Devocional para Hoy! – 12 de Noviembre
“Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, Y renueva un espíritu recto dentro de mí.” (Salmos 51:10)
“Vuélveme el gozo de tu salvación…” (Salmos 51:12)
La primera intención no es dirigir nuestra atención hacia el problema del hombre, sino volver sus ojos a Dios mismo. Los creyentes pueden no darse cuenta de esto, pero estamos centrados, ya sea en el hombre o centrados en Dios. Cada elección que hacemos en la vida se convierte en la prueba. Esa fue la prueba del primer Adán. Esa fue la prueba del último Adán, Jesucristo mismo. Esta es la prueba que enfrentas todos los días. Cada prueba, cada tentación, se trata de si permanecerás centrado en Dios o estarás centrado en ti mismo. No hay alternativa. O Dios es el centro de nuestro universo y hemos quedado correctamente ajustados a Él, o nos hicimos a nosotros mismos el centro. Cuando el centro está mal, entonces todo en nuestro cálculo es erróneo.
Al mirar desde lo eterno, distinguiremos tres fallas principales cuando se mira historia desde otros puntos de vista. En primer lugar, siendo que por lo general empezamos desde el punto equivocado, desarrollamos un punto de referencia falso. En segundo lugar, dado que consideramos el pasado como un todo, desarrollamos una miopía fatal. En tercer lugar, dado que empezamos mal, nuestros procedimientos se hacen mal, y nuestro progreso está fuera de curso. Desde la caída el hombre cegado siempre ha seguido el mismo centro. Escucha la teología del mundo neo-pentecostal y descubrirás que el centro y el foco de toda su predicación es el hombre mismo, incluso en sus canciones. Los pequeños coros que cantamos hoy, en su mayor parte, tienen que ver con el hombre. El hombre se ha convertido en el centro. El hombre se ha convertido en el foco.
Desde su punto de vista, los conceptos y los métodos se vuelven retorcidos hasta que parece que la iglesia presenta un Dios cuya entera obra es para bendición y felicidad del hombre. Algunos admiten con franqueza, que este es el verdadero trabajo de la iglesia. ¿Quién más que el hombre es importante para Dios? Tal vez te has preguntado por qué la iglesia no ha llegado a la madurez como Dios manda. La razón es que está centrada en el hombre. El secreto de hacer realidad el propósito final de Dios se encuentra en la corrección de nuestro punto de partida.
Dios debe convertirse en mi centro y mi deseo. El deseo de Dios debe ser mi deseo y la voluntad de Dios debe ser mi voluntad. Mis deseos deben ser los deseos de Dios. Dios entonces me da los deseos de mi corazón. Jesús dio la oración modelo: “Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo “(Mateo 6:9). En la oración de Jesús se ha movido el centro a Dios. En primer lugar, debemos orar para que el reino de Dios venga y la voluntad de Dios se haga. Entonces y sólo entonces podemos orar: “Danos hoy nuestro pan de cada día.” Reconociendo que el hombre se ha convertido en el centro, tiene que haber un arrepentimiento genuino.
– B. H. Clendennen – La Escuela de Cristo – [1922-2009]
“Entonces aférrate en tu debilidad porque él está a tu lado,
Sosteniéndote, soportándote, sustentándote en firmeza;
Y sabe que el Padre sólo está obrando
Para moldearte y modelarte a Su voluntad”.
– Anónimo –