“Enséñame, oh Jehová, tu camino, y guíame por senda de rectitud…” (Salmos 27:11)

Muchos hijos de Dios están tan profundamente ejercitados sobre la cuestión de la guía, que puede ser útil dar algunas sugerencias para a conocer el camino que nuestro Padre quiere que andemos, y la obra que Él quiere que hagamos… Gran parte de nuestro poder y paz consiste en saber dónde Dios quiere que estemos, y que estemos ahí. Si estamos precisamente donde nuestro Padre Celestial desea que estemos, estamos perfectamente seguros de que Él proveerá alimento y vestido, y todo lo demás. Cuando Él envía a sus siervos a Querit, hará que incluso los cuervos les lleven comida.

Hay ciertas direcciones concretas a las que hay que atender para que podamos ser guiados en la mente del Señor. Son las siguientes:

1. Nuestros motivos deben ser puros… Tenemos que ser muy cuidadosos al juzgar nuestros motivos, examinándolos como detectives a las puertas de la Casa de los Comunes buscando cada extranjero que entra.

2. Nuestra voluntad debe estar rendida. Es por la falta de esta subordinación que tan a menudo perdemos la guía que buscamos. Hay una controversia secreta entre nuestra voluntad y la de Dios; y nunca vamos a estar bien hasta que dejemos que Él tome, y rompa, y haga… Si no puedes dar, déjalo que tome. Si no estás dispuesto, confiesa que estás dispuesto a que te hagan dispuesto.

3. Debemos buscar información para nuestra mente. Es de suma importancia que alimentemos nuestra mente con hechos, con información confiable,… y, sobre todo, con la Palabra de Dios.

4. Debemos estar mucho en la oración. Es ley de la casa de nuestro Padre que sus hijos pidan lo que quieren.

5. Debemos esperar por el desarrollo gradual del plan de Dios en la Providencia. Las Impresiones interiores de Dios y Su Palabra exteriormente siempre son corroboradas por su Providencia alrededor, y en silencio deberíamos esperar hasta que estos tres se centran en un punto…

6. Si no sabes qué hacer, quédate quieto hasta que lo hagas. Luego, cuando llegue el momento de la acción, las circunstancias, como luciérnagas, brillarán a lo largo de tu trayectoria, y estarás tan seguro de que tienes razón (cuando los tres testigos de Dios concuerdan) que no podrías estar más seguro, aun si un ángel te hiciera señas.

7. No tengas otro propósito excepto hacer Su voluntad. Veamos lo suficientemente alto como para recibir orientación. Animemos nuestras almas a esperar en Dios solamente, hasta que Él dé. Cultivemos la mansedumbre que Él guiará en el juicio. (Salmos 25:9) —F.B. Meyer – The Secret of Guidance (El secreto de la guía). NY: Revell Co., 1896 [1947/29, amigo de D. L. Moody, pastor y evangelista, autor de más de 70 libros]