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Devocional para Hoy! – 11 de Enero

 

“Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.” (1 Corintios 6.20)

“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional.” (Romanos 12.1)

He renovado solemnemente este día mi pacto bautismal y de autodedicación que hice cuando fui recibido en comunión de la Iglesia. He estado ante Dios de manera que no soy propio de mí mismo, en ningún aspecto. No alego tener derecho propio, ningún derecho en este entendimiento, esta voluntad, las aflicciones que hay en mí, ni tengo derecho a este cuerpo y sus miembros; ningún derecho a esta lengua, estas manos o pies; ningún derecho a estos sentidos estos oídos, o este olfato. Claramente me he entregado, y no retengo nada de mí mismo.

He acudido a Dios esta mañana y le dije que me doy enteramente a Él. Le doy todo poder a Él, para que en el futuro, no desafíe ni afirme tener derecho a mí mismo en ningún aspecto. Expresamente le he prometido, y ahora le prometo al Todopoderoso Dios, y por su Gracia, que no fallaré. Le he dicho esta mañana que lo he aceptado como mi entera porción y alegría, mientras no veo en ninguna otra parte algo que sea mi felicidad, ni actúo como si existiera. Le dije que Su ley es la regla constante de mi obediencia, y que pelearé con todo lo que de mí pueda, contra el mundo, la carne y el diablo, hasta el final de mi vida; que creo en Jesucristo, y lo recibo como Príncipe y Salvador. Le dije que adheriría a la fe y obediencia del evangelio, sin importar cuán riesgoso y difícil pueda ser su profesión y práctica. Que reciba el bendito Espíritu como mi maestro, santificador y único Consolador, y atesore todas sus advertencias para iluminarme, purificarme, confirmarme, consolarme y asistirme.

Esto he hecho. Oro a Dios que por la causa de Cristo, me mire en mi autodedicación, y me reciba como suyo propio, que trate conmigo en todo aspecto, ya sea que Él me aflija o me prospere, o lo que le agrade hacer conmigo, pues soy de Él. De aquí en más, no he de actuar en ningún ámbito como de mí mismo. Actuaré de mí mismo si es que hiciera uso de cualquiera de mis facultades para hacer lo que NO ES para Gloria de Dios, o si no hago algo que ES para la Gloria de Dios; si no convierto en mi única ocupación el glorificarle, si murmuro en la más pequeña de las aflicciones, si no soy caritativo de ninguna manera, si me aíro por causa de daños, si mi venganza es sólo mi propia causa, si hago cualquier cosa puramente para complacerme a mí mismo, o evito hacer algo con tal de mantener mi comodidad, u omito alguna cosa porque sería una gran autonegación, si recibo alabanza alguna por cualquier bien que haga, o más bien, que Dios hace a través de mí, o si de alguna manera me enorgullezco. —Jonathan Edwards— The Works of President Edwards (Las Obras del Presidente Edwards) Vol 1. (De una narrativa personal)

 

 

 

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