Devocional para Hoy! – 22 de Noviembre
“Si el hombre muriere, ¿volverá a vivir?…” (Job 14:14)
“y librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre.” (Hebreos 2:15)
El hombre es un peregrino en camino, a través de este mundo cicatrizado de pecado. El hombre está en busca de un mejor país que es celestial. Como Abraham, está buscando una ciudad que tiene fundamentos “cuyo arquitecto y constructor es Dios”. La esperanza del cielo es la alegría de vivir. ¡Qué paz nos emociona cuando pensamos en el cielo, el hogar del alma! Entre el cielo y nosotros está el “valle de sombra de muerte”. La muerte, como la vida, es uno de los grandes misterios que la mente mortal no ha sido capaz de penetrar. Muchas opiniones se han dado, pero las teorías no son hechos. Las investigaciones científicas no han podido ir más allá de lo que está escrito en la Biblia. Independientemente de nuestras opiniones, las Escrituras tienen la última palabra sobre todos los temas relacionados con los misterios de la vida y la muerte.
“Porque vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación” (Juan 5.28,29) La idea de un más allá es universal. Los cristianos y los paganos ambos esperan vivir más allá de la tumba. Es la esperanza que tenemos en el mañana que desarrolla lo mejor de nosotros hoy en día… Vivir sin esperanza es morir de miedo.
Para el cristiano, la muerte física es la entrada a una vida más abundante. A la luz de la incorruptibilidad, la inmortalidad y la vida eterna, se pierde el terror a la muerte. La vida no tiene fin. La tumba no es el término. A través de la nube de la muerte, la vida echa alas hacia la eternidad de Dios.
-J.N. Hoover- Desconocido
En la esperanza de aquella corona inmortal,
Ahora la cruz sostengo;
Y con mucho gusto ando arriba y abajo,
Y sonrío a las lágrimas y el dolor.
Yo sufro en mis años asignados,
Hasta que mi Libertador venga
A enjugar las lágrimas de Sus siervos,
Y llevarse sus exiliados a casa.
Oh, qué son todos mis sufrimientos aquí,
Si, Señor, Tú me estimas apto
De comparecer con las huestes arrebatadas,
¡Y adorar a tus pies!
Da alegría o pena, da comodidad o dolor,
Quita la vida o los amigos,
Pero déjame encontrarlos a todos de nuevo
En ese día eterno.
-Charles Wesley- “And let This Feeble Body Fail (Que este débil cuerpo Falle)” Música de John Stainer, 1759. [1707-1788, escritor de himnos, Co-fundador del movimiento metodista]