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Lección 9.- El Costo Del Avivamiento

Lección 9.- El Costo Del Avivamiento

Jesús dijo que si un hombre va a la guerra, necesita primero contar el costo antes de ir. Vamos a tratar con el costo del avivamiento. En Lucas 9: 13-17, “El les dijo: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más que cinco panes y dos pescados, a no ser que vayamos nosotros a comprar alimentos para toda esta multitud. Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo a sus discípulos: Hacedlos sentar en grupos, de cincuenta en cincuenta. Así lo hicieron, haciéndolos sentar a todos. Y tomando los cinco panes y los dos pescados, levantando los ojos al cielo, los bendijo, y los partió, y dio a sus discípulos para que los pusiesen delante de la gente. Y comieron todos, y se saciaron; y recogieron lo que les sobró, doce cestas de pedazos”.

En Mateo 16: 24 dice, “Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz, y sígame”.

En Gálatas 2: 20, Pablo estaba hablando de él mismo “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe Del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Negarnos a nosotros mismos, llevar la cruz y seguir a Jesús. ¿Qué significa todo esto? Primero que todo, negarnos a nosotros mismos es hacer la voluntad de Dios.

Es como la Biblia dice, “Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros” (Santiago 4: 8). ¿Cómo funciona esto? Salir de todo lo que no es de Dios. No estamos separados por centímetros o pulgadas. Yo me alejo de todo lo que no es de Dios y me acerco a Dios, y si yo me niego a mí mismo, me doy a El; negarse a uno mismo significa simplemente entregarme totalmente a la voluntad de Dios y no proveer para la carne. Esto es negar al “yo”. Tomar la cruz es terminar con el “yo”.

En los tiempos romanos cuando un hombre cargaba la cruz, él ya había dicho adiós a su familia y amigos, porque ya no regresaría. Tú puedes negarte, pero la cruz es la única seguridad de que el “yo” no va a resucitar o regresar. Entonces seguir a Jesús, es estar fuera de todo lo que es contrario a El y a Su voluntad. Esto es lo que Jesús está diciendo, “Niégate a tí mismo, carga tu cruz y sígueme”. Dios no nos ha llamado para hacer lo que es posible, sino que hemos sido llamados para hacer lo imposible. Lo imposible sólo ocurre al otro lado de la resurrección. No puede haber resurrección aparte de la muerte, y el verdadero avivamiento viene sólo cuando hay muerte, cuando nosotros estamos muertos. Nunca ha habido un avivamiento de otra manera, y en la última cosecha de la tierra, el avivamiento del fin, ciertamente no será diferente. Mientras tengamos reservas con Dios no puede haber un verdadero avivamiento. “Para mí el vivir es Cristo…” fue el mensaje de Pablo. Esta era una declaración de un hombre muerto. “Estoy crucificado con Cristo…”, es otra declaración de un hombre muerto. El había entregado su cuerpo a otro. El había aceptado otra opinión. No tenía voluntad propia. Avivamiento es “…Cristo vive en mí…”; quiero que medites en esto. Todo ese tratar de crear algo, ya sea con la música, o entreteniendo a la gente y que luego se vaya a casa, es llamado avivamiento, pero en realidad no lo es. El avivamiento no nos costará algo, sino que nos costará todo; el avivamiento tiene un precio que necesitamos pagar.

Aquí en nuestra historia, este muchacho lo dio todo. Todo: éste es el precio. Cuando sólo damos las sobras, siempre tenemos que pedir otra vez; pero todo lo que tenemos que hacer es “darlo todo” y obtendremos el milagro. Yo oro que Dios grabe esto en tu vida; que tú te agarres de esto y que le des tu todo a El, porque entonces El nos dará todo. Si nos guardamos algo, también en el otro lado habrán reservas. ¡Si sólo comprendiéramos que si damos todo, el milagro va a venir! Este joven lo dio todo. Todos fueron alimentados y aún sobró mucho. Es algo aterrador tener que alimentar a cinco mil personas cuando no tienes nada, pero ellos tenían algo. Tenían un trozo de pan y pescado y a un muchacho que estaba dispuesto a entregarlos. Esto es todo lo que Dios está pidiendo. ¿Estás dispuesto a darlo todo, aún a tí mismo? Esto es lo que necesitamos hacer. Jesús partió el pan y los discípulos lo repartieron. Un hombre da Su vida y el mundo es redimido, potencialmente. Jesús murió y Su cuerpo fue partido, y por ello toda la humanidad fue alimentada. No hay un ser humano en esta tierra que no pueda ser salvo, porque Cristo lo dio todo. Todos los milagros son posibles porque El murió. El ya había muerto cuando nació.

