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Lección 8.- Las Leyes Del Poder

Lección 8.- Las Leyes Del Poder

Jesús dijo en el evangelio de Mateo, justo antes de regresar al Padre: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra”. Hemos establecido que es la misma naturaleza de la experiencia cristiana el acumular poder al movernos progresivamente hacia la imagen de Cristo. Eso es porque todo el poder ha sido dado a El, y al ser conformado a esa imagen es cuando ese poder está disponible para mí.

En Hechos 1: 8 se menciona lo que Jesús dijo: “Pero recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo”.

En Lucas 24: 49 dice, “pero quedaos …hasta que seáis investidos de poder de lo alto”.

Una cosa muy pequeña detendrá un motor, silenciará millares de ejes, o zambullirá una ciudad en la oscuridad. El poder espiritual también está sujeto a condiciones. Una vez fracasó en las manos de los Apóstoles en Marcos 9. Tú conoces la historia, Jesús había soplado sobre ellos, los envió, habían echado fuera demonios y sanado enfermos. Luego en el noveno capítulo del Evangelio de Marcos, no pudieron echar fuera ese demonio. Este poder fracasó en las manos de los Apóstoles, porque es condicional; el poder del Espíritu es inseparable de Su persona. Aprendemos como hacer las cosas, y el obra por medio de nosotros, pero despues, salimos y descuidamos el altar, y encontramos que lo que sucedía, ya no sucede más. El poder espiritual está sujeto a condiciones.

Dios no arrienda Sus atributos, Su poder no puede alquilarse. El fortalece al habitar interiormente; El que tiene al Hijo tiene la vida, y el que no tiene al Hijo, la ira de Dios está sobre él. El Espíritu obra mediante el Espíritu. El no es simplemente el dador de poder, El controla ese poder y nadie más puede hacerlo. ¡Cómo necesitamos conocer esto! El poder es una posición, y se da sólo mediante Su obra en nosotros que nos hace totalmente capaces para la voluntad de Dios. Pero El obra mediante el Espíritu, en otras palabras, tienes que ser lleno del Espíritu para que El obre a través tuyo; fracasamos en el hecho de que tenemos un deseo mayor por poder, que el que tenemos por El. Tienes constantemente que examinar los motivos y actitudes de tu corazón, porque El no viene a glorificarte, y si estas más ansioso por el poder de lo que estás por El mismo, entonces quieres este poder por otras razones, pero no por Dios.

Estamos más ansiosos por los logros del poder que lo que estamos por el Espíritu de poder, y esa es la razón por la que El se ha apartado de nosotros. Queremos resultados visibles, maravillas dramáticas, poderosas señales y maravillas, y no es siempre por esto que el Espíritu es dado; el poder es tan necesario para estar en silencio como para hablar. El viene para hacernos efectivos en toda la voluntad de Dios y no simplemente en esa pequeña senda en la que queremos andar. En el mismo Espíritu existe la función y manifestación. La obra del Espíritu depende del poder del Espíritu.

La energía de la carne no puede hacer la obra del Espíritu, y cuando tratamos de hacerlo de esta manera, maldecimos la obra de Dios. Es así de pecaminoso tratar de hacer las cosas verdaderamente espirituales con la carne, como tratar de hacer cosas carnalmente por el Espíritu. Es una maldición tratar de hacer que Dios y el Espíritu Santo obren contigo en un proyecto carnal. Hemos visto mucho de eso: “Dios me dijo que construya esta gran estructura, este hospital, o lo que sea”. Y nunca se termina, y aún se sigue diciendo, “Dios me dijo”. Si tratas de usar al Espíritu Santo para ayudarte a hacer una obra carnal, es una maldición; pero es tanto un pecado tratar de hacer la obra del Espíritu por medios carnales. Vemos esto con Abraham, Dios le dijo que le iba a dar un hijo a él y a Sara. Después de unos años, aun creían la promesa, pero decidierón ayudar a Dios con esto; Abraham consentó la sugerencia de tomar a su sierva Agar y tener este hijo. Por medios carnales, Abraham trató de producir el milagro de Dios, y produjo una maldición que está todavía en guerra hoy. Ese problema que comenzó en la tienda de Abraham, algo así como 3,000 años atrás, todavía no está erradicado, porque el hombre trató con la carne de hacer cosas espirituales. Para el poder del Espíritu, no hay sustituto. No es solamente imperativo que busque a Dios para saber la voluntad de Dios, pero debo buscar a Dios para saber cómo esa voluntad será hecha. porque lo que el Espíritu me transmite, sólo el Espíritu puede hacerlo.

