Devocional para Hoy! – 15 de Noviembre
“…todo es tuyo, y de lo recibido de tu mano te damos.” (1 Crónicas 29:14)
¿Hay, en todo nuestro lenguaje, una palabra mejor que “mayordomía” para resumir el espíritu cristiano en el culto y el trabajo? Pues todo lo que tenemos y todo lo que somos, o esperamos ser, se lo debemos a Él. Todas nuestras posesiones, de cualquier tipo, las tenemos en confianza de Él. Nuestras son, en términos de esta breve vida, para ser administradas por él, pero nunca en propiedad absoluta.
A Dios algún día tenemos que rendir nuestra cuenta. “Nuestras almas son nuestras” es una gran mentira, pues el alma y el cuerpo deben ser presentados a lo último ante el trono de Cristo. No seamos injustos mayordomos, reteniéndole lo que le es debido, no dando importancia a Sus dones, o con el mal uso de los talentos que Él nos ha confiado. Vamos más bien a rendirle la medida completa de servicio, diciendo dentro de nosotros mismos: “Todas las cosas vienen de Ti.”
Si se trata de una gran responsabilidad, ¡no es menos glorioso el privilegio de tener este lugar asignado para nosotros en Su plan divino como fiduciarios de los dones de Dios! ¡Agentes de Cristo! Es por eso que estamos aquí. Él pone su confianza en nosotros, esperando nuestra fiel obediencia. Vamos a dedicarnos este día y todos los días, alabándolo en nuestras vidas, así como con nuestros labios; creciendo por su gracia, en santidad y justicia, para ser hechos, tanto como pueda ser, iguales que Él.
-Canon T. Stannage Boyle, en “God’s Purpose (El propósito de Dios)” – (con permiso de John C. Winston Co.)
Si necesitaras una mano hoy,
Para estrechar otra mano en el camino áspero de la vida
Toma la mía, querido Señor, toma la mía.
Si necesitas pies para pisar
En caminos donde el pecado con la aflicción se ha casado,
Usa los míos, querido Señor, usa los míos.
Si necesitas labios hoy,
Para palabras que ayudan y curan, decir,
Llena los míos, querido Señor, llena los míos.
Pero limpia, querido Señor, y purifica,
Y luego cada talento santifica,
De lo mío, querido Señor, de los mío.
-Mary E. Kendrew- Desconocido