Lección 3.- Por Mi Espíritu
Hemos visto a la Iglesia como un vaso para Dios, y como un vehículo del propósito eterno. También la hemos visto en cuanto a su ministerio. Despues de ver todo lo que la Iglesia es, y lo que Dios se ha propuesto que sea, entonces como Zorobabel, comenzamos a preguntarnos, “¿cómo puede ser todo esto posible?”. Así que vamos a hablar sobre esta Iglesia, y sobre el Espíritu Santo y Su obra.
En Hechos 2: 16-18, “Mas esto es lo dicho por el profeta Joel: Y en los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones, y vuestros ancianos soñarán sueños; Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán”.
Observa que cuando nació la Iglesia, todo estuvo ligado con el Espíritu Santo. La Palabra dice que cuando el Espíritu Santo venga, los hombres soñarán sueños, verán visiones, profetizarán. En el versículo citado anteriormente, Pedro valientemente dice, “esto fue lo dicho por el profeta Joel: derramaré de mi Espíritu”.
En el libro de Zacarías 4: 1-6, hay un hombre llamado Zorobabel, a quien un ángel despertó de un profundo sueño, y cuando despertó, el ángel le dijo, “¿qué ves?”. Le respondió, “un candelabro todo de oro”. El estaba viendo a la Iglesia; el candelabro es la Iglesia, y el oro simboliza a Dios. Y él vio como era esta Iglesia, pero al ver la realidad de su estado, el ángel respondió, “no es con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho el Señor”. Y Pedro en el libro de Hechos dijo que esto había ocurrido, en otras palabras, la unción había venido. Entonces deberíamos ver a los siervos y a las siervas de la Iglesia demostrando la verdad que fue profetizada.
Ya no más el evangelio iba a ser predicado sólo de palabra, sino que ahora iba a ser predicado en el poder y demostración del Espíritu Santo. Así que el cristianismo del Nuevo Testamento es por medio de la unción. Todo lo que ves concerniente a la Iglesia en los capítulos de esta serie, está mucho más allá de lo que conocemos que la Iglesia actual es; sin embargo, este es el pensamiento y el propósito de Dios para la Iglesia. Debemos siempre tener en mente que para esto fue dado el Espíritu Santo. Puedes seguir aprendiendo todo lo que se puede aprender, pero a menos que el viento sople, la letra matará, se frustrará sin el Espíritu Santo. A menos que el viento de Dios, el Espíritu Santo sople sobre lo que predique, podré hablar del Dios que sana, pero no podré hacerlo funcionar.
En Zacarías 4:1-6 dice, “Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como a un hombre que es despertado de su sueño. Y me dijo: ¿Qué ves? y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él; y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda. Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío? Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío. Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es la palabra de Jehová a Zorobabel, que dice : No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos”.
El significado y valor del Espíritu Santo es primero para darnos un conocimiento detallado del plan de Dios. Nunca fue Su intención que nosotros formáramos comités y que tratáramos de descubrir el programa de Dios; El nunca quiso que lo hagamos a través de pruebas y errores. El nos ha dado su Espíritu para guiarnos a toda verdad. Jesús dijo que cuando el Espíritu de verdad venga, El nos guiará a toda verdad. Dios tiene un propósito y este propósito puede ser conocido sólo por el Espíritu. Debemos esperar en Dios. Una de las maravillas de la palabra de Dios, es que nunca se desvía, nunca nada cambia en ella; desde el primer momento que se menciona algo hasta que se cumple en detalle, el principio nunca cambia. Este es el trabajo del Espíritu Santo; El es siempre leal al principio. Si al comenzar, tú y yo descubrimos hacia donde está yendo él, entonces por toda la palabra de Dios va a haber este precepto de línea sobre línea que nos guiará a este propósito de Dios; los principios nunca cambian. En ningún momento posterior vas a encontrar que hay un cambio en los principios, cuanto más plenamente se vayan desarrollando las cosas.