Cuando Sión codicia el oro de Babilonia, envidia los vestidos de Babilonia, copia las formas de Babilonia, adopta los altares de Babilonia, y pelea con las armas de Babilonia, su fortaleza falla porque el Espíritu de poder se pierde. Los recursos carnales ningún bien hacen en la obra espiritual, y adondequiera que se permitan, el diablo siempre lo recibe como adoración, él siempre lo recibe como adoración. Cuando permitimos lo que es carnal operar en cualquier área espiritual, estamos dando derechos al diablo en ese santuario, recuerda esto. Puedes maldecir esa iglesia por usar a alguien que piensas que es talentoso, pero que no conoce a Dios, y no es espiritual. El pensar en las cosas de la carne es muerte. Sólo el que está vivo puede hacer esta obra, sólo aquellos que están vivos para Dios.

Las armas de esta guerra no son carnales. La oración trae poder, porque el Espíritu de poder se da a aquellos que oran. Ni siquiera el 10 % de la Iglesia asiste a la reunión de oración; convoca a una reunión de oración, diles que nadie más sino Jesús va a estar ahí, y tú serás la persona más solitaria en ese auditorio. Ve que la oración es un arma, “las armas de nuestra milicia no son carnales”. La oración es efectiva, y Dios da poder a la gente que ora. La oración es un arma efectiva.

El testimonio es un arma elegida de Dios, y el Espíritu es dado para testificar. “Recibiréis poder cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo…y me seréis testigos”. Sólo por el Espíritu Santo podemos ser testigos para Dios; podemos hablar, podemos discutir, pero el Espíritu no salva por discusiones abstractas, sino por testigos vivos quienes testifican con el poder de una experiencia viva. Cuando enviamos la iglesia a las prisiones, a las calles, a las carreteras, y a los vallados, no es suficiente simplemente indicarles qué decir; ellos deben ser eso, deben salir allá afuera con una experiencia viva de esta vida. Por el Espíritu viene convicción de pecado, justicia y juicio; sólo por el Espíritu.

Ya que el don del Espíritu es la herencia de cada creyente, no hay excusa para el fracaso y no hay absolutamente ninguna justificación para tu inefectividad. Hacemos toda clase de excusas: “Si pudiera cantar como ese evangelista, sería tan efectivo como ese evangelista…” No sé en qué consiste su eficacia, pero no hay excusa. Puedes tener una voz horrible, puedes fastidiar a la gente cuando hablas, pero si tienes el Espíritu Santo, puedes ser un testigo efectivo para Dios. No hay excusa para el fracaso, no hay ninguna manera en que podamos justificar nuestros fracasos en la obra de Dios.

Presta atención a lo siguiente: “…el que entre ellos fuere débil, en aquel tiempo será como David; y la casa de David como Dios, como el ángel de Jehová delante de ellos”. (Zacarías 12: 8). ¿Dónde está el Espíritu de poder? Necesitamos hacernos esa pregunta, los que estamos testificando que somos los ministros de Dios. Vamos a salir no solamente a predicar en palabra, sino también en el poder y demostración del Espíritu Santo, como dijo el Apóstol Pablo en Romanos 15: 19, “con potencia de señales y prodigios, en el poder del Espíritu de Dios; …todo lo he llenado del evangelio de Cristo”. Cuando leo esto, ¿así es mi vida? ¿Es así en tu vida? Necesitamos hacernos esa pregunta. ¿Dónde está el Espíritu de poder? La atmósfera de la Iglesia apostólica estaba cargada con poder; los demonios estaban sujetos a su palabra. La presencia del Espíritu Santo revistió hombres con la autoridad divina y poder; estaban seguros de la mente de Dios, porque eran enseñados por el Espíritu; obraron las obras de Dios, porque se movían en el Espíritu. La vida normal de la Iglesia estaba llena, inspirada y facultada en la plenitud del Espíritu Santo, y ellos se movieron en eso. ¿Así es con nosotros? No es así con nosotros.