La Biblia dice que fue inmolado desde la fundación del mundo. Piensa en esto. Pocas personas en la historia han hecho a Jesús realmente su Señor; quiere decir que pocos han vivido esta vida totalmente para El; pero los que lo han hecho, han sido los responsables por cada avivamiento en la historia de este mundo. Esas personas que se entregaron en forma total y absoluta a Cristo, son invencibles, no las puedes alterar con nada, están muertos. Las personas entregadas sólo a medias, son de muy poco valor para Cristo o el mundo.

La historia ha sido escrita por hombres que sólo vivieron por una “causa”. Por ejemplo, Genghis Khan, Hitler, Mahoma, Alejandro el Grande; estos hombres a través de la historia, vivieron sólo por una causa y Satanás era su señor: para esos hombres el vivir era Satanás. Pablo dijo, “para mí el vivir es Cristo”. Mira en la historia, y lee las biografías de aquellos hombres que influenciaron la tierra más que cualquier otra persona; la mayoría de ellos eran malos, muy malos, y tenían un propósito: Satanás era su señor y toda su vida apuntaba hacia ese fin para lo cual habían sido comprados. Jesús dijo, “Yo tengo autoridad para dar mi vida”. Piénsalo. Autoridad para morir; sólo con la autoridad para morir viene la autoridad para sanar. Este era el testimonio de Pablo. “La muerte actúa en mí, y en ustedes la vida”. Sólo de la muerte puede emerger esta vida.

Jesús era para el Padre lo que era el Tabernáculo del Antiguo Testamento, “La cobertura de Dios”. Jesús caminó en esta tierra como la tienda de piel de Dios. Dios estaba en Cristo reconciliando al mundo consigo mismo. Su testimonio era simple, “Yo no hago nada excepto lo que mi padre hace”. “El que me ha visto a mi ha visto al Padre” (Parafraseando Juan 5: 19 y 14: 9). Por esto la Iglesia debe ser para Jesús lo que Jesús era para el Padre. No tenemos voluntad propia: nosotros sólo existimos para esta vida que está dentro nuestro. “Para mí el vivir es Cristo”, dijo Pablo. Piénsalo.

Jesús dijo, “para mí el vivir es lo que para el Padre es vivir. El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”. Y Juan dijo, “Como El estaba en este mundo, así también nosotros”. Estamos aquí por un sólo propósito. Que nos convirtamos en Su cuerpo, o sea, que seamos ese vehículo de expresión que El desea. Cuando los hombres ven la verdadera Iglesia, lo que ellos deben ver es sólo a Cristo. La obra de Dios en nuestras vidas es con ese propósito; por eso debemos quitar de nosotros todo lo que no es de Cristo.

Hablando en forma natural, no tenemos nada absolutamente que ofrecer a Dios en un sentido espiritual, así que todo lo que El pide de tí es tu cuerpo y tu voluntad. “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” (Romanos 12: 1). Aférrate a esto. Permite que Dios lo haga real en tu espíritu hoy. El precio por el avivamiento es darlo todo. No puedes retener nada para tí; no puede haber cosas guardadas en nuestras vidas. El no va a compartir Su vida con tu vida. Dos personas con diferentes voluntades no pueden ocupar el mismo lugar por mucho tiempo, porque van a haber problemas.

David era un símbolo del Espíritu. No podía sentarse en el trono hasta que Saúl muriera o hasta que fuera retirado. El no podía venir apropiadamente al trono hasta que Saúl como símbolo de la carne fuera retirada. Todo Adán de esta vieja naturaleza debe ir a la cruz. Ese es el precio del avivamiento. Cuando Jesús es visto, cuando la revelación de Jesús es renovada, entonces el avivamiento es el resultado de esto. Siempre lo es. Nunca viene bajo otras condiciones.

El muchacho de nuestra historia estuvo dispuesto a entregarlo todo, y cuando lo estuvo, entonces él recibió todo igualmente. Vamos a ver en la conclusión de este capítulo, cómo funciona el poder de la cruz. Cuando la cruz no es lo más importante, entonces vienen otras cosas, porque esto es lo único que quita aquello que no es de Cristo, y hasta que no quitemos lo que no es de Cristo, entonces no hay posibilidad de un avivamiento.