Hay principios que gobiernan la Iglesia y deben seguirse, porque si no, nos vamos a encontrar en un lugar donde Dios nunca quiso que estuviéramos. Es por esta razón, que quiero decir a aquellos llamados por Dios para guiar a la Iglesia en Su propósito, que el púlpito debe una vez más defender la autoridad de lo que la Iglesia cree. No estoy hablando sobre ser el señor en el destino de la Iglesia, sino mas bien no debemos ser influenciados por aquellos que siempre están buscando ángeles (experiencias místicas). Lo que la Iglesia cree debe ser establecido por el púlpito, y todo maestro de la escuela dominical debe estar en absoluta unidad con lo que se dice desde el púlpito. No podemos tener maestros en los otros salones enseñando otra cosa que no sea lo que sale del púlpito, no podemos tener evangelistas en el púlpito enseñando o proclamando otra cosa que aquella palabra que Dios ha puesto en el pastor en esa Iglesia. Me refiero a que debemos ser gobernados en primer y último lugar por los principios de la palabra de Dios, y cuando haya una desviación yo debo rechazarla. No importa cuán grande sea el evangelista, si él está equivocado, la Iglesia no debe ser intimidada por su grandeza.
Tenemos a Dios en nosotros, y la verdad dará testimonio en nuestro corazón. El Espíritu Santo lo sabe todo, el Espíritu Santo es Dios, el Espíritu Santo sabe todo acerca de Dios, y debemos seguirlo a El. Hay un coro que dice así: “Nuestro Señor conoce el camino a través del desierto, y todo lo que tú tienes que hacer es seguirlo”. El Espíritu Santo conoce los principios, las leyes de todas las cosas que gobiernan el propósito de Dios, y se nos ha sido dado gratuitamente. Dios nos ha dado su Espíritu, y El nos ordena que lo sigamos. Cuando a Moisés se le dijo que construya el tabernáculo, a él se le dijo dónde poner cada hilo, cada nudo, cada tornillo, cada puerta. La orden de Dios para este hombre fue, “mira que hagas todo de acuerdo al patrón que te dí en el monte. Hazlo como yo te dije. Puede ser que no te guste como he doblado la esquina, pero dóblala de todas maneras; puedes pensar que la puerta debería ser azul, pero si yo te lo dije, píntala de rojo” (Ref. Exodo 25). Este sistema era una representación de Cristo fracción por fracción, y no debería ser cambiado.
La unción es necesaria, porque sólo el Espíritu de Dios conoce todos los pensamientos de Dios, y sólo El puede hablar, obrar y hacer las cosas en absoluta consistencia a lo que Dios quiere. Sólo esto produce la presencia de Dios. Cuando tú y yo buscamos el avivamiento, buscamos el mover de Dios, si tenemos la presencia de Dios, entonces tenemos todo lo que buscamos; y cuando nos movemos en absoluta consistencia con el Espíritu Santo, no desviándonos ni a la derecha ni a la izquierda de esos principios, esto traerá la presencia de Dios. Tú no puedes conjurar a Dios como lo hacen con un demonio; El viene cuando tú y yo adoramos de acuerdo a Su plan. Si nuestros corazones están bien, seguimos los principios de la Biblia, y adoramos a Dios, Dios habitará en nuestra alabanza. Y si Dios está presente, habrá una demostración de esta presencia.
El principio que gobierna la Iglesia, sobre todo, es que la Iglesia es un cuerpo celestial. Este principio debe ser grabado en nuestras mentes; que todo el principio de gobierno de la Iglesia es que es un cuerpo celestial, es una entidad espiritual, no es de la tierra. Vino del cielo, no es una cosa de la tierra; No puedo dar demasiado enfasis a esta verdad; vino con el advenimiento del Espíritu Santo. Cuando vemos de una manera espiritual, que la Iglesia no es de la tierra, que está relacionada con Cristo en el cielo, habremos avanzado mucho en restaurarla al propósito pleno de Dios. Lo que es espiritual no debe ser tocado por lo carnal. Cada vez que las cosas espirituales son tocadas con manos carnales, se corrompen. Cuando Dios dice que ciertas cosas son santas, entonces será mejor que tú y yo las consideremos como tal. Tocar lo santo, es tocar a Dios, y siempre lo que sigue es un desastre. Vemos en el Antiguo Testamento a los filisteos mirando dentro del Arca de Dios con una mente carnal. ¿Cuál es el resultado? Toda la nación es maldecida con una plaga de hemorroides. Piensa en esto, tú no puedes poner fuego en tu pecho sin ser quemado. Cuando tú tratas con la Iglesia, estás tratando con un cuerpo celestial, y nada carnal puede funcionar en este cuerpo. La Iglesia no fue hecha una realidad sino hasta que Cristo estaba en el cielo.
