
Devocional para Hoy! – 3 de Octubre
“…después de estas cosas… probó Dios a Abraham… Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto…” (Génesis 22:1,2)
¿Fue alguna prueba más dolorosa que la que vino sobre Abraham? Llena de profunda angustia. Las duras pruebas y amargas separaciones habían llegado a Abraham, pero ello no le evitó más pruebas. Más bien, le llevaron al lugar de la prueba suprema.
Hay varios tipos de prueba, pruebas de Satanás, pruebas de circunstancias que nos rodean, pero aquí es una prueba enviada por Dios. Abraham se ve obligado, no por Satanás, sino por su Dios. El Juicio severo es un honor. Nunca leemos que Dios «tentó» a Lot. No, Sodoma tentó a Lot, pero Sodoma no era ninguna tentación para Abraham. Vivía en un plano tan alto que los atractivos de Sodoma no eran ninguna tentación para él…
La esperanza, el amor, la fe, todo clamó contra la prueba, sin embargo, estaba la orden de Dios: «Ofrece tu único hijo». Pero Abraham podía aferrarse a la Palabra de Dios. Este siempre es el camino a la victoria en la hora de la prueba. Abraham se apoyó en la promesa de Dios para la semilla incontable mientras Isaac se puso delante de él en buena salud, y contaría a Dios fiel aunque Isaac no fuese más que un montón de cenizas.
Las pruebas de Dios son para un propósito. Dios tienta (prueba) a Abraham para que pudiera revelarle un secreto hasta ahora no revelado. Llamó Abraham el nombre de aquel lugar “Jehová-Jireh”, es decir, el Señor proveerá… Dios tienta con el fin de bendecir. Dios nos lleva a través del horno para llevarnos más lejos en el secreto de su presencia, donde ojo no vio ni oído oyó las cosas que Él ha preparado para los que le aman. Pero Él las revela a nosotros por el Espíritu. —The Wesleyan Methodist- Revista fundada por John Wesley como «Arminian Magazine (Revista arminiana)»
Las pruebas son medicamentos que nuestro médico amable y sabio prescribe porque los necesitamos; y Él dispensa en la frecuencia y el peso que el caso requiera. Confiemos en su habilidad y agradezcámosle por su receta. —John Newton [1725- 1807, marinero Inglés y clérigo anglicano]
En la prueba y la debilidad y los problemas, Él busca humillarnos, hasta que aprendamos que su gracia es todo, y disfrutemos de la misma cosa que nos humilla y mantiene humillados. Su poder se perfecciona en nuestra debilidad. Su presencia llena y satisface nuestro vacío, se convierte en el secreto de la humildad que nunca necesita fracasar. El hombre humilde ha aprendido el secreto de permanecer alegre. Cuanto más débil se siente, más se hunde, y cuanto mayor parezcan sus humillaciones, más poder y presencia de Cristo serán su porción. —Andrew Murray [1828-1917 Líder Misionero de África del Sur]