nada. A todos nos gustaría vivir en un continuo avivamiento. Pero el avivamiento nos va a costar la muerte de lo que tú y yo somos. Mucha gente no está dispuesta a soportar el calor de ese desierto para producirlo. Sé que hay personas que saben cómo producir este avivamiento en sus mentes. Yo también sé cómo hacerlo. Pero no es a través de la rutina o práctica de la religión que éste va a llegar . La vida viene por el morir.
Israel cantó y gritó en las orillas del Mar Rojo sin ningún problema en el mundo. Los falsos profetas les dijeron que habían visto lo último de Egipto, que ya no iban a haber problemas, que el diablo ya no les molestaría más, todo iba a ser diferente. Pero en el momento que tocaron el desierto querían otra vez volver a Egipto y crucificar a Moisés. El que fue su héroe e hizo que la ira de Dios cayera sobre sus enemigos, ahora se había convertido en su enemigo. Yo sería el peor predicador si te dijera que ya no vas a tener más luchas. Pero habrá arena caliente en el desierto. Habrán momentos cuando los hombres van a tener que ayunar y orar y aferrarse a Dios a pesar del diablo. Dios te dice a tí y a mí, “come tu banquete con tus zapatos puestos, y tu vara en la mano porque la hora más grande de la Iglesia está por delante”.
No dudo en decirte que lo postrero de la Iglesia será más grande que el inicio. Hageo dijo, “La gloria postrera de esta casa será mayor que la primera”. Nehemías edificó los muros, pero lo hizo con una cuerda en una mano y una espada en la otra. Y si tú piensas que vamos a reedificar sin luchas los muros de la Iglesia , estás equivocado. Vamos a hacerlo con un ojo en la tormenta y el otro en la gente que va a ser ganada o perdida de acuerdo con nuestra dedicación a la tarea. Edificaremos con una espátula de la Palabra de Dios en nuestra mano y nuestros ojos en el enemigo que está determinado a que nunca reedifiquemos. Ponte tu calzado y camina hacia la meta. No va a ser fácil; va a haber maná del cielo, pero también problemas y pruebas, y el diablo va a estar en ese desierto. La Tierra Prometida está delante de nosotros, pero van a haber luchas y batallas antes de llegar allá.
Cuando llegaron al desierto, querían otra vez volver a los puerros y a los ajos de Egipto. He visto gente que ha salido de sistemas religiosos y ha descubierto que Dios es real. Pero no digo que ellos hayan sido libres de sus espíritus, sino que ellos salieron y encontraron a Dios; comenzaron a andar con el Espíritu, y luego ven que en las filas del frente hay luchas y que la lucha es terrible y quieren volver a un mero sistema religioso. Moisés los guió al desierto y tuvieron continuos problemas. El deseó en una oportunidad no haberlos ni siquiera conocido. Un hombre tiene una visión, (quizás tú has tenido una); el ve las montañas de Dios y el lugar que Dios quiere que él ocupe. Pero él comienza a avanzar y los aleluyas se van y no hay nada sino luchas, aún para orar. He luchado con esto; el infierno me dice, “¿Dónde está tu Dios? hubiera sido mejor que no hubieras empezado”, y te señala cada problema. A veces el diablo te hace que tú desees no haber tenido una visión; pero la diferencia es que cuando un hombre está luchando, esto hace ver que está vivo. Pero cuando la lucha se acaba, cuando ya no hay más oposición, es porque ha muerto. Cuando tú ves mas allá de lo superficial y contemplas la gloria de Dios, los problemas se ven arreglados. No es sólo otro lugar donde predicar; es un cuerpo donde Dios vive; es el instrumento a través de quien el mundo ve a Dios. Toda la sabiduría y el multiforme poder actual de Dios se encuentra en la Iglesia.
