Lección 2.- Las Leyes Del Avivamiento
En este capítulo trataremos con los aspectos del Avivamiento. Vamos a tratar con el avivamiento y juicio, y las similitudes entre los dos, porque estos son los dos medios por los cuales Dios siempre ha ganado la atención de Su pueblo, ya sea por avivamiento o por juicio. Si El no nos puede llevar al avivamiento, va a llamarnos la atención con su juicio. El avivamiento es cuando Dios interviene. Cuando El aparece, entonces mucho de lo que el hombre hace es puesto de lado, y es Dios quien obra en santidad y en poder. Las cosas cambian cuando Dios entra en acción.
Conociendo un poco más de lo que es el avivamiento, queremos hablar acerca del avivamiento que vemos y sus leyes. En el Salmo 85: 6 David dice, “¿No volverás a darnos vida, para que tu pueblo se regocije en tí?”. Nadie puede estudiar aún superficialmente el fenómeno del avivamiento sin estar impresionado por la similitud de los efectos producidos en aquellos que están bajo el poder del avivamiento. Dos de estos destacan con intensidad pasmosa, y son comunes a todo avivamiento. Todo verdadero avivamiento ve un despertar en el individuo y en la iglesia de una profunda convicción de pecado. Hemos tenido en el Oeste un avivamiento que se manifestó con risas. Casi todos rompían en risas, la gente en el suelo en un paroxismo de risa. No digo que los hombres y mujeres bajo la influencia del Espíritu Santo no van a tener esta risa en algunos momentos, pero la risa no es señal de avivamiento; puede ser el resultado de él, pero nada muere sin pecado. Si Adán no hubiese pecado, él estaría sentado junto a mí hoy. El pecado trajo la muerte, sólo el pecado, y ningún avivamiento viene hasta que el elemento del pecado sea tratado.
Casi no hay evangelistas verdaderos en la actualidad. Todo lo que tenemos son predicadores con itinerarios y pequeños programas para promocionar, pero el trabajo del evangelista es escudriñar a esa congregación. Soy un evangelista, y si me llaman a una iglesia porque desean un avivamiento y inmediatamente me doy cuenta que algo está mal, que algo está muerto, y si sé que no puede haber muerte en tí individualmente o en la iglesia colectivamente a menos que haya pecado ahí, yo debo encontrar ese pecado.
Nosotros empezamos el avivamiento de la iglesia que he pastoreado por 35 años, y más o menos en 1,956, un espíritu de avivamiento estaba ahí en esta asamblea local. Veíamos conversiones en cada servicio, gente siendo llena con el Espíritu Santo, sanidades, hubieron cosas maravillosas que vi que empezaron. Pero el ímpetu desapareció. Me dí cuenta que algo estaba mal, algo había entrado. Y un pastor está tan cerca a su gente, que llegan a ser como su familia; yo tenía a hermanos y hermanas que estaban conmigo casi todo el tiempo, y si alguien me hubiera dicho que alguno de ellos estaba en adulterio, yo hubiera dicho que el diablo está tratando de destruir a esa buena persona. Esta es la razón por la que necesitan evangelistas, pues ellos son de afuera y pueden ser más objetivos en cuanto a lo que está ocurriendo. Un hombre empezó este avivamiento un domingo por la noche, y justo en medio de la alabanza, él detuvo todo. Dijo: “‘necesitamos hacer una reunión de oración. En treinta minutos les diré cuándo se puedan levantar”. Entonces él dio la espalda a la audiencia, se arrodilló y comenzó a gemir a Dios. Treinta minutos después, se levantó y le dijo a la audiencia que se paren. Y cuando lo hicieron, él dijo: “Dios me mostró que un líder de esta iglesia está en adulterio”. Yo pensé, “estoy arruinado si él tiene razón, y estoy de veras arruinado si él no la tiene”. Todo lo que sabía era que no era yo. El dijo: “necesitamos hacer una reunión de oración. No podemos tener avivamiento si está ocurriendo tal cosa”. El nos llamó nuevamente al altar y no había estado ni cinco minutos ahí cuando el superintendente de la escuela dominical me tocó el hombro, pálido como un cadáver. Me dijo: “ya no puedo volver a esta reunión”. Le dije: “yo también estoy seguro que no vas a volver”. El después dejó a su esposa y se casó con la otra mujer.