Hablamos sobre una Iglesia en el Antiguo Testamento, pero nunca hubo la Iglesia como la conocemos ahora, sino hasta que Cristo se sentó a la diestra de Dios y el Espíritu Santo descendió. Entonces, cuando el viento sopló en el aposento alto, cuando el Espíritu Santo vino, Pedro dijo, “Esto es…”. Y cuando él comenzó a predicar sobre la promesa derramada, él dijo, “esto es lo que nos da el poder para profetizar”. Profetizar aparte de esto, es absolutamente despreciable para Dios. El enseñar a la gente a cantar en lenguas sin la unción del Espíritu Santo, es una abominación para Dios. Tomar los poderosos dones de Dios y usarlos psicológicamente para tratar de producir alguna sensación, lleva muy mal olor al Todopoderoso.
Cuando Cristo se sentó a la diestra de Dios, El miró al Padre y dijo, “Yo les dije que enviaría otro Consolador, que yo he regresado aquí para que esto ocurra”. Y cuando ocurrió, sopló en el aposento alto y fue una realidad. Hubieron lenguas de fuego, viento, gente gritando, alabando a Dios, miles en la calle queriendo ser salvos. Otros gritaron “están borrachos”, pero Pedro dijo, “No señor esta es la hora tercera del día. El bar aún no está abierto. “Esto es…” La Iglesia llegó a ser una realidad cuando Cristo fue exaltado, significa que la Iglesia fue puesta con Cristo en el cielo, en tierra celestial, de una manera espiritual. Nunca fue una realidad hasta que El se sentó a la diestra de Dios Padre, significa que ella está con El en el cielo. Pablo escribió que estamos sentados con Cristo en los lugares celestiales; estamos en la tierra físicamente, pero espiritualmente estamos con Cristo en el cielo.
La Iglesia no es de este mundo. Si reduces la Iglesia a una institución mundana, estarás destruyendo la Iglesia. Esto es lo que con frecuencia ha estado pasando; hay tanto del mundo que se ha introducido en el cuerpo espiritual, que ella casi está destruida. Una vez que la conviertes en un ente terrenal, la reduces a la nada. Estamos plantados en medio de territorio enemigo. El ser amigos del mundo, nos constituye enemigos de Dios.
Cuando el hombre fue arrojado del paraíso, después Abel construyó su altar y marcó con este altar los derechos de Dios en esta tierra y por siglos, el altar gobernó la vida de Israel. Tenemos la primera mencion de la casa de Dios cuando Jacob huyó de Esaú. Estas fueron marcas, todas ellas, de los derechos de Dios en la tierra. El hombre se vendió al diablo, todo el mundo cayó en las faldas de Satanás, Satanás tomó la mente del hombre, pero siempre ha habido un Noé, un Jeremías, y siempre va a haber una Iglesia que diga, “La tierra es del Señor”. Un día, Dios, a través de Cristo, la reclamará totalmente. Nosotros, la Iglesia, hemos venido a Cristo en el cielo y somos diferentes, somos extranjeros, y el mundo es un enemigo de todo esto; cuando el mundo nos ama hemos perdido algo.
La fuerza espiritual de la Iglesia de Dios, está en su clamor por la verdad; la fuerza psicologica de la Iglesia es su desafío a la tensión. La misma raíz del significado de la fe y el carácter de la fe de la Iglesia en su tirantez y tensión. Ser fieles a Dios es cuando mantenemos esta calidad de extranjeros en esta tierra; cuando perdemos esto, hemos perdido nuestra distinción. Cuando la presión está en la Iglesia, es jalada en ambas direcciones. Considera la tensión en el tiempo: estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Pero en esta área del tiempo, entonces no somos lo que fuimos, y aún todavía no somos lo que vamos a ser. Somos gente espiritual, somos diferentes, somos los extranjeros, somos los extraños. Y la Iglesia tiene que volver a esto. Es inútil, entonces, comenzar más programas hasta que recibamos el toque de Dios, hasta que regresemos al fundamento del Espíritu Santo. No es un nuevo programa lo que necesitamos, necesitamos salir de los fundamentos terrenales, y convertirnos en el cuerpo espiritual de Cristo.
