Lección 2.- Satanás Ataca En La Iglesia
Anteriormente hemos visto que la guerra gira alrededor de dos cosas: carne y espíritu. Cuando nosotros no damos lugar a la carne, sacamos a Satanás de esto completament. Así que nuestra guerra contra él comienza exactamente en nuestro propio “yo”. Estoy hablando acerca de tí y de mí como creyentes nacidos de nuevo, la Iglesia del Dios viviente. Si nosotros no damos lugar al diablo, entonces hemos solucionado esa guerra a un nivel mayor.
En Apocalipsis 2: 10 dice, “No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados…”.
Luego en 1 Timoteo 4: 1, “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios…”.
“Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieses al Espíritu Santo…?” (Hechos 5: 3).
“…y sobre esta roca edificaré mi Iglesia (dijo Jesús); y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella” (Mateo 16: 18).
La primera mención escritural de la Iglesia está unida a la enseñanza del intento de Satanás de prevalecer contra ella. Esto debiera decirnos algo. Satanás sabe que, o es la Iglesia o es él. En la primera mención de esa Iglesia lo encuentras en la guerra con el diablo, y Jesús diciendo que él no prevalecerá contra ella. Mientras su derrota final está prometida, y, en cuanto le concierne a Cristo, fue realizada en el Calvario, es claro que hasta entonces él continuamente nos atacará donde sea que le demos lugar.
¿Por qué Satanás, el más alto de la creación de Dios y el más poderoso del ámbito angelical, atacaría simples humanos y aún aquellos creyentes que son despreciados por el resto de la humanidad? (1 Corintios 1: 18-31). La respuesta a esto es otra clave de esta guerra espiritual. Satanás odia a Jesús, y Jesús vive en nosotros. Estamos acá para ser hechos conforme a El, y la Iglesia está colectivamente acá para proyectar a El. Esa es la razón del ataque Satánico.
¿Cuando Jesús estaba físicamente acá en la tierra, Satanás lo tentó, lo observó, y trató de matarlo, “La que ninguno de los príncipes de este siglo conoció; porque si la hubieran conocido, nunca hubieran crucificado al Señor de gloria” (1 Corintios 2: 8). El Diablo finalmente tuvo éxito al tener a Jesús crucificado, pero terminó siendo el más grande perdedor de toda la eternidad. Jesús resucitó en una victoria poderosa, y está sentado en honra a la diestra del Padre. El diablo es incapaz de tocar el cuerpo físico, sin sangre, de Jesucristo (Lucas 24: 39). Entonces, ¿qué hace? El se voltea y en venganza va al cuerpo espiritual del Señor en la tierra, que es la Iglesia comprada por Sangre (1 Corintios 12).
Su única forma de afectar la Cabeza es atacar al cuerpo. De este modo podemos entrar a la comunión con el sufrimiento de Jesús (Filipenses 3: 10). “…y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia…” (Colosenses 1: 24). Aprendiendo como Satanás trata hoy en día va a revelar el significado de muchos eventos aparentemente sin relación uno con otro. El asiento de Satanás o su trono, no está localizado en el cielo o en el infierno, pero es hallado identificado muy cercanamente con la tercera iglesia local mencionada en Apocalipsis 2: 12-13 dice, “Y escribe al ángel a la iglesia en Pérgamo: El que tiene…: yo conozco tus obras, y donde moras, donde esta el trono de Satanás…”.
Cuán asombroso es que su cuartel no es una taberna o una casa de mala fama o un lugar de apuesta, un templo pagano o una prisión. Es la Iglesia. En Apocalipsis 2: 24, se nos dice que su doctrina también se encuentra en la Iglesia. Satanás sabe bien, que si él puede detener a la Iglesia, entonces él gana el conflicto de los siglos. Esa es la razón por la cual Dios está diciéndote a tí y a mí que estamos en unión con El, al edificar la Iglesia, “vean que la edifiquen de acuerdo al patrón.” Porque si la verdadera Iglesia es eliminada, Jesús habría fracasado, el Espíritu Santo habría sido vencido, y toda la humanidad habría venido a ser propiedad de Satanás. ¿No es sorprendente que no hemos afrontado peores ataques? Dios tiene tanta gracia con nosotros que nos cerca (Job 1: 12).
