Devocional para Hoy! – 12 de Diciembre
“… ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” (Santiago 4:4)
Fuimos hechos como la escoria del mundo. (I Corintios 4:13) Para añadir insulto a la injuria, para aumentar a la infamia, y para profundizar la humillación, Pablo añade: “…el desecho de todos”. El hombre que se evalúa a sí mismo no tiene ambiciones, y no tiene nada de qué estar celoso. Él no tiene la reputación, y por lo tanto no tiene nada por qué pelear. Él no tiene posesiones, y por lo tanto, nada de qué preocuparse. Él no tiene “derechos”; por lo tanto, no puede sufrir ningún mal. Él ya está muerto, así que nadie puede matarlo.
Al estar material y socialmente en bancarrota, el apóstol estaba entre los pocos escogidos, en la lista de la escoria del mundo. Esto le ayudó a entender que, como suciedad, sería hollado por los hombres. A pesar de que pudiera responder a los filósofos, estoicos, epicúreos en el Cerro de Marte, sin embargo, fue calificado de “loco” por el amor de Cristo.
El antagonismo del mundo era fundamental para el cristianismo apostólico… Peregrinos de Bunyan, pasando por la revista Vanity Fair, eran un espectáculo. En el vestido, el habla, el interés y sentido de los valores, se diferenciaban de los mundanos. La línea de demarcación era distinta, deliberada, y desacreditada… Pablo declara en liso y llano español: “El mundo me es crucificado.”
¿Está esto más allá de nosotros? Bien podríamos mecer por dentro y temblar de labios al repetir su frase. Sólo cuando estemos así muertos para el mundo y todos sus juguetes, su pompa inerte y su alegría perecedera, podemos entrar en los triunfos espirituales de nuestro resucitado y reinante Señor. -Leonard Ravenhill- [1907-1994, evangelista inglés cristiano, centrado en la oración y el avivamiento, libro más notable Why Revival Tarries (Por qué tarda el pleno Avivamiento]
Y aún- “fuera del campamento”
¡Fue Allí que mi Salvador murió!
Era el mundo que le echó,
Y lo vio crucificado;
¿Puedo participar con aquellos
Que lo clavaron en el madero?
Y donde Su nombre nunca es alabado,
¿Es lugar para mí?
Señor Jesús, que habite yo
¡Fuera del campamento contigo!
Siendo que allí estás tú, y allí solo estás
Es la paz y la casa para mí;
Tu querido oprobio llevar
Lo estimaré como mi mayor ganancia,
Hasta que vuelvas, mi Rey desterrado,
Para tomar Tu poder y reinado.
-Autor desconocido-