Déjame decirte que no puede haber avivamiento con esto ¡No, no! Cuando el Espíritu Santo viene, viene para revelar. En la intensa vida espiritual, El trae un conocimiento del pecado, porque nada muere sin él. En esta vida espiritual, el pecado y la culpabilidad del alma despierta quedan terrorificamente oscuros. No solamente son los pecados cardinales que son sacados a luz en toda su podredumbre, sino que la persona que está convencida se ve como Dios la ve. Toda falta, tibieza, mentira, egoísmo, hipocresía, son pecados que son confrontados en la tremenda presencia de Dios. Su pecado los arrastra al juicio, y claman con desesperación. ¿Cuánto de esto vemos? Toda esta risa. Necesitamos llorar entre la entrada y el altar bajo la agonía de la convicción, los hombres abiertamente confesando sus pecados. El único deseo es echar los pecados fuera de ellos y reconciliarse con Dios. Aún en China, cuando el sentir de culpabilidad es tan difícil de dspertar, cuando el avivamiento vino por la mano de Dios usando un gran evangelista, la misma terrible agonía vino a esta iglesia. Lo vi cuando el avivamiento comenzó a venir a Rusia, cuando estuvimos ahí con la Escuela en el principio. Vi el primer mes que estaban estableciéndose en la palabra de Dios. En esas reuniones de oración, con la enseñanza estaban siendo atraídos, pero no habían escuchado lo que les estaba diciendo. Pero cerca de la quinta o cuarta semana habían interrupciones todo el tiempo. Un hombre de repente saltaba y clamaba, “¡Oh Señor, debo ponerme a cuentas contigo!”, venía adelante y junto con todos los hermanos, podíamos estar una hora y media, clamando a Dios para que nos libere y quiebre este poder del pecado. Esto es avivamiento. Esto es una señal de avivamiento.
En tiempos de avivamiento, igual convicción cae sobre la Iglesia. En tiempo de relajo, la conciencia apagada de la Iglesia permite que muchas cosas entren por las puertas, las cuales si son malas, embotan el filo de su vida espiritual. Permitimos lo que no debemos permitir. Quizás eres cristiano hace mucho tiempo; caminas con Dios. Recuerdas cuando recién conociste a Cristo y cómo eras tan cuidadoso. Por cada pequeña cosa que pensabas que le desagradaba al Señor, tú respondías con arrepentimiento y quebrantamiento, pero, ¿y ahora qué? ¿Permites ahora lo que antes no permitías y te dices a tí mismo que ahora sabes más? No, no es que sabemos más: simplemente nos hemos vuelto fríos y duros, y como Sansón, nuestros ojos han sido sacados, y no podemos ver más lo que está bien y lo que está mal.
Cuando ese fuego interno cesa de brillar por el amor intenso por Cristo, ya no hay nada más que pueda defender a la Iglesia del espíritu mundano que entra con su odio por todo lo que es seriedad y entusiasmo espiritual. Con la disminución del nivel espiritual, la oración se reduce a una fría formalidad, o a una imitación carnal de lo que alguna vez fue real. Yo prediqué un mensaje hace muchos años que debemos saber lo que escuchamos. Di la ilustración que cuando yo era un niño creciendo en una pequeña comunidad, había en la mayoría de las pequeñas comunidades una sirena que a las 12:00 sonaba y uno podía poner el reloj a la hora. Tú sabías que ya era hora de salir de tu trabajo para un refrigerio. Pero pasando el tiempo pusieron ese mismo sonido en un carro de policía, en una ambulancia y en un carro bombero, para que cuando lo escuchabas, tenías que mirar a tu reloj para saber si era un desastre o el refrigerio.