A veces Dios permite manifestar un don, o que suceda un milagro, y esa es la manera de Dios de mostrarnos un mundo en el que podemos caminar si aprendiéramos las leyes del Espíritu Santo. ¿Dónde está el Espíritu de poder? El Pentecostés da a conocer un contraste sorprendente entre la promesa de poder y su ausencia en la Iglesia hoy. Juzgada por su propio estándar de poder, la Iglesia no está haciendo efectivamente la obra apropiada. ¿Por qué? ¿Dónde está el Señor Dios de Elías? ¿Dónde está el Espíritu de poder que levantó al muerto, limpió al leproso, echó fuera demonios, transformó hombres en santos y héroes para Dios? Las condiciones nunca han sido más favorables, presta atención, nunca han sido más favorables; hay una revuelta contra el materialismo, hay una creencia fuerte en el mundo espiritual. Mira a la Nueva Era: sé que está errada, pero me habla de hombres que tienen hambre por la realidad. Hay una revuelta contra el materialismo de la Iglesia y de todo lo demás. Ellos buscan realidad; esa es la razón por la que millones se están uniendo a esas sectas. Todas estas cosas han abierto una puerta grande y efectiva al testimonio del Espíritu Santo, sin embargo la Iglesia tiene menos poder que en los días del antagonismo agresivo. La respuesta simplemente es que no hay sustituto para el Espíritu Santo.

La suficiencia de la Iglesia no son hombres, sino Dios. Pero tengo temor de que hemos llegado a un tiempo tanto como sucedió en los últimos 11 versículos del primer capítulo de Romanos. Pablo dijo, “…no me avergüenzo del Evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree, al judío primeramente, y también al griego”, luego él habló en contra de detener esta verdad en injusticia.

Nosotros, la Iglesia Pentecostés, hemos hablado mucho de esto, y producido muy poco. Hemos llegado a hacer mucho más del hombre que lo que hemos hecho del Espíritu Santo. A veces no es culpa del hombre; quizás él está siendo usado por el Espíritu Santo con los dones de Dios, entonces la gente levanta a ese hombre y no a Dios. Están más enamorados del hombre, la criatura, que lo que están de Dios, y han maldecido nuestros tiempos. La única causa del fracaso en la Iglesia está en la pobreza espiritual de su gente. El Espíritu Santo estaba limitado en el cuerpo humano y el ministerio terrenal de Jesús. El también es limitado en la Iglesia, que es Su Cuerpo, pero con una diferencia: Jesús en cuerpo humano tenía palabras que El no podía hablar y obras que El no podía hacer, pero no había limitación de incredulidad o desobediencia. El estaba limitado geográficamente en la carne, pues sólo podía estar en un lugar a la vez, así que el Espíritu Santo estaba limitado en El a causa de esto. Y también en la Iglesia moderna que es Su Cuerpo, estas mismas condiciones hacen Su obra virtualmente imposible.

Todas las causas de nuestro fracaso vienen de una ráiz ¿Creemos en el Espíritu Santo? Para la mayoría esto no es cierto, nosotros no creemos verdaderamente en El. Somos bautizados en el Espíritu Santo, hay grande emoción por El, podemos gritar, hablamos en lenguas, profetizamos, y estamos todos enamorados de todo esta, y cuando el servicio se acaba, decimos, “¿no fue un servicio maravilloso?, los dones obraron”. Pero cuando preguntan de qué se profetizó, no sabemos. Hemos venido al punto que no tenemos fe en el Espíritu Santo. Dice la Biblia que cuando El venga, nos guiará a toda verdad; tenemos que creer esto. “Recibiréis poder cuando haya venido sobre ustedes el Espíritu Santo”. Tenemos que creer esto, necesitamos volver y profundizar la experiencia espiritual. Necesitamos orar; ser lleno del Espíritu Santo es algo continuo.

Los discípulos fueron llenos del EspIritu en el segundo capítulo de Hechos y también en el cuarto capítulo; eso no fue porque cayeron, sino que simplemente lo consumieron y necesitaban má. Tienes que permanecer lleno, o todo lo que hagas llegará a ser una operación de la carne. Tenemos que permanecer llenos, tenemos que mantener la fe en el Espíritu Santo, y siempre creer lo que Dios dijo acerca de El. Ora por esta experiencia, y cuando sepas que El te ha llenado, debes saber que tienes poder, y después tienes que moverte en esa fe.

