“…el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz…” (Hebreos 12:2)

No puedo evitar maravillarme ante la virtud que se encuentra en el sufrimiento. No valemos nada sin la cruz. Tiemblo y estoy en agonía mientras dura, y todas mis convicciones sobre sus efectos saludables desaparecen bajo la tortura. Pero cuando se ha terminado, la recuerdo con admiración, y estoy avergonzado de sobrellevarla tan mal. Esta experiencia de mi necedad es una profunda lección de sabiduría para mí. Cualquiera que sea el estado de tus amigos enfermos, y cualquiera que sea el origen de su enfermedad, ella es bendecida en estar tan callada bajo la mano de Dios. Si ella muere, muere al Señor; si vive, vive para Él. “O la cruz o la muerte”, se dijo. Nada escapa a la necesidad de la cruz; pero el reino establecido de Dios, cuando sobrellevado en el amor, es Su comenzado Reino con lo que debemos permanecer satisfechos cuando a Él le place. Tienes necesidad de la cruz, así como yo. El Fiel Dador de toda buena dádiva las distribuye a cada uno de nosotros con su propia mano. ¡Bendito sea Su nombre! ¡Ah, qué bueno es ser castigados para nuestro provecho!
-François Fenelon, en “Spiritual Letters (Cartas Espirituales)”-

Si la vida fuera nada más que días agradables,
Mi corazón nunca estuviera solo,
Y si nunca llegara la pena,
Mas sólo tuviera las cosas buenas;

Y si mis deseos se hicieran todos realidad,
Y de cada cruz fuera librado;
Bien podría yo vivir mundano,
Señor, Y nunca llegaría a conocerte.

Necesito tanto una cruz que soportar,
Como necesito luz para ver;
Y de Ti, disciplina diaria
Para atraer mi corazón a Ti.

Y Señor necesito tu castigo
Más que la comida que como,
Para acercarme más a tu lado,
E inclinarme a tus pies.

Necesito sentir algunos dolores mentales,
Para hacer que mis ojos tenues vean
Que todas mis esperanzas y sueños ligados a la tierra
Son pura futilidad.

Y tengo que soportar una carga
Por otras almas inclinadas,
Para desterrar el orgullo y la vanidad,
Antes de merecer una corona.
-Charles F. Smith- Desconocido