He observado una imitación de lo que era real cuando yo nací de nuevo: ese grito antiguo, real y fuera de moda, y esta adoración del corazón, que trae la gloria de Dios en la congregación. He visto la imitación de esto; prácticas que son permitidas para poder mantener el interes, que son una copia exacta de ese mundo de afuera. La Iglesia se vuelve en estos tiempos en algo mundano, egoísta y casi, no sea completamente sin Cristo. Cuando viene el verdadero avivamiento todo esto cambia. Primeramente, una nueva conciencia de pecado se despierta en la Iglesia, asimismo individualmente. En este punto la Iglesia se da cuenta cuánto ha errado, qué falsa ha sido a su Señor, y cuán poca gloria le ha dado realmente a Dios; y cuando la Iglesia reconoce su vergüenza y convicción, ella tiembla en humildad profunda y confiesa su falso testimonio, sus prácticas mundanas, y su indiferencia a la necesidad espiritual de los que le rodean. Luego sigue un tiempo de reforma cuando el mal es sacado a la luz. Cuando la agonía de la convicción y terrible sensación de abandono, el dolor y el terror del pecado han pasado, entonces sale de este corazón agonizante, la bendita paz del perdón.
No hay ningún gozo que este mundo pueda ofrecer comparable con el gozo y la paz que Dios da a un corazón que pueda cantar con realidad, “Todo está bien con mi alma”. No hay gozo como ese gozo. Ningún idioma puede expresar ese gozo. Isaías lo expresa de manera espléndida así: “…Los montes y collados levantaran canción…y todos los árboles del campo darán palmadas de aplauso” (Isaías 55: 12). Para aquellos que están dentro del río, todo el mundo ha cambiado. Todo está bien. Este gozo no está limitado para los pecadores que vienen a Dios: también llena el corazón de los que ya son seguidores de Cristo. El avivamiento desata su vida radiante en la Iglesia y hace que toda su adoración brille con fervor espiritual.
Estos son los efectos del avivamiento cuando aparece; deja tras de sí innumerables hombres y mujeres llenos de gozo y de la alegría de Dios. Esta alegría recién nacida es expresada en canción. El cantar es una consecuencia natural del corazón alegre: todos comienzan a alegrarse. Casi todo avivamiento a partir de Pentecostés ha sido acompañado por expresiones de entusiasmo ferviente con un fenómeno físico pasmoso. Ningún avivamiento real ha dejado de levantar a las personas hasta las más grandes alturas. Gales, que es una ciudad minera, cuando experimentó avivamiento, aún las pobres mulas, en las minas fueron afectadas por él. Esas mulas trabajaban debajo de la tierra en esas minas, y está registrado, que los mineros eran rudos, ebrios, maldecían y eran hombres brutales. Golpeaban, maldecían a sus mulas y el único lenguaje que conocían eran malas palabras y gritos terribles. Pero cuando conocieron a Cristo, su carácter fue cambiado tan radicalmente y se volvieron tan amables, que las mulas no sabían cómo actuar.
¡¡Qué tal avivamiento!! Oh Dios, ¿no nos darás vida otra vez para que tu pueblo se regocije en tí? Otro factor común en todo verdadero avivamiento es que afectan profundamente a las grandes masas de la comunidad, y dejan una influencia permanente detrás de ellos para bien. Todo real avivamiento crea una nueva era en el progreso de la raza. Todo avivamiento empieza de abajo. Los que encabezan esto son casi el total de la gente común. Nunca ha venido a través de gente de alto nivel en la Iglesia. Siempre viene a través del pueblo.