Mucho hoy en día de lo que se llama la iglesia, tiene muy poco parecido al punto de vista bíblico de la Iglesia. Satanás sólo necesita pelear contra aquello que es la genuina Iglesia. A él le va mejor en una iglesia falsa que no representa a Cristo que en un bar de perdición. Entonces su guerra está enfocada enteramente en aquella genuina Iglesia, ese remanente que rehusó ser parte del sistema de la ramera y que reconoció que ser sana en su doctrina es un prerequisito para nosotros poder ser la verdadera Iglesia sobre la tierra. Revisaremos algunas cosas que Dios llama la Iglesia.
Primero. Aquí está su propósito y función. Mantén en mente que la Iglesia es un pueblo y no un edificio, porque Efesios 2: 19-22, nos dice que, “…sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu”. El propósito de la Iglesia se encuentra en este versículo, en ser una morada para Dios, un lugar donde Dios pueda vivir.
Segundo, es un templo; un lugar donde los perdidos pueden encontrar a Dios (Efesios 2: 21). Como ves, Jesús anduvo por esta tierra en un cuerpo tal como éste. En ese cuerpo estaba el lugar de reunión de Dios y el hombre. En el Calvario, él dejó ese cuerpo. En el día de Pentecostés, él tomó otro Cuerpo, que somos nosotros, la Iglesia; y ahora nosotros, la Iglesia, como el cuerpo de Cristo, hemos venido a este lugar de reunión, ese lugar viviente de Dios y el hombre. Pero luego en Efesios 2: 21, también nos dice que eso es una posición de santidad. Asimismo en Efesios 3: 7-9 dice, “del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder. A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas …”.
La Iglesia está acá como un medio para hacer conocida la sabiduría de Dios. Debe ser el modelo ejemplar de Dios al mundo espiritual. Es un medio de dar gloria a Dios (Efesios 3: 10-21). Ahora estudiaremos Efesios 4: 7-16, en donde lo mismo es dicho. Es ser un recipiente de los hombres talentosos de Dios. “y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros”. Es un medio de perfeccionar a los santos, y también de hacer la obra del ministerio. Es un medio de edificar el cuerpo de Cristo. Es el medio de producir unidad de la fe, de traer madurez y estabilidad en la verdad (Efesios 4: 13-14). Es un medio de incrementar en tamaño y espiritualidad el cuerpo de Cristo; “de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mútuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor” (Efesios 4: 16).
Asimismo en Efesios 5: 21-33, tenemos mucho de lo mismo. “Someteos unos a otros en el temor de Dios. Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la Iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. Así que, como la Iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amo a la Iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, a fin de presentársela a sí mismo, una Iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo, de su carne, y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la Iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido”.
En Hechos 12, es también la novia para Jesús, y en Efesios vemos que la Iglesia debe de ser la novia de Cristo. Hechos 12: 12 nos muestra que ella debe compartir la oración unida, y en 1 Corintios encontramos que su trabajo es la disciplina de los santos. En Mateo 18: 15-l7, y en 1 Corintios 6: 1-5, se establece las diferencias entre creyentes. Luego en Filipenses 4: 10-19, es el sacrificio unido de dar a las misiones. En Hechos 13: 1-5, es el lugar de envío de misioneros, es la producción y la provisión de los misioneros. Es el lugar de cuidado, como un padre cuida su propia casa, 1 Timoteo 3: 5. Es la columna y baluarte de la verdad para sostener lo que es correcto, y revelarlo al mundo perdido (1 Timoteo 3:13-15). Es el lugar para cantar, para alabar a Dios (Hebreos 2: 11-12). La Iglesia debe ser ese lugar de igualdad en Jesús (Santiago 2: 1-9). Debe ser un lugar donde nosotros laboramos y trabajamos, un lugar de exposición del error, un lugar de amor y servicio en unidad a Jesús (Apocalipsis 2: 2-4). Un lugar de compartir el sufrimiento (Apocalipsis 2: 10). Es el lugar de puerta abierta para oportunidades (Apocalipsis 3: 8). Todo esto expone el propósito de la Iglesia.
