
Devocional para Hoy! – 12 de Agosto
«…aunque fue crucificado en debilidad, vive por el poder de Dios. Pues también nosotros somos débiles en él…” (2 Corintios 13:4)
«Porque aunque fue crucificado en debilidad, VIVE por el poder de Dios Pues también nosotros somos débiles en él, pero VIVIREMOS CON ÉL POR EL PODER DE DIOS PARA CON VOSOTROS.» (2 Cor 4, 10-12;. 13: 4). «Ahora me gozo en lo que padezco por vosotros, y cumplo en mi carne lo que falta de las aflicciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia» (Col. 1:24). Estos pasajes nos enseñan cómo el elemento vicario de los sufrimientos que Cristo llevó en su cuerpo sobre el madero, hasta cierto punto sigue caracterizando a los sufrimientos de su cuerpo de la Iglesia. Los creyentes que se entregan a soportar la carga de los pecados de los hombres ante el Señor, que sufren el oprobio y la vergüenza, el cansancio y el dolor, en el esfuerzo por ganar almas, están llenando lo que falta de las aflicciones de Cristo en la carne. El poder y la comunión de su sufrimiento y muerte obran en ellos, el poder de la vida de Cristo a través de ellos en aquellos para quienes trabajan en el amor. No hay duda de que en la participación de sus padecimientos, y la conformidad a su muerte en Filipenses 3, Pablo tenía en mente no sólo lo espiritual interior, sino también la participación exterior del cuerpo en el sufrimiento de Cristo.
Y así debe ser con cada uno de nosotros en alguna medida. Autosacrificio no sólo por el bien de nuestra propia santificación, sino para la salvación de nuestros semejantes, es lo que nos lleva a la verdadera comunión con el Cristo que se entregó por nosotros.
La aplicación práctica de estos pensamientos es muy simple. En primer lugar tratemos de ver la verdad que el Espíritu Santo quiere enseñarnos. Como cosa más esencial en semejanza a Cristo está la semejanza a su muerte, así que lo más esencial en la semejanza de Su muerte es renunciar a nuestra vida para ganar a otros para Dios. Es una muerte en la que todo el pensamiento de salvarse a sí mismo se pierde en el de salvar a otros. Oremos para que la luz del Espíritu Santo nos muestre esto, hasta que aprendamos a sentir que estamos en el mundo como Cristo estuvo, renunciar a uno mismo, amar y servir, vivir y morir «aun cuando el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos». ¡Oh, que Dios de a su pueblo conocer su llamado!; que no pertenecen a sí mismos, sino a Dios y a sus semejantes; así como Cristo, que sólo se van a vivir a ser una bendición para el mundo.
Entonces vamos a creer en la gracia que está esperando convertir nuestra experiencia de esta verdad en una realidad. Creamos que Dios acepta nuestro abandono de toda nuestra vida para Su gloria en la salvación de los demás. Creamos que conformarnos con la muerte de Jesús en este, su mismo principio de vida, es lo que el Espíritu Santo operará en nosotros. Creamos ante todo en Jesús: es Él mismo quien se ocupará de toda alma que en entrega total se rinde a Él, en la comunión plena de su muerte, muriendo en amor para llevar mucho fruto. Sí, creamos, y creyendo busquemos desde arriba, ya que el trabajo termina el don de Jesús, semejanza a Jesús en esto también.
Y por fin empecemos y actuemos esta fe. Pongámosla en práctica. -Andrew Murray COMO CRISTO- [1828-1917 Líder Misionero de Sudáfrica]