La más grande influencia del avivamiento está entre los pobres, y sobre aquellos que la Iglesia ha rechazado. En su tiempo de alejamiento, es una marca de la Iglesia hacer acepción de personas, y cuando el avivamiento llega, la atención de Dios está enfocada en aquellos a los que la Iglesia ha rechazado. En un tiempo donde la fe declina, la Iglesia está siempre escasa de su espíritu de sacrificio. Se vuelve egoísta, mundana, y usa su enorme influencia para obtener fácilmente comodidades del mundo. Si tú no lo crees, vas a ver en casi todas las iglesias de los Estados Unidos, especialmente si lo pueden solventar, un gimnasio. Lo llaman un “centro de vida familiar”. No importa que tres mil millones de personas vivan y que nunca hayan escuchado el nombre de Jesús, podemos gastar medio millón de dólares para juegos, para que la gente se divierta. Mira las bancas, y no estoy condenando esto, sólo les estoy diciendo, que aquí es el problema. Tratamos de hacerlas más suaves, aunque se sientan ahí menos tiempo. Y mientras el Espíritu de Dios se mueve, nos volvemos mas observadores del reloj. Todo está articulado para la comodidad de la persona, según ese espíritu de vida comienza a disminuir. Como consecuencia, el espíritu heroico se va, y las masas de la comunidad, que no son atractivas debido a su pobreza, son rechazadas por aquel que debería tener el más grande interés en ellas.
Cuando el avivamiento viene y las buenas noticias del amor redentor proclamados con esta exaltación apasionada y con convicción, son los pobres los que escuchan con gusto. Viviendo en su pobreza, descuidados, rechazados, descuidados por los que deberían cuidarlos, escuchan con asombro al mensaje que dice que todos nuestros cabellos están contados y que valemos más a Dios que el mundo. Ellos necesitan escuchar esto. Repito, ellos necesitan escuchar esto. No habiendo encontrado el amor, desesperadamente lo buscan. Sus corazones son atraídos al divino mensaje del amor y compasión que movió a Dios a dar a su Hijo por ellos en primer lugar. Por tanto, avivamiento significa el levantamiento y la recreación de grandes masas de la comunidad, y usualmente, esta parte de la comunidad cuyas vidas, debido a su pobreza y degradación, parecen ser una amenaza para el estado.
No hay duda que el avivamiento con Wesley salvó a Inglaterra del peligro de una revolución igual a la revolución francesa. Los salvó porque puso los afectos de las masas en las cosas de arriba, y no en las de la tierra. Todo avivamiento verdadero es un avivamiento ético. No se mueven meramente en el gobierno de las emociones, sino en la esfera de la conciencia y la voluntad. Ellos dejan detrás de ellos no sólo vidas gozosas sino vidas cambiadas. No hay nada que traiga un cambio tan violento en el carácter humano que el nuevo nacimiento. Los ebrios se vuelven sobrios, las cadenas de malos hábitos son rotas, e implanta dentro del creyente un juego nuevo de emociones en el corazón. En el avivamiento, el vicio y el pecado encuentran su contrincante y una posibilidad nueva y sorprendente llega a la vista. Esa posibilidad es, que toda esta multitud puede alcanzar lo que de otra manera no era alcanzable. La bondad es una de las cosas más singulares y solemnes en la historia. Y esta se ve en cada verdadero avivamiento.
En nuestra Escuela en Perm, (una de nuestras Escuelas en Rusia,) hay un graduado de ahí que pastorea una iglesia, que es un policía. El es un hombre maravilloso. Cuando estuve ahí, todos los estudiantes que se habían graduado en esta Escuela vinieron a la graduación de la tercera Escuela. Todos los estudiantes estaban ahí. Me conocían sólo por video en Perm en ese tiempo. Así que, como iba a ir a darles las últimas lecciones, vinieron a recogerme y me ofrecieron un gran banquete; tuvimos testimonios, y este ex-policía, que Dios había hecho nacer de nuevo en una reunión de una de las iglesias que salió de esta escuela, se paró para testificar de cómo era antes como policía: muy cruel, malo, extorsionaba y maltrataba a la gente, él todo lo renuncio la mañana siguiente. Lo presionaron de arriba y de abajo, tratando de forzarlo para que volviera. Parece que era un buen policía. El quizá medía casi 2 metros., un hombre muy delgado; su esposa estaba parada detrás de él, una hermosa mujer, casi tan alta como él.