No somos salvos para ir al cielo algún día, somos salvos para que hoy Dios pueda vivir en la tierra en nuestros corazones; estamos aquí para demostrar que Cristo está vivo, no por lo que digamos, sino por lo que somos. Esta es una ley divina, y el principio es claro en el Nuevo Testamento, especialmente a partir del libro de Hechos en adelante. No es algo nuevo, este principio gobernaba al pueblo de Dios por todo el Antiguo Testamento.
Observa que a Isaac no se le permitió salir de la tierra para conseguir una novia. Abraham envió a su siervo para que consiguiera la novia y se la traiga a Isaac. El le dijo que le consiguiera la novia de entre su propio pueblo. Abraham era un tipo de Dios y el siervo un tipo del Espíritu Santo, y por supuesto, Isaac el tipo del novio. El siervo, el Espíritu Santo, le dijo a Abraham, “si la mujer no viene conmigo, ¿llevaré a Isaac a donde está la mujer?” Y Abraham le dijo, “bajo ninguna circunstancia lleves a mi hijo ahí”. La novia tenía que ser llevada a él. Es sólo cuando Cristo es exaltado que la novia es llevada a El (Ref. Génesis 24). Ahora mismo mientras estás aprendiendo todo esto, hay un novio a la diestra de Dios, y el Espíritu Santo en la tierra, está reuniendo a la novia; Cristo no va a regresar hasta que haya una novia con El. La novia es, sobre todo, espiritual; ella es espiritual, porque Dios vive en ella. Ella es espiritual porque ha nacido de nuevo del Espíritu de Dios, no porque ella pueda repetir las Escrituras, o haya sido bautizada, y pueda ser capaz de repetir de memoria toda la Biblia; ella está viva porque tiene la unción.
Cristo está en el cielo, y el Espíritu ha sido enviado para llevar la Iglesia a El, primero de una manera espiritual, luego literalmente. No estamos sólo espiritualmente sentados con El, sino que un día estaremos literalmente ahí. No importa lo que los hombres digan, va a haber un rapto, va a haber una reunión de la Iglesia, vamos a estar con El de una manera literal.
Mira a la historia de José, el tipo en el Antiguo Testamento de Cristo y la Iglesia, Su Novia. El pasó por rechazos y muerte típica. Eventualmente él alcanzó el trono, y sólo en su exaltación obtuvo una esposa. Todos esos años vendido como un esclavo, echado en un calabozo, acusado, engañado, etc…El nunca consiguió una esposa, pero cuando alcanzó lo más alto, cuando se sentó en el trono, cuando él fue exaltado a la derecha del rey, obtuvo una esposa. Así es con Cristo: cuando El se sentó a la derecha de su Padre, el Espíritu Santo vino a reunir a Su novia espiritual. El Pentecostés es, por consiguiente, el resultado de la exaltación de Cristo; no podía ocurrir hasta que Cristo fuera exaltado a la diestra del Padre. El cielo retuvo la respiración mientras que el inmaculado Cordero se sentaba; (No, no era que inclinó Su cabeza, o que estaba con vestimentas inmundas como algunos dicen) era la victoria sobre el infierno. Cuando El se sentó, fue entonces cuando el viento sopló en el aposento alto; la unción vino.
No era alguien con una enseñanza, o una reunión de gente para que piensen positivamente, ¡no!; el viento sopló, algo pasó, hubo una experiencia de crisis, la Iglesia había nacido como resultado de que el Espíritu Santo había bajado a la tierra. Esta es la única forma que la Iglesia se propaga sí mismo, el Espíritu de Dios explosionando en la vida de los pecadores; esto puede ocurrir sólo por la unción.