He visto a la Iglesia, la he visto a miles de millas de donde Dios quiere que esté. Pero El dice, “quédate con tus zapatos puestos, tu vara en la mano, estás yendo hacia la meta”. El no está menospreciando el hecho que va a haber arena en el desierto. Lo que El está diciendo es que vamos a avanzar a pesar del diablo. Siempre hay un Coré. El es un reverendo, un predicador, pero un esclavo. Su tatarabuelo estuvo entre las primeras sesenta y tres personas que salieron de Palestina a Egipto para conseguir maíz. El no tiene la fe para liberarse él mismo y mucho menos a la gente. Pero cuando llegaron al desierto, el señor Coré tenía todas las respuestas. Moisés los había guiado y habían cruzado el Mar Rojo. Una nube apareció de día y una columna de fuego por la noche. Dios dijo, “yo te alimentaré todas las mañanas”. Había una roca que les daba agua. Había un camino en el desierto que los llevaba a la victoria de Dios, y Moisés los guió ahí; pero en el desierto, cuando querían regresar a Egipto, no se volvieron a Moisés sino donde el hermano Coré. Un esclavo nunca puede liberar a otro esclavo. Uno de los grandes requisitos para un cristiano es la fe. La marca más grande de espiritualidad es la fe. No vale nada si un hombre dice que es espiritual si no tiene fe. Aquí estamos en el desierto con el hermano Coré, como la vieja empleada que te va a decir cómo criar a tus hijos, o los super espirituales que tienen las respuestas para todos los problemas. De repente él es visto como el líder espiritual; esto siempre “complica” el problema. Moisés ya tiene suficientes problemas con las dificultades de la gente y ahora aparece encima el consejo de un predicador sin fe. Es terrible cuando un hombre que no tiene nada de fe siempre está aconsejando a la gente de cómo salir de sus luchas. Lo que necesitamos es que Dios nos levante. Coré era un esclavo en Egipto, él no tenía las respuestas. Los esclavos nunca liberan a otros esclavos.
Daniel estaba en Babilonia, pero Babilonia no estaba en Daniel. Los avivamientos siempre han venido a través de hombres de fe cuyos espíritus fueron libres. Algunos han predicado que Moisés fue apóstata en el desierto. Yo no creo esta historia. Yo creo que Dios lo mantuvo en el desierto durante cuarenta años porque no quería que Moisés tuviera la mentalidad de un esclavo. No quería que pensara como la mayoría. De acuerdo a lo que piensa un hombre, así es él, dice Dios. Pero el problema es lograr que Su pueblo piense de la manera correcta. La gente dice, “Hagámoslo”, pero cuando se llega al momento de hacer las cosas, la arena quema los pies; el pueblo de Israel prefirió los puerros y los ajos de Egipto. Toda la lucha está en lograr que hayan pensamientos correctos, tener nuestra mente enfocada en Dios.
En los momentos actuales que vivimos hemos tratado de alcanzar a esta generación con todos los medios posibles excepto con los métodos del Señor. La lucha de Moisés era la de animar al pueblo a que sea libre. Es horrible cuando tenemos que rogarle a la gente para que vaya al cielo. Moisés casi tiró la toalla; la gente prefería la seguridad del campamento esclavo. Ahí no hay seguridad, es una falsa seguridad. Sólo Jesús salva. La religión institucional, en Estados Unidos especialmente, nos ha mentido. El pertenecer a una Iglesia no te salva. Cuando la gran marcha empiece no vas a llegar muy lejos y vas a tener problemas. Pablo tuvo a Juan Marcos, y éste retrocedió; Demas también lo dejó. Todo Asia se apartó de él. Tú puedes decir que esto es porque él no estaba en la voluntad de Dios si quieres; pero la Biblia no lo dice. En una oportunidad, la Iglesia de Galacia le hubiera dado hasta sus ojos a Pablo, pero luego lo quisieron matar. Del amor al odio. ¿Por qué? El estaba tratando de destruir las ataduras del mundo. El dijo: “Oh, Gálatas insensatos, ¿habiendo empezado con el Espíritu, acabarán por la carne?”; el héroe se convirtió en el villano porque les dice la verdad.
Israel con su vientre lleno de cordero asado y el oro de Egipto en su bolsillo, cuando todo estuvo bien, había una canción de gozo; pero vinieron las presiones de la vida y vieron el costo de todo ello, y comenzaron a quejarse y llorar y a clamar por los puerros y el ajo de Egipto. Era el clamor de la incredulidad. Escucharon a la voz de aquellos que eran esclavos de ellos mismos, de aquellos que no tenían fe. Dios está a punto de liberar a su Iglesia. Estamos en el tiempo de prueba. El accionar de todo hijo de Dios está siendo probado y si no nos podemos parar ahora, nunca gobernaremos con El en ese mundo eternal.
Treinta y un mil dejaron al hermano Gedeón de una sola vez. El vio que su escuela dominical bajó de un promedio de treinta tres mil a trescientos, en menos de lo que puedo contártelo. Pero él siguió a la victoria. No es siempre que un hombre o una iglesia estén mal sino es que simplemente están pasando la prueba. El diablo va a probar todo lo que avanza para a Dios. El error más grande es no hacer nada. He aprendido que los problemas por los cuales he atravesado no han sido porque yo haya estado mal. La mayoría de los problemas que he enfrentado han sido porque yo estuve en lo correcto.