Cuando él terminó, ella testificó, y dijo: “Como Pablo, no me avergüenzo del Evangelio de Cristo. Parado junto a mí está uno de los mejores esposos y padres que una mujer pueda tener. Pero yo quiero decirles, unos breves minutos antes de de encontrarse con el Evangelio, él era el hombre más malo y cruel conmigo y nuestros hijos; yo ya estaba preparada para dejarlo, pero vi que en pocos momentos, este hombre que era el más cruel y malo, se convirtió en el más amable y gentil ser humano que yo haya podido tener jamás por esposo”. Ese es el poder del Evangelio.
En la historia de todo verdadero avivamiento, es aún legal y correcto usar las palabras de Pablo, “Y esto erais algunos; mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados…” (1 Corintios 6: 11). Cuando aparece el avivamiento, revela a la Iglesia primero que todo su decaimiento espiritual, su mundanalidad y la falsedad de sus testimonios. El decaimiento espiritual parece moverse en dos líneas. La primera tendencia es cuando la doctrina de la Iglesia pierde su poder de convencer la conciencia, convencer la mente, o mover el corazón. En tiempos muertos, los predicadores que no son espirituales continúan usando las mismas viejas palabras que una vez estaban llenas de poder de convencimiento para convertir; pero ahora están sin vida, en parte porque a quienes las usan, se vuelven las meras jergas del púlpito. Es por esto que la Iglesia pasa por un período seco de escepticismo. La incredulidad apaga el fuego vital.
Con el primer pronunciamiento de un profeta ungido, este disipa la duda y la insinceridad, que son resultado de la ausencia de un mensaje vivo. Con una revelación nueva y fresca de Cristo, el avivamiento llega. Repentinamente, las cosas cambian.
La segunda tendencia en la historia del decaimiento espiritual es cuando la adoración se vuelve formal. El sacerdocio exalta el ritual hasta aplastar a Cristo. La religión se vuelve entonces una actuación, y no una respuesta del alma a Dios. Los rituales y las formas de adoración no son malas en sí mismas, pero es cuando la meta espiritual se va que el peligro aparece, porque entonces la forma se vuelve el fin en sí mismo. La obediencia estricta entonces, se convierte en la religión, y es totalmente ofrecida a Dios en lugar de la adoración espiritual real. El cambio del enfoque de la vida interior a la vida exterior, disminuye el sentido moral. La puerta está abierta para la práctica de graves abusos, y la religión se divorcia de la moralidad.
En tales momentos el sacerdocio se degenera. Aquellos que ministran en las cosas santas se vuelven mundanos, mujeriegos y peores cosas. El amor a las riquezas, la ociosidad, y el poder, los pecados mortales de quienes ocupan esta alta vocación, aparecen.
El ejemplo más alarmante de la forma de poder para aplastar el Espíritu se encuentra en Israel cuando se inicia la era cristiana. La religión, vaciada de su contenido espiritual, se volvió en la adoración de lo externo, y era tanto la bancarrota del discernimiento espiritual, que el archi-hipócrita se convirtió en el ideal popular del hombre religioso.
“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas!” (Mateo 23: 29). Sin embargo, el momento en que el primer soplo del avivamiento toca el corazón de la Iglesia, los hombres se paran. Rompen las cadenas que los ataban y con un nuevo gozo, vuelven a la simplicidad de la adoración, cantando las mismas viejas canciones, pero ahora tienen un sonido que viene del corazón y ya no son una actuación del alma. Estas son las leyes del avivamiento. ¡Debemos tener un avivamiento!.