Recuerda siempre que la Iglesia es un organismo creado por Dios, y no una organización hecha por el hombre. Jesús le da vida, y los planes del hombre son un sustituto mortal. Satanás va a hacer todo lo que pueda para detener a la Iglesia de la obra indicada por Dios. Mencionaré varios ataques básicos principales, cómo suceden, y lo que él hace. En primer lugar, persecución. Algunas veces esto viene de afuera, pero frecuentemente, viene de adentro. En el libro de mártires, tenemos la ilustración de muchos ataques exteriores. Jesús nos advirtió de tales. El dijo, “Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece. Acordaos de la palabra que yo os he dicho: el siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a vosotros os perseguirán…” (Juan 15: 19-20). “Os expulsarán de las sinagogas; y aún viene la hora cuando cualquiera que os mate pensará que rinde servicio a Dios”. “…en el mundo tendréis aflicción” (Juan 16: 2, 33).
El libro de los Hechos registra golpes, apedreadas, encarcelamientos y muerte. Hoy en día el Romanismo, el Marxismo, Paganismo, Islamismo, Hinduismo, el Budismo, y el Liberalismo, están atacando la Iglesia. Sin embargo, los ataques de dentro constituyen una amenaza más peligrosa. Aquellos que han entrado encubiertamente, de acuerdo a Judas 4 y a 2 de Pedro 2: 1. Estos que se han introducido y están causando que se hable mal del camino de la verdad (2 Pedro 2: 2). Sus disoluciones serán seguidas por muchos (2 Pedro 2: 1-2), y pondrán tremenda presión sobre aquellos que anden en las sendas antiguas.
He observado cómo una iglesia desviada de los caminos sanos de la Escritura, expulsa al pastor por no ceder a un nivel inferior. Lo botaron bajo el pretexto de la edad, a pesar que él pudo haber sido el padre espiritual de muchos de ellos. Encontrando un hombre tal como ellos, ahora siguen esos caminos nocivos (2 de Pedro 2: 2), y eso va a causar a Satanás mucho menos problemas. La Iglesia como un todo ha hecho esto. Así como el pueblo le dijo a Isaías, “háblanos cosas suaves, no nos profeticen estas dificultades”( Ref. Isaías 30: 9-11). Los ataques de Satanás de dentro son más dolorosos porque vienen de los creyentes (Mateo 16: 22-23). No hay mucho que el ataque de afuera pueda hacer para dañar a la Iglesia.
Recuerdo cuando hicieron esa película que mostraba a Cristo como un homosexual. Ellos, la supuestamente llamada Iglesia, hicieron marchas en las calles, tratando de evitar que los cines muestren esta película. Fue algo despreciable. Me llamaron, querían que yo marche en las calles, pero yo dije, “No, pienso que no. El no necesita que yo lo proteja. El es Dios, y El seguirá siendo Dios cuando todas las personas que hicieron esas películas estén en el infierno”. Ese ataque exterior no nos puede hacer daño. Es el Ananías y Safira de dentro el que nos ha traído un gran problema. La perversión del mensaje y la falsa doctrina que están toleradas hoy en día bajo el nombre de unidad. Hoy en día tenemos algunos de los más grandes nombres de la religión pentecostés que nos dice que Dios no está interesado en lo que crees, que él solamente ve el corazón.
