«Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad” (Filipenses 2:13)

El Espíritu Santo desea llenar tus pensamientos, para que Su luz inunde todos los rincones ocultos de nuestro corazón. ¿Quieres que eso suceda? Con todas sus pretensiones de ser lleno del Espíritu Santo, y con todo lo que has visto de otros que dicen ser llenos: ¿reconoces la limitación de tu vida? ¿Reconoces lo poco que Él ha sido capaz de trabajar a través de ti? ¿De verdad deseas que, a través de ti, sea todo lo que Él quiere ser? Su deseo es hacerse tan real para nuestro hombre espiritual, que sea una experiencia cara a cara. Cuando eso sucede, será como si nunca lo hubiéramos visto. Como Job, vamos a clamar: “Oye, te ruego, y hablaré; Te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; Mas ahora mis ojos te ven.” (Job 42:5,6).

A la luz de Su pureza, no verás tanto el pecado, como sí a ti mismo. Veremos en su mayor parte, «orgullo» y «yo» motivando todo lo que hemos hecho.

Todo lo que el Espíritu Santo nos pide es nuestra voluntad y nuestros cuerpos. Él nos suplica. «Así que, hermanos, os ruego, por la misericordia de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo…» (Romanos 12:1). Nunca supe lo que significaba esa palabra hasta que Dios me trajo a este pensamiento; Su función y deseo es vivir la vida de Jesús a través de mí ahora, exactamente como Jesús viviría si estuviera personalmente aquí. Nuestro Dios es fuego consumidor, y si el Espíritu Santo toma posesión de estos cuerpos, Él consumirá todo lo que hay de nosotros. A menudo cantamos: «Ser como Jesús, todo lo que pido es ser como Él.» Pero cuando una persona como Jesús viene y se ofrece a vivir esa vida diaria y horaria en nosotros, nos encontramos con lo irreales que hemos sido. A la luz de tal trato del Espíritu Santo, veremos sin duda el significado de las palabras del Salvador en Lucas 9:24 «Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.»

Hay dos razones especialmente por las que Él viene de esta manera. En primer lugar, hay un trabajo que sólo el Espíritu Santo puede hacer. En segundo lugar, el Espíritu Santo ha venido para llevarnos a la cruz para que sólo Él pueda vivir en nuestro cuerpo por el bien de un mundo perdido. -B. H. Clendennen-La Escuela de Cristo- [1922-2009]

Estoy seguro de que hay más de un corazón que dice: «¡Ah, pero esa entrega absoluta implica tanto!» Alguien dice: «¡Oh, he pasado por mucha prueba y sufrimiento, y hay mucho de la vida del “yo” aún, y no me atrevo a enfrentarme a toda la rendición y entrega de mí mismo, porque sé que va a causar tantos problemas y agonía!».

¡Ay! ¡Ay! Que los hijos de Dios tienen tales pensamientos de Él, tales pensamientos crueles. Oh, yo vengo a ti con un mensaje, atemorizante y ansioso. Dios no pide que en tu fuerza te rindas perfectamente, o por el poder de tu voluntad; Dios está dispuesto a trabajar en ti. ¿No leímos: «Dios es el que obra en nosotros tanto el querer como el hacer por su buena voluntad»? Y eso es lo que debemos buscar: caer en nuestros rostros ante Dios, hasta que nuestros corazones aprendan a creer que el Dios eterno mismo vendrá a convertir lo que está mal, para conquistar lo que es malo, y para trabajar lo que le es agradable a sus benditos ojos. Dios mismo operará en ti. -Andrew Murray- Entrega Absoluta (Entrega absoluta). Fleming H. Revel. {Permisos cedidos}