Quiero decirte que al diablo no le interesa cuánto asistas a la iglesia, si esto es todo lo que haces. A él no le importa cuantas veces vas a la iglesia. Si no permites que los hermanos salgan a compartir con otros te va dejar tranquilo. Sólo sirve a Dios en Egipto, Faraón dice que vas a estar bien ahí. Deja tu ganado. Moisés dijo, “No dejaremos nada; nos vamos con todo, con todo lo que somos y tenemos nos vamos al desierto. Vamos a adorar a Dios en el monte”. Dios dijo, “Cuando salgan de Egipto, ésta será una señal. Van a regresar a este monte donde está la zarza ardiendo y adorarán al Señor en éste monte”. Moisés salió con tres millones de esclavos. Pero casi apenas que habían dejado a Faraón, es cuando encontró problemas en el mismo campamento. Al mundo no le importa cuántos dones tengas ni cuánto dances y cantes en el Espíritu. Siempre ha sido ese sapo sentado en las bancas de la Iglesia que empezó como un cristiano, pero ahora odia las cosas de Dios que quiere volver a Egipto: “no habían reproches ahí. Sabíamos donde estábamos. Hacíamos ladrillos y servíamos a Faraón y él nos daba ajos, puerros y cebollas. No era la mejor dieta del mundo, pero sabíamos que íbamos a comer.”
Cuando encuentras a un hombre buscando seguridad, olvídalo; él no es bueno si esto es todo lo que busca. No hay seguridad fuera de Dios; nuestra seguridad está en seguir esta nube de día y el fuego de noche y ser alimentados con el maná del cielo. Esto puede parecer inseguridad para los religiosos, pero esta es la única seguridad que hay. Dios es una persona en los reinos del Espíritu, y en las aguas donde un hombre tiene que nadar, hay una gloria que nunca ha sido tocada. Nunca he sido tan afectado como últimamente, viendo el mundo de Dios en contraste con el pequeño mundo religioso de nuestros tiempos, donde la reunión de la escuela dominical es el termómetro de la Iglesia. Si hay cien personas menos, todos se desaniman. Si hay cien nuevos, todos se animan. No es más que entusiasmo humano que puede ser derrumbado con el calor del desierto. Yo vi la presencia de Dios en Moisés cuando todo estaba en su contra, he visto al apóstol Pablo en el camino a Listra apedreado y dejado como muerto. Yacía ahí en un charco de sangre. Todos lo habían abandonado. Pero en el Espíritu, he visto a esta masa humana, pararse nuevamente y alguien le gritaba, “¿Dónde vas predicador”? y él contestaba, “al mismo lugar que iba antes de que esta multitud me agarrara”. No hay retroceso cuando un hombre o mujer conoce a Dios. El entusiasmo humano se puede derrumbar pero la vida de Dios no . No es entusiasmo lo que necesitamos sino espiritualidad.
Claro que cuando te quieras mover en esta dirección, todo el infierno va a irse contra tí. No hemos llegado a este lío de la noche a la mañana, y tampoco va a ser corregido de la misma manera. En Mateo 16: 18 dice, “Y yo también te digo, que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella”. Los necios de nuestra época podrán burlarse de Cristo y podrán tomarlo a la ligera, pero El va a regresar y se va a vengar de los que no creyeron Su evangelio. Un día este mundo temblará bajo las pisadas de nuestro Cristo. Cuando El vuelva para juzgar a los vivos y a los muertos, todo será muy diferente. Puede parecer que la maldad va a ganar. Tú puedes pensar que la Iglesia va a perder y que las tinieblas van a triunfar, pero ¿sabes qué?, en una hora, Babilonia caerá. Los negociantes se van a lamentar viendo cómo se quema.
Puedes regresar a Egipto si prefieres el sistema de este mundo a la vida en el Espíritu, pero yo prefiero las maravillas del mundo del Espíritu Santo donde los muertos resucitan y los cojos caminan y la emoción de la presencia de Jesucristo es experimentada. Creo que Dios podría sacarnos ahora mismo de Egipto. Estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Dios está tratando de erradicar ese sistema de nuestras vidas. El nos está tratando de sacar al lugar en donde nosotros podamos realmente creer a Dios. El nos está trayendo a esta gran verdad que, “No es por fuerza ni con ejército, sino el Señor con su Santo Espíritu”, ha dicho.
La Iglesia ha sido levantada para ser una habitación para Dios en el Espíritu; somos el cuerpo, el vehículo por el que Dios es expresado al mundo. Si fracasamos, hubiera sido mejor que nunca hubiéramos existido. ¿Qué vamos a escoger, el calor del desierto o la “seguridad” de ese campamento esclavo? ¿Vamos a retroceder y protegernos en la sombra de un sistema? Como esos leprosos que salieron de esa puerta, hay una hambruna en el interior, en ese sistema religioso. Levantémonos y marchemos contra el enemigo.