Vamos a ver el poder de la cruz, y su efectividad en quitar lo que no es de Cristo. Cuando nos acercamos y vemos el Tabernáculo del Antiguo Testamento, vemos lo que fue la parte exterior, el atrio, y luego el lugar Santo; luego el lugar Santísimo, que era rectangular, creo que era de 50 mt. x 100 mt., lo que sea, pero haciendo una línea en forma diagonal de esquina a esquina, justo donde cruzaba estaría el altar. Justo ahí, en el centro exacto, estaría el altar. Esto significa la cruz. Es lo más importante y central.

Para que el pueblo de Israel pudiera entrar a la presencia de Dios, tenía que hacerlo a través de la cruz, el altar: no había forma de entrar al Lugar Santo sin pasar antes por la cruz. La cruz o altar habla de una cosa: muerte. Era un lugar donde se sacrificaban los animales. Es un lugar de muerte a todo lo que no es de Cristo. Tú y yo nos hemos convertido no sólo en el propósito de Dios, sino que nos hemos convertido en el medio a través del cual ese propósito va a ser cumplido; esto simplemente dice que el Espíritu Santo en nosotros está ahora deseando sólo una cosa, esto es, vivir la vida de Cristo a través de nosotros; para que El haga esto debemos dejar de lado esta vieja naturaleza.

Dios nunca nos dio el Espíritu Santo para hacernos felices o darnos gozo. Jesús es todo esto. En su presencia hay plenitud de gozo y delicias a su diestra. El Espíritu Santo ha venido para llevarnos a la cruz para que todo lo que no es de Cristo salga; y hasta que estés dispuesto a que esto suceda, no hay posibilidad que nosotros seamos el instrumentos para el avivamiento. No te equivoques. Va a ver un avivamiento en estos últimos tiempos, Dios va a tener un pueblo a través del cual su Hijo viva, pero si no estamos dispuestos a dejar que el Espíritu Santo nos lleve a la Cruz y trate con todo lo que tenemos dentro que no es de Cristo, no podemos ser el instrumento del avivamiento. Tú debes sentir el llamado de Dios para llevar este mensaje de vida, así que supongo que estás recibiendo esto para hacerte la verdad por medio de la Palabra y el Espíritu de Dios, luego estar listo y así llevar este evangelio. Para que esto ocurra tenemos que permitirle al Señor que trate con nosotros en cada faceta específica de nuestra vida.

No debe haber nada guardado. Todo debe ser llevado a la cruz, y en la luz penetrante de esta cruz ser expuestos totalmente a lo que realmente hay en nosotros, y si no es de Cristo, debemos estar dispuestos a dejarlo, no importa lo doloroso que pueda ser. Este es el precio del avivamiento. Cuando Dios nos dio el Espíritu Santo, El nos dio lo necesario para que hagamos cualquier cosa que nos haya llamado a hacer con el Espíritu Santo.

Hay un montón de cosas que es maravilloso tener, pero ellas son privilegios y no son necesidades. Es maravilloso tener vehículos, maravilloso tener un equipo de sonido, maravilloso tener instrumentos musicales; todas estas cosas son una ventaja cuando las tenemos, pero no son necesidades. Pablo no tenía nada de esto ni Pedro tampoco; pero aún así impactaron a su generación para Dios, porque ellos sabían que con el Espíritu Santo y el Cristo viviendo en ellos, tenían todo lo necesario para hacer cualquier cosa que Dios los había llamado a hacer. En ese Espíritu de vida está todo. El es el Espíritu de Vida, la vida de Dios, compréndelo bien; El sabe lo que Dios busca y tiene la habilidad de obtener esto para Dios; pero para poder lograrlo, El necesita un cuerpo, y ahí es donde tú y yo entramos; pero para que El pueda tener mi cuerpo, yo debo como Pablo, declararme muerto, crucificado con Cristo, y la vida que vivo ahora no es mía, sino que es Cristo viviendo en mí. ¿Te das cuenta?, es la verdadera marca de un creyente a través de quien Dios puede traer el avivamiento a una nación y salvar a la gente.

Los milagros sólo ocurren al otro lado de la resurrección. Te digo que si tú le das tu todo a Dios, El te dará Su todo a tí; se convertirá en el Shaddai, el Dios Todopoderoso en tí, pero si tú retienes algo para tí, El también lo hará. Si te das sin reservas, total y absolutamente en las manos del Bendito Espíritu Santo, y le dices de corazón, “iré donde tú quieres que vaya, seré lo que tú quieres que sea, diré lo que tú quieras que diga”, recibirás a cambio todo lo que El es. Ese es el precio para tener el avivamiento.

 

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