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Devocional para Hoy! – 15 de Enero

“Y aunque era Hijo, por lo que padeció aprendió la obediencia;” (Hebreos 5.8)

“Otros experimentaron vituperios y azotes, y a más de esto prisiones y cárceles. Fueron apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de espada; anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas y de cabras, pobres, angustiados, maltratados; de los cuales el mundo no era digno…” (Hebreos 11.36-38)

Una gran fe es exhibida no tanto en la habilidad de hacer, sino en la de sufrir. Es casi una experiencia bendecida tener la presencia consciente de Dios con nosotros a través de las pruebas y test de la vida. Pero otra cosa es cuando el Padre aparentemente nos abandona a nuestra suerte en las tormentas de la vida. Cuando Él parece habernos abandonado completamente; cuando parece que la maquinaria de la vida se puso en marcha y el encargado se ha retirado, y las cosas empiezan a hacer barullo hasta terminar en miseria sin sentido. Estas experiencias insoportables de decepciones indescriptibles, a veces duran toda la vida. —Búsquedas y Conquistas— 

No existe analgésico para el dolor de corazón al ministrar a otros. Si tu vida está entrelazada con los oscuros tonos de tristeza, no te sientes a deplorar en soledad tu suerte maltrecha, antes levántate y busca a los que están más miserables que tú, llevando bálsamo para sus heridas y amor para sus quebrantos de corazón. —F.B. Meyer— [Frederick Brotherton Meyer- 1847-1929, amigo de D.L. Moody, pastor y evangelista, autor de más de 70 libros]

 

¿En verdes pastos? No siempre, a veces Aquel
Que conoce mejor, en amabilidad me guía
En caminos cansadores, donde pesadas sombras yacen.
Falto del sol, cálido y suave y brillante,
Falto de la luz del sol en la noche más oscura,
Yo a menudo desmayaría por el dolor y espantado
Sólo por esto, sé que Él sostiene mi mano,
Ya sea en la tierra verde o el desierto
Confío, aunque puede que no entienda.

¿Y por aguas de reposo? No, no siempre es así;
Varias veces las tempestades pesadas a mi alrededor soplan;
Y sobre mi alma las olas y olas van.
Pero cuando las tormentas golpean más fuerte, y clamo
En voz alta en busca de ayuda, el Maestro está en pie,
Y susurra a mi alma: “He aquí, soy yo”
Por encima de la salvaje tempestad yo le oigo decir:
“Más allá de esta oscuridad yace el día perfecto,
En cada sendero tuyo yo lidero tu andar”.

—Henry H. Barry—  “He Leadeth Me (Me Guía Él)”

 

 

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