Satanás va a usar cualquier medio de agregar, o sustraer, de evitar la verdad de la palabra de Dios. “¿conque Dios os ha dicho…?” (Génesis 3: 1). Esas fueron sus primeras palabras al hombre. El ha encontrado poca razón para cambiar su método. Pero fracasando en esto, él quizás intentará sacarnos del balance, para que enfoquemos en cosas sin valor, y descuidando las cosas de valor. La variedad de trampas en esta área son demasiado numerosas para mencionar. Por ejemplo inventando tantos programas, que le dejan fuera al Espíritu Santo; cuánto de eso hay ahora. En la mayoría de las Iglesias podrían continuar 95% de sus actividades si el Espíritu Santo fuere removido de la tierra. Sobre esto puede ser dicho, “…y no consultaron a Jehová” (Josué 9: 14). El raramente es consultado por dirección, sin embargo El a veces tiene que bendecir un programa hecho por el hombre. Nuestra parte en el programa de Dios no es tomar la decisión, sino seguirla. Los programas no son sustitutos del poder.
Necesitamos y debemos volver al liderazgo del Espíritu Santo. Esto está paralizando a la Iglesia, este deseo de hacer tratos con el mundo. Juan 17: 14 enseña que debemos estar separados del mundo. La Biblia dice que ser amigo del mundo nos hace enemigos de Dios (Santiago 4: 4). Cristo pone la Iglesia en el mundo, pero es Satanás que pone al mundo en la Iglesia.
Usemos un bote como ilustración. Tú estás en ese bote que funciona en el agua hermosamente, pero se hunde cuando el agua entra. Satanás sabe que Dios tiene que tratar fuertemente con la Iglesia mundana, por lo tanto, Satanás nos va a llevar a un lugar donde Dios debe oponerse a nosotros, piénsalo bien. Hay otras áreas del ceder que pueden causar pérdida de bendición, poder, testimonio, pureza y oportunidad. Nuestro enemigo quisiera que el pecado de ceder sea una virtud. El ha puesto eso en las mentes de millones. Bajo el nombre de “amor”, tenemos a millones que creen que podemos tolerar aquello que es falso. Como Sansón, muchos han creído esta mentira, y han visto trasquilado su poder, ha entrado el espíritu de desunión, divisiones verdaderas ¡Oh, Dios mío, esto ha traído luchas tan terribles a la Iglesia!
Dios nos enseña fuertemente la separación del error, de la doctrina y el error de la práctica. El también ha permitido que una variedad de iglesias locales satisfagan muchas necesidades de diferentes tipos de gente. Satanás, sin embargo, ha presionado para que haya divisiones entre aquellos que son verdaderamente salvos.
Estas no son sobre asuntos básicos, sino mas bien de personalidades: sentimientos personales, amistades personales, trasfondos personales, orgullo personal, y otros asuntos de egoísmo. Satanás se deleita en ver a los creyentes gastar su tiempo y esfuerzos en ser contenciosos, luchando unos con otros. El odia cuando nosotros contendemos ardientemente por la fe (Judas 3). Cuando nosotros contendemos por esa fe, entonces él sabe que estamos haciéndole la batalla.
Básicamente el esquema de Satanás es uno o más de los siguientes: Vencernos directamente (2 Corintios 2: 11, 2 Timoteo 2: 26). O sacarnos de la batalla (1 Corintios 9: 27). O ponernos en un lugar en donde Dios tenga que juzgarnos (Hechos 5: 3-5). O ponernos en guerra unos con otros (Gálatas 5: 15). O hacer que nos olvidemos o fallemos en usar nuestra armadura (Efesios 6: 10-18).
En cada caso, si él puede tener éxito ahí, él es el victorioso, y nos ha impedido ser el estimonio de Jesús sobre esta tierra. Estamos en una guerra, y esa guerra es unicamente: ser lo que Dios quiere que seamos. No estamos aquí para hacer a Jesús Señor de nuestras ciudades en este sentido de la palabra. Estamos aquí para ser lo que Dios quiere que seamos, y si somos lo que debemos ser, entonces haremos lo que se supone debemos hacer.