Cuando nos desviamos de los principios del Espíritu Santo, detenemos el fluir de la vida y la Iglesia queda sin esperanza. Cuando se pierde al Espíritu Santo, los hombres buscan dirección de otra fuente. De pronto aparece un falso Gabriel, diciendo que ha recibido una revelación de Dios, y la Iglesia acaba en un desierto en las garras de una ilusión. No tenemos que perseguir arcos iris religiosos; Dios ha venido a vivir dentro de nosotros, por medio del Espíritu Santo.
No hemos prestado suficiente atención a los detalles de los principios de Dios, y se nos han escapado. Claro sólo hemos perdido dirección en menor grado, pero dentro de 10 años tendremos algo que no podrás reconocer, no va a parecer la Iglesia. La Iglesia debe sostenerse en los principios de la palabra de Dios. El Espíritu Santo ha venido, y si nos mantenemos sintonizados con El, El nos avisará cuando las cosas no estén bien. Puede parecer que alguna cosa está bien, pero si hay una turbación interna, que dice, “esto no está bien”, entonces debemos huir de lo falso, así como José huyó de esa mujer mala. Si la paz de Dios que está en nuestros corazones es turbada, entonces el Espíritu Santo nos está tratando de decir que algo no está bien.
Dios vive en mí, debo estar seguro de esto. No soy sólo una persona religiosa; el Espíritu del Dios viviente está dentro de mí, Dios está dentro de mí para dirigirme. La Iglesia es un organismo viviente, no es algo creado por el hombre. Hay un Jesús que es real. Hay un principio divino, y el reconocer y honrar este principio determina el éxito de todo. Sólo el Espíritu Santo sabe, por consiguiente, si las cosas han sido mantenidas a lo que El desee; El debe ser honrado en todo momento. Debemos esperar hasta que podamos pensar los pensamientos de Dios. Un ministerio ungido significa que Dios el Espíritu Santo está en control. El se ha comprometido a reproducir a Jesucristo en la Iglesia. Podemos aceptar en forma general que El ha venido para tomar el control, y que la unción trae revelación de Dios, podemos aceptar esto de una manera general, pero lo que debemos aceptar es la necesidad de que el Espíritu Santo esté haciéndolo todo. Esto requiere una educación de por vida. No podemos ser perezosos respecto a esto.
Reconozco ahora más que en otro momento de mi vida, que sólo hay una forma, una voluntad de Dios para mí, y esto es, el ser guiado por Aquel que está en mí. Me debo rendir totalmente a esto, debo volverme más sensible. Tú, debes volverte sensible en todas las cosas al poderoso Espíritu de Dios, para que tú y yo no estemos haciendo las cosas sólo por hacerlas. Debemos esperar, debemos pensar Sus pensamientos, y luego podremos hacer Sus obras. Si El quiere que el sol se detenga, nosotros podemos detenerlo, si El quiere que toda América se salve, o que venga el avivamiento, nosotros podemos hacerlo, pero tenemos que saber qué camino está siguiendo El. Hubiera sido tonto para Josué, marchar alrededor de cualquier muralla menos la de Jericó.
Es tiempo de estar quietos delante de Dios, y pensar los pensamientos del Espíritu Santo. El nos revelará lo que estos ojos no pueden ver, o lo que estos oídos no pueden oír. Debemos venir y esperar en El para seguir Su nube, porque la Iglesia es totalmente, absolutamente, un producto del Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el único que conoce el plan de Dios y el propósito de la Iglesia. Y esta Iglesia puede ser producida solamente por el Espíritu Santo a través de una vasija humana. Como Zorobabel, yo veo lo que tenemos, esto que se llama a sí misma la Iglesia; los católicos, los pentecosteses y los ecuménicos de nuestro tiempo, dicen ser la Iglesia verdadera cuando en realidad son una mezcolanza.
Cuando yo miro todo eso, y después leo la Biblia y comprendo lo que Dios quiere, entonces como Zorobabel, yo debo entender que no puedo hacerlo, el hombre no puede hacerlo. “No con ejército, ni con fuerza, sino por el Espíritu de Dios”.