El profeta Elías cruzó el Jordán; por 8 años el joven Elíseo había estado pegado a él. Por fin. El le dijo, “¿qué quieres que yo haga por tí?” El dijo, “una doble porción de aquello con lo que usted me tocó en ese campo hace 8 años, y lo que sentí”. Elías le dijo, “has pedido algo difícil, pero si me ves cuando me vaya, será dado a tí” (Parafraseando, 2 Reyes 2: 9-10). Tú reconoces la diligencia que se requería ahí; nunca lo dejó fuera de su vista, y hasta podría decir que él durmió sujetándolo. Pero un día ese carruaje bajó, y el hombre anciano se fue. El hombre joven rasgó sus ropas y dijo: “¡Padre mío, padre mío, carro de Israel y su gente de a caballo!”, y cuando el profeta viejo se fue, se despojó de su manto, y lo tiró. Ahora el hombre joven tiene ese manto; el no salió saltando, corriendo alrededor hablando en lenguas, diciendo “lo tengo, lo tengo, lo tengo”. No. El fue directo a ese río y golpeó el río. “¿Dónde está Jehová, el Dios de Elías?”; tuvo fe en lo que había recibido. Ora por ello mientras estás aquí, ora hasta conseguirlo, agárrate de Dios. Llega a ser lo que predicas, luego impón manos sobre la gente. ¿Dónde está el Señor Dios de Elías? Ese es el Espíritu de poder. Tenemos que tener fe en el Espíritu Santo; sin Su guía, la sabiduría tropieza en la oscuridad.

Hay mucha gente que piensa que salvaría la Iglesia uniéndola con los poderes del mundo. Cristo fue un gran médico quien sanó por el Espíritu de vida; no podemos hacerlo de otra manera. El salvador moderno es un ingeniero quien redimiría por organización y comodidad. Pero la salvación del mundo no será por fuerza, ni por poder, sino por el Espíritu Santo, dice el Señor. Todo esto tiene que ser tejido en la fibra de nuestro ser , y que todos los días oremos hasta prevealecer por este poderoso Espíritu Santo. Judas dijo: “edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo”. He oído muchas explicaciones sobre esto, pero lo que realmente significa es quedarse lleno del Espíritu Santo y mantener fe en El, creer que El hará mediante tu vida lo que Dios dijo que El haría. No hay limitación en El; el esta limitado en nosotros, nosotros lo restringimos. Puedo orar aquí y afectar gente en cualquier parte de esta tierra. ¡Piensa en esto! Podemos ponernos de acuerdo, podemos orar, y no hay limitación al Espíritu Santo. El está en mí, pero El también está en todos lados.

El está limitado en nosotros. Quiero hacerte una pregunta. ¿El está limitado en tí? Ese es el punto con que debemos tratar. ¿Está El limitado en mí? ¿Hay mucho esfuerzo humano en esto? ¿Estoy tratando simplemente de implementar algún programa? Qué maldición es esto. Hacemos tanto de la metodología, que ha llegado a ser una trampa para nosotros. Lo que necesitamos hacer es tener fe en el Espíritu Santo, y remover todos los obstáculos para que este poder se manifieste.

El poder es una posición. Deja que esto entre profundamente en tu espíritu. Daniel tuvo tanto poder en Babilonia como lo tenía en Jerusalén, porque él nunca dejó que Babilonia entrara en él. Estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Pero si dejamos que el mundo entre en nosotros, entonces este poder es enterrado y perdido. Debemos mantener ese lugar de santificación; separados para Dios. Y en todo el camino el Espíritu Santo está tratando con nosotros mientras crezcamos en El; Dios está tratando con nosotros sobre esas cosas en nuestras vidas que impedirían el fluir del poder de este Espíritu Santo bendito y glorioso. Santificación es simplemente eso. Lo he dicho antes, y lo diré muchas veces: no debemos permitir que esta experiencia de santificación se cruce y toque la experiencia de justificación; debemos saber el valor de la sangre de Jesús, que es esa Sangre que nos salvó y nos puso en Cristo. Pero santificación es Dios dejándonos llegar a esas situaciones donde El se da a conocer a nosotros, y nos hace conocer esas cosas en nuestras vidas que El sabe que no sabemos. Ahora, esto sucede sólo al crecer. Es como con nuestros niños: cuando nacen, los alimentamos con un biberón y luego sujetamos la cuchara que los alimenta, pero cuando llegan al punto donde pueden retener la cuchara, y si somos buenos padres, les decimos que ya no hay más necesidad de esto. Mientras crecen, tratamos con ellos como niños, pero al crecer, comenzamos a poner aparte estas cosas de niños; y así es espiritualmente. Dios tratará con aquellas cosas en tu vida que impiden el Espíritu de poder, para que Cristo, a quien todo el poder le ha sido dado, pueda ocupar eso. El ser conformados a la imagen de Cristo es progresivo, así que el poder es progresivo.

 

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